CONFERENCIA DEL MAESTRO ISRAEL ROJAS ROMERO Agosto 27 de 1974 - TopicsExpress



          

CONFERENCIA DEL MAESTRO ISRAEL ROJAS ROMERO Agosto 27 de 1974 El Sello de Salomón - y Apólogos a tres libros Ustedes saben exactamente que el Sello de Salomón, el Sello de David, el Avalokitesvara, es el símbolo perfecto de la ciencia esotérica. El triángulo que se eleva, indica el Fuego de la Vida subyacente en la materia, y el triángulo que desciende, representa la materia en sus funciones operativas; en medio alienta el Iod el Espíritu Universal. Por lo tanto ese símbolo hierático contiene la esencia de la Sabiduría de las edades; el pueblo hebreo lo tiene como símbolo. Los Maestros del Oriente consideran que ahí está representada la expresión viviente de la Divinidad, de la Vida. La Masonería desconociendo ya su valor lo considera, sin embargo, como un signo representativo de su escuela. Los Rosacruces ven en él, la armonía de los contrarios: El Espíritu, el triángulo que se eleva; la substancia, el triángulo que desciende; los dos vértices representan la bipolaridad de David, también lo masculino y femenino de la Seidad. Así que este símbolo precioso encarna el sentido de todas las ideas Iniciáticas de todos los tiempos. A ello se agrega que han puesto aquí dos sub-símbolos, es decir, dos veces abajo el símbolo de Salomón, eso tiene su significación esotérica: el uno representa la dualidad de lo espiritual y físico en lo femenino, y la otra la dualidad y físico en lo masculino de la Seidad, y dentro -en lengua hebrea- están las leyes del conocimiento eterno. Los libros se escriben con alguna finalidad, pero no siempre nosotros podemos llegar al meollo de esa finalidad. Voy a hacer un comentario de tres obras, simplemente para pensar que el hieratismo y el contenido de ellas es de una magnificencia o de una magnitud o de un esplendor o de una grandeza incalculable. Voy a referirme al “Concepto Rosacruz del Cosmos” del señor Heindel. Esta es una obra verdaderamente maravillosa, desde el punto de vista de la orientación genial, que ese discípulo del Conde Rakoczy supo dar a las ideas intrínsecas del conocimiento esotérico de las edades. Empieza mostrando la jerarquía de los elementos, los cuatro estados de la materia; después va por los mundos de la imaginación y de la mente; luego establece las jerarquías constituyentes de los vehículos del hombre en correlación con las jerarquías del movimiento cósmico, de las estructuras de la Madre Tierra, finalizando maravillosamente una obra sin igual. No quiero al decir "sin igual" que no hayan superiores, pero obra de orientación global que le entrega al estudiante el fundamento sólido de sus investigaciones y que esté más o menos al alcance de la inteligencia común y corriente (es una exageración, porque “común y corriente” no lo entendemos) pero esta es la idea general del autor, es realmente una obra inapreciable. He pensado muchas veces, que si en esta encarnación nosotros dedicamos verdadera atención al estudio y entendimiento del "Concepto Rosacruz del Cosmos" no habremos perdido este esfuerzo de la vida física, este esfuerzo del pensar y del sufrir, sufrir secuencia de nuestros errores, pensar el esfuerzo de la naturaleza interna por comprender, para después saber algo y poder vivir en armonía con las Leyes Universales. Verifica una estratificación de los elementos y de los estados, de un valor incuestionable. Tiene su propia nomenclatura y cada uno tiene que ajustarse a ella verdaderamente. Entonces, Hermanas y Hermanos, si ustedes no quieren perder esta encarnación, estudien el "Concepto Rosacruz del Cosmos". Pero si vamos a preguntar, cuál fue la peculiaridad que impulsó al señor Heindel al escribir este libro, seguramente no haya nadie quien pueda contestar, sin embargo él lo dice. Por un lado está la inteligencia con sus bregas supremas para la adquisición del conocimiento, pero eso se antepone a la sensibilidad del corazón, y son efectivamente, dos enemigos en una lucha permanente. A veces la intuición nos lleva por el camino de la sensibilidad estética a sentir la vida, pero viene la razón -cruel y fría de la mente- a destruir aquella armonía espiritual de nuestro ser, y como el egotismo de la raza aumenta constantemente ha venido una preponderancia de la fuerza del cerebro