Capitulo 09: Los Señores oscuros, Primera Parte En capítulos - TopicsExpress



          

Capitulo 09: Los Señores oscuros, Primera Parte En capítulos anteriores… Una serie de extraños e inesperados ataques perpetrados por los caballeros negros se han ido sucediendo en distintos centros de adiestramiento tutelados por el Santuario. Aunque el objetivo y los intereses de estos caballeros negros son aun desconocidos, si se ha sabido su interés especial por obtener ciertas armaduras de bronce para un uso aun por descubrirse. Debido a estas acciones, el patriarca Shion envía a un grupo de caballeros liderados por Ioras de Leo con la intención de investigar el supuesto ataque de los caballeros negros a la isla de Fuego. Ya en la isla y tras dividirse los caballeros en dos grupos, Ioras de Leo, Saradan de Copa y Rasnal de Tucán encuentra la entrada de un templo en una montaña cercana al campamento atacado. Tras entrar en su interior y dar con varías cámaras, los caballeros descubre que en dicho templo se ocultaba la armadura de bronce del Fénix, la cual ha sido robada por los caballeros negros. Tras este descubrimiento, el grupo se vuelve a separar tras encontrarse con unos caballeros negros. Ioras de Leo acaba con ellos y se encuentra con un tercer caballero que dice ser un antiguo servidor del Santuario y que dice llamarse Áyax. Este extraño personaje revela a Ioras la existencia de varios supervivientes del antiguo continente Mu y como han podido crear una nueva hornada de armaduras negras. Sin embargo también rebela que los caballeros negros están siendo dirigidos por alguien mucho más poderoso, cuya identidad aun se desconoce. Mientras tanto, Rasnal de Tucán y Saradan de Copa se adentran más en el templo y encuentran a los supervivientes del ataque a la isla. Una vez liberados y dirigiéndose a la salida, el grupo es sorprendido por dos caballeros negros, los cuales acaban siendo derrotados por Saradan de Copa. Finalmente el grupo se reencuentra con Ioras y ponen rumbo a la salida del templo. Al mismo tiempo y en la otra punta de la isla, Crayfuss de la Cruz del Sur recupera el sentido tras la caída por el acantilado durante su lucha con Oridan de Canis Major y Yiran de Dorado. Nada más ponerse en pie, se encuentra con un extraño caballero que le ofrece un encuentro con alguien que esta interesado en ofrecerle un trato aunque no rebela su identidad. Aunque con reserva, Crayfuss no tiene salida y acepta ir con el extraño caballero. De vuelta a la zona de la isla donde esta el campamento, el grupo de Ioras logra salir del templo y se pone como objetivo ir hacía el mar para subir al barco en el que llegaron y dejar la isla. Sin embargo y para sorpresa de todos, un nuevo enemigo hace su aparición, el caballero negro del signo de Tauro. Tras un duro combate, Ioras de Leo logra derrotar al poderoso caballero negro, que usando su último aliento de vida lanza toda su energía contra la isla, comenzando una serie de seísmos y erupciones previos a la destrucción de la isla. Cuando parece que Ioras los demás caballeros tienen imposible su salida de la isla, hace su aparición el caballero de Oro Pólux de Géminis, quien usando sus poderes dimensionales logra poner a salvo a todos los caballeros poco antes de la destrucción de la isla. Por su parte, el caballero de Plata Crayfuss decide aceptar la oferta de acompañar a un extraño caballero aparecido tras el combate con los caballeros negros y con el caballero Oridan de Canis Major. Mientras tanto y en la base de los caballeros negros, los líderes lemurianos analizan lo ocurrido en los ataques a los centros de entrenamiento del Santuario, quedando contrariados por haber conseguido solo dos armaduras de bronce de las cinco que tenían como misión robar al santuario. Sin embargo, los planes para completar el robo de las armaduras aun se mantienen y ya se preparan para enviar a nuevos caballeros para cumplir el trabajo de una vez por todas. Y ahora, la continuación. Isla Espectro, Océano Pacifico. Escoltado por el extraño caballero encontrado en la isla de fuego, el caballero de plata Crayfuss había sido llevado hasta una extraña isla con forma de calavera y muy conocida por los navegantes por ser muy peligrosa, dado