Capitulo 03 Casiopea En el capitulo anterior… Mientras la paz - TopicsExpress



          

Capitulo 03 Casiopea En el capitulo anterior… Mientras la paz y la normalidad regían en el santuario, unos extraños caballeros han atacado varios centros de entrenamiento pertenecientes al Santuario. En la isla de fuego, un grupo de caballero ha asesinado a muchos de los jóvenes aprendices y ha tomado prisioneros al resto. En el Santuario y tras ser avisados por un superviviente, el patriarca Shion ordena el envío de un grupo de caballeros, que liderados por el caballero de Oro de Leo, Ioras, deben recuperar el control de la isla y poner en jaque a esos caballeros, que son identificados como caballeros negros. Mientras tanto, en el Monte Lushan de China, otro grupo de caballeros negros se presentan ante el caballero de oro de Libra, Dohko, exigiéndole la entrega inmediata de la armadura de bronce del Dragón. Tras su oposición, el caballero de oro logra derrotar a dos de los tres caballeros negros y siembra la duda y el miedo en el tercero, el caballero negro de Lagarto, dado su mayor poder como caballero de oro. Al mismo tiempo y en la Isla de Andrómeda, otro caballero negro, Lamian de Camaleón, aparece amenazando al caballero de plata y maestro de la isla, Saúl de Cerbero, exigiéndole la armadura de bronce de Andrómeda cuyo poder en sus cadenas es legendario e insuperable. Para conseguir sus objetivos, Lamian esta dispuesto a matar a todos los jóvenes alumnos. En el Monte Lushan, el caballero negro de Lagarto toma la decisión de retirarse ante el poder de Dohko, pero la llegada de un segundo caballero negro altera esa decisión. Ahora Dohko tendrá que luchar de nuevo y esta vez el enemigo parece más peligroso que los dos caballeros antes derrotados, su nombre…Vega de Lira. Y ahora, la continuación. Una vez confirmada la identidad del caballero negro de la Lira, Dohko comenzó a sentirse incomodo y mucho mas preocupado por este enemigo que por los anteriores a los que se había enfrentado. Si concentrar sus cosmos, Vega de Lira desprendía una fuerte energía y eso aunque no inquietaba a Dohko, si le alertaba de que el combate sería mucho más complicado que los anteriores. - Parece que ya no estás tan sonriente, supongo que te has percatado de que no soy un rival cualquiera. – Dijo Vega muy sonriente y con cierta arrogancia. – Por desgracia para ti, eso significa que no saldrás vivo de este combate y que tú muerte llegara por el claro sonido de mi arpa. - Mmm...Hablas demasiado, caballero. – Respondió Dohko. – Ya veremos si eres digno del nombre que llevas, aunque pongo en seria duda que ni tan siquiera seas la mitad de poderoso de lo que es el verdadero caballero de plata de Lira con su arpa legendaria. - Espera y veras…- Dijo Vega concentrando su cosmos y preparando su arpa. - ¡¡¡Acordes de la muerte!!! Tocando suave y serenamente su arpa tras concentrar su cosmos, una amplia red de hilos salieron de su arpa y sin dar tiempo a reaccionar, lograron atrapar a Dokho. Tras rodear y aprisionar al caballero de oro de Libra, los cortantes hilos se fueron apretando más y más contra el cuerpo de Dohko al ritmo de los acordes del caballero Vega, quien no ocultaba una sonrisa cada vez mas amplia a medida que los hilos se apretaban cada vez mas en el cuerpo del caballero de oro. El paso de unos segundos no hizo más que poner la situación aun mas en contra de Dokho, siendo ya herido en diversas partes del cuerpo y sufriendo importantes cortes causados por los hilos del arpa negra. - Debo decir que resistes mas de lo esperado, sin duda debes estar agradecido por vestir esa bonita armadura dorara, pues es lo único que esta retrasando tu muerte. – Comentó Vega. – Cualquier otro caballero ya habría sido victima de mis hilos mortales y sus restos estarían esparcidos por el suelo. Pero no tengo problema, soy paciente y dudo que resistas mucho tiempo el poder cortante de mis hilos, acabaras cayendo, caballero. Vega prosiguió con su sinfonía, haciendo que con cada acorde, los