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Capitulo 17: El Castillo En capítulos anteriores… Guiados por Archenar de Eridano, varios caballeros de bronce liderados por Ioras de Leo se dirigen a un templo bajo el control de los caballeros negros y donde según se ha averiguado, reposan las armaduras de los caballeros negros, siendo además el lugar donde son reparados y se regeneran. Nada más llegar a la entrada del templo, varios caballeros negros intentan detener a los enviados del Santuario. Los caballeros de bronce de Eridano y Jirafa deciden luchar contra los tres caballeros negros, siendo apoyados por el caballero de bronce de Gallo que llega poco después en su ayuda. Por su parte, Ioras de Leo se adentra en el interior del templo con el fin de acabar con las armaduras negras y encontrar las cinco armaduras de bronce, que se sospecha están en su interior. Ioras, tras derrotar a dos caballeros negros en el interior del templo, tendrá que enfrentarse al rival más peligroso hasta la fecha, un lemuriano llamado Belaner. A pesar de los poderes de Ioras, Belaner se muestra como un rival muy poderoso e incluso superior a un caballero de oro, pero Ioras contará con la inesperada ayuda del caballero negro de Capricornio, Ayax, quien revelara su autentica identidad como antiguo caballero de oro y ayudara a Ioras en su lucha contra Belaner. Mientras tanto, a las fueras del templo, los caballeros de bronce logran derrotar no sin esfuerzo a los caballeros negros y acuden en ayuda de los caballeros de oro, los cuales no solo se están enfrentando a Belaner, si no también al caballero negro de Escorpión, quien llega en auxilio de su líder lemuriano. Finalmente, los caballeros de bronce logran derrotar a un malherido Irano de Escorpion y los dos caballeros de oro vencen al fin a Belaner, destruyendo Ioras el templo poco después no sin antes acabar con las armaduras de los caballeros negros con la ayuda de Ayax, convertido una vez más en el caballero de oro de Capricornio. Tras salir del templo, los dos caballeros de oro reanudan su marcha hacia el castillo de los caballeros negros mientras que los tres caballeros de bronce regresan a la playa con el fin de sacar de la isla cuanto antes las cinco armaduras de bronce recuperadas en el templo. Y ahora, la continuación. Castillo de los caballeros Negros El caballero negro Castos de Géminis había regresado al castillo tras su reciente combate contra los caballeros, precisamente para informar del avance de los caballeros del Santuario hacia el Castillo y su inmediata llegada. Nada más entrar en la sala principal donde se reunía el consejo lemuriano, los dos componentes del grupo esperaban visiblemente nerviosos. - Castor, los caballeros de Atenea se han convertido en una amenaza mucho más letal de lo que esperábamos. – Expuso Maril, líder del consejo Lemuriano. – El templo de las armaduras ha sido atacado y destruido, las armaduras negras que allí se encontraban han sido destruidas o enterradas. - No sabia nada al respecto pero Irano de Escorpión se había dirigido al templo para apoyar a los caballeros negros allí desplegados. – Comentó Castor. - Pues no ha tenido éxito, todos han muerto y Belaner ha sido derrotado por los caballeros de oro, incluido ¡¡¡ Ayax!!!. – Dijo indignado Maril. - ¿Ayax?....