que en sus costas se habían perdido muchos barcos y estaba considerada como un lugar maldito. Tras llegar a la costa y caminar por un estrecho y largo camino en medio de espesura de árboles que invadía buena parte de la isla, Crayfuss y su extraño acompañante llegaron hasta un colosal castillo cerca de un acantilado a cuyas puertas se encontraban varios soldados portando unas armaduras negras, pero distintas a cualquier armadura negra vista hasta entonces, siendo su aspecto mucho mas refinado, más resistente…distintas, algo que paso por la mente de Crayfuss. - Estos no son caballeros negros tal y como ya sospechaba, además los caballeros negros están en la isla de la reina de la muerte. – Reflexionó Crayfuss. – Me preguntó quien se ocultara en esta isla y que relación tiene con lo ocurrido en la isla de fuego y los caballeros negros. Al entrar en el interior del castillo, Crayfuss notó inmediatamente una extraña sensación, una presencia cuyo poder era tan grande que nunca antes había sentido algo así, ni siquiera en el Gran Patriarca, el ser más poderoso del Santuario de Atenea desprendía un poder semejante. Tras caminar unos pocos metros, Crayfuss era interceptado por otro extraño caballero cuya armadura era completamente distinta a la de su acompañante y a la de los guardias apostados a las puertas del castillo. - Imagino que este es el caballero del Santuario del que nos has informado. – Dijo el extraño caballero. - En efecto, Drilar, este es el caballero en cuestión. – Respondió el caballero que había escoltado a Crayfuss desde la isla de fuego. – Es el caballero Crayfuss, de la Cruz del Sur. - Muy bien, acompáñame, hay alguien que desea conocerte y hablar contigo. – Señaló Drilar. - ¿Quién eres tú? ¿Quién quiere verme? – Preguntó Crayfuss. – Desde que acepte venir nadie me ha dicho nada al respecto y creo que merezco saber que hago aquí y por que. - Todo a su debido tiempo, ahora sígueme, no debemos perder más tiempo. Sin mediar palabra, Crayfuss aceptó seguir al extraño caballero, cuyo aspecto le inquietaba y cuya energía cósmica sin ser la que había percibido nada más entrar en el castillo era igualmente poderosa. Con rostro visiblemente preocupado y bajo un estado de nerviosismo, Crayfuss siguió al caballero por distintos pasillos del castillo hasta llegar a una gran sala, donde a lo lejos se encontraba una mujer sentada en un trono flanqueada por dos caballeros con armaduras negras similares a las del caballero que Crayfuss encontró en la isla de fuego y a los caballeros de la puerta del castillo. - Mi señora, este es el caballero del Santuario del que habíamos sido informado. – Expuso Drilar tras arrodillarse ante el trono. – Crayfuss, caballero de plata de la Cruz del Sur. Con una mirada fija y que penetraba hasta en el alma de Crayfuss, Drilar indicó al caballero de plata que hiciera lo mismo y se arrodillara ante la extraña mujer sentada en el trono. - Podéis levantaros, Drilar. – Dijo la extraña mujer. – Bienvenido a mi castillo, Crayffus, he oído hablar de ti tras lo ocurrido en la isla de fuego y como no solo fuiste capaz de derrotar a los caballeros negros, si no también a los que eran tus compañeros y te recriminaron tus acciones. Es por ese motivo por el que uno de mis caballeros, Yiun, al que conociste en la isla, decidió informarme sobre tu acción al pensar que podrías sernos útil. - ¿Quién eres? – Preguntó Crayfuss. - Eso ahora no importa y realmente es algo que tampoco necesitas saber para cumplir con lo que queremos que hagas para nosotros. – Respondió con una ligera sonrisa la mujer. – Con tus acciones en la isla, te has ganado el odio y el rechazo de los caballeros del Santuario pues debes saber que el caballero de Plata Oridan de Canis Major fue rescatado a tiempo y seguramente acabara por contar todo lo ocurrido. - Imposible, acabe con ese gusano yo mismo y después cayo por un acantilado. Dijo contrariado Crayfuss. – Ese caballero que te sirve me confirmó su muerte - Pues parece que los dos subestimasteis el poder y la determinación de ese caballero de plata, por que logró sobrevivir. – Señaló la mujer. – Como digo, tu regreso al santuario ya es imposible y por otro lado los caballeros negros también te consideran su