hilos aprisionaran con más fuerza a Dokho, quien comenzó a mostrar signos de agotamiento y cuya armadura comenzó también a ser victima del poderoso ataque del caballero negro. - No pensé que un caballero negro pudiera tener esta clase de poder, sin duda es el mas poderoso de todos los caballeros que he conocido y si no me concentro al máximo, acabara conmigo sin pestañear. – Reflexionó Dokho. - No insistas. – Dijo Vega al ver como Dohko intentaba liberarse de los hilos. – Por mucho que lo intentes, no podrás liberarte, nadie nunca lo ha logrado. Tras estas palabras confiadas de Vega, Dohko comenzó a concentrar su energía interna, expandiendo su cosmos al máximo. Rápidamente y ante la desconcertante mirada del caballero negro, Dohko concentró su energía cósmica hasta su máxima intensidad, logrando finalmente y tras ser rodeado por una gran aura dorada, librarse de los hilos mortales. - ¡¡¡Es imposible!!, ¿Cómo has podido liberarte?, jamás nadie lo había logrado, ningún caballero… - Los caballeros de Oro no somos un rival cualquiera, pensé que con tanta palabrería y confianza, estaría al menos informado sobre hasta donde llega nuestro poder. – Dijo un sonriente Dohko. – Pero no temas, te haré una demostración. ¡¡¡Golpe del Dragón naciente!!!. Haciendo uso de su cosmos concentrado al máximo, Dohko lanzó un poderoso ataque contra su enemigo, quien se quedó paralizado ante el poder demostrado por su oponente y mientras el ataque se le acercó aparentando el aspecto físico de un furioso dragón. Sin poder esquivar el ataque, Vega de Lira recibió de lleno el impacto de la poderosa técnica de Dohko, siendo alcanzado y golpeado todo su cuerpo y cayendo segundos después al suelo con diversas heridas y su armadura agrietada en ciertas zonas. - Aun no puedo creerlo. No solo ha logrado zafarse de mis hilos mortales si no que además ha logrado contraatacarme con un golpe devastador. – Reflexionó Vega.- Si vistiera cualquier otra armadura negra, seguro que ese golpe habría terminado conmigo. Realmente los caballeros de Oro son tan poderosos como se dice, debo tener cuidado. Mientras tanto… Isla de Andrómeda, cerca de las costas de Eritrea Saúl, caballero de plata de Cerbero continuaban el cruce de golpes con el caballero negro Lamian de Camaleón. Mientras, los jóvenes alumnos de la isla se habían refugiado cerca de una de las cabañas del campo de entrenamiento con el fin de evitar ser alcanzados por algún golpe o evitar ser usados como escudo por el caballero negro. - Reconozco que eres un rival mucho más peligroso de lo que en un principio supuse. – Dijo Lamian. – Pero aun así y por mucho que lo intentes, acabaras por caer ante mí. - Yo no confiara en ello y terminare contigo mucho antes de lo que esperas, pagaras todo el daño que has inflingido en esta isla. – Respondió Saúl. Tras el cruce de palabras defendiendo cada uno su victoria ante el otro, el caballero negro del camaleón comenzó a concentrar su energía al mismo tiempo que si mirada se mantenía siempre fija el rostro de Saúl, quien esperaba muy concentrado el próximo movimiento de su enemigo. Pasados unos pocos segundos y una vez concentrada su energía, Lamian volvió a desaparecer como antes había logrado hacerlo ante la sorpresa del caballero de plata de Cerbero. - ¿Pero que…?...¿donde esta?...es imposible que pueda hacerse invisible y un caballero negro no puede moverse a la velocidad necesaria para que no pueda verle. - Jajajaja…¿preocupado o desconcertado, caballero?. – Preguntó irónicamente el caballero negro. – La técnica de la sombra envolvente es una de mis preferidas. - ¿La sombra envolvente?. – Se preguntó Saúl. – No me impresionan tus engaños o ilusiones, muéstrate o atácame, pero da la cara, miserable. - Ha llegado tu hora, caballero. – Dijo Lamian. Pillando desprevenido a Saúl a pesar de estar esperando cualquier ataque, Lamian logró acercarse a su enemigo y aparecer justo al lado del caballero de plata, quien quedo sorprendido al ver el rostro sonriente de su oponente aparecer