Breve Historia del Monte Carmelo: Adaptación: Mynor Esquivel / - TopicsExpress



          

Breve Historia del Monte Carmelo: Adaptación: Mynor Esquivel / Pasos de fe Según el escrito Homilía Diaria de Juan Schenk, el pueblo de Israel había vuelto a pecar. Dios envió a Elías para castigarlos este profeta, en cuyo corazón y labios ardía el fuego del culto al verdadero Dios cerró el cielo con el poder de su oración. Tres años y medio sin caer una gota de agua sobre la tierra. Arrepentidos vuelve Elías a interceder por ellos, y el Señor escucha su oración. Elías sube a la cumbre del Monte Carmelo. Se postra en tierra y ora con fervor. Manda a su criado que mire hacia el mar. Sube y mira No hay nada. Vuelve a subir hasta siete veces. A la séptima divisase una nubecilla pequeña como la palma de la mano de un hombre, la cual sube del mar y, en breve tiempo el cielo se cubrió de nubes con viento y cayó una gran lluvia. “Algunos autores, sobre todo a partir del siglo XIX, vieron en esta nube en figura o tipo bíblicos a la Virgen Inmaculada, mediadora Universal. La iglesia así lo ha aceptado en su liturgia. La simbólica interpretación de la nubecilla que no es mas que una hermosa figura para significar a la humilde y pura Virgen María como mediadora Universal de todas las gracias por su divina maternidad corredentora, influyó en aumentar el profundo marianismo que impregnó desde sus orígenes la historia, liturgia y espiritualidad del Carmelo”, agrega el autor. Poco después del Concilio de Calcedonia (Año 451) en el Monte Carmelo se establecieron unos ermitaños que eran llamados carmelitas. Ante la invasión de los sarracenos, muchos de estos ermitaños junto con colonos, mercaderes y cruzados europeos se trasladaron a Occidente: Chipre, Sicilia, Francia, Inglaterra fueron los lugares de acogida; las primeras fundaciones se realizaron en Chipre, Mecina, Marsella, Hulne y Aylesford. En Europa los ermitaños de Santa María del Monte Carmelo no se adaptaban fácilmente. El ambiente socio-eclesiástico les era hostil; proliferaban y se imponían las órdenes mendicantes. Se planteó la alternativa: adaptarse al estilo mendicante o seguir el eremitismo arriesgando la impopularidad. Hubo partidarios de ambas orientaciones. Por iniciativa de los fautores de la adaptación cuyo jefe era, según la tradición, San Simón Stcok, se enviaron delegados al Concilio de Lyón ( 1245), para solicitar la revisión de la regla. Por Carta Apostólica del Papa Inocencio IV ( 1247), se les daba opción a fundar en los poblados, a instituir repertorio común y a la mitigación de la abstinencia de Cardes y del silencio. Con estos retoques importantes los ermitaños se abrieron camino. En la segunda mitad del siglo XIII las fundaciones eran ya numerosas, también en los centros escolásticos: Cambridge ( 1247), Oxford ( 1253), Paris ( 1259), Bolonia ( 1260). En España entraron por el reino de Aragón: Huesca, Perpiñan, Lérida (antes de 1276), Sangüesa ( 1274), Valencia ( 1281), Zaragoza ( 1291), Barcelona y Gerona ( 1292), Perelada ( 1293). Sin embargo, la nueva orientación no logro extinguir las reacciones de eremitismo. El general Nicolás, el francés, defensor impetuoso del desierto, optó por enunciar a su cargo, no sin haber escrito su “Ígnea Sagita” contra los innovadores en 1271.También, su sucesor Radulfo, de nacionalidad alemana, renunció y se retiró a Hunle. El gobierno de Pedro Millau (1275-1291) fue decisivo: Bajo su régimen el Carmelo se extendió por todos los países y se adoptó definitivamente a la vida mendicante. Las capas barradas fueron sustituidas por las blancas en el capitulo de Montfellier (1287). El capitulo de Tréveris quitó el derecho de voto a los hermanos; señal de que los clérigos formaban ya mayoría. En el mismo año, los mamelucos subieron al Monte Carmelo, degollaron a todos los monjes y quemaron su monasterio. Fue un golpe moral profundo. Las raíces orientales quedaban secas. Se abrió definitivamente la época europea del Carmelo. Mas adelante, el 26 de abril de 1379 el Papa Urbano VI concedía tres años y tres cuarentenas de indulgencia a cuantos llamaran a aquellos monjes: Hermanos de la Bienaventurada Virgen Maria del Carmelo. El origen del escapulario carmelitano esta relacionado íntimamente con San Simón Stcok. Según rezan las antiguas crónicas se le apareció la Santísima Virgen acompañada de una multitud de ángeles