enemigo, no pareces estar en la mejor situación. - En ese caso, iré por libre y solo motivado por mis intereses. – Respondió un sonriente Crayfuss. – Si el santuario o los caballeros negros intentan algo contra mí, acabare con sus enviados de la misma forma que acabe con ellos en la isla de fuego. - Puede que tengas otra oportunidad de usar tus cualidades al servicio de algo más grande que tus intereses personales, caballero. – Expresó la mujer. – Tengo una misión para ti, la cual una vez cumplas te abrirá las puertas de este castillo para unirte a nosotros y tener un verdadero propósito, un objetivo acorde con las ideas por las que te riges. - ¿Una misión?, ¿Por qué yo?, tienes caballeros de sobra a su servicio, no me necesitas en absoluto. – Expuso Crayfuss. - Es cierto, pero no siempre se ve a un caballero de Atenea traicionarla y traicionar sus valores y a sus compañeros. – Apuntó la mujer. – Esa acción merece un trato especial y quiero que tengas una cosa clara, el final del Santuario se acerca, muy pronto los caballeros de Atenea serán un recuerdo y te doy la oportunidad de sobrevivir a ese trágico final, sirviendo a una nueva causa, sirviéndome a mí. - ¿Pensáis atacar el Santuario?... - Eso es algo de lo que ya hablaremos en su momento, Crayfuss. – Interrumpió la mujer. – ¿Estas interesado en cumplir con la misión que tengo para ti? - ¿Qué tendría que hacer? – Preguntó Crayfuss sin quitar ojo al caballero Drilar. - Como caballero de Atenea, tú conoces mejor que nadie el Santuario y sus accesos, irás allí acompañado por dos de mis soldados y te encargaras de robar la armadura de bronce de Pegaso. – Expuso la mujer. - ¿Cómo?, ¿regresar al santuario y robar la armadura?, es imposible, como tu has dicho si entro en el santuario todos los caballeros me darán caza. – Replicó Crayfuss. – Además, robar la armadura de Pegaso es imposible, se encuentra en la sala de las armaduras, en el corazón del Santuario. Aunque lograra llegar, jamás podría salir de allí con vida. - No te inquietes, los caballeros que te acompañaran saben como actuar y estarán a cargo de hacer que tu presencia en el santuario no sea detectada por ningún caballero. – Comentó la mujer. – Cuando tengas la armadura de bronce, regresaras aquí con ella y será entonces cuando realmente habrás dado el paso para tú salvación y evitar seguir los pasos del santuario y sus caballeros cuando sean derrotados. - No es una misión sencilla la que me pides. – Dijo Crayfuss. – Y además, ¿para que quieres la armadura de Pegaso en particular?, hay armaduras mucho más importantes en la sala o en la orden de los caballeros, ¿Por qué la de Pegaso? - Eso es algo que no tienes por que saber, solo té interesa el aceptar la misión y traer la armadura. – Expuso la mujer. – Y bien, Crayfuss… ¿aceptas? - Tendrás la armadura de Pegaso. – Respondió Crayfuss tras unos segundos en silencio. - En ese caso, considérate un invitado en este castillo hasta el momento en que debas iniciar tú misión. – Señaló la mujer. – Aun no ha llegado dicho momento. Monte Lushan, China Dohko, caballero de oro de Libra, se encontraba sentado meditando al borde de la cascada del río cerca de donde residía desde su marcha del santuario tras el final de la guerra con los espectros de Hades. Aunque su concentración en la meditación era absoluta, Dohko no perdía en ningún momento el contacto con su alrededor, escuchando los pájaros, el sonido del río, el viento…todo lo que rodeaba tenia en todo momento su total atención. - Así que tú eres Dohko, el caballero de oro del signo de Libra. – Dijo una extraña voz. – Pues no pareces gran cosa, no se por que en la isla de la Muerte están tan preocupados a la hora de mandar a alguien a poner fin a tu existencia. - Pienso lo mismo que tú, puede que halla sido una perdida de tiempo en enviarnos a los dos a esta misión. – Señaló un segundo individuo. - Después de cómo acabaron los caballeros negros que visitaron estás tierras no hace mucho, pensé por un momento que no volverían a intentar el acabar conmigo e intentar robar la armadura de bronce del Dragón. – Comentó un sonriente Dohko. – Pero ya veo que el mensaje no os llego y aquí estáis, preparados para dar vuestras vidas. - El único que va a dar