¿un caballero de oro?, no puedo creerlo. – Apuntó un desconcertado Castor. - Parece ser que era el antiguo caballero de oro de Capricornio que tras cometer una acción deshonrosa fue expulsado del santuario. – Dijo Lenar, el segundo lemuriano del consejo. – Pero parece que sus recientes actos le han devuelto el favor de Atenea y ha vuelto a ser el caballero de oro de Capricornio. - Al unirse con el caballero de oro de Leo, han derrotado a Belaner y a los caballeros negros en el templo. – Añadió Maril. - Belaner…derrotado…parece imposible de creer, sin duda los caballeros de oro tuvieron que tenderle alguna trampa, no es posible que pudieran derrotarle. – Murmuró Castor aun sorprendido por la noticia. - Castor….pon a todos los caballeros en alerta, que detengan a los caballeros de Atenea por todos los medios que creen necesarios y oportunos. – Ordenó Maril. - Me ocuparé de ello de inmediato y yo mismo acabaré con Ayax, ese traidor pagara con su vida el engañarnos durante este tiempo. A no mucha distancia del castillo y tras eludir los diversos obstáculos encontrados por el camino, los caballeros Saradan de Copa y Kain de Canis Minor alcanzaban lo que parecía ser un acceso a lo alto de la colina donde se alzaba el castillo. - Parece que este es uno de los accesos a la colina. – Expuso Saradan. – A partir de este punto debemos procurar estar atentos y en total estado de alarma, podríamos encontrarnos en cualquier momento con algún caballero negro. - No podría estar más de acuerdo, caballero, pero por desgracia para vosotros ya es demasiado tarde. – Dijo una extraña sombra aparecía frente a los dos caballeros del Santuario en compañía de una segunda sombra. - ¿Quiénes sois?. – Preguntó Saradan. - Mí nombre es Melis y soy el caballero negro de Argo Navis. - Yo soy Tensa, caballero negro de corona Boreal. - Caballeros negros…- Murmuró Kain. – Parece que después de todo no podremos alcanzar el castillo sin pelear antes por acceder al paso. - Eso parece, Kain. – Dijo Saradan. - No os hagáis ilusiones, este lugar sería lo máximo que os acercaréis al castillo. – Expuso Melis de Argo Navis. – Demasiado lejos habéis ido ya. - Apartaros de nuestro camino o no tendremos más remedio que acabar con vosotros sin piedad. – Señaló Saradan. - ¡¡¡Basta de tanta palabrería!!!. – Gritó el caballero negro de Corona Boreal. – ¡¡¡ Ráfaga cristalina!!! Por sorpresa y aumentando su energía cósmica, el caballero negro de Corona Boreal lanzó una potente y helada ráfaga de cristales de hielos, los cuales parecían pequeños y afilados cuchillos. Saradan lograba eludir sin mayores problemas el ataque y Kain tampoco pareció tener problemas, logrando contrarrestar el ataque con sus látigos. - Habéis logrado eludir mí ataque, eso muestra que será un combate muy interesante. – Apuntó el caballero negro. Mientras tanto y lejos de allí, los caballeros de bronce de Eridano, Gallo e Indus se alejaban de las zonas de combate en dirección a la playa, llevando consigo las cinco armaduras de bronce robadas por los caballeros negros con el fin de sacarlas de la isla lo antes posible tras recuperarlas en el templo destruido por los caballeros de oro. - No debemos demorarnos, podríamos ser encontrados por los caballeros negros y tendríamos serios problemas. – Comentó Kei de Gallo. – Una vez que alcancemos la playa podremos embarcar y sacar las armaduras de aquí. - Al menos esa parte de la misión habrá sido cumplida con gran éxito. – Añadió Archenar de Eridano, visiblemente herido tras los últimos combates. Los tres caballeros de bronce proseguían su camino a gran velocidad cuando de repente unos rayos de energía aparecieron de repente delante del camino de los tres caballeros, levantando polvo y causando unos pequeños agujeros en el camino, logrando detener el paso de los tres caballeros de bronce. - Pero que…. - Allí….