CAPITULO -1- -Firma aquí, por favor. La recepcionista, una chica - TopicsExpress



          

CAPITULO -1- -Firma aquí, por favor. La recepcionista, una chica de unos 24 años con el cabello rubio recogido en un moño alto, me dedicó una sonrisa mientras me entregaba los papeles. -Eh... claro – dije, algo aturdida. Firmé, y le devolví los formularios. Ella me examinó de arriba a abajo, y frunció el ceño ligeramente. Después, me volvió a dedicar una falsa sonrisa. -Sigue ese pasillo. Tercer despacho a la izquierda. Asentí. -Gracias – susurré, mientras me adentraba en el desierto pasillo. A lo lejos, pude oír un “suerte”, y una pequeña risita. Me senté en uno de los cómodos sillones, delante del tercer despacho. Unos minutos después, la puerta se abrió lentamente. Un chico moreno, algo mayor que yo, salió del despacho con cara de pocos amigos. Detrás de él, un hombre de mediana edad, con el cabello corto y aspecto afable, se despidió del chico con un “Ya te llamaremos.” Cuando el chico hubo desaparecido, el hombre se giró hacia mi. -Debes de ser _______ - dijo, tendiéndome la mano – Yo soy Cobb Growney. Entramos al despacho. Era una sala mas bien pequeña, llena de estantes repletos de libros y de cientos de papeles encima del escritorio, situado en el centro. -Toma asiento, por favor – me dijo, señalando uno de los sillones. Asentí, y obedecí – esta bien. Háblame de ti. Carraspeé mi garganta, y entrelacé mis dedos, intentando tranquilizarme antes de empezar a hablar, casi recitando lo que tantas veces había ensayado. -Mi nombre es _________ Williams. Tengo 22 años, y he estudiado en la univ... -_________, __________, espera - me cortó – no quiero que me digas lo que ya pone en tu currículum. Quiero que me hables de ti. ¿De donde eres? -S... Soy de Holmes Chapel. Un pequeño pueblo de Cheshire. - respondí, algo confundida. El hombre abrió mucho los ojos, y después sonrió. -¡Vaya! - soltó una pequeña risita – no tienes acento británico. -He... He vivido durante cinco años en Berlín. Sentí un pequeño pinchazo dentro de mí, y mis ojos se humedecieron. -¿Te fuiste cuando tenías 17? - me miraba fijamente, como si pudiese interpretar cada uno de mis movimientos – y has vuelto a Londres. Dime, ________, ¿por que quieres trabajar en Twentys Atelier? Sonreí ligeramente, agradeciendo en silencio que no hubiese preguntado más sobre mi estancia en Berlín. -Trabajar en el mundo de la moda ha sido mi sueño desde que tengo uso de la razón – dije, segura de mi misma – y siempre he admirado el trabajo de Atelier. El hombre sonrió. -Buena respuesta – se incorporó de la silla, ojeó despreocupado un gran libro con portada de cuero - ¿Vives sola _______? Negué con la cabeza lentamente. -Vivo con mi mejor amiga, Avril, en el centro de Londres. Nuestro apartamento está cerca de aquí – expliqué. -Bueno _______ Williams... - volvió a extenderme la mano, y yo se la estreché, levantándome, con el corazón en un puño – creo que eres justo lo que estamos buscando. Enhorabuena. Dejó un instante de silencio, antes de decir: -Y bienvenida. Mi corazón se paró, y una gran sonrisa se dibujó automáticamente en mi rostro. -¿De verdad? - casi grité, emocionada. Había soñado mil veces con el instante en que me admitieran en Twentys Atelier. Pero ningún momento hubiese podido superar a aquel. -Brittany, enseña a ______ el edificio, por favor – dijo el hombre a la rubia recepcionista. Ella abrió mucho los ojos, y me examinó de arriba a abajo, tal y como había hecho antes. Le sonreí, divertida. Instantes después, volvió a mirar a Cobb, y gruñó: -Por supuesto - me dedicó una falsa sonrisa, y dijo -Ven conmigo, por favor. Se acomodó el pelo, y me guió hasta el ascensor. Una vez allí, un incómodo silencio nos invadió. La chica me miraba, de reojo. Cuando las puertas del ascensor volvieron a abrirse, Brittany se miró en el espejo, se sonrió a si misma, y salió caminando como en una pasarela. Puse los ojos en blanco, sonreí para mi misma, y la seguí, intentando concentrarme en sus cortas explicaciones y no en las miradas que nos dirigían las personas con las que nos cruzábamos. Caminábamos por un pasillo con despacho a ambos lados. Sólo un par de palabras inundaban mi mente: elegante y moderno. Al fondo, había un balcón que daba al exterior, separado de los despachos por un par de grandes cristaleras. Había alguien allí, pero solo conseguía distinguir una figura masculina. De repente, Brittany se quedó quieta, mirando fijamente al balcón. -Vaya... - susurró – Parece que vas a conocer a tu jefe antes de tiempo. Soltó una pequeña risita. Se acomodó el pelo, mirándose en un pequeño espejo sin tan siquiera intentar disimular, y se pintó los labios rápidamente. -Sólo intenta no babear demasiado, guapa – me dijo, antes de volver a reír. Caminó hacia el balcón, exagerando ligeramente el movimiento de sus caderas. A medida que nos acercábamos, pude ver con más claridad al chico que Brittany había llamado “jefe”. Estaba apoyado en el extremo del balcón, de espaldas a nosotras, mirando al infinito. Debía tener más o menos mi edad, y llevaba puesta una americana de color gris. Su cabello era oscuro y rizado. Parecía alto, y bien formado. La chica rubia se acercó a él, y le susurró unas palabras al oído sensualmente, mientras le doblaba el cuello de la camisa. El chico se incorporó lentamente, y se giró hacia mi. Mi corazón paró de golpe, y sentí como mil agujas se clavaban en mi estómago. No... No podía ser. La cara del chico, al verme, palideció. -__________... - su voz, ronca y cálida, me envolvió. blanca- 10 mg y sigo
Posted on: Wed, 04 Sep 2013 01:51:21 +0000

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