delante de él sin ni tan siquiera haber sido capaz de notar su presencia. Sin demorarse en su acción, Lamian comenzó a dar una rápida remesa de golpes continuados al estomago y rostro del caballero de plata, quien no pudo hacer nada para esquivar los golpes. - ¿Cómo ha podido acercarse a mi sin que me diera cuenta?...es imposible que se pueda hacer invisible. – Reflexionó Saúl mientras se puso en pie tras caer al suelo victima de los golpes de Lamian. - Jajaja…como te dije, acabaras cayendo ante mis técnicas, que como has podido ver, son muy eficaces y nada puedes hacer por evitarlas. – Dijo Lamian. - Si piensas que voy a dejar de luchar es que estas loco. – Dijo Saúl. – Debo admitir mi sorpresa ante una técnica tan especial como la que empleas, pero acabare por defenderme de ella y entonces será tu fin. Saúl comenzó a concentrar su energía cósmica para lanzar su ataque contra Lamian. Sin embargo y en el momento de actuar, el caballero negro de nuevo había desaparecido y su posición era totalmente desconocida por un Saúl cada vez mas preocupado y desconcertado ante un poder como el que mostraba Lamian. - Jajaja, por muchos ataques que prepares contra mí, no podrás hacer nada si no eres capaz de ver a tu adversario y te aseguro, que no sabrás en ningún momento donde estaré hasta cuando sea tarde y recibas mi ataque. – Comentó Lamian. Tras su comentario, Lamian volvió a aparecer por sorpresa para Saúl, pero esta vez lejos de aparecer cara a cara, lo hizo a espaldas del caballero de plata, golpeándole fuertemente por detrás y lanzándolo a varios metros de distancia. Inmediatamente, el caballero negro se hizo de nuevo visible ante Saúl, aun tendido en el suelo intentando levantarse. - Debo averiguar su técnica para ocultarse o no podré hacer nada para defenderme de sus ataques. – Reflexionó Saúl. – Su energía cósmica no es tan grande, si diera con su punto débil a la hora de usar esa técnica entonces sería mío. - Creo que este juego ya ha durado demasiado, es hora de acabar contigo y terminar mi misión. – Dijo Lamian concentrando su energía. - …Debo dar con la clave de su técnica… - Continuó reflexionando Saúl. - Un momento…cuando amplia su cosmos al máximo crea una especie de barrera de energía que origina en una ilusión, esa ilusión oculta su cuerpo y le cubre en cada movimiento, haciéndolo invisible para el ojo humano e incluso logra ocultar su energía cósmica. Sin embargo…¡¡¡ya lo tengo!!!. Lamian continuó aumentando su energía cósmica con el fin de asestar el golpe definitivo a Saúl, quien a su vez intentaba ponerse en pie evidenciando cierto agotamiento tras la serie de golpes recibidos. Ante la confianza de Lamian, totalmente concentrado en dar el golpe final dado el estado físico de su rival, Saúl se puso de pie y rápidamente y se lanzó contra Lamian, quien no obstante logró hacer uso de su técnica de ocultamiento. Sin embargo, esta vez Lamian no contó con la rápida maniobra de Saúl, quien logró ponerse a su espalda donde su técnica de ocultamiento no servía para nada. - Al fin he podido averiguar tu técnica, la cual por otro lado debo decir es muy interesante y útil. – Dijo un sonriente Saúl. – Sin embargo has abusado de ella conmigo y al final eso ha originado en que pueda estudiarla y dar con su punto débil. Tu espalda no esta oculta al no ser necesario en la ilusión para engañar a tu enemigo y confiado por mi estado físico, has dejado que logre superarte y alcanzar tu punto mas vulnerable. - ¡!Que dices!!... – Gritó Lamian. - Es tu fin…¡¡¡Lluvia de cometas!!!. – Gritó Saúl tras aumentar su energía cósmica. Saúl lanzó sus cadenas contra un desconcertado Lamian, quien fue testigo de cómo las cadenas inmediatamente parecieron convertirse en decenas de ellas y posteriormente parecerse a una lluvia de cometas, los cuales impactaban de lleno por todo su sin poder evitarlo. Con este poderoso ataque, Saúl logró derrotar a Lamian, quien cayo al suelo con su armadura destrozada y mostrando su desnudo cuerpo numerosas y profundas heridas. - Lo