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C. Pero muchos cristianos no nos sentimos bastante malos para merecer el infierno ni suficientemente buenos para merecer el cielo. R. Otra vez tiene que volver usted a la idea de merecer. ¿Dónde queda la obra de Jesús por nosotros? Sí nosotros hubiésemos podido merecer y ganar el cielo, el Hijo de Dios no se hubiese hecho hombre ni hubiese querido “padecer por los pecados El Justo por losinjustos para llevarnos a Dios”, como dice Pedro. Sería enmenoscabo de su obra redentora todo lo que pretendamos hacer para ganar nuestra salvación. C. Entonces, ¿toda persona que no sea muy piadosa tendría que ir a arder en el infierno por toda laeternidad? ¿No comprende usted que es necesario que haya un purgatorio para los que no son ni muy malosni muy buenos? R. Pienso que tenemos que dejar a Dios el secreto de lo que va a hacer con los que no sean creyentes y con los que, siendo creyentes, no son lo que Él desea. La Sagrada Escritura resume en una sola palabra el destino de quienes han rechazado la salvación de Cristo, los llama “perdidos”, y “salvados” los que la han aceptado y agradecido. Tanto los unos como losotros recibirán premio o castigo “según sus obras”. C. ¿Y no cree en la eficacia de los sufragios por los difuntos? R. No, por supuesto; y he de decirle que por desgracia esta doctrina ha engendrado mucha incredulidad en el mundo, pues significa continuar las diferencias sociales en el más allá; por muchos paliativos con que se quiera disimular esta doctrina, llamando limosnas a los estipendios exigidos por tales servicios. Recuerde sólo las severas palabras de Pedro a Simón el mago: “Tu dinero vaya contigo a la perdición porque has supuesto que el don de Dios se obtiene con dinero, no tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no esrecto delante de Dios. Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega a Dios si quizá te será perdonado el pensamiento de tu corazón; porque veo que están en hiel de amargura y en ataduras de maldad” (Hechos 8:20-23). La transubstanciación C. Quizá tenga usted razón en este asunto de las indulgencias. Reconocemos que en tiempos de Lutero se hizo una propaganda escandalosa sobre ello, con el buen propósito de recoger dinero para edificar la Basílica de san Pedro en Roma, y ello trajo la protesta de los reformadores. Pero éstos fueron demasiado adelante en sus protestas contra el dogma tradicional católico. Por ejemplo: En el asunto de la existencia real de Jesucristo en la eucaristía, ¿cómo pueden ustedes negarla cuando Jesucristo dijo: “Esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26) y, además, añade: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día” (Juan 6:54)? R. Sí, pero Jesús mismo aclaró por anticipado, en esta ocasión, el sentido de sus palabras diciendo: “Yo soy el pan de vida, el que a mí viene nunca tendrá hambre,y el que en mí cree no tendrá sed jamás” (Juan 6:35) y ratificó el sentido espiritual y simbólico de sus palabras al decir en el versículo 63: “El Espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada, las palabras que yo os he hablado son Espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen”. Además lo declara en el mismo pasaje de la institución de la Santa Cena en Lucas 22:19 donde, después de decir “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado”, añade: “haced esto en memoria de mí”; palabras que repitió San Pablo en 1ª Corintios 11:25. Si Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo”, también dijo “yo soy la puerta” o “yo soy la vid” o “yo soy el camino”, y todos entendemos que Jesús no es una puerta material, ni una vid, ni una parra. ¿Por qué hemos de entender en un sentido literal sus palabras al tratarsede la memoria de su muerte, cuando no lo hacemos así, sino que entendemos el significado figurativo, en los demás casos? El culto a los santos C. Dejemos este asunto, porque no nos entenderíamos; pero ustedes no veneran a los santos, ni a lamadre del Salvador. R. Sí que los veneramos. A lo que nos negamos es a rendirles culto. Los tenemos en suma veneración y respeto. Muchas veces predicamos acerca de su ejemplo y de sus virtudes, dignas de ser imitadas; pero no acudimos a ellos como intermediarios, porque