sobre la sensibilidad del corazón. Y entonces el señor Heindel pensó, con su conocimiento adquirido en la Escuela de los Rosacruces, que había que escribir un libro para armonizar la comprensión de los elementos de la vida con la sensibilidad divina de la naturaleza. Para eso fue escrito el "Concepto Rosacruz", para buscar la armonía entre el pensar y el sentir. Paracelso -como buen Rosacruz- sabía exactamente aquel contenido, y dijo en una frase genial: "Hay que aprender a sentir como el poeta y a pensar como el filósofo", esa es la misión del hombre, pero qué difícil es realizar esto, pensar como un filósofo y sentir como un artista. Cuando se verifica esta maravillosa amalgama, es cuando realmente el hombre tiene significado en la evolución, antes de esta amalgama hay una especie de locura, no importa el camino que se esté transitando. El hombre racional inteligente, se vuelve egotista al máximo; y el hombre sensual, sensitivo, puede hacer muchos errores por falta de comprensión. La armonía está en la convergencia de estos dos poderes del ser psíquico, y ese es el objetivo de la obra del señor Max Heindel. Hay otra obra, porque quiero hacer apólogo de tres, otra obra llena de encanto, llena de poesía, llena de ciencia y de sabiduría, el común de las personas toman este libro entre las manos, gozan sus frases, piensan que quizás, posiblemente, tal vez haya algún contenido, pero acaban por darle la vuelta y mirar la otra página y la encuentran más encantadora, y terminan por leerla toda y no saber nada de su contenido; esto sucede y sigue sucediendo, por qué?. Porque carecemos de la atención debida para ir jerarquizando el conocimiento, ir derivando del contenido, del pensamiento de un gran genio, la sabiduría que oculta, tal obra, “La Lámpara Maravillosa” de don Ramón del Valle Inclán. No puedo menos que repetir algo, que les he referido aquí constantemente con relación a este libro. El recordado don Gabriel Robayo llevaba en sus manos este libro y se encontró con un periodista. “Préstame ese libro Gabrielín”. “Está bien, te lo voy a prestar por quince días”; a los quince días le dijo, “no es posible, no te puedo devolver el libro”. Más o menos a los tres meses, le devolvió el libro y dijo: “Aquí está tu libro Gabrielín; es divino”. “Y qué entendiste de él?.” “Nada”. Por lo menos hubo una gran sinceridad, y eso ya significa bastante… porque aquí había un hermanito maravilloso que no volvió más, y decía: “Yo, lo de ustedes lo entiendo todo, pero no pudo explicar nada”. Porque entiende algo, lo puede explicar; en esto no hay limitaciones... “La Lámpara Maravillosa”, es un libro de estética, es un libro que a través de la estética nos toca la sensibilidad del corazón, nos toca ese aspecto, que el señor Heindel hace tanta referencia en su "Concepto", pero a través de una filosofía profunda nos muestra los quiebres de la naturaleza sin límites en sus movimientos eternos, es decir, el Alma del Mundo. No son divagaciones, son verificaciones de la consciencia. Y empieza diciendo que hay dos sistemas para conocer, el uno por la Intuición y el otro por la Meditación. La meditación nos conduce -dice él- a la jerarquización de las energías de la naturaleza; y la intuición lo lleva por un sendero de divino encantamiento y nos conduce hacia la sensibilidad espiritual y nos une al Alma del Mundo. Más adelante nos habla del Arte, como uno de los caminos que la Divinidad ha dado a los hombres, para podernos guiar al sentido estético y espiritual de las cosas, y nos menciona una gran cantidad de artistas que estamparon sus obras salidas del corazón, salidas del ideal mismo de su vida. Luego, hace referencia a las “Tres Rosas”. Rosas admirables que fueron bien encarnadas en ese precioso cuadro que tenemos a la vista. La primera Rosa, Rosa Erótica, que hace posible la generación de los seres y de las cosas; es la Rosa Germen, la Rosa Fuerza, la Rosa Demiurgo, el dios creador que cambia y muta todas las cosas. Esto representa el futuro, porque claro está, en cada fecundación se prepara el futuro de un nuevo Ego en la evolución, por lo tanto el Demiurgo nos habla del futuro; y el Demiurgo con energía, nos habla de la fuerza y del poder que en el hombre se encarna. Porque a decir exactamente, verdad científica, el único aspecto del Logos