ha logrado, el maestro ha derrotado al fin a ese caballero negro. – Si dirigió uno de los jóvenes alumnos al resto. Una vez confirmada la muerte de Lamian y con rostro visiblemente cansado tras el combate aparte de las diversas heridas, Saúl apenas se pudo mantener en pie y finalmente hinco la rodilla con el fin de al menos descansar unos minutos. Al mismo tiempo, los jóvenes aprendices que se habían resguardado en una de las cabañas del campamento, corrieron muy sonrientes hacía su maestro con el fin de prestarle ayuda y felicitarle por la victoria. En ese momento, una fuerte sacudida hizo temblar el suelo para instantes después, dar paso a una potente onda expansiva que apareció de la nada y que golpeo sin remedio a los jóvenes que se dirigían hacía Saúl. - ¡¡Muchachos!!. – Gritó Saúl. Al cabo de uno segundos y tras retirarse la gran nube de polvo y tierra levantada por la onda expansiva, los jóvenes, aparentemente sanos y salvos, comenzaron a ponerse en pie. Al mismo tiempo, Saúl se puso en pie y se volvió lentamente tras quedar desconcertado al detectar una extraña presencia tras él. - Creo que tendré que terminar lo que empezó Lamian de Camaleón. – Dijo una extraña voz. Saúl se volvió desconcertado y al mismo tiempo muy nervioso al tener claro que un nuevo enemigo acababa de presentarse. Sus peores temores acabaron por confirmarse tras girarse y encontrar cara a cara a otro caballero negro. - Soy Shedar, el caballero negro de Casiopea y será un placer acabar con el maestro de la isla Andrómeda. Monte Lushan, China Vega de Lira aun intentaba asimilar lo ocurrido ante el su último ataque, pues jamás antes ningún caballero había podido resistir el poder de su lira y el caballero de oro de Libra no solo si lo había logrado, si no que además había sido capaz de enviar un contraataque lo suficientemente poderoso para anular su técnica y golpearle de lleno hasta incluso agrietar su armadura negra. - Y bien…¿sigues interesado en mantener este combate o has recapacitado y te marcharas de inmediato?. – Dijo Dohko. – Ya te he demostrado que no puedes vencerme usando los hilos de tu Lira. - Aun no he dicho mi última palabra, espera y veras. – Afirmó Vega mientras su cosmos comenzó a aumentar. – ¡¡¡Sinfonía de la muerte!!!. Haciendo uso nuevamente de su lira, el caballero negro comenzó a tocar unas notas musicales cuyo sonido parecían afectar a Dohko de una manera que no podía esperar. - ¿Pero que esta pasando…?...no puedo moverme, no siento los músculos de mi cuerpo…- Pensó para si mismo el caballero de oro. - La sinfonía de la muerte será el golpe que termine con tu vida, caballero. – Dijo muy seguro el caballero negro. – A medida que toco las distintas notas, tu cuerpo se va paralizando, poco a poco dejas de tener sensibilidad y control sobre tus músculos y pronto comenzaras a sentir como tu corazón se acelera intentando compensar el desequilibrio que mis notas van originando en tu organismo. Al final…acabaras siendo un simple cuerpo inmóvil e inerte al que tendré únicamente que dar el golpe de gracia. - Es cierto…ya no puedo moverme y siento una extraña sensación, es como su la vida dejara poco a poco mi cuerpo…no puede ser. – Dijo para si mismo Dohko. - Jaja, por mucho valor que tuvieras y a pesar de la demostración de tu poder logrando escapar de mis hilos mortales en mi anterior ataque, nunca debiste subestimar mi poder y mis capacidades por mucho caballero de oro que fueras. – Dijo Vega muy sonriente. – Ahora ya es tarde, esta es la nota final…la nota de la muerte. Concentrado en intentar liberarse y con un rostro de desesperación, Dohko logró unir todas sus fuerzas y acompañado por un grito, un aura dorada comenzó a rodear su cuerpo para finalmente recuperar la movilidad en su cuerpo anulando así el efecto de la lira de Vega. - ¡¡No!!!...no es posible, estabas ya a mi merced, estabas ya prácticamente…¿Por qué demonios no te mueres de una vez?. – Dijo un desconcertado y nervioso Vega. - Lo siento, no tengo la intención de morir hoy y mucho