CUANDO ÉL ME MIRÓ Capítulo 10 Copyright © 2013 Damaris - TopicsExpress



          

CUANDO ÉL ME MIRÓ Capítulo 10 Copyright © 2013 Damaris Cáceres Mercado Cuando desperté, lo hice en el hospital. Me sentí extraña. Muy dolorida. Sentí mi espalda ardiendo. Mis manos estaban vendadas al igual mi cabeza y mis pies. Pensé en mi bebé. Me quité la sabana que cubría mi cuerpo. Vi vendajes en mi cintura. De inmediato comencé a gritar angustiada. Pensé que había perdido a mi bebé. Enseguida Jason apareció junto a Kenny y Dashal muy preocupado. Una enfermera y un doctor aparecieron después. -¿Lya? Lya tranquila, todo está bien.- Escuché a Jason decir mientras se sentaba a mi lado. -¡El bebé! ¡Nuestro bebé!- Exclamé llorosa. -No se preocupe Señora Chardoné, el bebé está en perfecto estado. Todo está bien.- Dijo el doctor, mientras leía unos papeles. De repente lo pude sentir. Se movió en mi vientre. Sentí gran alivio, pero al mismo tiempo quise llorar. No pude evitarlo. Jason me abrazó enseguida. Noté que mi anillo de matrimonio no estaba en mi dedo. Vi al médico revisar mis heridas en las manos y en los pies. -¿Por qué no tengo mi anillo de matrimonio? ¿Qué pasó con la boda?- Pregunté. Él enseguida sacó el anillo de matrimonio de su chaqueta antes de colocármelo nuevamente. -Aquí está el anillo mi amor. Mientras estuvieses en el hospital no podías llevarlo puesto. La boda se realizó. El Padre Stevenson nos declaró marido y mujer. ¿No recuerdas? La recepción se pospuso para otra ocasión.- -¿Qué pasó Jason? Dime ¿qué me sucedió?- -Es una larga historia amor. Ya llevas unos días aquí. Necesitas recuperarte. Recuerda que estas embarazada y debes pensar en el bienestar de nuestro hijo,- dijo. Noté que también estaba lastimado. Tenía unas cuantas heridas superficiales en el rostro ya cicatrizadas. -No, quiero saber lo que sucedió. Dime Jason. Quiero saberlo todo con lujo de detalles. Era nuestro día, quiero saber por favor. No recuerdo nada. Solo cuando el Padre Stevenson nos declaró marido y mujer. Me besaste. Luego comenzó a hablar nuevamente. No sé más. Por favor, ¿qué pasó? Dime,- supliqué. Lo vi mirar a los demás en silencio. Estefanía y su madre entraron en esos momentos. -Oh Lya, gracias a esa fuerza infinita que despertaste.- Exclamó Estefanía muy complacida. -Sé que están muy felices de verla recuperada nuevamente pero les ruego despejen el área. Necesito revisar las heridas de su espalda y la herida del costado para poder determinar si se va de alta hoy mismo,- dijo el doctor. Vi a todos marcharse, menos Jason, quien permaneció a cierta distancia mirándome para no estorbar la función del doctor y la enfermera que me estaban atendiendo. Efectivamente ese mismo día me dieron de alta. Tuve que utilizar una silla de ruedas ya que las heridas de mis pies aún estaban frescas. No se tocó el tema de la boda. Todos se comportaban algo extraños. Noté que la mansión estaba decorada diferente a lo que yo la recordaba. Al llegar, Jason de inmediato me llevó a nuestra habitación cargándome entre sus brazos. -Jason, ¿qué está sucediendo? Me siento diferente. Algo está sucediendo. Lo puedo sentir en la manera que los demás me miran.- Le comenté mientras él me acomodaba en la cama. Lo vi posarse a mi lado mirándome con atención. -Mi amor, no ha sucedido nada. Estás bien. Nuestro bebé está bien. Estamos casados. Eso fue lo que sucedió. Ahora tengo que marcharme para la empresa. Mi padre me espera. En cuanto termine lo que debo hacer vendré de inmediato. Te lo prometo.- Me dijo antes de besarme tiernamente en los labios mientras acariciaba mi rostro. -Jason, tengo miedo.- Comenté al verlo ponerse de pie dispuesto a caminar hacia la puerta. Al escucharme retrocedió. -Oh, mi vida, no debes temer jamás. Ya todo acabó para siempre. Te lo prometo,- me expresó sentándose a mi lado nuevamente. Permanecimos mirándonos por unos segundos. –Creo que debes saber algo; el cofre fue destruido. El señor O’Neill se suicidó en la cárcel el mismo día de nuestra boda.- Añadió dejándome en total estupefacción. En esos precisos momentos, alguien tocó la puerta. Era Constanza. No se dijo nada más. -Cuídela bien Constanza. Regresaré en cuanto sea posible.