la Palabra de Dios dice así: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre el cual se dio asimismo en rescate por todos” 1ª Timoteo 2:5,6). Recuerde el caso de Pedro y Cornelio. Cuando este centurión romano le salió a recibir a la puerta de su casa, se arrodilló a sus pies, pero Pedro le levantó diciendo: “Levántate porque yo mismo soy hombre” (Hechos 10:25, 26). Permítame hacerle una reflexión muy sencilla. Los seres humanos somos finitos, no podemos atender varios asuntos a la vez, únicamente Dios es infinito, sólo Dios está en todas partes, ¿cómo pueden los santos por más que estén en el cielo, siendo seres finitos como nosotros, atender a miles de personas que les oran todos a la vez? C. Es que Dios, que es infinito y omnipresente, lo oye, y se lo comunica. R. En este caso resultaría que no oramos a Dios pormediación de los santos, sino a los santos por mediación de Dios. ¿Cree usted que esto es lógico y razonable? ¿Por qué no ir directamente a Dios, que es quien oye primero nuestra súplica? Jesucristo mismo nos recomienda orar a Dios Padre en su nombre, diciendo a sus discípulos: “En aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios”… “hasta ahoranada habéis pedido en mi nombre, pedid y recibiréis paraque vuestro gozo esté completo” (Juan 16:24-27). La confesión auricular La misma consideración puede hacerse en cuanto a la confesión auricular: Si Dios está en todas partes y puede oír nuestra oración, ¿por qué no dirigirnos directamente a Él cuando sentimos que hemos faltadoy tenemos remordimiento acerca de nuestros pecados? C. Es para tener la satisfacción de oír al sacerdote decir “Ego te absolvo” (que significa “yo te perdono”), y cumplir alguna penitencia, que nos es impuesta por el sacerdote, por nuestros pecados. R. Pero la Sagrada Escritura está llena de declaraciones de que solamente Dios puede perdonar los pecados; y cuando el mismo Jesucristo dijo al paralítico “Tus pecados te son perdonados”, le acusaban de que estaba blasfemando porque sólo Dios tiene semejante autoridad (Marcos 2:7) y Él no negó que fuese así, como lo entendían los judíos, pero afirmó por mediode un milagro su autoridad, como Dios hecho hombre que era. C. Pero es que el sacerdote lo hace en nombre de Dios, son representantes suyo. R. Pero tengo que decirle que ésta no era la costumbre de los cristianos primitivos. Puedo citarle trozos y sermones de grandes escritores de los primeros siglos, como San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Agustín y otros, en los cuales éstos declaran que es a Dios solo, en secreto, sin ningún testigo humano, que hay que presentar nuestras confesiones. En las biografías muy detalladas, que tenemos, de grandes cristianos de los primeros siglos, no hallamos noticia alguna de que fueran a confesarse con un sacerdote. Si los cristianos primitivos hubiesen entendido las palabras de Jesús “A los que les remitiéreis los pecados les serán remitidos”, en la forma en que la Iglesia Católica dice, encontraríamos ya en los Hechos de los Apóstoles, y entodas las historias posteriores de grandes cristianos, mención de esta práctica tan esencial en un mundo de pecadores. Pero no es esto lo que hallamos, sino totalmente lo contrario. Cuando Pedro reprendió a Simón el Mago, diciéndole que estaba en “hiel de amargura y ataduras de maldad”, no le conminó a confesarse inmediatamente de su pecado, ni con él, ni con Juan, ni con ningún otro apóstol; sino que le dijo: “Ruega a Dios por si quizá te será perdonado este mal pensamiento de tu corazón”. Y así lo hallamos en toda la historia de los cristianos de los primeros siglos hasta los concilios de la Edad Media. C. ¿Qué quiso, pues, significar Jesús cuando dijo a sus discípulos: “A quienes remitiereis los pecados, les serán remitidos, y a quienes los retuviereis, les serán retenidos” (Juan 20:23)? R. Evidentemente, se refería a la gran responsabilidad que pesaba sobre los discípulos como mensajeros del glorioso Evangelio, que proporciona el perdónde los pecados a los hombres que lo aceptan. El ministro del Evangelio –y en particular el que se dedica a la obra misionera, como tenían que dedicarse los apóstoles (versículo 21)–, tiene el privilegiode ofrecer el perdón de los pecados, o de retener