COULROFOBIA Durante veinte años Matías había asistido a sus - TopicsExpress



          

COULROFOBIA Durante veinte años Matías había asistido a sus sesiones psicoterapéuticas sin faltar una sola vez, y es que a pesar de todos sus avances, no había superado su miedo irracional; los últimos meses el Dr. Becker, su Psiquiatra, le había recomendado la controversial pero efectiva “Terapia de Choque”. Esta consiste en exponer al paciente que sufre de alguna fobia directamente al objeto causante o fuente de la fobia, por lo general de manera gradual y controlada, era indispensable la presencia del Psiquiatra quien inspiraría confianza y guiaría al paciente durante el desarrollo de la terapia. Sin embargo, Matías estaba desesperado, ya no soportaba seguir en esa situación ni un solo día más, entonces se dispuso a enfrentarlo por él mismo. Al siguiente día se levantó temprano y se dirigió hacia el lugar recomendado por el psiquiatra. Mientras manejaba, un profundo nerviosismo lo invadió, las manos le sudaban mojando el volante, paró el auto por un momento y luchó por tranquilizarse, respiro profundo y tras cada aspiración y exhalación se decía en voz alta: -Cálmate, vamos tranquilízate estúpido- -Tienes que dominarlo- Sabía que ésta era su prueba de fuego, sí lograba estar frente a uno de ellos y soportarlo durante al menos sesenta segundos, lograría el cambio dentro de sí mismo que le daría la fuerza de superar su terror de una vez por todas. Arrancó de nuevo el motor del auto y siguió su camino. Recorrió un par de kilómetros, hasta que a lo lejos se comenzaron a visualizar las luces parpadeantes, seguido a ellas las enormes carpas de múltiples colores, cada vez estaba más cerca de su cura definitiva, se dio valor con éste pensamiento. Por fin llegó, estacionó el auto y se dirigió a la taquilla, compró un boleto para la función de medio día, notó como le temblaba la mano al pagar y el taquillero lo miraba con un gesto de extrañeza. La función comenzaría a la una de la tarde, por lo que le dio por lo menos media hora libre para pasearse entre las demás atracciones del circo, y así relajarse lo suficiente para que cuando llegara la hora enfrentar su terrible miedo, fuera mas sencillo. Recorrió el lugar mirando atentamente todo lo que rodeaba la gran carpa, miró las jaulas de los leones, los cuales mostraban escuálidos cuerpos, desnutridos y notablemente maltratados, al igual un viejo tigre que difícilmente se mantenía en pie, observó elefantes, algunos chimpancés y uno que otro flaco caballo, todos en las mismas condiciones, sintió lastima por los animales y tras meditarlo se prometió después de esto jamás volver a visitar un lugar de estos para evitar seguir fomentando estos actos. Su caminata lo llevó a la parte trasera del circo y de pronto se vio caminando entre las carpas más pequeñas, donde habitualmente los artistas del circo se preparan para el show, entre malabaristas ensayando sus actos, equilibristas y domadores se vio rodeado del ambiente circense puro, esta experiencia le agrado y le dio una oleada de confianza enorme; un cartel tipo vintage lo sacó de sus pensamientos, frente a él una pequeña carpa bastante diferente a las demás, parecía muy antigua y desgastada, incluso hasta sucia. En el cartel se leía. “Creepy The Clown”, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. -¿Creepy? Que nombre tan extraño para un payaso- pensó por un momento. Pero después de esto se inclinó para respirar profundamente de nuevo y se dijo: -Bueno por alguna razón estoy aquí, tal vez deba dar un paso mayor al que había planeado y enfrentarlo de una vez por todas, sé que puedo- Contuvo la respiración y entró a la carpa. Por dentro estaba oscuro, inquietantemente oscuro, a pesar de la luz del sol de medio día que deslumbraba fuera, dentro de ese lugar parecía una cueva de lobos, observó sus alrededores lo poco que le permitía la limitada visión y habló: -Hola, ¿hay alguien?- -Disculpe solo quiero conocerlo en persona- insistió, sin respuesta. Cuando su vista se acostumbró a la oscuridad, observó con detalle; en un rincón del lugar había una pequeña mesa de madera vieja y humedecida, sobre ella Matías observó algo que lo dejó helado. Eran algunos instrumentos quirúrgicos, oxidados y manchados de sangre, algunos frascos con lo que parecían ojos humanos dentro, que flotaban en un liquido amarillento; algunas dentaduras y dientes sueltos adornaban macabramente la escena, fotografías de cadáveres mutilados y pútridos, todo esto se contrastaba con utensilios propios de un payaso, una vieja vasija con maquillaje blanco, una nariz roja de goma y una peluca amarilla de tono fluorescente con manchas de sangre fresca que aún goteaban manchando algunas de las terribles fotos. Matías entró en pánico, tropezó y cayó de espaldas, con la vista nublada buscó el objeto con el que había tropezado y descubrió a sus pies con terror una cabeza humana, era la cabeza mutilada de una mujer joven claramente con signos de tortura y que tenía las cuencas de los ojos vacías y la boca sin un solo diente. Gritó con horror y se arrastró de espaldas hasta que sus manos palparon algo detrás de él, eran unos zapatos enormes de payaso, se giró en el suelo sin levantarse aún y entonces lo vio ahí parado, observándolo fijamente con los ojos totalmente blancos, una sonrisa macabra y exagerada, con el maquillaje blanco y la nariz roja, su traje de colores verdes y azules, opacos y decadentes salpicado de sangre y su peluca sucia de color amarillo también salpicada de sangre. Inmediatamente el rostro grotesco, diabólico del payaso se tatuó en la más profunda y primitiva mente de Matías, la mente inconsciente que duerme en los rincones del cerebro humano, donde se origina el miedo en su estado puro. El payaso avanzo hacia él sin quitar esa horrenda sonrisa y Matías vio en su mano derecha una navaja de bisturí, quiso levantarse y largarse, pero el terror lo tenía inmóvil, pasmado. El payaso se inclinó levantó el bisturí para darle una estocada y un dolor agudo en el pecho arrancó la vida de lleno a Matías. El Payaso Creepy se levantó y quitando la horrible expresión del rostro y miró hacia fuera de la carpa. -Creo que estas terapias de Choque no están funcionando Dr. Becker, a éste le dio un infarto- El Psiquiatra entró a la carpa y con ademan molesto contestó: -Maldita sea, es el tercero este mes, tendremos que cambiar nuestros métodos- -Ey holgazanes llévense esto de aquí y desmonten todo- Los hombres que antes habían pasado por malabaristas se llevaron el cadáver luego comenzaron a desarmar el escenario. Astaroth
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 21:25:18 +0000

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