- Indicó Jason antes de retirarse. Vi a Constanza arrastrar un sillón para sentarse al lado de la cama. -Constanza, ¿qué sucedió? ¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué desperté en un hospital llena de vendas?- Le pregunté insistentemente. Ella permaneció en silencio por algunos segundos. Luego se acomodó a mi lado mirándome fijamente. -No puedo hablarle acerca de eso Señora Chardoné; pero tengo el poder de mostrarle, si usted me permite. No debe temer por el bebé. No le hará ningún daño ni a usted ni al bebé, pero debe prometerme que no dirá nada de lo que le mostraré, si es que acepta.- Me explicó. Por supuesto acepté. –Cierre los ojos. Respire profundamente siete veces, inhalando por la nariz y exhalando por la boca.- Me indicó. Seguí las instrucciones al pie de la letra, hasta que sentí graves mareos. Sentía que me caía por un abismo oscuro. De repente comencé a ver luces, colores, y diferentes símbolos. Sentí que volaba por el espacio. Comencé a ver recuerdos de mi niñez, adolescencia, y de mi padre. Pude ver mi llegada a la casa de los Chardoné. En fin, vi mi vida desde principios. De repente allí estaba, presenciando mi propia boda. Fue algo confuso. Luego que nos declararon marido y mujer, después de besarnos, el Padre Stevenson continuó diciendo unas palabras frente al altar. Jason y yo estábamos tomados de la mano en esos momentos. Apreté su mano hasta tal extremo que lo lastimaba. Sentí su dolor. Sentí su confusión al ver lo que estaba sucediendo. Yo tenía demasiada fuerza. El sacerdote se dio cuenta de lo que estaba aconteciendo. Vi a Jason mirarme y mirar al sacerdote muy desconcertado. -Lya, ¿estás bien?- Me preguntó. Solo cerré los ojos. Comencé a temblar. -No me siento bien. Me siento extraña. Jamás había sentido esto que estoy sintiendo.- Dije antes de caer de rodillas al piso delante de todos. Jason se inclinó a mi lado intentado ayudarme, pero no pudo hacer nada. No sé cómo Constanza pudo hacerlo, pero mi espíritu estaba allí, mirando todo. Viéndome a mí misma en la iglesia. Miré a todos los que estuvieron ese día dentro de la iglesia. Murmuraban al ver lo que estaba sucediendo. El Padre Stevenson pidió mediante el micrófono que rezaran en voz alta. Siguiendo las instrucciones del Padre vi a todos comenzar a rezar muy confundidos. -Lya, ¿es el bebé? Dime por favor ¿qué te sucede?- Lo escuché reflejando mucho desasosiego. Me vi a mí misma mirarlo de repente. Fue algo escalofriante. Todos los que estaban cerca vieron cuando lo miré repentinamente. Mis ojos estaban totalmente blancos. Mi mirada era perversa. Fue entonces que lo empujé con tal fuerza que cayó a varios pies de distancia lejos de mí. De repente se sintió un viento frío y violento que cerró las enormes puertas de la catedral como si fueran de juguete. Todos comenzaron a gritar e intentaban salir. Pero aparentemente todas las salidas estaban clausuradas. El Padre intentó calmar a todos instándolos a que rezaran en voz alta, pero no era mucho lo que se podía hacer. Frank, Kenny, Dashal y Andrews ayudaron a Jason a ponerme de pie. Súbitamente aún en el suelo inclinada, comencé a lanzar gritos agonizantes que solo reflejaban dolor y sufrimiento. Vi cuando estando de rodillas puse mis manos en el piso delante de mí. Cada vez que lanzaba un grito, me levantaba de la cintura hacia arriba, como si me estuviesen golpeando atrozmente la espalda. Comencé a sangrar severamente. El costoso traje se destrozó por la parte de atrás. Vi mis heridas abiertas profundas, como si me estuviesen castigando a latigazos. La gente comenzó a gritar. Algunas personas se me acercaron pero una fuerza invisible no permitía el acceso hacia mí. De pronto, caí al suelo aparentemente inconsciente. Frente a todos comencé a levantarme del suelo. Algo invisible me levantaba. Parecía una muñeca de trapo. Fue en esos momentos que todos se alteraron desesperadamente corriendo de un lado al otro buscando una salida. Yo me vi levitando delante de todos. El Padre Stevenson sólo rezaba. Mi cuerpo se levantó a