a los hombres en sus pecados, según sea su diligencia en dar a conocer las Buenas Nuevas de salvación. Si el discípulo de Cristo, al entrar en contacto con pecadores necesitados de salvación, les habla de todo menos de la gloriosa posibilidad y seguridad que Dios les ofrece de perdonarles sus pecados si se arrepienten yaceptan a Cristo como Salvador, ¿no les retiene por su descuido o negligencia en aquellos pecados de los cuales podrían ser librados? Si, en cambio, les anuncia a Cristo y la salvación. ¿No se convierte en el medio para que sus pecados sean remitidos? ¿No les da por su mensaje el perdón? C. ¿Por qué, pues, tenemos instituido en la Iglesia el mandato de confesarse con un sacerdote, y la costumbre de recibir penitencias, así como la gracia divina de las indulgencias? ¿No son éstas un medio para obtener el perdón de algunos pecados, mediante la aplicación de los méritos de las buenas obras practicadas por el propio ofensor, o el traslado, en favor de los fieles que se hacen acreedores a ello, de las buenas obras que sobraron a la bendita Virgen y a los santos? R. No, de ningún modo. Por varios siglos, como le he dicho, no hallamos que los cristianos se confesaran a los pies de un sacerdote, pero cuando habían cometido un pecado muy grave, y público, que pudiera traer escándalo al buen nombre de la doctrina cristiana, lo confesaban en público, ante toda la asamblea; y entonces, el pastor u obispo les imponía una penitencia que consistía generalmente en estar excluidos de participar de la comunión durante un cierto período de tiempo, que a veces ascendía a muchos años: Tenían que salir de la asamblea cuando se celebraba la comunión y en muchos casos estar de rodillas a la puerta de afuera.Como esto era un castigo muy severo, se aplicaban indulgencias, o sea, acortamiento del período de ex-comunión, y de ahí vino la costumbre de las indulgencias: Los días de indulgencia significaban días dereducción de la penitencia impuesta por el propio pastor o presidente de la asamblea cristiana, a quien erróneamente empezaron a llamar sacerdote, pues sacerdote, que significa “mediador entre Dios y los hombres”, no hay más que uno, como hemos visto enel citado pasaje de 1ª Timoteo 2, y es lo que dice también el autor de la carta a los Hebreos, donde se explica que Él es el único sacerdote y no hay otro,declarando: “Porque los otros sacerdotes llegaron a sermuchos debido a que la muerte les impedía continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio intransferible; por lo cual puede también salvar completamente a los que por medio de Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:23-25). C. ¿De modo que no significan los días de indulgencia, días de acortamiento de la pena de purgatorio impuesta por Dios a las almas que salen imperfectas de este mundo? R. No. Es simplemente un invento fraguado en los siglos supersticiosos de la Edad Media, del que no se hallan trazas en las enseñanzas de Cristo ni de sus apóstoles, sino todo lo contrario: Jesús siempre concedió perdón absoluto y completo a los pecadores que a Él acudieron arrepentidos, como usted puede comprobar al leer el N.T. Y ésta es la principal razón por la que estuvo prohibida su lectura a los católicos durante siglos: y hasta tiempos muy recientes, como lo descubrirá examinando los documentos y decretos papales a través de la Historia. Lo primordial primero La discusión con un católico-romano puede continuarse bajo muchos otros temas, como los de la infalibilidad de los papas, el pecado de la intolerancia,etc. Pero como se trata de errores que muchos católicos hoy día ya reconocen, apenas si vale la pena discutir o presentar tales puntos, sino que basta con presentarles claramente el asunto de la salvación completa que tenemos en Cristo, por la fe y no por obras,ni por el hecho de pertenecer a una iglesia, bien sea católica o protestante. Como hay tantos puntos de contacto entre el cristianismo evangélico y el catolicismo, conviene hablar primero de aquellos temas en los que estamos de acuerdo, mejor que entrar en controversia; sin embargo si se trata de una persona a la que tenemos oportunidad de anunciar el Evangelio una sola vez, conviene no dejar de hacerle saber que la persona que le ha hablado es un cristiano evangélico, pues esto puede serle una guía, en tiempos futuros, para buscar el camino de la salvación, informándose de alguna otra persona evangélica, cuando la Palabra de Dios –que ya empiezan a leer y estudiar los católicos– hable a su corazón, mostrándole las grandes verdades del Evangelio en su primitiva pureza. 