CUANDO PASE EL TEMBLOR... Tocaba el viejo piano de el lobby de un hotel cercano al aeropuerto. Fue hace algunos años, quince más o menos. Había poca gente en el bar y se me acercó un hombre mulato que vestía unos pantalones vaqueros ya muy paseados, camisa ligera y blazer azul de casimir. Lo miré al sesgo y sin prestarle atención continué tocando el piano. El hombre delgado y de estatura media dijo –Tú me caes bien hermano- Gracias, respondí sin prestar mayor atención. -Sí… Tú me caes bien porque no eres racista- concluyó el extraño. Traté en vano de comprender qué lo había llevado a esta conclusión hasta que dijo: -Tú no eres racista porque tocas las teclas negras igual que las blancas- y sonrió con unos labios que abarcaban el salón, el hotel completo y galaxias conurbadas. Así conocí a Jhonny Laboriel. Un par de ocasiones más me topé con él. Recuerdo el día que me pidió que lo acompañara algo de Rock and Roll y gustoso me senté frente a piano y comencé a tocar algunos acordes de 16 toneladas de Alberto Vázquez. -No- dijo , -¿Payasito?- No. -¿Mi Pueblo? ¿Fue en un café?... No. Después de una breve meditación preguntó: -¿Melodía de amor?- -No la conozco- Respondí. –Hermano- Me dijo… Esa es la única mía. Y volvió a sonreír y mi rostro se tornó color morado berenjena. Ese era Jhonny Laboriel. Un tipo humilde, agradecido, dueño de una alegría imperecedera y un talento estupidérrimo. Uno de esos artistas que ya casi no hay. La verdad nunca fui su amigo pero siempre gozó de mi cariño y admiración. El día que ganó Obama, Jhonny saltaba de contento porque me decía que por fin había comenzado la era de los negritos y que más nos valía, a partir de entonces, tratarlos con mucho miramiento y cortesía. Hoy lo hago, tarde, pero con cariño, respeto y admiración. Descansa en paz Jhonny Laboriel. Por otra parte hoy se conmemora el aniversario del terremoto que dejó devastada nuestra capital en 1985. En memoria, se hicieron todo tipo de declaraciones y simulacros, y nadie, si quiera por correr la cortesía, hizo caso de mis propuestas que bien sé que serían de mucha ayuda ¿como cuáles? Preguntará el lector que conoce mi longánima actitud ante los caprichos de la naturaleza. Pues para empezar (tomen nota), yo opino que todo habitante de la ciudad de México debería dormir con las bolsas de la pijama y los calzones rellenos de croquetas o salchichas para que en caso de un derrumbe, los perros los encuentren más rápido. Otra opción sería dormir con un silbato pegado a la boca con cinta gris o cinta canela para llamar de entre los escombros a los cuerpos de rescate. (No aplica para personas que roncan) No se pongan bajo el marco de ninguna puerta. No sirve de nada. Eso lo inventaron en los ochentas para no andar buscando por todos lados los cuerpos. También deberían estar prohibidos los horizontales jugueteos entre 18:00 pm y 11:00 am que según el servicio sismológico nacional, es cuando más posibilidades hay de un reacomodo entre las placas tectónicas (esto parece casi casi un albur). Acostumbrar a la mascota de uno a buscar entre basura y ruinas un ser humano. Propongo sacar a pasear al perro frente al H. Congreso de la Unión. Sería una buena forma de comenzar a buscar entre basura y ruinas un ser humano. Y por último, en caso de que se encuentre en un sótano, no trate de subir. ¿Para que diantres quiere subir, si ya todo el edificio viene para abajo? Ya hablando en serio; les mando un abrazo solidario a todas aquellas personas que guardan un triste recuerdo de aquel fatídico día. Día que además de evidenciar nuestra falta de cultura para enfrentar un evento de esta naturaleza, evidenció también nuestra gran solidaridad, capacidad de lucha, fe y entrega. Que tengan un fin de semana lleno de bendiciones!
Posted on: Fri, 20 Sep 2013 03:22:48 +0000