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Capitulo 19: Argos y el León. En capítulos anteriores… Tras acudir en ayuda de sus compañeros, Spica de Virgo se mide al caballero negro de Libra, mostrándose superior en el combate y necesitando el caballero negro la asistencia inmediata de otro oscuro guerrero, el caballero negro Asdrul de Virgo. A pesar de la superioridad numérica y los numerosos intentos por parte de los dos caballeros negros, Spica se muestra superior en todo momento y usando varios de sus ataques más poderosos, logra derrotar a sus dos enemigos, siendo el primer caballero del Santuario en cruzar las puertas del castillo negro. Por su parte, Altarf de Cáncer se mide al caballero negro Urian de Leo en un difícil combate y donde el caballero negro se muestra dispuesto a acabar con todo servidor de Atenea. Urian se muestra como un gran enemigo, con técnicas poderosas y siendo un peligro para su oponente. Sin embargo, Altarf muestra claramente la superioridad del poder de un caballero de oro y consigue derrotarlo. Tras su victoria, el castillo esta a solo un paso de Altarf. Y ahora, la continuación. Siguiendo con su misión, los caballeros de bronce de Eridano, Jirafa y Gallo prosiguen lo más rápido posible su avance hacía la costa, donde tienen la misión de subir a un barco y sacar de la isla las armaduras de bronce recuperadas y las cuales habían sido robadas por los caballeros negros de distintos campamentos afines al Santuario. - Estamos muy cerca, pronto estaremos en la costa y podremos sacar al fin las armaduras de esta maldita isla. – Comentó Helgar de Jirafa. - Me sentiré realmente seguro cuando estemos a bordo del barco y veamos de lejos esta isla. – Dijo Kei de Gallo. – Hasta ese momento, debemos estar atentos. - Esa es una magnifica sugerencia jajajaja. – Señaló una extraña voz acompañada de una gran ráfaga de energía. Sin saber el origen y totalmente sorprendidos, los tres caballeros de bronce no pudieron evitar la ráfaga de energía, saliendo los tres por los aire tras recibir el ataque. A poco metros de distancia entre si y heridos, los tres caballeros de bronce intentaban ponerse en pie mientras el causante del ataque se hizo visible. Ante los tres caballeros de bronce, un enorme y gigante caballero apareció ante ellos muy sonriente. Su tamaño era descomunal, superando con creces los dos metros de altura y portando una armadura como nunca antes habían visto, plagada de ojos brillantes. - Jajajajaja, creo que mi estancia en esta asquerosa isla será por suerte menor de lo que esperaba. - Es increíble, que gran despliegue de poder. – Murmuró Kei de Gallo. - ¿Quién eres?, tú no eres un caballero negro, ¿Qué es lo que quieres? – Preguntó Helgar de Jirafa. - Jajaja, ¿un caballero negro?, jamás me comparéis con esos miserables, son casi peores y más débiles que vosotros. – Dijo el extraño caballero. – Soy Decaron de Argos. - ¿Decaron de Argos? – Se preguntó Kei de Gallo. - Si no eres un caballero negro…. ¿quien eres entonces? ¿Qué buscas aquí? – Preguntó Archenar de Eridano. - Arghh, demasiadas preguntas hacéis y no tengo ni ganas no tiempo de responderlas. – Comentó Decaron. – Entregarme esas armaduras y tal vez os mate rápidamente y sin dolor. - Así que estas interesado en las armaduras de bronce, trabajas entonces para los caballeros negros. – Dijo Helgar de Jirafa. – No pensamos entregarte nada, daremos nuestra vida para proteger esas armaduras. - Como queráis, en cualquier caso vuestro destino estaba ya escrito. – Señaló Decaron. – ¡¡¡ Vais a desaparecer!!! Bajo la atenta y preocupada mirada de los caballeros de bronce, el caballero de Argos comenzó a reunir su fuerzas y concentrando su cosmos al máximo mostrando un gran despliegue de poder que hacía temblar el suelo. ¡¡¡ Embrujo de Hera!!! Con su energía aumentada al máximo, Decaron empleó una táctica en la cual los cien ojos que se dispersaban por su armadura, comenzaron a brillar con una luz de un bonito color morado. Sin percatarse de