su vida eres tú, insensato. – Respondió uno de los extraños individuos. – La última vez te visitaron unos caballeros negros que para nosotros no son más que simples soldados, todos ellos sacrificables al no tener su vida el mayor valor, son solo servidores de la Isla de la Reina de la Muerte. - Ya veo el valor que le das a los compañeros que luchan por los mismos ideales y objetivos que tú. – Apuntó Dohko. – No hay duda de que esas palabras muestran claramente que clase de persona eres y té diré que por mucho que te puedas creer, para mi solo eres otro caballero negro más. - Si ese es tú deseo, eres libre. – Dijo uno de los individuos. – Pero como te he comentado, nosotros estamos por encima de cualquier caballero negro como muy pronto comprobaras. Los dos caballeros finalmente se decidieron a salir de las sombras y mostrarse ante Dohko, quien mostrando una enorme tranquilidad se había puesto en pie para observar a sus enemigos. Nada más girarse para fijar sus ojos en los visitantes, Dohko pudo comprobar no sin cierta sorpresa el ver como dos caballeros negros vestían armaduras negras claramente identificables. - Veo por tú rostro que al parecer no somos lo que esperabas, algo de lo que por otro lado ya te había advertido. – Señaló el caballero negro ante el rostro de sorpresa de Dohko. – Soy Layan, caballero negro de Acuario y él es Misha, caballero negro de Aries, somos dos de los 12 señores oscuros de la isla de la Reina de la Muerte. - Jamás pude imaginar que mis ojos llegarían a ver unas replicas negras de las doce armaduras de oro al servicio de la diosa Atenea. – Comentó Dohko. – Es indudable que el Santuario ha dejado de atender sus obligaciones con respecto a los renegados de la Isla de la Muerte. ¿Cómo es posible que existan dichas armaduras? - Gracias al poder y los conocimientos de los tres miembros del consejo lemuriano, los últimos de una raza ya extinguida y que en tiempos mitológicos fueron los creadores de las armaduras. –Respondió Layan de Acuario. – Tras la destrucción de la mayoría de las armaduras negras hace ya varios siglos tras nuestra última lucha contra el santuario, la orden de los caballeros de la Isla de la Muerte se vio condenada a desaparecer. - Por suerte los tres alquimistas que gobiernan la isla han logrado crear toda una nueva hornada de armaduras negras, mucho más numerosas y poderosas de lo que fueron en el pasado. – Añadió el caballero negro de Aries. – Gracias a ellos, la orden de los caballeros negros esta más presente que nunca y seremos capaces al fin de destruir al santuario y establecer un nuevo orden mundial. - Estas armaduras negras que representan las constelaciones protectoras de los caballeros de oro, es una muestra del poderío de los alquimistas y de cómo ha cambiado la orden de los caballeros negros. – Dijo Layan de Acuario. - Aunque llevéis puestas las armaduras de Aries y Acuario, vosotros no sois los caballeros de esas constelaciones y si pensáis que por llevar esas armaduras ya estáis a la altura de un caballero de oro, entonces no me queda más que pensar que sois más tontos de lo que parecéis. – Expuso Dohko. - Valientes palabras aun sabiendo que te encuentras en desventaja. – Señaló Layan de Acuario. – No pensamos que estamos a la par con los caballeros de oro, si no que lo tenemos claro y cuando terminemos con todos ellos, la nueva orden de los caballeros de las doce constelaciones reinara en el santuario. - Os demostrare que estáis en un error. – Respondió Dohko mientras una poderosa aura dorada rodeo su cuerpo, dando paso a la llegada de su armadura de oro del signo de Libra. Tras vestir su armadura de oro de Libra, Dohko había intercambiado algunos golpes con sus dos oponentes, quedando claro que el poder de estos dos caballeros negros superaba con creces a los que derrotó no hace mucho. - Como puedes ver, no somos con los demás caballeros negros, nuestro poder es muy superior y como te dije, no podrás derrotarnos por muy caballero de oro que seas. – Comentó Layan de Acuario. - Admito mí sorpresa al descubrir que efectivamente vuestras actitudes de lucha están por encima de lo que pude comprobar cuando los últimos caballeros negros que vinieron a estas tierras se enfrentaron conmigo. – Dijo