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CIUDAD LOS DESPLAZADOS DE LA POLA Y PALIZÚA A los sobrevivientes, la sombra del horror los persigue Por: JOSÉ GREGORIO ESQUEA Editor Atrás quedaron días y noches de terror. Todos recuerdan los trágicos momentos que tuvieron que vivir y aun cuando toda esa barbarie que se desató contra ellos ya no existe, la sombra los persigue. Son grupo de familias de campesinos que toda la vida han labrado la tierra. Y todos esos sueños que tuvieron 15 años atrás fueron borrados y hoy están empezando de nuevo. No hay uno solo de los sobrevivientes que no recuerde la manera como muchos fueron asesinados, torturados, amenazados y desplazados. La mayoría prefirió morir asesinados en la tierra que les pertenecía antes de claudicar ante las armas de sus asesinos. Hoy, pese a que tienen la protección del Estado, muchos se resisten a regresar. No le temen al rugir de las armas. Le temen a la sombra de la tragedia que en noches pareciera deambular como cuando los paramilitares llegaban en sus ruidosas camionetas tumbando puertas y matando. LA HISTORIA El 19 de julio de 1997, aproximadamente 200 familias en su mayoría poseedoras de los predios Las Toluas, El Radio, Villa luz y Santa Rosa pertenecientes a la Hacienda La Pola, fueron amenazados de muerte y obligadas a desplazarse de sus tierras por parte de Rodrigo Tovar Pupo alias “Jorge 40” (extraditado a Estados Unidos) y Augusto Castro Pacheco alias “Tuto Castro” (procesado actualmente por la justicia en Colombia). Era la llegada del Bloque Norte de las Autodefensas. Más de 200 hombres al mando de “Cuarenta” fueron tomando rápidamente y de manera estratégica los corredores de los predios hasta tener dominio total sobre ellos. Con la presencia de los paramilitares pareciera hubiera llegado una “máquina asesina”. “Pareciera, no. Llegó una máquina asesina, unos hombres que actuaban con sevicia, que mataban sin compasión, que le mochaban la cabeza al que quería, o le pegaban un tiro en la frente a una persona indefensa”, recuerda exaltado don Jeremías Polo, un octogenario campesino que con sus ojos saltones busca en su memoria cada detalle de lo que vivió y padeció él, su familia, y sus amigos, con muchos de los cuales ya no podrá jugar dominó, por que se resistieron a irse y murieron a manos de los paramilitares. EL IMPERIO DEL TERROR Con su ingreso a la zona los hombres bajo el mando de “Jorge 40” instauraron un imperio de terror y muerte que trajo a la región el asesinato y desaparición de centenares de personas, en su mayoría, pequeños parceleros que se rehusaban a irse de los predios que siempre consideraron propios. Con su llegada a la región, “Cuarenta” convirtió la hacienda “La Pola” en su centro de operaciones preferido. Allí, desde la Casa del Balcón, dirigía las operaciones de sus hombres, daba instrucciones, tomaba decisiones y recibía sus visitas. “El que era citado a la Casa del Balcón estaba sentenciado a muerte. O vendía o lo mataban. También tenía otra opción, podía irse. Pero a veces el que prefería irse lo mataban en el camino. O sea que nunca tuvimos una oportunidad”, agregó don Jeremías, quien con sus ojos desorbitados, como tratando de huir de algo o de alguien, se detiene un momento y mira hacía el cielo. “Allá vamos a llegar todos, y nos veremos las caras, lástima que hasta allá no puedan llegar estos asesinos porque le caíamos encima, allá donde está Dios somos más los buenos que los malos, y lo pondríamos a sentir lo que nos hicieron acá en la tierra. Ayy hombe, que le vamos a hacer”, afirma como un poco desalentado, pero no, es el peso del horror que le tocó vivir. LOS ADOLESCENTES Jader Barrios, es un joven que vivió el síndrome del