llevando en sus manos benditas el escapulario de la orden y diciendo estas palabras: Este será privilegio para ti y todos los carmelitas, quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriese se salvará. A reunirse el capitulo general de la Orden de 1609 se propuso a todos los capitulares que eligiesen la festividad que deseaban tener como titular o patronal de la Orden, saliendo elegida la Fiesta de la Virgen del Carmen. España obtuvo del Pontífice, Clemente X, en 1674, el permiso para celebrar esta festividad en todos los domingos de la corona. A esta petición siguieron otras muchas, hasta que el 24 de septiembre de 1726 el Santo Padre, Benedicto XIII la extendía a toda la cristiandad. La idea dominante de esta conmemoración no es otra que la acción de María como mediadora de todas las gracias. Por ello, se considera que en este día se debe reflexionar, en modo principal acerca de la relación existente entre María y la Iglesia. María y la Iglesia. Según Juan Schenk: A lo largo de su destino, la Virgen realiza todo lo que la iglesia realizará mas tarde. Antes de que la iglesia apareciese, María es Santa e Inmaculada. Antes que la iglesia, María se une a Cristo, forma con Él un solo cuerpo, una sola vida, un solo amor. Antes que la iglesia María se une a sus sufrimientos y coopera en su redención. Antes que la Iglesia, finalmente resucita con Cristo. Y, sin embargo, todas estas anticipaciones no son extrañas a la vida de la iglesia, pues en María es la iglesia quien inicia su vida oculta. Del mismo modo se podría decir que en María la Iglesia comienza a ser Santa e Inmaculada, a incorporarse a Cristo, a participar de sus misterios y a resucitar con Él. En esta perspectiva, María se manifiesta como el primer miembro de la iglesia, aquel en el que la iglesia cumple de la manera más perfecta y por adelantado su esencia mas profunda la más inalienable, que es la Comunión con Cristo. María aparece como la cima en la que la iglesia cumple su perfección, como su edad de oro, inicial y final: La edad de oro inicial es aquella en la que María constituye por si sola la iglesia para acoger a Cristo sobre la tierra, por la fe y vivir con Él en caridad; la edad de oro final es la resurrección, la consumación hacia la cual tiende la iglesia militante y que la Virgen ha alcanzado ya personalmente. Cuanto más edad de oro final, que será la parusía, y tanto mas descubre en su origen esta perfección de santidad y, antes que nada, esa perfección de gloria que es el misterio de María. Cuanto mas clara visión tiene la iglesia de sus limites e imperfecciones de su condición laboriosa y cuanto mas ve en María su ideal y su modelo, tanto mas la ensalza como imagen y programa de su propia perfección y, en fin, tanto mejor descubre el valor de su asistencia cotidiana basada en que ella es mediadora universal de todo cuanto de Cristo llega. En cuanto la iglesia es vida de la fe y de la caridad, la regeneración espiritual de la humanidad por gracia de la interiorización y de la irradiación del Espíritu Santo; En cuanto es comunión mística con Cristo, es decir, en tanto en cuando se distingue de Él recibiéndolo todo de Él y viviendo en Él esta vida que no pasará. La iglesia recibe todo eso de Cristo por mediación de María. En la misma medida en que la iglesia es una sociedad interior, celeste, espiritual, que tiene por objeto comunicar visiblemente con Cristo, se ha de reconocer en ella a la Virgen María. No estará mal que en este día en que realizamos la celebración de una memoria de Maria Virgen, reafirmemos nuestra devoción a la Señora sobre la base objetiva de que entre ella y nosotros existen unas relaciones reales que permiten no-solo llamarla Mater con toda propiedad sino también, acercarnos a Ella con toda confianza y procurando reavivar en el hombre el convencimiento de que nuestras pobres vidas se hallan necesitadas de su calor y de su maternal protección en todos los instantes. Cuando inexplicablemente son muchos los cristianos que parecen que se avergüenzan de amar a María, se debe reacción en contra de esta tendencia basados en el convencimiento de que si se logra llevar al interior del hombre el amor y la confianza filial en María, una nueva alegría y un nuevo sentido cobrará la vida.
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 16:42:26 +0000

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