Capitulo#15 Nate Volvio a besarla pero esta vez con desespero,con - TopicsExpress



          

Capitulo#15 Nate Volvio a besarla pero esta vez con desespero,con sus manos moldeo la cintura ____ por debajo de su blusa y fue bajando a poco a poco hasta sus piernas. -- Genial, mamá!, ¡Este sitio es perfecto para un picnic! —se oyó gritar a una niña. En su entusiasmo, _____ y Nate no habían oído llegar a un coche que se había detenido allí cerca, y al girar la cabeza, Nate vio que de él estaba bajando una pareja con sus hijos. _____ había dado un respingo sobresaltada al oír la voz de la niña, y Nate se había apresurado a quitar sus manos de las piernas de la joven y la abrazó contra sí. Por suerte su ancha espalda la ocultaba de los recién llegados, pero _____ estaba temblando, mientras contenía lágrimas de frustración por que de nuevo hubieran sido interrumpidos. La respiración de Nate parecía tan entrecortada como la de ella. — Shhh... tranquila... —le susurró mientras besaba su cabello—. Tranquila, abrázate a mí, eso es... _____ se aferró a la pechera de su camisa, detestando su propia debilidad, y que él fuera capaz de ver hasta qué punto lo deseaba. Nate le acarició el cabello. —No te avergüences, _____ —le dijo—. Yo lo deseaba tanto como tú. El matrimonio pasó cerca de ellos, les dieron las buenas tardes, y se alejaron hacia el otro extremo del lago, seguidos de sus pequeños. —Ya se han ido —le dijo Nate a _____, que no había querido apartar el rostro de su pecho, para que no pudieran ver sus lágrimas. La joven tragó saliva y levantó la cabeza. —¿Podríamos irnos ya? —le pidió, rehuyendo la mirada divertida del chico. —Claro. Vamos, se me ha ocurrido una idea —le dijo, pasándole un brazo por los hombros mientras regresaban al lugar donde habían dejado el coche—, te llevaré a una cafetería donde preparan comida riquísima. Te va a encantar, ya verás. —Pero, ¿y ese hombre al que tenías que ver por asuntos de negocios? —le recordó. Nate se quedó mirándola un instante con las cejas fruncidas, como si no supiera de qué estaba hablando. —Oh, sí, ya —murmuró—. Quedaré con él otro día. De todos modos ya se nos ha hecho demasiado tarde para eso. Durante el trayecto en coche, Nate estuvo muy callado, y _____ se preguntó si se habría molestado porque no había podido ver a aquel hombre. Al fin y al cabo, no había sido culpa suya. La idea de que ella lo acompañara había sido de él. Por fortuna, cuando estuvieron sentados en la cafetería, con cafés y una fondue de chocolate fundido con frutas cortadas para mojar en él, Nate pareció distenderse un poco y comenzaron a charlar. _____ mojó un trozo de fresa, y casi lo perdió en la cazuelita. Cuando al fin consiguió recuperarlo, se dio cuenta que estaba observándola con una sonrisa divertida en los labios. —Ten cuidado —la previno—, la tradición aquí es que si una mujer deja caer un trozo en la fondue, tendrá que conceder un beso a cada uno de los hombres que hay en la mesa. Las mejillas de _____ se tiñeron de un ligero rubor. —¿Y si es un hombre al que se le cae? —inquirió. — Si es un hombre, le toca invitar a una ronda — contestó Nate. Se quedó mirando largo rato sus rojos labios. —Parece que es nuestro destino ser interrumpidos —comentó en un susurro. En su aturullamiento, a _____ se le volvió a caer otro trozo de fruta en el chocolate, y se sonrojó aún más. — Si fuera mal pensado —murmuró él, rescatando con su tenedor el trozo de fruta y ofreciéndoselo—, diría que lo has hecho a propósito. Ella se inclinó hacia delante y abrió la boca para tomar el bocado. Tuvo que lamerse los labios con la lengua para limpiar el chocolate que había quedado en ellos, y Nate la observó con una intensidad que la hizo apartar la vista. —No me extrañaría que lo pensases —murmuró entristecida, mientras tomaba un sorbo de café —. Hace mucho que no me hago ilusiones