menos derrotado por alguien como tu. – Respondió Dohko mientras su aura comenzó a aumentar. – Debí acabar contigo hace ya tiempo y sin embargo estaba dispuesto a dejarte ir, eso hubiera sido un grave error por mi parte pues dejaste la isla de la muerte, el infierno en la Tierra y tu sitio no es otro que volver al infierno, pero esta vez te mandare al mundo de los muertos. - Ha llegado tu hora, caballero negro, despídete de este mundo para siempre. – Sentenció Dokho. – ¡¡¡Por el último dragón!!! Una vez su cosmos se había concentrado al máximo, Dokho logró traspasar toda su fuerza cósmica a su puño derecho. Con un Vega paralizado y sorprendido sin saber que hacer y sin apenas poder reaccionar, Dokho se abalanzó sobre él, lanzado todo su ataque usando su puño derecho y desatando el poder del último dragón. El impacto alcanzó de lleno a un Vega que permaneció inmóvil en todo momento sin ser capaz de asimilar su situación. El ataque de Dokho atravesó la armadura negra de Lira a la altura del estomago, para luego destruir toda la parte del pecho al subir el caballero de Oro su puño para terminar el golpe en el rostro de Vega, a la altura de la barbilla. Tras volar por los aires dejando caer los restos de su negra armadura, el cuerpo ya sin vida de Vega cayo al rió para ser arrastrado por la corriente. - Al fin me he desecho de él, aunque debo admitir que fue mucho más peligroso de lo que pensé. – Reflexionó Dokho. – Los otros dos que derrote no eran tan fuertes, pero sin duda el poder de este caballero confirma que los caballeros negros han recuperado el poder de antaño cuando fueron capaces de desafiar al Santuario. Una vez desaparecido el cuerpo de Vega en el río, Dohko volvió su mirada la cascada cercana, donde él permanecía siempre meditando y a donde el caballero negro de Lagarto se había dirigido para encontrar la armadura del Dragón aprovechando el combate del caballero de oro con Vega de Lira. Al mismo tiempo y en la cascada, Mora de Lagarto se percató inmediatamente de la muerte de su compañero Vega. - El cosmos de Vega ha desaparecido y eso solo puede significar que ese caballero de oro ha logrado derrotarle. – Se dijo para si mismo Moran. – Ahora que he dado con la armadura en el fondo de esta cascada, solo debo hacerme con ella y salir huyendo. - ¿Necesitas ayuda?, tal vez pueda serte útil en tu búsqueda. – Dijo un irónico Dohko desde una roca saliente cercana a la cascada. - Así que mis sospechas eran ciertas, has logrado derrotar a Vega. – Comentó Moran. – Definitivamente no debimos subestimar el poder de los caballeros de oro. - Creo que empiezas a pensar con claridad, caballero. – Respondió un sonriente Dohko. – Ahora…te vuelvo a hacer la misma pregunta que te hice antes de la llegada de tu compañero. ¿Te retiras y no vuelves?, o por el contrario prefieres luchar y terminar como tus compañeros, tu decides pero te advierto que mi paciencia tiene un limite y ya nos estamos acercando a ese limite. - No puedo luchar contra él, ha logrado derrotar a Vega, uno de los más poderosos de entre los caballeros negros y también derroto sin problemas a Lisna de Vulpecula y a Crauss de Mosca. – Reflexionó Moran ante la atenta mirada de Dohko. – Si lucho contra él y además lo hago solo, tengo claro que acabara por derrotarme. - ¿Cuál es tu decisión, caballero?. – Preguntó Dohko. – No pienso dejar que te lleves la armadura de bronce del Dragón y solo significa que tendrás que luchar conmigo si persistes en tu idea de apoderarte de ella. ¿Deseas luchar?. - No, creo que visto lo ocurrido una retirada a tiempo será lo mejor. – Respondió muy serio el caballero negro.