encarnado en nuestra naturaleza, es el tercer aspecto, es la Rosa Erótica que menciona don Ramón del Valle Inclán. Pero luego dice él, que el primer amor, es amor con dolor; el segundo, es amor con complacencia; y el tercero, es amor con fruición espiritual. Efectivamente, tres etapas tiene esta Energía en el empleo que la humanidad le da: Primero, la fuerza del instinto, luego la fuerza de lo ideal y luego la Sublimación de aquella Energía que hace a los Hombres Dioses. Es así como se refiere él al Tercer Aspecto del Logos, al Demiurgo. Luego el Paracleto, que tiene la clave del pasado, se refiere a Daath (en nuestros estudios cabalísticos) se refiere a la fuerza de la consciencia, la cual se elabora y estratifica por la experiencia cotidiana, si hemos de aprovecharla debidamente. Porque la Sabiduría de los Rosacruces nos da la manera de aprovechar la experiencia de cada día, de cada momento, de cada hora de cada minuto, a través de la Retrospección; solamente así viene la sabiduría conscientiva para el hombre. Si la Fraternidad nos ha entregado este precioso conocimiento, y nosotros no lo utilizamos, la culpa no es de la tradición de las edades, sino nuestra pereza y nuestra inercia en emplear los conocimientos de esa Sabiduría Tradicional. La Retrospección… no existe nada mejor para ver nuestros defectos y nuestros relativos aciertos, las posibilidades que tenemos en la vida de ser cada vez superiores a una circunstancia, la encontramos allá; la vemos es en ese trabajo de la retrospección. Y eso corresponde al Paracleto, es decir, al que está encima de los hechos y de los acontecimientos; porque todos nuestros hierros, se deben a la falta de comprensión de los hechos y de las cosas. Y esa comprensión no es posible obtenerla, si no hacemos una retrospección debida de nuestros actos, de cada una de los momentos de la existencia. Hoy, al tomar la sopa del almuerzo, me iba quemando la lengua. Y por qué?, tuvo la culpa el cocinero?, o el mesero que elegantemente me sirvió la sopa?... Fue mi falta de previsión porque he debido contemplar las volutas de gas que se escapaban de la sopa por el calor, porque no usé mi experiencia del pasado. Y así en cada momento de la vida estamos cometiendo errores, por carencia de aplicación de la experiencia, y peor todavía, cuando nada hacemos por tomar aquella experiencia de la vida y utilizarla como consciencia funcional. Ese es el Paracleto, que tiene la llave del pasado; el Demiurgo tiene la llave del futuro; y el Verbo es el eslabón que los enlaza, el Verbo es el Amor, el Verbo es el Cristo, el Verbo es la Sensibilidad. El Cristo no es una persona humana, ni lo ha sido, ni lo será jamás; es la divina Sensibilidad del corazón cuando ha hecho eclosión del sentimiento divino de las cosas al contemplar la belleza de la vida, ese es el Cristo, ese es el que debe nacer en los corazones de todos los hombres, esa es la Rosa hierática de los Rosacruces, esa es la armonía de los contrarios, es el Tiphereth de la Cábala, es la grandeza del hombre, el Verbo de Vida, equivale al Logos, equivale sencillamente a la superación del divino poder del Fuego Creador de la existencia cuando ha sido Sublimado y elevado hacia la esfera de Tiphereth. Así que esa obra nos hace una síntesis maravillosa del conocimiento y de la sabiduría. Entonces qué enseña el autor?. Enseña las tres cosas más grandes que el hombre debe utilizar en la vida: Recordar, Imaginar y Amar. Esas son las tres llaves de los Rosacruces. Recordar: Convertir en consciente lo subconsciente, eso es lo maravilloso. Imaginar: Para elevar el Fuego Creador de la Vida; hay que crear bellas imágenes, bellos símbolos hieráticos en el sentido interno de nuestro corazón. Amar: Para que aparezca en nosotros la fuerza del Logos, el Verbo de Vida, el eslabón que enlaza el pasado con el futuro. He ahí la importancia de la maravillosa obra de don Ramón del Valle Inclán. Termina su libro con algunos capítulos dedicados a “La Piedra del Sabio”, es decir, a la Piedra de los Filósofos, y dice que la Piedra de los Filósofos tiene una clave, una norma, un espíritu y un sentido, y que este sentido, esta palabra, este hieratismo, es el Amor, que solamente así podemos Sublimar el Fuego Creador y convertirlo en la Piedra de los Filósofos. ¿Puede haber más sabiduría -contenida en menor cantidad de páginas- y expresada con mayor belleza, elocuencia, armonía e inspiración, que en “La Lámpara Maravillosa”?. Difícil. Pero alguien dirá… “ah! pero es que yo recordar, pero yo amar, pero yo sublimar, pero yo leer a don Ramón del Valle Inclán… más bien me voy a tomar un chocolatico”. Esta es la actitud negativa de nuestras mentes; no queremos hacer ningún esfuerzo en el camino de la evolución. Me recuerdo de algo muy curioso que pude observar en mi vida. Una vez transitaba una madre con un niño muy pequeño, subíamos una colina, y cuando íbamos a ascender de un escalón a otro, ella tomaba la mano del niño y lo pasaba por encima de la dificultad, y el niño se regresaba y decía “yo solo, yo hago”, y subía él venciendo la dificultad. Me asombraba aquel Ego, vimos su crecimiento, triunfó en sus exámenes, ganó una beca para ir a estudiar al Brasil, hizo un curso allá, ganó un concurso para ir a estudiar a París, se hizo hombre importante, y hoy está ayudándose y ayudando a la sociedad, porque él quería apoyarse en sí mismo y no en la ayuda de los demás. Este era un genio, éste sabía lo que es la vida, la vida es un esfuerzo constante de superación, la vida es un trabajo permanente del hombre. Continuamente oímos en la sociedad la frase necia y negativa: “Yo hubiera sido un gran hombre, si el gobierno me hubiera apoyado”, “yo hubiera sido un dios, si mi suegra me hubiera dado con qué”, esas son tonterías, Hermanas y Hermanos. Los hombres grandes de la historia se han elaborado y creado a sí mismos; son los que no han tenido otra ayuda que su propio carácter, su propia voluntad, su propia fuerza moral, para vencer todas las dificultades; simplemente. Esta es la situación verdadera del hombre, y eso es lo que aparece admirablemente descrito con una estética increíble en la obra “La Lámpara Maravillosa”. Hay que Recordar, hay que Imaginar y hay que Amar. Hay otra obra que muchos han leído, novela quizás, entretuvo los años juveniles, y esas creaciones suceden en sueños y un encantamiento a la armonía, que podía despertarse en la admiración de las cosas grandes, es una obra de Alejandro Dumas, “El Conde de Montecristo”. Es una obra Iniciática absoluta, desde la primera hasta la última página, está mostrando el sendero y la evolución que el hombre necesita para llegar a conquistar el tesoro del Monte de Cristo. Escrita aquella obra en una época sumamente difícil de la historia, cuando la inquisición dominaba totalmente a la humanidad, porque las religiones de dogmáticas han luchado permanentemente por no permitir que el hombre despierte a la Sabiduría y a la Verdad. Pero este hombre se valió de su sensibilidad, de su ingenio, de su penetración, para escribir una obra Iniciática, aparentemente sin sentido coordinado, vinculando aquel sentido a los acontecimientos de la Francia de aquella época. Es Edmundo Dantés, que es el segundo de una nave comercial, que viaja de un lugar a otro llevando y trayendo cacharros. Edmundo Dantés, para que ustedes se den cuenta del contenido exacto de la obra, es el Ego; vienen el Faraón, la palabra "Fa", es una palabra egipcia y quiere decir "Fuego"; "Om", quiere decir "Dios", es el Fuego de Dios en el corazón del hombre, eso lo trae a reencarnar, es decir, al advenir al terreno de Francia. Su jefe muere, pero antes de morir lo nombra su sucesor, y llega el joven Edmundo al puerto con el título de jefe del barco, pero él no sabe que el mundo es cruel y difícil, y ahí encuentra al comerciante que lo acoge divinamente pero inmediatamente empieza la envidia, los celos, y todas esas aquellas cosas del mundo a torturar y llenar de dificultades y de espinas, el difícil camino de Edmundo Dantés. Como había necesidad de hacerlo desaparecer para conseguir la jefatura del barco, entonces le organizan un poco de trucos psicológicos-sociales para hundirlo. Unos documentos que él traía, inocente de lo que podían ser, se los habían colocado en su maleta de viajes, y eran nada menos que documentos napoleónicos, y la Francia de aquel momento era enemiga de Napoleón. Descubiertos estos documentos, el hombre fue condenado y llevado al Castillo de Iba. Qué es el castillo de Iba?. Es esta personalidad física, encarnó en el castillo de Iba, en el castillo de Isis de este cuerpo denso, allí fue metido