Bloqueos, robos y entrevistas. A Noé Ramírez Estévez, broder - TopicsExpress



          

Bloqueos, robos y entrevistas. A Noé Ramírez Estévez, broder oaxaqueñoque sabe conciliar su tiempo histórico sin dejar de honrar sus tradiciones. Desperté suavemente, como cada mañana, con los silbidos madrugadores de los ansiosos pájaros que no bien ha amanecido aún y ya crean el soudtrack del día. Desperté lentamente, como cada mañana, con los primeros rayos del sol directamente en mi rostro, rasgándome la mirada a ojos cerrados como quien te arranca de un jalón las sábanas gritando. Arriba!!! Casi placentero por que, como cada mañana, desperté con dos o tres ideas que no dejaron de estar activas mientras dormía; obsesión, creo que le llaman. Como algunas mañanas tomé el primer café enpijamado, encendí el primer cigarro mirando desde la cocina la iglesia nueva, la cancha empastada de fut, el terreno sembrado con un maíz que este año no se dio. Casi contemplando el paisaje. El proyecto que preparo debe salir ya. Ha llovido poco pero algunas hierbas han crecido demasiado, sus espinas pronto serán una amenaza al entrar a la casa y ya he pospuesto antes su poda. Sin más, cambio el fresco pijama verde por los manchados jeans viejos de trabajo, la sucia playera vieja que pronto pasará al servicio de trapos del taller y la sucia gorra vieja de no me tueste señor sol. Machete, barreta y pala me dispuse a darle recio. Tras poco más de dos horas, las ideas cedieron al machete tomando la forma de los objetivos de mi proyecto y las espinosas ramas, tras su férrea resistencia que dejó un saldo de mil araños en mis brazos (cómo me estorban las mangas!, siempre me las arremango), fenecieron dese su raíz. Sudado, completamente entierrado de cuello, cara, brazos y piernas, gozoso, escuché a lo lejos el ansioso lamento de un mango, carnoso, jugoso, que clamaba desde el refri por mis dientes; el grito de nosotros también, de un par de huevos que se sueñan rancheros y el “no me olvides” de las tortillas de mano que hace la vecina. Suspiro. Ducha, desayuno y tecla. A darle mai darlin. Enfrente, una jornada larga pero fluida, productiva. Antes, había que subir a ver a la tía. Anduve los ciento y pico de metros hasta la alberca, tenía que detenerme a escribir en el celular, cigarro en mano, los objetivos que ya se hacían palomas y amenazaban con volar. Cuando finalmente entré a su casa, la octagenaria señora de fuerte carácter hablaba por teléfono. Acaba de llegar Renán, te lo paso para que le cuentes, dijo extendiéndome el teléfono. Me carga la chingada! puros problemas, dijo echando lumbre y con paso lento fue en busca de sus cigarros. Mi prima estaba atorada en un bloqueo carretero a unos quince kilómetros. Es médico, vive en la ciudad, martes y jueves viene a dar consulta y atender a su madre. Traía medicamento para algunos pacientes, la comida de la tía y la quincena de Noel, el trabajador que hace funcionar esta casa. Un par de pacientes la esperaban ya, no podían quedarse sin su medicamento. Tampoco mi tía sin comer ni El Burro sin lana que llevar a su casa. Aguanta, manita, le dije a mi síster putativa, voy de volada por las cosas. Imprudente llevar vehículo, regresas madreado tú y el coche, eso se sabe aquí siempre. Al sitio de taxis colectivos. Ahí ya los taxistas mentaban madres e informaban a los pocos y urgidos pasajeros que no había paso a Oaxaca. Algunos se retiraron, otros llamaban por teléfono y unos más se apresuraban a subir a los autos. Abordé el mío, me apretujé y observé las manchas de aceite y pintura en el pantalón. Ni pedo. Aquí el mercado y los taxis son espacios de información privilegiados. Rulas, el taxista que me tocó, nos pone al tanto. El bloqueo da pena. Dos camiones de carga, dos taxis, dos autobuses de pasajeros, una cuantas llantas y pequeñas piedras acompañan a la muchedumbre de no más de cien padres de familia que exigen que los maestros paristas de la sección 22 se pongan a trabajar. No hay prensa. Pensé en la conveniencia