- Pero tengo que decirte que esto no termina aquí, caballero de oro, te lo prometo. - Lo más fácil y seguro sería terminar con él, pero demasiadas muertes en un día las que se han vivido hoy. – Pensó Dohko mientras vio como Moran de Lagarto dejo la zona rápidamente. – Tendré que estar en alerta por si regresa, cosa que no pongo en duda. Isla de Andrómeda, cerca de las costas de Eritrea Tras la llegada del caballero negro Shedar de Casiopea, Saúl intentó sacar fuerzas para preparar el nuevo combate tras haber derrotado no sin problemas a Lamian de Camaleón. Sin embargo y a pesar del poder del caballero de plata, Saúl se encontraba muy débil y aunque se mantenía en pie, el esfuerzo para conseguirlo era visiblemente alto. Por su parte, el caballero negro de Casiopea lucia un aspecto sereno y tranquilo, siempre con una leve sonrisa en su rostro, consciente de que la situación le era propicia parea conseguir su objetivo de robar la armadura de Andrómeda. - Seria mejor que me dejaras darte el golpe de gracia, caballero, así al menos no sufrirías una lenta agonía antes de morir puesto que claramente no estas en condiciones de medirte a mi.- Comentó Shedar de Casiopea. – Por otro lado, me encantaría que plantaras cara, así al menos me darías algo que hacer mas allá de acabar contigo como su fueras uno mas de esos críos a los que por cierto, daré muerte para que te sigan al otro mundo. No es nada personal, simplemente no me gusta dejar cabos sueltos. - Veo que eres tan miserable como tu compañero. – Respondió Saúl visiblemente agotado. – Y te diré que tu destino acabara siendo el mismo que el suyo, te lo prometo. - Jajaja, a pesar de tu estado no has perdido el sentido del humor, eso me gusta. – Dijo Shedar. - ¿Realmente crees que tan siquiera puedes atacarme dado tu estado?. - Preocúpate por tu mismo, caballero, aun me tengo en pie y eso es suficiente para oponer resistencia a ti. – Respondió Saúl. – Soy un caballero de Atenea y luchare por la justicia y la paz ante las fuerzas del mal hasta la última gota de mi sangre, estas heridas no son nada. - Oh, ya basta de tanta palabrería, no he venido aquí ha escuchar tus sermones como si yo fuera uno mas de tus alumnos. – Expuso malhumorado Shedar. – ¿Estas listo?, este será el golpe que te mande al otro mundo. Concentrando su cosmos al máximo, el caballero negro de Casiopea lanzó sus cadenas contra Saúl, quien a su vez y tras aumentar también su energía, respondió usando sus cadenas en círculo ante él como medida de protección. - Parece que si que te quedan fuerzas para luchar, esta bien, como quieras. – Dijo Shedar. – Veamos si puedes parar esto. Nuevamente y tras aumentar su energía, Shedar lanzó sus cadenas contra Saúl, quien volvió a repetir la misma técnica de defensa. - Si eso son tus ataques mas poderosos creo que harías bien en irte por donde has venido por que no podrás derrotarme. – Señaló Saúl. - Ahora veras, te reservo una pequeña sorpresa, caballero. – Respondió Shedar. – ¡¡¡Cadenas del inframundo!!! Shedar concentró su energía e inmediatamente lanzó sus cadenas contra un Saúl que ya preparaba la defensa. Sin embargo y para sorpresa del caballero de plata, las cadenas no se dirigieron hacía el, si no que varios metros antes quedaban ancladas en el suelo. - ¿Pero que…? – Se preguntó Saúl muy desconcertado. - ¡¡¡Adiós caballero!!!. – Gritó Shedar muy sonriente. En ese preciso momento, las cadenas negras salieron por sorpresa a los pies de Saúl e inmediatamente rodearon y aprisionaron el cuerpo del caballero de plata, aun sorprendido por la técnica del caballero negro. Tras fijarse al cuerpo de Saúl y comenzar a causar diversos cortes y daños en la armadura de plata, las cadenas comenzaron a recogerse, arrastrando al suelo a Saúl, quien sin éxito, intentaba liberarse. - Estas atrapado por mis cadenas, ellas te llevaran consigo hasta debajo de la tierra donde quedaras enterrado vivo. – Dijo Shedar. Mientras Shedar disfrutaba del castigo infringido a su oponente, Narasu, uno de los jóvenes alumnos de la isla salió en defensa de su maestro intentando golpear al caballero negro con su puño derecho. Sin embargo, el caballero negro de Casiopea no se vio inquietado en ningún momento y desplazo sin moverse y usando solo su energía comisca al joven muchacho. Poco a poco, las cadenas negras de Shedar fueron empujando hacía el suelo a un Saúl cada vez mas débil e incapaz de librarse de