varios pies de distancia del suelo. Mi cabeza estaba hacia atrás. Las manos estaban abiertas a ambos lados en forma de cruz. Me vi flotando hacia la enorme cruz en el centro del altar detrás del sacerdote. Él no advertía lo que estaba ocurriendo ya que con sus ojos cerrados rezaba sin cesar. Fue entonces que comencé a lanzar gritos de dolor nuevamente. La sangre brotaba desde mis manos y mis pies. Bajaba considerablemente. Aparentemente me desmayé. Mi cabeza se cayó de medio lado tal como la de Jesucristo en la cruz. Permanecí aparentemente crucificada en aquella enorme cruz en lugar de Jesucristo. Mientras estaba mirando todo lo que ocurría en mi propia boda enigmáticamente, sentí sensaciones inexplicables. Vi a todos muy estupefactos por lo que estaban presenciando. Mucha gente atrapada allí dentro, lloraba. Otras rogaban clemencia a Dios. Otros rezaban junto al Padre. Otros simplemente estaban desesperados por salir. Por supuesto los periodistas grababan todo muertos de miedo más tomaban fotos. Jason se veía desesperado. Solo quería bajarme de allí, pero no podía. Vi a Constanza caminar hacia mí antes de tocar una de mis piernas intentando pelear con su energía, pero no logró nada. -No puedo hacer nada Señor Chardoné. Hay demasiada mala energía en éste lugar. Debe haber algo que usted tenga en su poder que esté provocando todo esto.- -¿Qué? ¿De qué me está hablando? ¡Tenemos que hacer algo! ¡Es mi esposa y mi hijo quienes están ahí crucificados Santo Dios! ¿Cómo es posible? ¡Estamos en una maldita iglesia!- Exclamó desesperado. -¡El cofre!- Prorrumpió Lucy quien apareció repentinamente, llamando la atención de Jason. -¿Qué cofre? ¿De qué hablas?- -Según tengo entendido, usted recibió un paquete hace algún tiempo el cual no quiso abrir por ser anónimo. Su esposa lo desechó como usted lo ordenó, pero dos de las empleadas lo devolvieron a la casa. Desde entonces comenzaron a suceder esos acontecimientos paranormales. Fue entonces que usted sufrió la posesión y los estigmas. ¡El cofre está aún en la casa! ¡Yo lo vi esta mañana en el cuarto de Lena!- Indicó Lucy muy nerviosa. Jason no terminó de escuchar a Lucy. Sólo comenzó a correr hacia la puerta de la catedral, la cual estaba cerrada. Súbitamente, ese recuerdo, o transportación mental hacia el día de mi boda, fue interrumpido. Recordé cuando iba a desechar el cofre aquella ocasión, cuando súbitamente sufrí la caída. Vi el cofre caer a cierta distancia fuera de la mansión, pero por motivo de mi caída, permaneció en el olvido. Pude recordar el día que contraté a Lena. La vi caminando hacia los recipientes de basura fuera de la mansión, cuando vio el cofre tirado en el suelo mugriento. Se acercó, lo tomó en sus manos sin dejar de mirarlo, hasta que se lo llevó consigo, a su habitación. -Lena, es hora de irnos. Ya todos se marcharon para la iglesia. Apresúrate.- Vi a Lucy decir mientras entraba hacia la habitación de Lena la mañana de mi boda. La vi mirar el cofre. -¿Y ese cofre? ¿De dónde lo sacaste?- Le preguntó Lucy. -Cerca de los recipientes de basura, vámonos, ya estoy lista, deprisa.- Contestó Lena, saliendo de su habitación deprisa. Lucy permaneció mirándolo por momentos, pero luego salió de allí rápidamente. Bruscamente mi traslado mental regresó a la iglesia donde Jason intentaba de todas maneras con toda su fuerza, junto a Kenny, Dashal y Frank abrir la puerta de la catedral. Lograron salir, pero las puertas se cerraron nuevamente. Había demasiada gente. Demasiada congestión vehicular. Se vieron obligados a continuar su camino a toda prisa corriendo. Era imposible llegar en auto. Heroicamente se abrieron paso entre toda esa confundida muchedumbre, quienes no cesaban de preguntar acerca de lo que sucedía en el interior de la catedral, pero ellos hacían caso omiso. Sólo se apresuraban entre empujones. Pude ver qué cosas extrañas sucedían mientras ellos avanzaban por las calles rumbo a la mansión. Era como si una fuerza diabólica no quisiera que llegaran al cofre. Quería impedir a cómo de lugar su paso hacia la mansión. Pude ver cuando en varias ocasiones, Jason estuvo al borde de la muerte, pero entre, Kenny, Frank y Dashal salió ileso. Mientras ellos corrían a toda prisa por las calles, los cristales de las vitrinas de las tiendas explotaban. Los automóviles colisionaban. Los postes de alumbrado se desplomaban. Cuando al fin llegaron a la puerta de la mansión, ésta no quería abrir. -¡Oh, Santo Dios! ¡Esto no está pasando! ¡Yo te inventé hija de perra! ¡Desactívate maldita!