Dohko. – Pero eso no cambia el hecho de que aunque más poderosos, seguís siendo caballeros negros y un caballero negro jamás podrá compararse a un caballero de oro del Santuario. - Haré que te tragues esas palabras, caballero. – Señaló el caballero de Aries. - ¡¡¡ Lanzas de la oscuridad!!! El caballero negro de Aries dio un paso al frente y aumentando su energía al máximo lanzó un ataque en el que inmediatamente aparecieron decenas de lanzas en formación y dirigiéndose a gran velocidad hacía Dohko. Sin embargo y a pesar del número de lanzas que componían el ataque, el caballero de oro pudo eludir todas ellas usando como defensa uno de sus dos escudos dorados, logrando eludir completamente el ataque y dar un salto hasta una roca cercana a la orilla del río. - No pienses que te has librado tan fácilmente, caballero. – Dijo un sonriente caballero de Aries. Dohko alzo la vista y pudo comprobar como las lanzas que acababa de desechar con su escudo se habían posicionado alrededor de él y permanecían inmóviles y flotando en el aire como su tuvieran vida propia. - ¿Qué es esto?.... - Aunque logres rechazar a las lanzas, estás acabaran por dar contigo y perseguirte hasta finalmente alcanzarte. – Explicó el caballero negro de Aries. - ¡¡¡ Lanzas de la oscuridad!!! Nuevamente las lanzas parecieron cobrar vida tras las palabras de su dueño y rápidamente se abalanzaron contra Dohko, quien usando ambos escudos dorados de Libra, intentó y logró eludir una vez más el ataque de las lanzas. Sin embargo y a pesar de moverse con gran rapidez de un lado a otro para eludir la persecución de las lanzas, estas no cesaban en su intento de alcanzar a Dohko. - Te lo dije, no puedes eludir las lanzas y por mucho que emplees tus escudos, ellas siempre te seguirán y con el tiempo, el agotamiento te pasara factura y será el momento en el que morirás atravesado por mis lanzas. – Expuso orgulloso el caballero Misha de Aries. - Las flechas parecen tener vida propia y obedecen a la voluntad del caballero negro. – Reflexionó Dohko. – No son lo suficientemente rápidas para sorprenderme y atravesar mis escudos, pero el caballero negro tiene razón y el agotamiento podría pasarme factura. Solo hay una manera de librarme de estas lanzas… Para sorpresa del caballero negro de Aries, Dohko detuvo sus continuas huidas y bajó ambos escudos dorados. Inmediatamente, las lanzas se aproximaron a gran velocidad tras rodear el cuerpo del caballero de oro, quien inmediatamente aumento su energía al máximo, apareciendo una amplia y poderosa aureola dorada a su alrededor. - ¡¡¡¡¡¡¡¡Argh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Dohko aumentó y aumentó su energía hasta su máximo nivel y extendió los brazos hacia los lados expandiendo su energía y creando una explosión con sus cosmos que sin resistencia alguna, lograba destruir todas y cada una de las lanzas. - Es increíble…que poderosa energía, ha conseguido destruir todas las lanzas. – Dijo un sorprendido caballero negro de Aries. - Espero que tengas algo más que ofrecer aparte de este ridículo juego con palillos o me temo que el combate será más corto del que pensaba. – Dijo un sonriente Dohko. - Ahora veras, ¡¡¡ Lanzas de la oscuridad!!! Nuevamente, el caballero negro de Aries lanzó una nueva hornada de lanzas contra Dohko, quien a su vez y aumentado su cosmos, respondió al ataque concentrando todo su poder en uno de sus puños y lanzando un poderoso haz de luz dorada que fulmino una vez más las lanzas del caballero negro. - Deberías saber que usar la misma técnica en un combate es una acción errónea y desesperada. – Expuso Dohko. – No puedes sorprender a un caballero dos veces con la misma técnica. - Como te atreves a burlarte de mí, te aseguro que lo vas a pagar con tu vida, maldito caballero. – Respondió Misha de Aries al mismo tiempo que aumentó su energía. – ¡¡¡Por las astas del carnero negro!!! Tras aumentar su energía al máximo y ante la atenta mirada de su compañero, el caballero negro de Acuario, Misha de Aries se abalanzó sobre el caballero de oro, el cual al mismo tiempo intensificó su cosmos y concentró todo su poder para lanzar un contraataque. - ¡¡¡ Por el Dragón ascendente de Rozan!!! – Gritó Dohko. Con su energía cósmica