22. El Renuente CÓMO TRATAR A LOS QUE RECONOCEN QUE DEBEN VOLVERSE A DIOS PERO PONEN EXCUSAS Con frecuencia tropezamos con personas que han escuchado el Evangelio por muchos años y están convencidos de que es la verdad y que algún día deberán reconciliarse con Dios, pero tratan de aplazar este momento con toda clase de excusas. Algunos dicen: O. No me siento con deseos de ser cristiano. R. Hay personas que creen que antes de ser convertidos han de sentir alguna emoción especial, un gran peso por sus pecados, han leído, quizá de grandes despertamientos en los cuales personas emocionales lloraban y hasta se desmayaban por el temor de la condenación y el deseo de ser salvos. A los tales puede leérseles Juan 3:20, 21: “Amados, si nuestro corazón no nos reprocha algo, mayor que nuestro corazón es Dios y Él conoce todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprocha tenemos confianza en Dios”. Y también Jeremías 17:9 y 10: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso. ¿Quién podrá conocerlo? Yo, Jehová, que escudriño la mente y pruebo el corazón, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras”. O. No me siento pecador como para ser condenado. Que Dios condene a los grandes pecadores del mundo se comprende, pero no a una persona que no hace mal a nadie, sino todo el bien que puede. Esto me hace dudar del infierno. R. Explíquele que Dios no es injusto, y no va a condenar en bloque a la humanidad entera, sino que la Palabra de Dios enseña que cada persona va a ser juzgada según sus obras, leyéndole Apocalipsis 20:11 y 12: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y no se encontró ningún lugar para ellos. Y vi a los muertos grandes y pequeños de pie delante de Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”. El que sea usted una persona honorable puede tener el mérito de disminuir su grado de condenación, pero no va a librarle de ser condenado, pues la Palabra de Dios dice en Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”… “No hay justo ni aun uno; no hay quien entiende, no hay quien busque a Dios”. ¿Cree usted que es poca cosa el ser destituido de la gloria de Dios? Y éste es el veredicto que pesa sobre todos aquellos que no han buscado a Dios en esta vida, por más que en muchos de los condenados existan atenuantes que van a librarles de una condenación terrible, pero no del ser destituidos de la gloria de Dios. Háblele aquí de los privilegios de los redimidos por Cristo, leyéndole Efesios 1:3, 11-14: “Benditosea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo… a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que ya antes esperábamos en Cristo. En Él también vosotros, habiendo oído la Palabra de Verdad,el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados también en Él, con el Espíritu Santo de la promesa, el cual es las arras de nuestra herencia con miras a la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”. Así como Apocalipsis 1:5 y 6: “Al que nos amó y nos liberó de nuestros pecados con su sangre e hizo de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos”. Aun cuando usted sea tan bueno que no ocupe sino un lugar muy lejano en la escala de condenados, esta sola condición es suficiente para que tenga que lamentar muy mucho los privilegios que hubiese tenido aceptando a Jesucristo como su Salvador y Señor. Ahora note que sólo hay un medio para evitar el juicio de condenación y es el que Jesús declara en Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: el que oye mi Palabra, y cree al que me envió tiene vida eterna y no vendrá a juicio de condenación sino que ha pasado de la muerte a la vida”. Para demostrarle la pecaminosidad efectiva de todo ser humano ante la Ley de Dios, cítele el texto de Mateo 7:12: “Así que todo cuanto queráis que loshombres os hagan a vosotros, así hacedlo vosotros a ellos, porque esto es la ley y los profetas”. Fíjese que Jesús declara que