los efectos, los tres caballeros de bronce permanecieron inmóviles, quedando poco a poco hipnotizados por la belleza de las luces lanzadas por Argos, las cuales al cabo de unos pocos segundos, fueron acompañadas de un dulce sonido. Sin la menor resistencia, Argos se acercó a donde se encontraban las armaduras de bronce para comprobar que estaban las correctas y las que tendría que llevarse. - Pobres idiotas, son aun más débiles de lo que pensaba. – Murmuró Decaron de Argos mirando muy sonriente a sus enemigos. - ¡¡¡ Meteoro Titán!!! Con sus tres enemigos inmóviles y aun bajo los efectos de su primer ataque, Decaron aumentó su cosmos y lanzó con su puño derecho una enorme y poderosa bola de energía, la cual sin poder hacer nada, impacto sobre los tres caballeros de bronce, los cuales salieron volando por los aires para caer a varios metros de distancia y mientras sus armaduras se iban cayendo a pedazos durante la caída. - Ha sido muy fácil, no entiendo como los caballeros negros han podido tener tantos problemas con estos patanes. – Comentó Argos mientras se disponía a tomar posesión de las armaduras. - No tan rápido, esas armaduras no te pertenecen y no permitiré que te hagas con ellas, caballero. - ¿Quién esta ahí? - Soy Ioras, caballero de oro del signo de Leo. - Vaya, vaya, un caballero de oro, que inesperado honor. – Dijo el caballero Argos con evidente sarcasmo. – Creo que llegas tarde para ayudar a tus compañeros, ya son fiambres y debo decir, que ha sido terriblemente decepcionante lo fácil que ha sido para mi. - Yo me ocupare de que pagues por tus acciones y que sus vidas no se hallan perdido en vano. - Jajaja, valor y confianza no te faltan, eso me gusta y lo esperaba en un caballero de oro. – Dijo Decaron. – Será un placer medir mis fuerzas a ti, para mi no eres más que otro patán del santuario pero con armadura dorada. - Te haré tragarte esas palabras. - Jajaja, ¿en serio?, pues ven, caballero, te espero. – Desafió el caballero de Argos. ¡¡¡ Por el rugido del león de Nemeas!!!!. Ioras aumentó al máximo su energía cósmica hasta el punto de que el suelo comenzó a temblar, algo que en cualquier caso no impresionó en absoluto a Argos. Inmediatamente, Ioras lanzó su ataque sobre el enorme caballero, creando una serie de ráfagas de energía bañadas en una brillante y cegadora luz dorada. El ataque estaba a punto de alcanzar al caballero de Argos, cuando este de repente concentró su cosmos y los cien ojos dispersos en su armadura comenzaron a brillar hasta crear una barrera que logra detener el ataque del caballero de oro. - No es posible, ha detenido mí ataque. - ¿Sorprendido, caballero? – Preguntó un sonriente Decaron. – Espero que tengas algo más en tú repertorio o mi defensa no tendrá problemas. - No te preocupes, aun tengo algunas armas a las que tú defensa no podrá contener, te lo aseguro. - Creo que antes te enseñare yo algunas de mis cartas. – Señaló el caballero de Argos aumentando su energía. - ¡¡¡ Por el puño de Atlas!!! El caballero de Argos concentró su energía en su puño derecho, lanzando un poderoso golpe sobre el caballero de oro. A pesar de la violencia y la rapidez del golpe, Ioras logró eludir a su enemigo pero quedando sorprendido al comprobar como el ataque del caballero de Argos había logrado destruir toda una montaña a sus espaldas. - Ha destruido esa montaña con el poder desplegado, he tenido suerte, de haberme alcanzado me hubiera causado serios problemas. – Reflexionó Ioras. - ¿Quieren eres, caballero?, esta claro que no perteneces a esta isla. - No soy un caballero negro, eso creo que ha quedado muy claro, estoy más allá de ellos y de sus líderes. – Comentó Decaron de Argos. – Yo sirvo a mí gran señora y diosa, cumpliendo todos sus designios y ordenes. Ella es la que me ha enviado aquí para apoderarme de esas armaduras de bronce y eso es algo que pienso hacer tras acabar con tus compañeros y contigo. - ¿Una diosa?, ¿sirves a una diosa? – Volvió a preguntar Ioras con el fin de aclarar la