de hacer la nota y mandar a Edwin de EnfoqueOaxaca, el portal de noticias que publica mis artículos, pero primero lo primero, me dije. Al paso vi a Karla Iberia Sánchez haciendo una entrevista. Vientos!, se mueven rápido, me dije sin detenerme. Mientras sacaba estetoscopio, maumanómetro y demás artilugios e ingenios de su maletín para sustituirlos por topergueres, cajas, cajitas y cajotas, mi prima me contó que había tratado de convencer a los padres de que la dejaran pasar por ser médico. En efecto, ella atiende a pacientes que vienen, con mucho sacrifico, de comunidades lejanas; tenía programada una visita domiciliaria a una joven con problemas congénitos que parece estar viviendo sus últimos días. Además es la responsable médico jurídica del centro de atención de partos de una misión religiosa que atiende a mujeres de muy bajos recursos con métodos alternativos; también debía visitar a una de ellas que estando a tiempo de parir, tenía problemas de presión arterial. No la pelaron. Ya de regreso, cargado de tres voluminosas boslsas, vi de nuevo a Karla Iberia sentada en el asfalto haciendo otra entrevista, ahora a una madre sentada en el quicio de la guarnición carretera. Soy metiche o solidario, según como quieras juzgarme, pero se bien lo que es andar pepenado información en medio de un conflicto social, así que siempre que veo a los colegas de los medios nacionales procuro acercarme a darles alguna información, un tipo que les de otros nortes a sus búsquedas. Así que la abordé tan pronto como terminó la breve entrevista, me presenté y muy pronto comenzamos una conversación. Notoriamente traía un tema, el de cómo afecta la violencia magisterial la vida cotidiana de la gente y en especial a los chavos y su futuro. Algunas de sus preguntas parecían más bien tratar de ubicar a su personaje: ¿Cuánto tiempo tiene viviendo en Oaxaca?, ¿por qué dejaste el df?, ¿sólo escribes sobre medios de comunicación?, ¿cuántos hijos tienes?, ¿de qué edad?, ¿estudió en escuelas públicas?, ¿estudia aquí?. Y de pronto me la dejó caer: ¿me podrías dar una entrevista? La vergüenza me subió caliente al rostro y me bajó fría a los pies. En estás fachas! exclamé avergonzándome más por lo mamila. ¿Vas a andar por aquí?, si quieres puede ser más tarde, yo voy a estar por aquí un rato. No, no, no. Si te crees que te podría servir, adelante, traté de enderezar con cortesía. En two shot, Karla? preguntó el cámara emplazándose. Corriendo, tres, dos… La entrevista transcurrió con menos fluidez que la conversación preparatoria, yo, al menos, me sentí más torpe, digresivo, sin poder hilar un argumento breve, conciso y claro que respondiera a sus preguntas. Mayor fue mi desconcertó cundo al hablar precisamente del la manera en que se refleja la violencia en los chicos, me hizo señas de venga, vena, por ahí. Cuando el asistente me retiraba el lavalier, vi de nuevo mi ropa de trabajo. Qué pedo? Toy loco. Chingao. Bueno, ya qué! Agradecí, me despedí y fui a La michoacana, una cadena local de paleterías, que no es la de la indita de trenzas y el color rojo vino que encuentras en el DF, que cotiza en la bolsa, pero que, como todas las paleterías del país que se dignan de serlo, también se llama así. Ahí encargué las bolsas para guarecerlas del sol durante la entrevista y en tanto las tomaba sonó mi teléfono. A unos trescientos metros, de regreso a Oaxaca, justo donde hay un acceso secundario, los padres habían terminado de sellar esa cabecera municipal dejando a mi prima atrapada entre dos bloqueos. Tardaría en regresar y no quería que nos preocupáramos. Volvía con Karla y su staff. Chicos, vayan buscando dónde comer porque acaban de bloquear de aquel lado y me temo que tardarán en salir de aquí, les dije, me di la vuelta despidiéndome de nuevo cuando el ego salió a flote. ¿Oye, Karla, y cuando sale?, digo, pa tuitiarlo a los parientes. Viernes, lunes o martes con López Dóriga. Sácate la babuchas, papá y así mugrosote, que poca, me dijo la voz de mi vanidad. El taxi de