ésta es la esencia de la ley divina, sin embargo podemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Ha hecho usted siempre a sus prójimos lo que desea que otros hagan con usted? Yo no, porque mi corazón es egoísta y siento que no puedo justificarme delante de Dios hasta el punto de poder pedirle que me clasifique entre los justos por mis propios méritos. No puedo decirle que he sido tan bueno durante toda mi vida que no necesito para nada la obra redentora de Jesucristo, para borrar mis pecados. ¿Puede hacerlo usted? Por esto es que Jesús añadía a continuación: “Entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que entran por ella, porque es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y son pocos los que la hallan”. ¿Y cuál es esta puerta por la cual tenemos que pasar ineludiblemente para entrar en la vida eterna? Véalo en San Juan 10:7-9: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo, yo soy la puerta de las ovejas… el que entre por medio de mí, será salvo, entrará y saldrá y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia». Y añade aún más: “yo soy el buen Pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas.” O. Seguro que me convertiré algún día, pero todavía no, porque soy joven y quiero disfrutar de la vida. R. Pero Dios dice, en Eclesiastés 12:1: “Acuérdatede tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas no tengo en ellos contentamiento”. Expóngale el ejemplo del rico necio que dijo:”Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años, descansa, come, bebe, diviértete, pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma, y lo que has provisto, ¿para quién será? Así es el que atesora para sí mismo y no es rico en Dios”. Enfatícese esta verdad con Gálatas 6:7 y 8: “No osengañéis, Dios no puede ser burlado, que todo lo que el hombre sembrare, esto también segará, porque el que siembra para su carne de la carne segará corrupción, mas el que siembra para el espíritu del espíritu segará vida eterna”. O. Es un porcentaje muy pequeño el de las personas que mueren de accidente o de muerte repentina, y Dios sabe que tengo verdadero propósito de ser cristiano algún día, y la Sagrada Escritura dice que Dioses “lento para la ira y grande en misericordia”. R. Por parte de Dios sí, hay muchas demostraciones y pruebas de que Él es paciente, pero puede ocurrir que usted mismo cambie de actitud. En Hebreos 3:12 y 13 se demuestra que el esperar puede traer dureza de corazón: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo, antes exhortaos los unos a los otros cada día, entretanto que dura este Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el pecado”. Muéstresele que no siempre habrá oportunidad para reconciliarse con Dios, leyendo Isaías 55:6, que dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová, el cual tendrá compasión de él, y a nuestro Dios el cual será amplio en perdonar”. Nótese la razón para esta acción rápida por nuestra parte, pues el profeta continúa diciendo: “Porque mis pensamientos no son como vuestros pensamientos ni mis caminos como vuestros caminos, dice Jehová”. Esto queda ilustrado con la historia ya citada del rico necio, que no contaba con que los planes de Dios para con su vida eran diferentes de los suyos (véase Lucas 12:15-20), y es lo que afirma Santiago en el capítulo 4:13-17 de su epístola: “Vamos ahora los que decís, hoy y mañana iremos a tal ciudad y estaremos allí un año, y traficaremos y ganaremos, cuando no sabéis qué será el mañana porque ¿qué es vuestra vida?, un vapor que aparece por un poco de tiempo, que luego se desvanece, enlugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, y si viviéremos haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis envuestras fanfarronadas. Toda jactancia semejante es mala; el pecado está, pues, en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace”. Y es lo que dice también Salomón en Proverbios 29:1, donde leemos: “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado y no habrá para él medicina”. Jesucristo destaca también la responsabilidad de aquellos que han tenido oportunidad de escuchar su Palabra y han resistido las invitaciones de su gracia, diciendo: “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de