- Exclamó Jason desesperado a viva voz mientras intentaba desactivar la alarma para poder abrir la puerta de la mansión, pero no lograba nada. Fue entonces que Dashal rompió el cristal de una de las ventanas para poder entrar. La alarma de la casa se activó. Poco rato después llegó la policía, pero Kenny le explicó todo. Ellos ayudaron a buscar el cofre sin ningún éxito. Buscaron por todas partes sin ningún hallazgo. Se suponía que estuviera en la habitación de Lena pero se había desaparecido. Por su parte Jason no tenía idea de lo que buscaba. Sorpresivamente mientras todos buscaban aún el cofre, todo en la mansión comenzó a lanzarse sobre ellos violentamente. Era como si alguien que no se podía ver le lanzara con los cuadros, adornos, y jarrones. Los policías salieron de la mansión despavoridos. A pesar de todo, Jason no se dejó intimidar. Continuó buscando al igual que Kenny, Frank y Dashal. Se afanaron buscando el cofre pero no aparecía por ningún lado. Por lo menos no apareció hasta que Jason se enfureció. Lo vi desquiciado. -¡Aparece maldito cofre! ¡Aparece maldito!- Exclamaba a viva voz, al no encontrarlo por ningún lugar de la casa. Hasta que por fin Frank lo halló. Enseguida Jason lo agarró antes de salir de la mansión corriendo como dementes. Todos los miraban asombrados e interrogantes de verlos corriendo desesperados por las calles de la ciudad. No sé cómo Constanza lo hizo, pero me trasladó mentalmente hacia esos momentos tan desesperantes. ¡Yo estaba allí, viendo todo! ¡Era como si mi espíritu estuviese acompañándolos en tan frustrante travesía por la ciudad el mismo día de nuestra boda, mientras yo estaba al borde de la muerte en la iglesia crucificada! Vi postes de alumbrado en el suelo. Vidrios de vitrinas por doquier. Autos colisionados provocando gran congestión. Era para volverse loco. Fue algo increíble. ¡Hasta un helicóptero de un canal de televisión estaba persiguiéndolos, grabando todo desde el aire! En ese momento pude ver todo como si yo estuviera en ese helicóptero, desde lo alto. Nuevamente me trasladé cerca de Jason y los demás. Casi llegaban a la catedral cuando ocurrió lo horrendo. De la nada, apareció un auto de taxista que voló por los aires e iba a caer encima de Jason. Afortunadamente Dashal y Kenny lo empujaron lanzándolo lejos para protegerlo. Al caer, el taxi explotó. Vi a Frank volar a varios pies de distancia provocado por la fuerza de la explosión. Pensé que había muerto. Todo sucedió en cuestión de segundos. Vi una cabeza cerca de ellos en el suelo. Al verla, Jason se impactó demasiado. No vi a Frank por todo aquello. Entre Dashal y Kenny ayudaron a Jason a ponerse de pie para continuar el rumbo. Fue algo, impactante.- Parecía una escena de película. Se escuchaban sirenas por doquier, gritos, y gente corriendo despavorida. Fue algo verdaderamente impresionante. Cuando llegaron a la catedral minutos después, aún estaba el caos en pleno apogeo. Dashal, y Kenny le abrieron paso entre la multitud hasta la entrada de la catedral. Abrieron la puerta con dificultad. Jason lucía verdaderamente agotado. Casi no tenía fuerzas para caminar por todo el pasillo hasta el altar. Todos lo miraban en silencio al verlo entrar. Inmediatamente que entró, pude verme y escucharme a mí misma gritando aterradoramente aún crucificada en aquel enorme altar. Era como si me torturaran de la peor manera. Me vi a mí misma caer al suelo fatídicamente. Todo artefacto dentro de la iglesia comenzó a lanzarse sobre todas las almas allí presentes, causando el pánico nuevamente. Presencié cuando fui golpeada por algo invisible de la peor manera. Constanza se acercó a Jason deprisa. Le quitó el cofre. Prendió fuego en una bandeja que