vuelta demoró en salir en espera de pasajeros. En tanto, en mi cabezota, la psicografía del público meta de mi proyecto comenzaba a recuperar su espacio, pero colapsó justo al entrar a casa. La escena se repetía: la tía de nuevo al teléfono diciendo lo mismo: ya llegó, te lo paso para que le cuentes. Me carga la chingada. A ver tu, que te cuente que los padres le robaron su dinero, dijo para mi inmediato asombro y encabronamiento, y esa pobre gente que viene de tan lejos y la tuve que regresar, ay Dios, puros problemas, siguió diciendo mientras con paso lento buscaba sus cigarros. ¿Qué pedo, manita, cómo que te asaltaron? La doctora Barahona, es oaxaqueña, sabe andar descalza en la tierra y las piedras, conoce a su gente, es empática, simpática, generosa y siempre alegre. Es tierna, hija sándwich entre dos hombres es conciliatoria natural. Puedo verla con su sonrisa, toda modosita, amable y con tono casi cariñoso negociando con los maestros: no miren compañeros yo soy doctora, tengo hijos, respeto su movimiento y su bloqueo, es más creo que lo que deberían hacer ustedes es que todos los comités de padres del estado tomaran el edificio de los maestros y no se los entregaran hasta que las clases estén normales, no es buen ejemplo para nuestros hijos hacerle igual que los maestros, nomás les pido de favorcito si son tan amables que me dejen pasar, tengo una paciente a punto de parir, qué les cuesta, es por un bien. Me dijo que, como providencialmente, le llamaron precisamente por que ese trabajo de parto había comenzado, que pasó el teléfono a una madre para que comprobaran que era cierto, que le dijo que hay muchos doctores en Oaxaca, que le suplicó, que le dijo que como mujer y como madre sabía que las parturientas tienen un médico de su confianza, que bueno, pero que cooperara con la causa, que abrir su monedero agarró un billete, lo empuñó y siguió buscando entre las monedas uno de a veinte, que un padre gritó, no ni madres, no te hagas pendeja, al tiempo que tiró el manotazo sobre billetes y monedero arrebatándole todo, que los gritos aumentaron, que como pudo corrió al coche y se peló de ahí. Quedé en la cocina cortando papas para la sopa que preparaba la tía como queriendo cortar las manos del cabrón alebrestado que robó a mi síster. Yo le hubiera dado sus chigadazos a esos desgraciados, dijo mi tía y por ahí fuimos sacando la rabia y la impotencia entre el chisme, el pollo y la ensalada, mientras en mi cabezota una reflexión sobre el origen de la violencia se abría paso para apaciguar el enojo. De niño, cuando definí mi vocación, tenía un sueño tan estúpido. Entraría a trabajar a telesistema mexicano (sí, ya lo sé, la el prejurásico temprano), trabajaría duro engañando a todos, sería el sustituto de Juan Ruiz Healy (entonces sustituto de Zabludowvzki) y cuando yo fuera el titular de 24 Horas, diría al pueblo toda la verdad. Tómala, barbón. Ahí tienes tu espacio en prime time y cadena nacional. Vaya tarugo. El mango tendrá que esperar a mañana. Estoy haciendo changuitos para que a Karla Iberia no le sirva mi entrevista, que no encaje con el resto del material, que en el peor de los casos quepa sólo una frase de no más de dos segundos; para que siendo viernes toda mi banda salga de reventón, que siendo lunes tengan un chingo de tareas domésticas por la noche, que si es martes se queden getones tempra con tal que no vean el noticiero y si ya de plano me ves en la telera, pos ai me disculparás, las respuestas pendejas corren por mi cuenta, pero que el brillo de la frente y la nariz lo haya matado con mugrita y tierrita, fué circunstancial. Pinche ego. Pinches bloqueos. Pinches donas, además de que se derritió el chocolate, hoy me saben más amargas que de costumbre. Chale! López Dóriga, ni pedo, ya qué. Ahora, a ver si las ideas ceden a la tecla como las ramas espinosas de la mañana cedieron al machete y la barreta, al cabo es casi igual.
Posted on: Sat, 31 Aug 2013 01:41:14 +0000

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