desplazamiento apenas a sus escasos 11 o 12 años, quien ante las amenazas y despojo de sus tierras a sus padres por parte de los paramilitares del Bloque Norte de las Autodefensas comandadas para la época por “Jorge 40”, le tocó emigrar sólo a Venezuela y allí en una tierra desconocida y con la ayuda de una hermana de madre, comenzó a desarrollar su vida para algún día venir a reclamar lo que en su momento le arrebataron a sus viejos. Hoy con la mirada perdida en la espesura de un valle inmenso, trata de recordar aquellos momentos en que con valentía, escondido en la distancia escuchó decir a “Jorge 40”, que él las cosas las lograba a las buenas o a las malas, y frunciendo el sueño en señal de impotencia, recordó así mismo con temblor en sus labios ante la rabia que le carcomía el alma, aquella audiencia de Justicia y Paz, donde era juzgado precisamente uno de esos verdugos que en muchas oportunidades a fuerza de patadas, calibrazos o culatazos, hacía valer sus fuerza para doblegar y obligar a sus víctimas a huir despavoridas dejándolo todo abandonado. Recordó como el asesino de su familia y de muchos vecinos le pedía a la Juez que intercediera ante los guardianes de la cárcel para que se le diera un trato más humano, porque había que recordar que primero ellos eran humanos…. “Sentí rabia e impotencia, trate de brincar y agredir a ese miserable, pero recapacité y me dije, primero que actúe Dios y luego que actué la justicia, y ojalá que estando en esa celda, en esa prisión, se pudra para siempre. Fueron unas personas que no tuvieron respeto por la dignidad humana, y hoy reclaman lo que ayer le negaron a quienes mataban. Siento desprecio, pero quiero dejar abierto mi corazón para que Dios me sane las heridas que me dejaron los asesinos”, dijo. “Esta experiencia uno no se la desea ni a su peor enemigo, esto es una cosa que prácticamente marca a uno para toda la vida, porque son cosas que uno no se espera y eso tanto a mí, como a toda mi familia nos marcó de por vida el accionar de los paramilitares”. Martín Barrios, padre de Jader, al recordar ese trágico episodio, dijo que ese día “Cuarenta” los invitó a una reunión para el día siguiente, que a la voz de hombres armados nadie debía de dejar de asistir. Fueron citados de 9:30 a 10 de la mañana, todo el mundo estaba reunido alrededor de la Casa del Balcón. Entonces “Jorge 40”, dijo tajantemente: “Necesitamos las tierras y yo estoy acostumbrado a lograr las cosas a las buenas o a las malas y ¿cómo quieren salir ustedes?. Y nosotros dijimos a las buenas y entonces nos dio 8 días de plazo para salir, pero hubieron algunas personas que no estuvieron de acuerdo con el plazo y entonces nos dio 15 días”, explicó. Un mes después, el 15 de agosto de 1997, los paramilitares llegaron a La Palizúa, convocaron a una reunión en la finca Santo Domingo, donde le advirtieron a la gente que tenía 15 días para salir, dejar sus tierras y a quién desafiara su orden lo matarían. Ante esa amenaza que era la sentencia de muerte, la mayoría de los labriegos salieron despavoridos, pues vieron que los paramilitares cumplirían sus amenazas. Y efectivamente así ocurrió. La Unidad Nacional de Víctimas tiene consignado que ante la renuencia de irse, los paramilitares asesinaron a 19 pobladores de La Palizúa por oponerse a la orden de Rodrigo Tovar Pupo, “Jorge 40” a irse de la zona. Entre las víctimas se encuentran Domingo Tavía Rodríguez, Idalidis Serpa, Luis Buelva Ortiz, Dayana Buelvas Ortiz, Alejo Martínez, Víctor Cantillo Jiménez y Gabriel Vélez Guelte. Sus muertes son lloradas en silencio por sus familiares, por cuanto aún siente el temor, creen que por ahí andan sueltos sus asesinos y en medio de susurros relatan cada