- Dijo Helga de Jirafa señalando lo alto de un risco donde se encontraban tres caballeros. - Caballeros negros, al final nos han descubierto. – Dijo Archenar. – No hay duda de que la noticia de la destrucción del templo ha corrido en la isla y nos han estado dando caza desde entonces. - ¿No estaréis pensando en sacar esas armaduras de la isla?, que gran insulto robar a otros, no es digno de un caballero del Santuario. – Dijo un sarcástico caballero negro. - Estas armaduras son propiedad de la diosa Atenea y del Santuario. – Respondió Helga. – Estamos recuperando lo que es nuestro y será mejor que no os interpongáis. - ¿Quiénes sois?. – Preguntó Archenar de Eridano. - Soy Miler, caballero negro de Tucan. - Mi nombre es Crowe y soy el caballero negro del Delfín. - Racol, caballero negro del Gallo. - Estamos dispuestos a proteger estas armaduras con nuestras vidas si es necesario. – Dijo Helga. – Dejarnos pasó o acabaremos con vosotros. - Eres muy gracioso, ya veremos si sigues con ese comportamiento cuando tú y tus compañeros estéis suplicando piedad. – Respondió Miler de Tucan. - ¡¡¡ En guardia, caballeros!!!. En otra zona de la isla, en los alrededores de los accesos al castillo en lo alto de la colina, el combate entre los caballeros negros de Argo Navis y Corona Boreal contra los caballeros de Copa y Canis Minor proseguía su curso, siendo un combate intenso y duro para todos los participantes. Saradan se estaba enfrentando al caballero negro de Argo Navis mientras que Kain hacía lo propio con el caballero negro de Corona Boreal. - Empiezas a terminar con mí paciencia, tú y esos látigos que empleas….- Dijo un enfurecido Tensa de Corona Boreal. - ¡¡¡ Ráfaga cristalina!!! Una vez más, el caballero negro intentaba atacar a su rival usando su ataque, pero Kai no se dejaba sorprender y usando una técnica defensiva usando sus látigos, lograba eludir el ataque. - No esperes sorprenderme con la misma técnica, caballero. – Señaló Kai. – Es hora de que sea yo el que pase al ataque. - Estoy listo….ataca si te atreves, caballero. – Dijo un desafiante caballero negro. Bajo la atenta mirada del caballero negro, Kain comenzó a concentrar su cosmos preparando su ataque. - ¡¡¡ Látigos Relámpago!!! Aumentada su energía al máximo, Kain lanzó sus dos látigos sobre el caballero negro, quien pudo eludir uno de ellos y logró atrapar el segundo látigo con su mano izquierda. - ¿Esto es todo lo que puedes hacer?, que ataque más inofensivo. - ….pobre loco….- Murmuró Kain. El caballero negro Tensa de Corona Boreal sostenía uno de los látigos de Kain cuando este recibió en su cuerpo el impacto de lo que parecía ser un rayo, siendo la energía de este transportada al látigo que sostenía el caballero negro, causándole una gran descarga. Impotente y tras recibir la descarga, el caballero negro soltó no sin dificultad el látigo e intentando recuperar la sensibilidad en su brazo. - Arghh….no siento el brazo….miserable…. - Tienes suerte de estar con vida, no he usado toda la fuerza de que dispongo, de ser así, la energía de mí látigo hubiera sido suficiente para dejarte fuera de combate. – Expuso Kain. - Me las vas a pagar….ahora veras lo que es enfrentarse a un caballero negro. – Apuntó un furioso Tensa mientras aumentaba su cosmos. - ¡¡¡ Sello Real !!! Tras aumentar su energía al máximo y movido por la ira, el caballero negro se inclinó y puso sus manos sobre el suelo saliendo inmediatamente de ambas unas pequeñas y delgadas líneas de energía que rápidamente se dirigieron y rodearon al caballero de bronce de Canis Minor. - ¿Qué es esto?...