al máximo y concentrada en su puño derecho, Dohko no esperó ni un segundo y lanzó su ataque con el fin de contrarrestar el lanzado por el caballero negro de Aries y así poder contraatacar y acabar al fin con la amenaza que suponía. Casi de forma inmediata, los ataques de ambos caballeros se encontraron a mitad de camino, creando una enorme onda expansiva tras chocar ambos poderes y provocando una poderosa y cegadora luz que rápidamente se extendió por los alrededores. Finalmente, Dohko lograba alcanzar de lleno al caballero negro, que sin poder hacer nada vio como uno a uno los golpes del caballero de oro impactaban en su cada vez más dañada armadura negra, golpeándole en ultima estancia en el rostro, provocando la destrucción del casco de su armadura negra. El cuerpo mal herido del caballero negro de Aries cayó al suelo a pocos metros de Dohko. - Como es posible…, ha logrado contrarrestar mí ataque y lanzarme su ataque al máximo de energía y poder. – Reflexionó un mal herido Misha de Aries. - Ya te lo advertí, puede que vistas una armadura idéntica a la de un caballero de oro pero nunca serás como uno de los 12 caballeros del santuario. – Comentó Dohko. – Ahora, os doy la oportunidad de que los dos os marchéis de estas tierras, al menos aun podréis seguir viviendo. De lo contrario…acabare con los dos. El caballero negro de Aries intentaba con muchas dificultades ponerse en pie. Su armadura había sufrido importantes daños en la zona de los hombros y el pecho, mostrando diversas heridas por todo el cuerpo. Mientras, Dohko miraba serio pero algo sorprendido la reacción del caballero negro de Acuario, que con una ligera sonrisa en su rostro no había dicho nada tras el ofrecimiento de Dohko. - Ha sido muy impresionante, caballero, te concedo eso. – Dijo Layan de Acuario. – No esperaba menos del caballero de oro de Libra, sin embargo deberías aceptar que nosotros no somos como el resto de caballeros negros y que este combate no te resultara tan sencillo. De hecho, yo que tú estaría más atento a mis contrarios y no me confiaría tanto. - De que diablos estará hablando. – Pensó Dohko. - Caballero, siento decirte que al contrario de lo que piensas, no eres invulnerable ante nuestros ataques y la prueba la tienes tú mismo. – Comentó un sonriente Layan de Acuario. - Oh…. ¿pero que es esto?...estoy sangrando….tengo un corte en mí pierna derecha. - Estabas tan concentrado en atacar a Misha, que no te percataste de mí ataque y como ves, he logrado alcanzarte si que pudieras darte cuenta e intentar de eludir el golpe. – Expuso Layan. – Supongo que pensaras que un corte superficial como ese no puede hacerte nada, pero ya te adelanto que estas equivocado. - ¿De que hablas? - Con mí ataque, caballero, he introducido en tú cuerpo la sangre demoníaca. – Respondió Layan de Acuario. – Poco a poco sentirás como esa parte de tu cuerpo se va paralizando para finalmente quedar totalmente inservible. Por suerte para ti, no se extenderá al resto de tu organismo pero esa pierna ya no podrás usarla nunca más. - Miserable, me has atacado a traición. - Lo dices como si eso te sorprendiera, caballero. – Señaló Layan. – Ya deberías saber que los caballeros negros no nos regimos por las mismas absurdas normas de caballería que tanto os empeñáis en defender vosotros, los caballeros del Santuario. Para un caballero negro, lo más importante es la victoria y da igual como se obtenga, al final solo cuenta quien queda en pie y continua con vida. - Lo que ha dicho es ciertos, apenas siento ya mi pierna…no responde a mis intentos por moverla… - En las condiciones actuales te has convertido en un blanco fácil para nosotros, siento decirte que tus días de gloria están a punto de terminarse. – Comentó muy sonriente Layan de Acuario. Dohko había perdido toda sensibilidad en su pierna derecha y solo podía mantenerse en pie usando su tridente como bastón para apoyase. Por su parte, el caballero negro de Acuario había tomado las riendas del combate, ocupando el puesto de un malherido Misha de Aries, el cual se había apartado para ocultarse junto a unas rocas cercanas dado su estado tras el combate con Dohko. - Bien, creo que ha llegado el momento de poner fin a esto, caballero de Libra. – Apunto