el joven inocente, pero él -como joven que era- empezó a soñar en la libertad, en la libertad sueña nuestro Ego todos los días, pero está aprisionado por nuestro cuerpo. Entonces empezó él a tratar de vencer la resistencia de un muro, pero en la parte opuesta del muro no estaba exactamente la libertad, estaba la sabiduría. En la otra parte, en la habitación inmediata estaba el abate Faria; el abate Faria era un Sabio anciano que poseía más conocimientos que ningún otro en el mundo, y los posee de verdad. Quién es el abate Faria?. "Far", volvemos a encontrar la palabra Fuego, era un místico del Fuego, era nuestro subconsciente. Por lo tanto cuando Edmundo fue perforando la resistencia del muro, se encontró con un sabio anciano, como loco, porque decía que él poseía el más grande secreto de las humanidades. “Cuál es ese secreto?”, le preguntó Edmundo. "Ese secreto es sencillamente el tesoro de Montecristo". “Ese viejito está loco!”. Y empezó a hablarle del tesoro de Montecristo, el tesoro del Monte donde está Cristo, el más grande de los tesoros, y eso lo sabe exactamente el subconsciente, y el consciente penetrando en él puede adquirir el esquema necesario para llegar al lugar donde se encuentra la isla de Montecristo y encontrar el tesoro, que es el más grande que puede encontrar el hombre. Porque cuando el hombre encuentra tesoros materiales, le queda muy difícil saberlos emplear, y posiblemente enreda su Karma, pero cuando encuentre el verdadero tesoro de las edades, el tesoro espiritual, la Piedra de los Filósofos, está en el mejor de los caminos. Dedicó 16 años perforando, y por la otra parte está el abate Faria verificando la misma labor; al fin se hallan. El uno deja de ser, porque los dos son uno, es decir, muere el abate Faria, y Edmundo se queda con toda la sabiduría que posee aquél. Cuando el consciente se entra al subconsciente, los dos son uno, y el viejo anciano se vuelve joven, etc. Entonces viene la aventura para conseguir llegar a la isla de Montecristo, y pasa por todas las alegorías Iniciáticas, de las pruebas del Agua, del Fuego, etc., y finalmente llega a la isla de Montecristo. Estudia el esquema, y encuentra el lugar exacto donde debe prender el Fuego; prende el Fuego y entonces la Serpiente dormida despierta, el Fuego Creador, y empieza a caminar en dirección al tesoro. Más perfecto, más sabio, más maravilloso que aquel contenido es difícil encontrar en un relato de tanto encantamiento. Edmundo se hace dueño del tesoro, se autobautiza el Conde de Montecristo, y empieza algo (que le han criticado mucho a Dumas) qué después de su héroe haber conquistado la magnitud de ese tesoro, de esmeraldas, rubíes, diamantes y no sé cuántos, regresa a vengarse de aquellos que tanto le habían perjudicado y le habían llevado injustamente al castillo de Iba. No!, no es eso, es que el Ego una vez que encuentra la Sabiduría, empieza a eliminar de paso el odio, la envidia, los celos, las pasiones, que hay en el mundo que le rodea, para llegar a la Plenitud Espiritual que ha conquistado. Es la misma alegoría que aparece en la Biblia, cuando el señor Jesús encarnando en la sangre de Salomón, templo que le fue dado a su cuerpo, con un látigo saca del templo a los mercaderes, es decir, a todas las pasiones que hay como ancestros en la raza y en la sangre de una familia; es exactamente lo mismo. De modo que la obra “El Conde de Montecristo”, es un camino iniciático de sabiduría profunda, desde la primera hasta la última página. Les recomiendo ese libro maravilloso, porque además de lograr un precioso encantamiento, el leer aquellas cosas prodigiosamente escritas, sabiamente manejadas, aprende también historia de la antigua Francia, encuentran evidentemente un tesoro iniciático, un sendero de espiritualidad, un conocimiento de esa magna obra; eso es exactamente. Así que la apología que hemos hecho de estos libros, es con el deseo de impulsar la mente de cada quien para penetrar los misterios de ella, para lograr aquella idealización estética del conocimiento y de la sabiduría del tiempo. Y eso nos indica qAlejandro Dumas, era un iniciado de gran categoría, que sabía realmente los misterios, que conocía la forma y la idea. I.R.R.
Posted on: Thu, 29 Aug 2013 21:14:10 +0000

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