¿de donde viene esa luz?. – Se preguntó Kain al comprobar como la las líneas de energía creadas por el caballero negro le habían rodeado. Sorprendido por la extraña técnica, Kain se vio sorprendido e inmediatamente sus piernas quedaron aprisionadas entre unos salientes de roca que habían crecido del suelo rodeados de la energía lanzada por el caballero negro. Con el caballero de bronce inmóvil y atrapado, Tensa se dirigió lenta y sonrientemente para comenzar a golpearse incesantemente en el rostro y en el estomago sin que pudiera defenderse al que dar sus látigos en el suelo tras haberlos dejado caer por el dolor mientras estaba siendo aprisionado. - Ya no eres tan confiado, ¿verdad, caballero?, ahora estas a mí merced y té aseguro que vas a tener una muerte lenta y dolorosa. – Dijo el caballero negro mientras mantenía los golpes sobre su enemigo. A pesar de sus intentos, Kain no era capaz de liberarse de su prisión de roca y seguía los duros e incesantes golpes de su enemigo, el cual usaba sus puños y sus piernas para golpear repetidamente el cuerpo del caballero de bronce. - Veo que no gritas ni dices nada, no tengo prisa…estaré dándote golpes hasta que pidas clemencia, chilles de dolor o simplemente mueras, me da igual lo que ocurra primero. - No puedo permitir que este caballero acabe conmigo….tengo una misión que cumplir…..- Murmuró Kain. Mientras el caballero negro seguía golpeándole violentamente, Kain comenzó a concentrarse y sin que su enemigo si percatara, logró transferir parte de su energía cósmica a sus dos látigos tirados en el suelo junto a él. Tras unos segundos de concentración, Kain lograba controlar sus látigos y estos por sorpresa saltaron sobre el caballero negro, logrando atar sus manos. - ¡¡¡¿Qué Ocurre?!!!....¿que es esto?. – Comenzó a preguntarse un desconcertado Tensa. - Has cometido el error de subestimarme, caballero, es hora de que pagues todo el mal que has hecho. – Dijo Kain aumentando su energía cósmica. El caballero de bronce fue capaz finalmente de liberarse de su prisión y tras aumentar su energía, hizo que sus dos látigos soltaran a un desconcertado caballero negro, regresando a sus manos. - Adiós, caballero. – Sentenció Kain. - ¡¡¡ Latigazos cortantes !!!. Aprovechando el desconcierto que reinaba en el caballero negro y una vez liberado, Kain aumentó su energía al máximo y lanzó un nuevo ataque. Esta vez sus látigos, cargados de energía causaron graves cortes como si en vez de látigos se trataran de cuchillos o algún tipo de espada. Según impactaban los látigos cortantes en el caballero negro, este sufría importantes cortes y daños en su armadura hasta finalmente caer derrotado con la sorpresa y el desconcierto aun visibles en su rostro. - ¡¡¡Kain!!!- Gritó Saradan. – Prosigue el camino hacía el castillo, me uniré a ti en cuanto acabe con el caballero negro de Argo Navis. - Muy bien, buena suerte, Saradan. – Respondió Kain a sabiendas que Saradan no aceptaría su ayuda en el combate y confiando claramente en la victoria de su compañero. - Deberías de haber pedido ayuda a tú compañero, caballero. – Señaló Melis de Argo Navis. – Tal vez de esa forma hubieras tenido alguna oportunidad de salir victorioso en este combate. - No necesito la ayuda de nadie para dar cuentas de alguien como tú. – Dijo Saradan. - Como quieras…. Isla Espectro, Océano Pacifico. Sentada en el sillón del trono de la gran sala, la extraña mujer que regía el castillo y a los caballeros allí desplegados se mostraba pensativa al mismo tiempo que su caballero más leal, Drilar, entraba en la sala. - Majestad. – Dijo Drilar tras inclinarse ante la mujer. – Hemos confirmado que el Santuario ha enviado un grupo de caballeros a la isla de la Muerte para acabar con los caballeros negros y recuperar las armaduras de bronce. - Si, estoy al tanto de ello, parece ser que el Patriarca ha decidido dar la orden y acabar con las operaciones de los caballeros negros tras los ataques a los distintos campos de entrenamiento regidos por el Santuario y el robo de las armaduras de bronce. – Expuso la