Layan de Acuario. – Ha sido muy interesante pero ya no puedes ofrecer ninguna resistencia y sinceramente, no quiero perder más el tiempo con alguien como tú. Prepárate, caballero, es la hora de morir. Layan de Acuario intensifico su energía al máximo y con gran saltó se dispuso a lanzar su ataque contra un inmóvil caballero de Libra. A pesar de intentar moverse para evitar el ataque, Dohko fue incapaz de hacerlo a tiempo, recibiendo varios golpes por distintas partes de su cuerpo hasta finalmente ser desplazado varios metros como consecuencia de la violencia del ataque. - Jajaja, mírate bien, das lastima. – Comentó un sonriente Layan. - ¿Y tú eras el poderoso caballero de oro de Libra?, no vales nada como tampoco lo valen los caballeros del santurario. - A que esperas, Layan. – Dijo Misha de Aries. – Acaba con él ahora que se encuentra herido, hay que aprovecharse. - Si, llevas razón, este miserable no merece más nuestra atención. - Ya no siento la pierna derecha, pero debo concentrarme y acabar con él. – Reflexionó Dohko. – No puedo ser derrotado por estos caballeros negros, no teniendo una misión que cumplir según las ordenes de Atenea y cuando soy el responsable de proteger la armadura del Dragón. - Vaya, veo que de nuevo te pones en pie. – Señaló Layan. – Deberías quedarte en el suelo y no levantarme más, te ahorrarías mucho dolor y sufrimiento. Layan aumentó nuevamente su energía cósmica y se abalanzó sobre Dohko, el cual manteniéndose en pie únicamente gracias a su tridente que le servia de apoyo intentó aumentar también su energía para afrontar el ataque de su oponente. Al cabo de unos instantes, ambos ataques se encontraron pero Dohko no logró alcanzar a su enemigo dado sus problemas con la pierna y Layan aprovechó para golpear repetidamente el estomago del caballero de oro de Libra, el cual volvió a caer a varios metros de distancia visiblemente dolorido. - Por que insistes cuando no tienes nada que hacer. – Dijo Layan cada vez más convencido de su victoria. – Mi golpe de la sangre demoniaca ya ha dejado inservible tú pierna derecha y sin ella tus movimientos son tan lentos que hasta una persona normal podría seguirlos. Ya nada tienes que hacer y si aun sigues vivo, es por el gran poder y resistencia que te ofrece tú armadura de oro. Pero no te preocupes, ni siquiera la armadura de oro aguantara mí siguiente ataque. - Ya lo veremos, yo aun no he dicho mí última palabra. – Respondió Dohko. - Jajaja, veo que no has perdido tú sentido del humor, pero esta bien, como quieras. – Expuso Layan. – Misha, uniremos nuestros ataques y borraremos del mapa a este estúpido. A pesar de su armadura de oro, el estado en el que se encuentra después de mis ataques es deprimente y no aguantara un ataque de los dos. Pensaba ocuparme yo solo de él, pero empiezo a estar cansado de que esa armadura de oro tan resistente. - De acuerdo, estoy listo, Layan. – Respondió Misha tras ponerse en pie y colocarse junto a Layan. Bajo la atenta mirada de Dohko, los dos caballeros negros intensificaron su energía cósmica preparando sus ataques definitivos para alzarse con la victoria. - ¡¡¡Por las astas del carnero negro!!! , ¡¡¡ Qué la energía de la ánfora negra te consuma!!! – Gritaron casi al mismo tiempo Misha y Layan respectivamente. - Es hora de que sepáis y comprendáis de una vez hasta donde llega el poder de un caballero de oro. – Señaló Dohko mientras ambos enemigos se aproximaron. - ¡¡¡Por los Cien dragones de Rozan!!! Usando toda la energía de que disponía, Dohko aumentó su cosmos para usar su técnica suprema, liberando el poder de una horda de cien dragones que rápidamente avanzaron hacía los caballeros negros, que desconcertados ante el poder desplegado por el caballero de oro, no pudieron hacer nada y se vieron inmediatamente golpeados una y otra vez por los dragones lanzados por Dohko en un ataque devastador. Los cuerpos sin vida de ambos caballeros negros caían desde una gran altura, cubiertos de sangre por las diversas heridas producidas por el ataque y con sus armaduras casi desintegradas. - Al fin me he librado de ellos, las cosas se estaban poniendo complicadas ya que estaban en lo cierto, no son como el resto de los caballeros negros. – Pensó Dohko. Dohko