situación. - No pienso decirte más, caballero. Argos aumentó su energía para lanzar un nuevo ataque a un Ioras, preocupado por la información que acababa de conseguir. ¡¡¡ Embrujo de Hera!!!. – Gritó Argos. - Ya he visto ese ataque y no pienso caer en él. – Dijo Ioras mientras su energía iba subiendo. Argos había decidido detener su avance al no ser eficaz sobre el caballero de oro. Por su parte, Ioras se mantenía inmóvil y con la mirada fija en su enemigo a la espera de su próximo movimiento. Los dos caballeros se miraban fijamente cuando de repente, Argos caía al suelo tras ser desplazado varios metros a causa de un ataque recibido por la espalda. - ¿Pero que…?. – Se preguntó Ioras al no saber que había pasado y antes de distinguir a Kei, el caballero de bronce de Gallo, malherido y con su armadura muy dañada. – ¿Kei?, veo que has podido sobrevivir. - Si, no tengo muchas fuerzas, pero ese monstruo no me ha derrotado aun y puedo ayudarte. – Dijo un Kei que apenas podía tenerse en pie. - ¡¡¡Insecto!!! – Gritó Decaron visiblemente enfurecido y mientras se puso en pie. – Como te has atrevido a atacarme y sobre todo por la espalda, ¡¡¡maldito!!! Pensé que había acabado con tú miserable vida antes, pero parece que no has tenido suficiente. Por mí de acuerdo, así podré acabar contigo lenta y dolorosamente, será el precio que pagaras por osar atacarme. - Ya veremos, eres muy grande y cuando más grande peor es la caída. – Apuntó con decisión el caballero de Gallo. - Empiezo a sospechar que mí ataque de antes si que te afectó, ¿acaso te has visto?, ni estando en tu mejor forma tendrías alguna posibilidad. – Expuso Decaron. - ¿Cómo pretendes hacerme algo si apenas te tienes en pie y tu armadura esta en esas condiciones?, pobre loco. Pero esta bien, si es lo que quieres…. Argos concentró su cosmos para atacar al caballero de bronce cuando era interceptado por sorpresa por Ioras de Leo. - No pienses que voy a quedarme al margen. – Apuntó Ioras. - Así que dos contra uno, eso iguala un poco el combate, luchando uno solo no había color y tenía que limitar muchos mis ataques, pero ahora que sois dos, la cosa cambia jajaja. - ¡¡¡Por la garra dorada!!! – Dijo Ioras tras aumentar su energía. - No pienses que vas a poder derrotarme con un ataque como ese, ¡¡¡ Ni hablar!!! – Apuntó un sonriente Decaron de Argos. - ¡¡¡ Por las llamas sagradas!!! – Atacó al mismo tiempo Kei de Gallo. Los dos ataques se dirigieron rápidamente hacía Argos, quien sin moverse de su sitió miró ambos ataques y extendió sus brazos en cruz apuntando con cada mano extendida a uno de los ataques. - ¡¡¡ Coraza fantasma!!! El caballero de Argos logró crear una barrera de energía a su alrededor capaz de detener el ataque de ambos caballeros al mismo tiempo. - Es imposible, ha detenido mí ataque sin moverse. – Reflexionó Ioras con cierto asombro. - Ahora es mí turno. – Comentó Decaron. - ¡¡¡ Por el puño de Atlas!!! El terrible y poderoso golpe de Argos alcanzó de lleno a Ioras, que sin poder evitarlo fue golpeado en el pecho y desplazado a varios metros. Inmediatamente después, fue Kei quien recibió el ataque del caballero de Argos, perdiendo el sentido y quedando gravemente herido. - Al fin he podido acabar con ese insecto, estaba siendo molesto y no me dejaba centrarme en el autentico combate contra el caballero de oro. – Pensó Decaron. – Bien, Ioras de Leo, sigamos con nuestro enfrentamiento, estoy deseando saber hasta donde es capaz de llegar un caballero de oro. - ¡¡¡ Estoy preparado!!! Mientras tanto y en otra zona de la isla, el caballero de oro Elnath de Tauro se acercaba al castillo, al cual ya podía divisar a escasa distancia. Con gran rapidez, Elnath logró alcanzar la puerta del castillo, donde para su satisfacción se encontraban los caballeros Jaga de Orión, Altarf de Cáncer y Ural de Hindus. - Vaya, parece que hemos superado las defensas de los caballeros negros y hemos alcanzando el castillo. – Comentó Elnath de Tauro. – Aunque parece que no todos lo hemos