mujer. – El futuro de los caballeros negros no es algo que nos importe lo más mínimo, pero es imperativo que tengamos en nuestras manos las armaduras de bronce robadas y dado que los caballeros negros no podrán cumplir su misión de entregárnoslas, parece que tendremos que ir a por ellas nosotros mismos. - Los caballeros negros merecen acabar siendo derrotados, no han cumplido su parte del acuerdo y encima han permitido que las armaduras de bronce sean recuperadas por los caballeros de Atenea, incluyendo las armaduras de bronce que nosotros robamos y que les cedimos temporalmente como parte del acuerdo. – Comentó Drilar. - Debemos recuperar esas armaduras de inmediato, Drilar. – Apuntó la mujer. – Quiero que envíes a Argos a esa isla y que recupere las armaduras. - ¿Enviar a Argos?....los caballeros de bronce no sabrán que hacer. – Señaló un sonriente Drilar. – Le avisaré y le transmitiré la orden. Isla de la Reina de la Muerte El combate entre el caballero de Plata Saradan de Copa y el caballero negro de Argo Navis proseguía su curso. A pesar de su gran poder y de sus numerosos intentos, el caballero negro no era capaz de golpear con claridad al caballero de Plata, sin saber que Saradan de Copa estaba considerado uno de los más poderosos caballeros de plata del Santuario. - ¡¡¡ Corrientes infernales!!!. – Gritó Melis de Argo Navis. El caballero de Argo Navis lanzó un poderoso ataque tras concentrar su cosmos al máximo. Sin embargo, el ataque del caballero negro fue absorbido por completo por la poderosa aura del caballero de plata, quien inmediatamente de ver como su enemigo lanzaba su ataque, concentró todo el poder del que disponía para aumentar su cosmos. - Adiós, caballero negro. – Dijo Saradan. – ¡¡¡Elixir del dios sol!!!. Una gran luz azulada partió de las manos del caballero de plata con rumbo al caballero negro, quien con postura defensiva y muy desconcertado por lo ocurrido segundos antes con su ataque, esperaba el impacto del golpe. Sin embargo para su sorpresa, el haz de luz paso a través de su cuerpo sin tener ninguna repercusión. Saradan se quedó unos segundos mirando fijamente a su enemigo, para poco después girarse y comenzar a caminar en dirección al castillo. Por su parte, el caballero negro, asombrado por la actitud del caballero de plata y aun desconcertado por lo ocurrido, intentó lanzar un nuevo ataque para detener a Saradan, siendo imposible al verse incapaz de realizar cualquier movimiento. - ¿Qué es lo que me esta pasando?. – Preguntó el caballero negro de Argo Navis. – Se me nubla la vista y empiezo a tener un intenso calor que recorre mi cuerpo. - Estas sufriendo los efectos de mi ataque, caballero. – Comentó Saradan. – Muchas veces uno piensa que el ataque tiene que ser puramente físico y eso es un error, algo que dos compañeros tuyos ya descubrieron en un combate anterior. - ¿Qué quieres decir con eso?...vamos, habla. – Exigió el caballero negro de Argo Navis. – Miserable… - Tú cuerpo ha sido bañado por el elixir de Apollo gracias a su copa celestial. – Respondió Saradan. – Ahora, tú corriente sanguínea se esta viendo interrumpida, las arterias comienzan a obstruirse, el poder de la copa os va privando de la vida poco a poco y vuestros cuerpos se están deteriorando por dentro. Pronto estarás muerto, caballero, es inútil quedarme aquí más tiempo viendo como te consumes. - Espera…lucha….