sobre lo que pienses de mí. Nate enarcó una ceja. —¿Y qué crees exactamente que pienso de ti? — inquirió. —Que soy una mujerzuela que solo le importa el dinero y la fama — contestó _____ sin mirarlo. Él acarició pensativo el asa de su taza. —¿Y por qué no has intentado convencerme de lo contrario? Hasta la fecha no has puesto demasiado empeño en ello. —¿Para qué iba a molestarme siquiera en intentarlo? —le espetó ella—. No creerías nada de lo que pudiera decir en mi defensa. Nunca lo has hecho. Me has odiado desde el día en que nos conocimos. Las comisuras de los finos labios de Nate se arquearon levemente en una sonrisa socarrona. —No exactamente. _____ lo ignoró. —No querías ni que fuera al rancho a ver a Libby. Antes de que Nate comenzara a hacerla sentir mal desidio decir algo para que no comenzaran a pelear. —¿No deberíamos volver ya al rancho? —se apresuró a decir. Nate buscó sus ojos, y se miró en ellos largo rato. —Antes, junto al lago, creí que ibas a desmayarte cuando empecé a tocarte —murmuró—. ¿Por qué me tienes miedo, _____? —No te tengo miedo —le contestó ella con firmeza, apartando el rostro—. Es que me... me tomaste desprevenida, eso es todo. — Sí, ya me di cuenta —farfulló él, decidiendo que sería mejor no insistir más en el asunto, pero observándola de un modo suspicaz. Durante el camino de vuelta, _____ ni siquiera intentó sacarle conversación. Estaba demasiado agitada por sus insinuaciones, y por el recuerdo de lo que había ocurrido en el lago, así que trató de concentrarse en la suave música que estaban poniendo en la radio para relajar sus nervios. Ya estaban sólo a unos kilómetros cuando empezaron a caer gotas. El cielo se había oscurecido por completo. Nate se desvío de la carretera, se estaciono en una gasolinera y apago el auto, se quedaron los dos en silencio. El sonido de las gotas al caer sobre el coche era extrañamente reconfortante, pensó _____. Nate apoyó el brazo en el respaldo del asiento de la joven, y sus ojos recorrieron los suaves contornos de su cuerpo. —¿No estás asustada? —inquirió—. Pensé que te daban miedo las tormentas. —Sí, pero sólo cuando hay rayos y truenos — contestó ella. —Recuerdo una noche en que hubo muchos — murmuró él—. Estábamos de gira y nos quedamos en un hotel , y te escuché llorar por la tormenta cuando estaba cambiándome. _____ no se atrevió a alzar la vista. —Cuando se abrió la puerta de mi dormitorio y apareciste tú, no sé de qué tenía más miedo: si de los rayos y los truenos, o de ti. —Me di cuenta de ello. Y tuviste suerte de que así fuera —añadió—. Lo más difícil que he hecho en toda mi vida fue tener que obligarme a salir de allí. _____ giró el rostro hacia la ventana. —Desde que te vi, te he deseado tanto como ahora —murmuró él—pero ahora mas _____ se quedó sin aliento al recordar cómo la había estado mirando junto al lago. —Nate,por favor, no —le rogó. —¿Quieres dejar de hacerte la remilgada? —gruñó él. De repente, sus fuertes manos la asieron por los hombros, atrayéndola hacia él. _____ creyó que el corazón iba a salírsele del pecho y, aturdida, se encontró mirándose en sus ojos llameantes. —Nadie nos va a interrumpir ahora —murmuró Nate con voz ronca, apretándola contra sí—. ¡Oh, Dios, te deseo tanto como un adolescente...! Sus labios tomaron violentamente los de _____, forzándola a abrirlos. La tenía firmemente asida, y estaba demasiado excitado como para atender a razones. No podía despegar su boca de la de él, ni liberarse. Nate estaba haciéndole daño, intentando forzarla... Las lágrimas ardientes que empezaron a rodar por sus mejillas fue lo que al fin hizo que Nate la soltara, echándose hacia atrás para mirarla. El rostro de la joven estaba lívido, y era la viva expresión del miedo. IsabelDS
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 02:09:25 +0000

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