conseguido. - Sea como sea hemos alcanzando nuestro objetivo y ahora debemos acabar con la misión. – Dijo Jaga de Orión. - Creo que alguien ya se nos ha adelantado. – Apuntó un sonriente Altarf mirando los cuerpos sin vida de los caballeros negros de Libra y Virgo. – Creo que Spica de Virgo ya esta en el castillo. - Si es así no debemos demorarnos en ayudarle. – Comentó Elnath. – Vayamos a lo alto del castillo, sin duda allí estará la sala principal. - Yo no iría tan rápido. – Intervino una voz por sorpresa. - ¿El caballero de oro de Capricornio? – Se Preguntó Jaga de Orión. - No sabíamos que estuvieras en la isla y de hecho, no sabíamos nada de tú identidad hasta hoy. – Añadió Altarf de Cáncer. - Soy Ayax, caballero de oro de Capricornio y os puedo contar algunas cosas del castillo que os servirán para tener éxito en la misión de poner fin a la amenaza de los caballeros negros. - ¿Y como sabes tú tanto? – Preguntó Elnath. - Por que hasta hace unas horas, yo era un caballero negro y en particular, uno de los doce señores oscuros. Los caballeros del Santuario se quedaron sorprendidos y desconcertados ante tal revelación. - ¿Cómo es eso posible? – Preguntó Jaga de Orión. - Tiempo atrás cometí un error por el cual aun hoy y durante el resto de mí vida mi alma no descansara en paz. – Expuso Ayax. – Eso me alejó de mis obligaciones y mi lealtad hacía la diosa Atenea, perdiendo mi rango de caballero de oro y acabando en esta isla maldita como un caballero negro. Pero por fortuna, la diosa Atenea ha decidido otorgarme el honor de servirla de nuevo y olvidar mis acciones, siendo de nuevo reconocido como el caballero de oro de Capricornio. Y aquí estoy, uniéndome a la batalla de mis compañeros contra las fuerzas del mal. - Me alegra pues que estés con nosotros, caballero. – Dijo Altarf. – Solo la diosa Atenea puede juzgar tus acciones y si ella te ha otorgado su confianza y protección, nosotros estamos contigo. - Hablabas de que conocías bien el castillo, cuéntanos. – Comentó Elnath. - La sala del consejo lemuriano se encuentra en la zona más alta del castillo, en la sala del trono, allí se encuentran Maril, líder del consejo y también Sayan, el otro lemuriano que gobierna en esta isla. – Expuso Ayax. – Pero para llegar allí hay que cruzar varios niveles del castillo, algunas protegidas por los caballeros negros aun supervivientes. - Esos caballeros rendirán cuentas como sus compañeros ya derrotados. – Dijo Elnath. – Pondremos fin a la amenaza de los caballeros negros de una vez por todas. - Debéis andar con cuidado, de los caballeros negros en interior del castillo, hay algunos muy poderosos y aun quedan tres señores oscuros. – Expuso Ayax. – Debemos tener especial precaución con Castor de Géminis, es el caballero negro más poderoso de todos y su poder iguala al de los caballeros de oro. - Eso no me impresiona para nada, otro señor oscuro que morderá el polvo. – Señaló un sonriente Jaga. – No perdamos más tiempo, Spica esta solo en el interior del castillo. - Vamos, adelante. – Añadió Elnath de Tauro. Liderados por el caballero de oro de Tauro, uno a uno, los caballeros del Santuario se adentraron en el santuario, siendo Ayax de Capricornio el ultimo en entrar. Por su parte, el caballero Ioras de Leo proseguía con su duro combate ante el caballero Decaron de Argos, quien se había mostrado como muy superior a los caballeros negros y cuyo origen aun no estaba claro. - Reconozco que había subestimado el poder de los caballeros de oro, nunca antes alguien había logrado aguantar tanto en un combate contra mí, te felicito. – Expuso un sonriente pero algo cansado Decaron de Argos. – No obstante, que eso no te de esperanzas de victoria, hoy morirás, caballero. - Eso esta por verse, aun no he dicho mí última palabra. – Dijo Ioras. - Como quieras, caballero de oro. – Apuntó Decaron. - ¡¡¡ Meteoro Titán!!! Decaron aumentó su cosmos y lanzó con su puño derecho una enorme y poderosa bola de energía, cuyo poder hizo levantarse el suelo a su