su enemigo. - Tu derrota es una realidad, ¿Por qué insistes?, no podrás liberarte de mis cadenas. – Dijo Shedar. - Jamás me rendiré, te daré batalla hasta el último aliento. – Respondió Saúl durante un nuevo intento por liberarse. Aunque Saúl se encontraba muy agotado y ya seriamente herido tras su anterior combate con el caballero negro de Camaleón, su resistencia y fuerza de voluntad le darían la fuerza necesaria para concentrar por última vez su cosmos hasta un punto en el que finalmente logra deshacerse de las cadenas de Shedar, el cual a su vez no encuentra explicación alguna sobre lo ocurrido. Una vez liberado y sin dar oportunidad a su enemigo, Saúl lanza sus cadenas contra el caballero negro, quien no obstante logra eludir un ataque ya sin demasiadas fuerzas debido al agotamiento del caballero de plata. Tras recuperar su posición una vez esquivado el golpe, Shedar de Casiopea lanza sus cadenas contra Saúl, que lejos de poder evitarlas, es alcanzado de lleno cae al suelo inconsciente con diversas heridas en su cuerpo y con su armadura destrozada en algunas zonas. - Aun no puedo dejar de pensar en como ha sido capaz de liberarse de mi ataque y eso me hace preguntarme que hubiera pasado si el caballero de plata hubiese estado en plenas condiciones y no herido tras el combate con Lamian de Camaleón. – Reflexionó Shedar. – A pesar de ser derrotado, este caballero aun vive y eso no puedo permitirlo, le daré el golpe de gracia. - ¡¡¡ Detente!!!, no dejare que hagas daño al maestro. – Dijo el joven aprendiz de nombre Narasu. – Eres un cobarde al intentar atacar a un enemigo que yace en el suelo inconsciente. - ¿Otra vez tu?, pensé que ya estarías muerto o que al menos te habría marchado de aquí. – Comentó Shedar. – Va a resultar que eres tan atrevido como tu maestro. - Aunque no sea un caballero aun, he entrenado mucho para lograrlo y no te libraras de mi usando el poder de tu aura como arma. – Respondió orgullosamente el joven. – Ayudare a mi maestro y no dejare que destruyas esta isla y lo que hemos construido aquí. - Definidamente tu atrevimiento no tiene limites, mejor, otro servidor de atenea al que daré muerte. – Dijo Shedar. – No pienses que me contendré por que no llevas armadura. - Estamos contigo, Narasu. – Intervinieron casi al mismo tiempo otros dos jóvenes aprendices. - Vaya, pero que es lo que veo, ¿acaso esto es un campamento de entrenamiento para suicidas?, como os atrevéis a tan siquiera dirigiros a mi. – Comentó Shedar. – Como queráis, acabare con todos a la vez si es lo que queréis. Tras concentrar sus respectivas energías, los tres jóvenes liderados por Narusa le lanzaron contra el caballero negro, el cual permaneció inmóvil en todo momento. - Que pena me dais, pero vosotros os lo habéis buscado. ¡¡¡Por la cadena negra!!! En un rápido movimiento, Shedar lanzó sus cadenas contra los tres muchachos que sin poder esquivar el ataque, fueron alcanzados y desplazados varios metros para finalmente caer cerca del cuerpo inmóvil del caballero de plata. Sin embargo y a pesar del fuerte golpe recibido, los tres muchachos se volvieron a poner en pie para lanzarse de nuevo contra el caballero negro. - Reconozco vuestra fuerza de voluntad, al menos os concedo eso, pero no tenéis ninguna oportunidad. – Dijo Shedar. - ¿Por qué insistís?. Concentrando su energía, Shedar se preparó de nuevo para lanzar sus cadenas, pero esta vez y para su sorpresa, el cuerpo del caballero de plata Saúl comenzó a emanar una fuerza cósmica inesperada. Interrumpido por esta energía y concentrando en encontrar una respuesta, Shedar se ve sorprendido por su espalda y el joven Narasu logra atraparlo, rodeando el cuerpo del caballero negro con sus manos y agarrándolo con todas sus fuerzas. - ¿Pero que haces?...