caminaba lentamente junto al lado de los cuerpos sin vida de los caballeros negros con la intención de dirigirse a la cabaña que se había convertido en su hogar e intentar recuperar el aliento tras el combate. Sin embargo, inmediatamente se dio cuenta de una extraña presencia en los alrededores, una presencia cuya energía era increíblemente poderosa y muy superior a la de los caballeros negros recién fallecidos. A los pocos segundos y sin poder evitarlo, Dohko se vio atrapado en un extraño tornado para ser golpeado inmediatamente por un poderoso haz de energía rojizo que tras golpearlo en el pecho, lo lanzo varios cientos de metros hasta chocar con una roca cercana a la cascada. - ¿Que diablos ha sido eso?... ¿de donde ha venido esa terrible energía cósmica?....apenas he podido detectar su presencia… Dohko había quedado malherido tras el ataque recibido y mostrada varias heridas en su cuerpo. Con la vista nublada por el fuerte golpe recibido, el caballero de oro de Libra vio como una extraña sombra se le acercaba lentamente. - ¿Quién eres?, muéstrate ahora mismo. – Exigió Dohko. - Jijijiji, mira en que estado tan lamentable te encuentras, caballero. – Respondió la extraña sombra. – Jamás pensé que tendría a un caballero de oro a mi merced, no sabes lo que desearía acabar contigo. - ¿Quieren eres?, ¿acaso otro caballero negro que me ataca por la espalda? - No tengo tiempo para hablar contigo, he venido a cumplir una misión y ahora que estás ahí tirado medio muerto, no tendré resistencia. – Señaló el extraño personaje. – Lo siento, pero te informó que he venido a llevarme la armadura de bronce del Dragón. Se suponía que me la llevaría cuando Misha y Layan acabaran contigo y aunque han muerto, parece que hicieron su trabajo. Soy un caballero negro, mí nombre es Purrun. - Miserable, no dejare que te lleves la armadura de bronce. – Dijo Dohko intentando ponerse en pie. -¿Bromeas?, apenas puedes moverte y desde luego no estas en condiciones de atacarme. – Respondió un sonriente Purrun. – Espérame, iré a por la armadura de bronce. Purrun se acercó a la orilla del río, justo a los pies de la cascada y aumento su energía cósmica para emitir unas extrañas señales telepáticas. Al cabo de unos instantes, un círculo de energía se originó en medio del río y comenzó a abrirse paso en el agua hasta llegar al fondo, regresando poco después con la armadura del Dragón en su interior y posteriormente posándose al lado del caballero negro. - Vaya, que fácil ha sido conseguir esta armadura. – Señaló Purrun. – Ahora me temo que tendré que acabar con tu vida, caballero y no sabes que satisfacción me dará el terminar con la vida de un caballero de oro aunque sea en estas circunstancias. El caballero negro se disponía a dar el golpe de gracia al malherido Dohko cuando algo le detuvo, una extraña presencia que se dejaba notar en los alrededores, la misma poderosa energía detectada por Dohko poco antes y que no tenia duda alguna de que estaba relacionada con el ataque recibido. - Que extraña y poderosa energía, ¿acaso habrá otro caballero de oro por aquí? – Dijo un nervioso Purrun. – No pienso quedarme a averiguarlo, ya tengo lo que buscaba. Sin mediar más palabras, Purrun cogió la armadura de bronce del Dragón y dejo rápidamente la zona bajo la atenta y contrariada mirada de Dohko al no poder evitarlo. Al poco tiempo, una extraña sombra se apareció delante del cuerpo de Dohko, quien apenas podía distinguir su aspecto dado su estado de salud tras el combate con los caballeros negros y especialmente tras el último ataque recibido por la espalda. - ¿Quién….quien eres?.... La extraña sombra permaneció inmóvil por unos segundos observando el cuerpo de Dohko, quien no paraba de exigir conocer su identidad. Finalmente, un haz de energía salió de la sombra, golpeando de nuevo a Dohko de una forma tan contundente que incluso la roca sobre la que estaba apoyado su cuerpo se deshizo en mil pedazos, lanzándolos al río junto al cuerpo inconsciente de Dohko. Instantes después, la extraña sombra se alejó del río dando por muerto al caballero de oro y sin revelar su identidad. CONTINUARA…
Posted on: Sat, 29 Jun 2013 18:58:08 +0000

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