- Intentó decir el caballero negro antes de caer al suelo muerto. Lejos de allí, cerca de la costa, los caballeros de bronce de Eridano, Jirafa y Gallo habían logrado derrotar a los caballeros negros de Tucan, Gallo y Delfín, teniendo vía libre para alcanzar la costa y sacar de la isla las armaduras recuperadas. - Alcancemos lo antes posible la costa, debemos cumplir con nuestra misión de sacar las armaduras de bronce de esta maldita isla. – Señaló Kei de Gallo. - No estamos muy lejos, esperemos contar con la suerte y no encontrarnos con ningún otro caballero negro. – Añadió Archenar de Eridano. Los tres caballeros de bronce salieron disparados con dirección a la costa y llevando a sus espaldas las armaduras de bronce robadas por los caballeros negros. Mientras tanto y en las mismas puertas del castillo de los caballeros negros, los caballeros de bronce de Cancer Minor y Tucan acababan de llegar, siendo los primeros en alcanzar el objetivo. - Vaya, no esperaba encontrar caballeros del Santuario a las puertas del castillo, que inesperada sorpresa – Comentó un caballero negro desde lo alto de un saliente situado sobre las puertas del castillo. - Si, parece que los hemos subestimado más de lo que deberíamos. – Añadió un segundo caballero negro, el cual salió por la puerta principal que daba acceso al castillo. - Caballeros negros….- Dijo el caballero de bronce de Tucan. - ¿Quiénes sois?. - Soy Sawuer, caballero negro de Paloma. – Se identificó el caballero negro más corpulento. - Y yo, Orkis, caballero negro de Ofiuco. - Pues será mejor que os apartéis de nuestro camino inmediatamente, caballeros negros, no hemos llegado tan lejos para ser detenidos ahora. – Apuntó muy decidido el caballero de bronce de Túcan. - Qué arrogancia por vuestra parte, pero no esperaba menos. – Comentó el caballero negro de Paloma. – Prepararos para morir aquí, caballeros de Atenea. El caballero negro de Paloma aumentó su cosmos al máximo y rápidamente se puso en posición de ataque. - ¡¡¡ Vuelo nocturno!!!. Tras aumentar su energía, el caballero de Paloma dio un salto de varios metros de altura y posteriormente, a gran velocidad, cayo planeando y con los brazos extendidos hacia delante en dirección a los dos caballeros de bronce. Con dos rápidos movimientos, los dos caballeros de bronce lograron eludir el ataque, no pudiendo hacer lo propio con el ataque lanzado por el otro caballero negro, quien había aprovechado el momento para atacar por sorpresa. - Miserable, has atacado a traición. – Señaló Rasnal de Tucan. - En un combate no importa los medios empleados para la victoria, solo importa derrotar al enemigo y espero que tengas claro que en este combate, haremos todo lo necesario para acabar con vuestras miserables vidas. – Dijo el caballero negro de ofiuco. - Es mí turno. – Comentó el caballero de bronce mientras comenzó a aumentar su cosmos. – ¡¡¡Arco Iris letal!!! Extendiendo sus brazos en alto, el caballero de bronce de Tucan aumentó su energía hasta sus límites, para posteriormente bajar los brazos hacía los lados creando un bello y luminoso arco iris. Nada más lanzar su ataque, el arco iris creado comenzaba a lanzar distintos destellos usando variados colores en la luz que desprendía. - ¿Qué es lo que ocurre?...no puedo…no puedo ver. Las distintas luces proyectadas por el arco iris del caballero bronce, habían logrado afectar a los ojos del caballero negro, creándole una ceguera temporal. - ¡¡¡ Arco Iris letal!!!. – Gritó Rasnal de Tucan. Aprovechando que el caballero negro de Paloma se encontraba aun afectado por el ataque cegador, el caballero de bronce salió disparado hacía su enemigo. Tras coger una gran velocidad y estando a unos pocos metros de distancia, Rasmal dio un saltó hacía delante, tirándose en plancha y golpeando en el pecho con sus dos puños al caballero negro. Sin poder hacer nada al estar cegado, el caballero negro recibió de lleno el impacto, siendo desplazado varios metros y cayendo al suelo dolorido por el fuerte golpe recibido. - Maldito…- Murmuró