detalles de lo que fue el accionar de la máquina asesina. EL REGRESO Hoy a pesar del miedo que aún se puede ver en el rostro de esos humildes campesinos, una niña de escasos 6 años, fue la que finalmente corto la cinta, durante el acto de inauguración de la restablecida “Casa del Balcón” y fue precisamente Greicy Figueroa Barrios, quien iluminó ese pedazo de La Pola, con su sonrisa inocente. Así como 20 humildes campesinos de los predios La Pola y la Palizúa, entre ellos, Narcisa María Barranco Rodríguez, Luis Francisco Andrade, José Manuel Garavito Triana, Ángel María Gutiérrez Caballero, Rubén Darío Bolívar Salcedo y Manuela De la Cruz Matta, recibieron de manera protocolaria los títulos de propiedad, de sus predios, que le fueron arrebatados por paramilitares al mando de Rodrigo Tovar Pupo “Jorge 40”, otros que corrieron la misma suerte, igualmente esperan que los más pronto que tarde les entreguen también sus títulos. LA FIESTA Buscando ahogar sus sufrimientos, los labriegos y sus familias permitieron que se escucharan esas notas vallenatas que denotan la alegría de un pueblo. Esa misma alegría que una vez lo que ellos llaman “la máquina asesina” les arrebató. En esta oportunidad un pequeño desplazado de escasos 10 u 11 años, que con su improvisado canto a lo Diomedes Díaz, tarareaba una que otra estrofa de lo que podría ser considerado el himno de la esperanza en La Pola. Brayan Polo, ese pequeño que con su canto centro la atención y admiración de los visitantes y el conglomerado que revuelto entre la felicidad y la tristeza, espera que ese con el pasar del tiempo desaparezca el horror que les dejaron marcados los paramilitares. Y ahí en una improvisada tarima, el niño Brayan dejó conocer sus dotes artísticas hasta el punto que el gobernador del Magdalena, Luis Miguel Cotes, un experto en la ejecución del acordeón se animó para acompañar este nuevo renacer de la alegría de las víctimas. Tomo el afamado instrumento musical y dejó sonar las primeras notas a las que rápidamente Brayan se incorporó con un “…jueeeeepajeeeee”. La emoción estalló y la felicidad, así sea pasajera, se le notó en los ojos de quienes en el pasado la mirada se les perdía en medio de la barbarie. EL GOBIERNO El Gobierno nacional hizo presencia en La Pola a través de los directores nacionales de las Unidades de Victima, Paula Gaviria Betancourt y el de Restitución de Tierras, Ricardo Sabogal Urrego, quienes en compañía del gobernador, Luis Miguel Cotes, llegaron a darles la cara a los desplazados por la violencia y a decirles que el Estado y la sociedad colombiana los estaban acompañando. “Aquí estamos en la “Casa del Balcón”, de donde ustedes jamás debieron ser desplazados y queremos que hoy vuelvan tranquilos y seguros”, dijo el Mandatario. ESPERAN AYUDAS Pero no todo fue fiesta en La Pola. Tal vez los campesinos que recibieron oficialmente por parte del Estado sus tierras, festejaron y gritaron a radiar, más no aquellos que esperanzados cumplieron la convocatoria que se les hiciera por parte de los entes gubernamentales, expresaron su importancia pero dejaron consignada su frustración, primero al no recibir en esta oportunidad ningún tipo de ayuda y segundo que sus esperanzas estaban centradas en volver a reunirse y plantearles su situación al presidente de la República, Juan Manuel Santos quien no pudo estar presente. Gerardo Orozco Hincapié, es precisamente esa persona que hoy representa ante la Unidad de Restitución de Tierras a más de 50 niños y jóvenes pide más ayuda eficaz del Estado para empezar a reconstruir lo que una vez le arrebataron: su vida y su futuro.
Posted on: Sun, 22 Sep 2013 17:10:22 +0000

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