Bruno y Olvido Federico Montalbán Bruno era de esa época, no - TopicsExpress



          

Bruno y Olvido Federico Montalbán Bruno era de esa época, no tan lejana, en la que era habitual tener una tía beata en la familia. No una de esas beatas del siglo XVI, flujo generoso de herejía, sangre, propiedad común, semen y sudor. Su tía no quería el Milenio solo la culpa, la flagelación, el remordimiento, la oración postrada. Vivimos en un valle de lágrimas, le decía por teléfono, somos gusanos que nos arrastramos por el cenagal del mundo, reza, hijo mío, reza y salva tu alma. Bruno rezaba cada noche a un jesusito de escayola, acurrucado junto a un cordero, tumbado en una manta de piel blanca, el jesusito, no Bruno. Un día, el jesusito se cayó y se rompió en pedazos. Bruno lloró aterrado. Entre los fragmentos del dios roto, vio las puertas del infierno abriéndose de par en par, un cartel de bienvenida con su nombre. Su primer pecado, por omisión pero autónomo, al fin y al cabo. Rezó y rezó. Mientras, las hormonas empezaron a poblar su sangre. Bruno olvidó al jesusito roto y se concentró en otras cuestiones, como, por ejemplo, Olvido Gara. Bruno se enamoró de Olvido y el notable aumento que experimentaron sus tetas en un momento dado, las de Olvido, no las de Bruno, se le reveló como un milagro. Dios volvía a su vida, no como un Padre vigilante sino como un hacedor de prodigios. Olvido y sus nuevas tetas coronaron las cumbres blancas de su adolescencia, de Bruno, no de Olvido. Pero, entonces, en algún programa de televisión, Bruno descubrió que el milagro no era tal y sí simple operación de estética. Enésima representación del combate Ciencia versus Religión. A un lado del ring, Gracia y Culpa, al otro, Silicona y Turgencia. Bruno recordó al jesusito roto, tantas horas en el baño, el póster desplegable de Olvido, los gusanos que se arrastran en el fango, la voz distorsionada por el teléfono de su tía beata, el infierno lleno de fuego abrasador y crujir de dientes. ¿Qué hacer? ¿Dónde buscar auxilio? ¿A quién recurrir? No hay espacio para entrar en más detalles, pero Bruno encontró la solución esquizoide tras la evidencia expresada por Rimbaud: Me creo en el infierno, luego estoy en él. Bruno, condenado ya, se dejó llevar, todos los flujos confluyeron, desatados, furiosos, vengadores, en el flujo, único y total, del deseo. Pura inundación. Bruno, pues, ardió como es debido.
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 18:45:24 +0000

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