CONOCIENDO A LAS PERSONAS El corazón alegre hermosea el rostro; - TopicsExpress



          

CONOCIENDO A LAS PERSONAS El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate. Proverbios 15:13 En una simple mirada, ya es posible percibir si alguien es siervo de Dios o no. Las personas que sirven al Señor son inclinadas a ayudar al prójimo y a aproximarse de Dios. Los que no experimentaron la salvación, aunque quieran parecerse con los hijos del Altísimo, no conseguirán, puesto que su naturaleza aún es la decaída y, por estar dominadas por el pecado, pronto se mostrarán como tal. Los siervos de Dios jamás harán algo que no sea permitido o autorizado en las Escrituras. Aun teniendo la oportunidad de actuar deshonestamente, ellos no pondrán las manos en el interdicto. No serán como Saúl, que perdonó a Agag y no sacrificó lo mejor del ganado y de las ovejas (1 Samuel 15:9), con la excusa de que ofrecería eso al Señor. Hay una clara división entre quien sirve o no a Dios. Por el hecho de que vivan en la presencia del Altísimo, los que son salvos transmiten una alegría, una confianza y una serenidad que contagian a aquellos que se aproximan de ellos. Es placentero conversar con la persona que sirve al Señor. Sin embargo, si ella se está desviando del Camino, pronto se dará a conocer. Con una simple observación, conseguiremos ver lo que se pasa en el interior de ella, pues quien obedece al Altísimo habla su Palabra. Los que no sirven al Señor tienen dolores en su interior, porque se resienten de la felicidad del prójimo, codician la riqueza ajena, el cónyuge de alguien, el siervo ajeno y los bienes de los demás. Esas personas están siempre insatisfechas, viven buscando juntar cada vez más, y por fin, hasta se olvidan de lo que ya dijeron, porque, minuto tras minuto, inventan mentiras. Los impíos son conocidos por su espíritu abatido. Ninguno de ellos será capaz de hacer el bien. Cuando practican un hecho de caridad, actúan así para mostrarse o intentar aplacar el dolor que traen en su ser. Ellos siempre están en busca de algo que los haga sentir victoriosos o reconocidos como bienhechores. Algunos compran títulos de beneméritos para mostrarse como tales. ¡Pobres vidas! El espíritu del engaño los domina. Los perdidos siempre están pensando en sí mismos y, tan pronto abren su boca, muestran quien los subyuga. Ellos van de la paz a la guerra en cuestión de segundos. Si sienten que pueden perder algo, muestran el “monstro” que traen dentro de sí. Ellos no saben qué es misericordia, amor y compasión. Por otro lado, los hijos de Dios tienen el semblante alegre y natural. Aun siendo humillados, o engañados, no pierden el amor divino que poseen dentro de sí. Están siempre listos a ayudar, viven intercediendo por los pecadores y jamás niegan que sirven al Señor. Esas personas son ejemplos y estímulo para todos.
Posted on: Mon, 02 Sep 2013 11:21:34 +0000

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