supecado” (Juan 15:22.) O. Algunos responderán: Quisiera ser cristiano,pero perjudicaría mi negocio. R. Es cierto que en muchas partes del mundo aún hoy perjudican mucho sus intereses materiales, y hay naciones en las que llegan a exponer su libertad los que se declaran cristianos y empiezan a poner primero en sus vidas las cosas de Dios, pero los negocios de esta vida –y la misma libertad– no es lo más apreciable de todo, mientras que la salvación es eterna. Enséñesele que es preciso que confíe en Dios, leyéndole 2º Crónicas 25:8, 9: “En Dios está la fortaleza para ayudar o para derribar; y AmasÍas dijo al varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará de 100 talentos que he dado al ejército de Israel? y el varón de Dios respondió: De Jehováes darte mucho más que esto”. Así como Mateo 6:33, donde leemos: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas”. O. Es que mis familiares se me oponen. R. Cítele Marcos 10:29, 30: “De cierto os digo que no hay ninguno que no haya dejado casas, o hermanos y hermanas, o padre, o madre, o hijos, o campos, por causa de mí y por causa del Evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones, y en la era venidera, la vida eterna”. Y también Marcos 8:34-38: “Y llamando a la multitud, así como a sus discípulos, les dijo: Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues cualquiera que quisiere salvar su vida la perderá, pero cualquiera que haya de perder su vida por causa de mí y del Evangelio la salvará.” Porque, “¿qué provecho hay que una persona gane el mundo entero y que pierda su alma? ¿Pues qué puede dar el hombre a cambio de su alma?” Porque quien quiera que se avergüence de mí y de mis palabras, en medio de esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzaría de Él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. 23. El Objetante CÓMO TRATAR A LOS QUE REHÚSAN LA AYUDA DE LAS IGLESIAS PARA SER CRISTIANOS Con mucha frecuencia los esfuerzos evangelísticos son interpretados por la gente como propósitos proselitistas para ganar adeptos hacia una iglesia determinada. Es posible que las personas se resistan a aceptar a Cristo escudándose en fallos conocidos o defectos de los miembros de las iglesias. En tal caso hay que hacer notar a los objetantes que la invitación del Evangelio es a reconciliarse con Dios, no a que se hagan miembros de una congregación determinada, sino que esto vendrá, a su tiempo, como un deseo natural del que es nacido del Espíritu. Veamos un diálogo entre un objetante y un buscador de almas para Cristo, en similares ocasiones: O. Jesús no organizó ninguna iglesia ni denominación, yo leo la Biblia y oro a Dios y no necesitó nada más. R. Está muy bien que usted practique los medios de gracia y tenga comunicación espiritual con Dios personalmente, pero Jesús quiso que los cristianos se reúnan en su nombre. En Mateo 18:15 al 20, leemos: “Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra, acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”. O. Jesús no dijo que fuese necesario acudir a una iglesia para poder ser salvo. R. Jesús no dio reglas específicas acerca de la organización de las Iglesias, pues sabía cuán gran abuso se haría de sus instrucciones que serían interpretadas por muchos a su manera para ejercer autoridad y señorío sobre las heredades del Señor (1ªPedro 5:14). Véase como ejemplo lo que ocurrió con la comparación que hizo acerca del gran descubrimiento de Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” y cómo fue interpretada la respuesta de Jesús para establecer el Papado. Teniendo en cuenta la existencia de un gran enemigo que haría un tremendo mal uso de cualquiera de sus declaraciones, Jesús debía ser muy parco en sus palabras. Por eso se limitó a decir: “Donde dos o tres se reunieran en su nombre, allí estaría Él en medio de ellos”. Pero, ciertamente, con esas breves palabras puso su sello de autoridad al deber de reunirse los creyentes para comunión y edificación, ya sea en grupos grandes o pequeños, para que en cualquiercircunstancia sus hijos pudieran dar cumplimiento a esta instrucción y deseo de su parte. O. Hay tantas iglesias con el nombre de cristianas, que ¿quién es capaz de adivinar cuál es la verdadera? R. Es por causa de lo muy