aparentemente ella había preparado lanzando luego el cofre allí. Las llamas se tornaron rojas. Se escucharon muchos gritos perversos. Mientras eso sucedía, me vi levitando nuevamente en medio de la iglesia, frente a Jason, pero ésta vez acostada. Cuando ya estaba muy alto, repentinamente caí violentamente, pero Jason logró agarrarme entre sus brazos y amortiguar la caída. De repente desperté. Constanza soltó mis manos. Se notaba cansada. Me miraba con dulzura. Comencé a llorar por causa del impacto de lo presenciado. -Tranquila Lya. Ya todo pasó. Estás bien. Tu bebé también. Es lo importante,- dijo Constanza. -¿Cómo? Pude verme a mí misma. Pude ver lo que Jason veía. Pude estar en diferentes lugares… ¿cómo?- Pregunté algo confundida luego de calmarme. -Es algo complicado para explicar. Solo te traspasé recuerdos. Recuerdos de todos lo que pude tocar. Pude traspasarte lo que pude ver. En un momento dado, pude tocar a Jason, quien sin darse cuenta traspasó sus recuerdos a mí. Yo hice lo mismo contigo.- Me contestó. No sé cuánto tiempo transcurrió. Fui despertada por Jason. Acababa de llegar de la empresa. Aparentemente era muy tarde en la noche. Se sentó a mi lado acariciándome y besándome el rostro. -Lo siento mi amor. Tuve mucho trabajo en la empresa. Quise adelantar trabajo para poder tomarme unas vacaciones. Mi padre nos regaló un jet para nuestra boda. Quiero estrenarlo, luego del nacimiento de nuestro bebé.- Me dijo. Lo miré por unos segundos en silencio. Recodé lo que había visto gracias a Constanza esa tarde. -Gracias,- dije. Él me miró intrigado. -¿Por qué me agradeces amor?- -Por lo bueno que has sido conmigo. Por el amor que sientes por mí. Te amo,- contesté. Él sólo me abrazó con fuerza por instantes. -No tienes que agradecer mi vida. Haré cualquier cosa por protegerte a ti y a nuestro bebé.- Días después ya mis heridas increíblemente habían cicatrizado. Se celebró la recepción que nunca se pudo llevar a cabo el día de la boda. Nuevamente todo se preparó como antes. La casa se había transformado en un paraíso lleno de flores y decoraciones elegantemente confeccionadas por profesionales. El enorme patio trasero, donde estaba la piscina, había sido transformado de tal modo que dejaba sin aliento. La Señora Chardoné hasta había ordenado instalar un techo en cristal en caso de lluvia ya que el clima en ese país era muy inestable. Ésta vez había pensado en todo. Esa noche todo marchó de maravilla según lo planeado. Meses después, di a luz un varoncito. Lo llamé igual a su padre. Jason Andrews Chardoné. Estefanía y Kenny dieron inicio a una relación amorosa. A Maya se le quitó la obsesión con su tío, pero ahora estaba obsesionada con el bebé. Tiempo después la familia entera nos reunimos en Europa con el Señor y Señora Chardoné quienes estaban ansiosos por conocer a su primer nieto varón. Sí, nuestra vida es un largo camino, que debemos recorrer. Tropezamos, caemos, sangramos, reímos, lloramos, odiamos y perdonamos, pero siempre hay que vivir y aceptar. Ese camino es un constante aprender. A veces pensamos que es injusto. A veces vivimos la vida que otro quiere vivir, solo por complacer. Otras veces alguien más vive nuestra vida, tomando decisiones que nosotros debemos tomar. En fin, ¿qué sería la vida si no hubiese nada de eso? Lo importante es que nuestra vida, llena de errores, sufrimientos, lágrimas, miseria ya sea económica o sentimental, es sólo nuestra. No debemos permitir que alguien más nos maneje como monigotes. Solo se vive una vez y tenemos que hacerlo nosotros mismos. La vida quizá no empiece como queremos, pero sí puede ser y continuar como deseamos. Porque en ese camino llamado felicidad compuesto de pequeñas alegrías, puede ser de tu pleno agrado a pesar de todo lo que te suceda. Eso lo aprendí caminando al lado de Jason, tomados de la mano por la orilla de la playa en una ocasión. Nuestro sufrimiento ya acabó. Esa es nuestra voluntad. Nuestra vida no será regida por la voluntad de nadie más. Fin
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 17:09:03 +0000

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