el caballero negro de Paloma. - Sería mejor para ti que no te levantaras, el efecto del arco iris letal dura un rato y no me gustaría tener que acabar contigo en estas condiciones. Con claras dificultades, el caballero negro intentó ponerse en pie para reanudar el combate. Sin embargo y pillando a todos por sorpresa, el caballero de bronce de Cancer Minor, Talos, se concentró y atacó al magullado caballero negro- El poderoso ataque del caballero de bronce impactó de lleno en Sawuer de Paloma, cayendo al suelo ya muerto y con su armadura destrozada. - Eso no ha sido muy honorable, Talos, nosotros no somos así. - No podemos perder el tiempo en estos combates, debemos avanzar y adentrarnos en el castillo lo antes posible. Movido por la ira, el caballero negro de Ofiuco se abalanzó sobre los dos caballeros de bronce, que inmediatamente esquivaron el ataque de su enemigo, contraatacando casi al instante. - Debemos dar muerte a este enemigo y proseguir nuestro camino. – Señaló Talos. - Os advierto que aunque seáis dos, venderé muy cara mí derrota y tal vez me lleve a alguno de los dos conmigo al otro mundo. Sin decir nada, el caballero de Tucan concentró su cosmos, preparándose para lanzar su ataque más poderoso. Llegado el momento y tras aumentar su energía hasta el punto necesario, Rasnal de Tucan se propuso a lanzar el ataque. A pesar de que el caballero negro parecía no tener posibilidad de detener el golpe, un poderoso y extraño escudo apareció por sorpresa, deteniendo sin problemas el golpe del caballero de bronce. - ¿Pero que es lo que ocurre?. – Se preguntó el caballero de bronce de Tucan, - ¿De donde ha salido ese escudo?. - Siento una gran fuerza, ¿de donde proviene?. – Dijo el caballero de Cancer Minor. Los dos caballeros, desconcertados ante lo ocurrido, comenzaron a mirar hacía todos lados. Sentían la presencia de un gran cosmos en los alrededores pero no sabían ubicarlo, algo que les incomodaba y les preocupaba. Por su parte, el caballero negro de Ofiuco miró por unos segundos el escudos e inmediatamente se hecho a reír. - Vuestras horas están contadas, caballeros de Atenea. - ¿Qué dices?, ¿de que hablas, miserable?. – Preguntó un insistente Talos de Cancer Minor. - Solo hay un caballero en la isla que tiene un escudo de semejante poder y ese es uno de los doce señores oscuros jajaja. - ¿Uno de los doce señores oscuros?. – Dijo Rasnal de Tucan. Con sus rostros mostrando una gran preocupación, los dos caballeros de bronce prosiguieron su búsqueda visual para intentar localizar al caballero negro que había intervenido en el combate usando su escudo. Al poco tiempo y rodeado por una gran aureola negra, hizo su aparición un caballero negro, el cual extendiendo su mano derecha, recuperó su escudo como si este estuviera imantado. Mirando fijamente a los dos caballeros de bronce, el recién llegado se quedó quieto a las puertas del castillo. - ¿Quién eres tú, caballero? – Preguntó Talos. - Soy Atlor, caballero negro de Libra y uno de los doce señores oscuros. - Es vuestra hora, caballeros, pronto estaréis en el infierno por haber osado atacar a los caballeros negros. – Mencionó el caballero negro de Ofiuco. - Es increíble, siento una gran fuerza en él, su poder es muy superior al de cualquier caballero negro que hemos visto antes. – Murmuró Talos. - Tendremos que estar muy atentos y protegernos bien, debemos hacerlo por Atenea y por la misión. – Añadió el caballero de bronce de Tucan. - Jajajajajaja, ¿Estáis listos para morir?...jajajaja. – Dijo un sonriente caballero negro de Libra. Continuara… - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 23:42:50 +0000

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