difícil que resulta armonizar en un mundo de pecadores los dos principios de libertad y unidad. Libertad, para las formas de expresión del amor que la Obra redentora de Cristoha hecho brotar en los suyos, y unidad para el mejor disfrute de la comunión y edificación fraternal, a la vez que de testimonio para los que no creen. Cristo conocía el problema de aquella maligna influencia a la que denominó “las puertas del infierno”,o sea, Satanás, y sabía que él usaría la idea de unidad, que ciertamente es deseable cuando es practicada por amor, para ahogar durante siglos la idea de libertad y multiplicidad que Cristo mismo su girió al decir “dos o tres”. No dijo “dos o trescientos”, con lo que habrían quedado limitadas y cortadas muchas iniciativas de adoración, alabanza y testimonio, que Él espera de sus hijos. O. Pero había sido una eficaz salvaguarda parala unidad que el mismo recomendó con gran énfasisen su oración pontifical de Juan 17, cuando dijo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por medio de la palabra de ellos, para que todos sean uno; como Tú, oh Padre, en Mí, y yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste” (Juan17:20-21). R. Tiene usted toda la razón, pero ¿por qué no ha de haber la unidad del amor, en el Espíritu, a pesar de las diversas formas de interpretación de su voluntad en los propósitos de adorarle y servirle? Vea el ejemplo que Dios mismo nos ha dado en la Naturaleza. Hay muchas clases de plantas, aunque una sola vida vegetal anima a todas, y lo mismo ocurre en la vida animal, ¡de cuántas maneras está expresada enla Naturaleza! ¿Por qué los que tienen la misma vida del Espíritu, por una fe sincera en Jesucristo como Salvador y Señor, no han de amarse unos a otros? O. ¿Defiende usted, entonces, la idea de que puedo adorar a Dios en la Iglesia Católica Romana, o en la Iglesia protestante oficial predominante en mi país, o en una congregación sectaria que promueve cualquier clase de doctrina, por ejemplo, “los Unitarios, los Mormones, o los Testigos de Jehová”? Antes que esto prefiero quedar me en casa con mi Biblia y mi himnario y adorar a Dios de manera individual. R. Pero si usted es un hijo de Dios, hablará de sufe a otras personas y no estará solo por mucho tiempo, porque “contagiará” su fe a otros. Es decir, la compartirá con otras personas, y pronto serán por lo menosdos o tres, o cinco o veinte o cien personas adorando a Dios de la misma manera en la unidad del Espíritu. Pero esto no le da derecho a aborrecer a otros individuos que aman y adoran a Dios de su propia manera, aunque usted considere que no lo hacen correctamente. O. Hace pocos siglos que se aborrecían de tal manera que se mataban unos a otros los que no tenían una fe cristiana idéntica, a pesar de todo lo que Cristo dijo acerca del amor. R. Es cierto, porque cegados por la ambición y por la idea de unidad autoritaria, no habían aprendido del ejemplo que Dios nos da en la Naturaleza, y que el Hijo de Dios encarnado enseñó a sus primeros discípulos en Marcos 9:38 y Lucas 9:49, cuando los doce le denunciaron a un “sectario” que hacía milagros en el nombre de Jesús, pero no estaba unido al grupo apostólico. “No se lo impidáis”, dijo; no dijo “seguidle”. “Este fallo en el amor y la tolerancia fue el principal triunfo de Satanás en el pasado y debemos evitarlo a toda costa; pero no nos dejemos llevar hoy por el sentido opuesto en esta hora de apostasía del tiempo del fin, sepamos seguir la verdad en amor” (Efesios 4:15). O. Ahora lo entiendo: usted ha dicho que no basta adorar con otros que no comprenden el evangelio exactamente como yo lo comprendo, sino que he de testificar de mi propia fe a los que no creen; a la vez que puedo aprovecharme de lo que haya de bueno en la fe de otros. R. Exactamente, puede hacerlo ocasionalmente,procurando dar testimonio de sus convicciones particulares hasta donde no sea motivo de división o escándalo. Practique los principios éticos de Romanos 14, y procure hasta donde le sea posible rendir cultoa Dios con los que sienten y piensan como usted, con los cuales pueda tener una comunión espiritual completa. Es éste su privilegio y deber.
Posted on: Fri, 08 Nov 2013 20:24:12 +0000

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