¿te has vuelto loco?, sueltamente inmediatamente. – Dijo un contrariado Shedar. - ¡¡¡Narasu!!!. – Gritaron los dos jóvenes compañeros. - No pienso soltarte, la energía que ha empleado el maestro intentando recuperarse ha sido la oportunidad perfecta para atraparte. – Comentó Narasu. – Es extraño, pero parece que el maestro es consciente de lo que esta pasando y ha querido ayudar a pesar de no poder ni levantarse del suelo. No pienso fallarle ni a él ni a mis compañeros. - Todo eso es muy bonito, ya me has atrapado, ¿ahora que?. – Respondió sarcásticamente el caballero negro. - ¿Piensas estar así todo el tiempo?..., te exijo que me sueltes ahora mismo. - Ni hablar, no te soltare. – Respondió decididamente el joven Narasu. – Escucharme, compañeros, debéis concentraros y atacar al caballero negro ahora que no puede defenderse. - ¿Qué dices, Narasu?, si hacemos eso tu también podrías morir. – Respondió uno de los jóvenes. - Eso no importa, debemos derrotarlo antes de que intente terminar con nuestro maestro y se adueñe de la armadura de Andrómeda tal y como digo. – Respondió Narasu. – Mi vida no es importante si con eso nos libramos de este monstruo. - Empiezas a ser muy molesto, niñato. – Exclamó Shedar mientras intentaba zafarse. – Sueltamente o te prometo que te matare lenta y dolosamente junto al resto de insectos que habita este campamento. - Escucharme. – Se dirigió Narasu a sus compañeros. – Debéis hacer lo que os digo y atacar, de lo contrario acabara con todos nosotros. - …Narasu… - ¡¡¡ Hacerlo!!!. – Gritó Narasu. Con lagrimas en los ojos y aun sabiendo que el ataque podría terminar con la vida de su amigo, los dos jóvenes se prepararon para atacar conjuntamente al caballero negro concientes de que las palabras de Narasu eran totalmente ciertas y de no acabar con su enemigo, Shedar acabaría con todos en la isla. Finalmente y tras dudar por unos segundos, los dos jóvenes de lanzaron contra Shedar y Narasu. - No pienso ser derrotado por unos niñatos. – Dijo Shedar. – Permitirme que me oponga a vuestra colaboración de amigos. Shedar concentró su energía al máximo e incremento el ritmo de sus golpes al rostro de Narasu con el fin de liberarse. La insistencia y la dureza cada vez mayor de los golpes propiciados por el caballero negro acabaron por hacer flaquear las fuerzas de Narasu, dejando libre a Shedar y cayendo al suelo para quedar de rodillas debido al cansancio y las heridas. Sin demora alguna, Shedar lanzó sus cadenas contra los dos jóvenes, que tras ser alcanzados fueron desplazados varios metros, cayendo al suelo gravemente heridos cerca de la cabaña donde se habían ocultado el resto de los aprendices. - Miserable, pienso hacerte pagar todo el tiempo que me has tenido atrapado así como el simple hecho de haber intentado acabar conmigo. – Dijo Shedar dirigiéndose a un abatido Narasu. - No…no pienso rendirme y esperar la muerte, luchare hasta el final tal y como nos ha enseñado mi maestro. – Respondió el joven. - Como quieras, te daré el golpe de gracia de una vez por todas, no mereces que pierda más tiempo contigo. – Expuso Shedar. - ¡¡¡Por la cadena negra!!!. Shedar aumento su energía cósmica al máximo y lanzó sus cadenas contra un Narasu que sin temor alguno, se puso en posición defensiva aun sabiendo que sin protección no podría aguantar el ataque. Cuando las cadenas negras estaban cerca de asestar el mortal golpe, un gran y cegador resplandor de luz hizo su aparición ante la sorpresa de Shedar y del propio Narasu. - Pero…que…, que demonios esta ocurriendo. – Dijo Shedar. - Es…es increíble, no puedo creerlo. – Exclamó Narasu. Shedar quedó desconcertado y muy sorprendido al comprobar como el resplandor de luz era nada menos que el anuncio de la llegada de la armadura de bronce de Casiopea, precisamente la armadura por la que Narasu y sus compañeros tenían que entrenar y luchar para poder ser dignos de vestirla junto a la armadura de Andrómeda y como servidores de la diosa Atenea. Por su parte, Narasu no pudo salir de su asombro al contemplar aquella armadura por la que había estado entrenando desde niño y con la que esperaba algún día convertirse en caballero.
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 16:46:31 +0000

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