paso mientras se dirigió velozmente hacía Ioras. Aunque logró ver el ataque, Ioras fue incapaz de detener el golpe, siendo alcanzando de lleno el pecho, siendo desplazado a varios metros de distancia y quedando algo aturdido. - Parece que el juego esta llegando a su fin, caballero. – Comentó Decaron mientras se acercó lenta y confiadamente hasta el sitio donde Ioras, aun aturdido, intentaba ponerse en pie. – Has demostrado ser un buen rival, pero estas muy lejos de mí y eso es lo que te va a costar la vida. ¡¡¡ Por el rugido del león de Nemeas!!!!. – Gritó Ioras tras ponerse en pie rápidamente para sorpresa de Decaron. Pillando por sorpresa al caballero de Argos, Ioras fue capaz de alcanzar de lleno a su enemigo, dándole un fuerte golpe que no solo tumbaría a Decaron, si no que además lograría agrietar su armadura en la zona del pecho. - Maldito, pagaras esta osadía. – Dijo con rabia Decaron. - Ya te dije que yo no había dicho aun mi ultima palabra, estas demasiado confiado y eso será tú perdición. Decaron de Argos y Ioras se cruzaron las miradas por unos segundos, cuando de repente, un inesperado ataque golpeó por la espalda a Ioras de Leo, cayendo este al suelo a varios metros visiblemente dolorido del ataque recibido de forma cobarde. Inmediatamente, la figura de un extraño caballero apareció tras Ioras. - Eso es por lo que le hiciste a Trulor en el santuario. – Dijo el extraño guerrero en referencia a lo ocurrido en el santuario entre Ioras de Leo y un guerrero llamando Trulor, quien acompañado por otro guerrero quisieron robar la armadura de Pegaso. - Son de Gecko, ¿Qué es lo que haces aquí?, esta misión iba a ser solo mía. – Preguntó Decaron algo contrariado. - Y así es, la misión sigue siendo tuya, pero nuestra señora pensó que un segundo caballero como apoyo podría ser necesario llegado el momento y creo que ese momento ha llegado. – Expuso el caballero llamado Son, el cual portaba una armadura negra pero muy brillante, diferente a la de los caballeros negros. – Debemos acabar con el caballero de oro inmediatamente y salir de esta isla. - ¿A que vienen esas prisas?, quiero divertirme con este gusano y tú me estas molestando. - No hay tiempo para eso, tengo órdenes de decirte que cumplas la misión lo antes posible. – Insistió Son. – Te dejare acabar con el caballero de oro, pero hazlo rápido o será cosa mía. - No se te ocurra intervenir o te partiré en dos, espero haber sido claro. – Señaló Decaron ante la sorpresa y el cierto miedo de Son de Gecko, pues sabia que Decaron era más poderoso que él. - Me has atacado a traición, una muestra más de que vosotros, seáis quienes seáis, mantenéis el mismo espíritu de honor durante un combate. – Comentó Ioras mientras se puso en pie. – Pues ahora veras lo que es bueno. Ioras concentró su cosmos al máximo, llegando a superar cualquier nivel alcanzando hasta el momento durante el combate y lanzando un poderoso ataque contra Son de Gecko. Sin embargo y en el momento de atacar a su enemigo, Decaron no dudo un instante y lanzó su ataque contra Ioras, quien sin apenas tiempo de reacción fue alcanzando por el ataque, perdiendo parte de su armadura y cayendo al suelo malherido. - Parece que todo ha terminado, esta vez dudo mucho que pueda ponerse en pie. – Murmuró Decaron. – Vamos, ayúdame con las armaduras. – No tenías tanta prisa. - Esta bien, así podremos dejar cuanto antes esta isla. – Respondió Son Los dos caballeros se acercaron a donde se encontraban las armaduras de bronce, cercanas a los cuerpos ya sin vida de los caballeros de bronce de Jirafa y Eridano. Los dos guerreros se disponían a coger las armaduras cuando de repente un gran cosmos les llamó la atención. - ¿Qué es lo que ocurre? ¿De donde proviene ese cosmos? – Preguntó un desconcertado Son de Gecko. - Es muy poderoso, que gran cantidad de energía. – Añadió Decaron. - A donde creéis que vais, no pienso dejar que os marchéis con esas armaduras. – Dijo Ioras de Leo ante la total sorpresa de los dos caballeros. - ¡¡¡ Ioras!!! no puedo creerlo, ¿aun sigues vivo?. – Preguntó un sorprendido Decaron. – No es posible, ¿Cómo puedes reunir esas fuerzas en tú estado? - Su energía esta creciendo más y más, es inaudito. – Señaló Son de Gecko Los dos caballeros estaban perplejos. Ioras se encontraba de pie frente a ellos y aunque su armadura mostraba graves daños e incluso había perdido algunas partes y a pesar de sus heridas, el caballero de oro se encontraba de pie frente a ellos con su cosmos al máximo y aumentando por segundos. - Os reservo una sorpresa final. – Apuntó Ioras con una cierta sonrisa. - ¡¡¡Garras doradas!!! Ioras hizo explotar su cosmos y la gran cantidad de energía que había logrado reunir salió concentrada en su ataque final y más poderoso, creando una poderosa onda de energía dorada de la que empezaron a salir numerosos y poderosos rayos cortantes, que sin resistencia, golpearon en repetidas ocasiones a Decaron y Son, destruyendo gran parte de sus armaduras. - Es…es imposible, como ha podido lanzar semejante ataque, estaba prácticamente muerto. – Dijo con gran dificultad Decaron en sus últimos instantes de vida. - Lo he conseguido, esos miserables no se llevaran al fin las armaduras. – Comentó Ioras mientras Kei, el caballero de bronce de Gallo, se le acercó. - ¿Kei?, sigues vivo. - Si, así es, aunque creo que ahora mismo no estoy para muchos trotes dado mi estado. – Respondió Kei visiblemente herido y con su armadura casi destruida. – Lo has logrado Ioras, has logrado la victoria y has salvado a las armaduras de bronce. - No me queda mucho tiempo, la victoria ha sido dura y ha costado mucho, pero al menos las armaduras regresaran al santuario. - Descansa en paz, caballero de oro, tú sacrificio no ha sido en vano y yo me ocupare de las armaduras de bronce, puedes estar seguro. – Comentó Kei mientras tapo el cuerpo de Ioras con su propia capa como señal de respeto. - Es una suerte que el caballero de Leo no sea testigo de cómo su valentía y sus acciones no han servido para nada. – Expuso una extraña voz sorprendiendo a Kei. - ¿Quién eres? - Soy Lizzer de Espejo, espectro terrestre de la tierra Hábil y he venido para llevarme esas preciadas armaduras por las que el caballero de oro ha dado inútilmente su vida. – Comentó el extraño caballero. – No obstante, lo admito, he quedado muy sorprendido al ver las fuerzas de Ioras de Leo y no esperaba que pudiera derrotar a Decaron, mucho menos a los dos caballeros a los que ha derrotado. Supongo que habrá que tener cuidado en el futuro con los caballeros del Santuario. - Has estado aquí todo el tiempo y no has intervenido hasta estar bien seguro de tus posibilidades. – Señaló Kei. – Cobarde, ni siquiera has ayudado a tus compañeros. - Ellos se lo buscaron por no terminar con Ioras cuando tuvieron su oportunidad. – Apuntó Lizzer – Ahora, cogeré esas armaduras y me iré sin combatir, perdonando tú vida dado que me encuentro generoso. Por favor, no cometas el error y la imprudencia de intentar detenerme. - ¿Acaso crees que voy a dejar que te vayas sin más? – Preguntó un enfurecido Kei de Gallo. – Ioras y dos caballeros de bronce han dado sus vidas por esas armaduras, no pienso permitir que te las lleves. - Vaya, sabia que al final cometerías ese error de la lealtad y la obligación moral que tienen los caballeros de Atenea. – Dijo un sonriente Lizzer. – Dado tú estado no podrías ni lanzarme un ataque, ¿es que quieres morir? - Kei, yo me ocupare de él. – Intervino una voz ante la sorpresa del caballero de bronce y del espectro. - Eres tú, Pólux, el caballero de oro de Géminis. - El mismo y yo me ocupare de ese espectro, no te preocupes. – Dijo Pólux. – Escúchame bien, espectro, puedes decirme quien te envía e irte en paz o intentar llevarte las armaduras y pelear conmigo, en cuyo caso, te aseguro que no volverás a ver la luz del día. - Desgraciadamente regresar de donde vengo con las manos vacías e informando de la muerte de dos de mis compañeros no es una opción para mí. – Expuso Lizzer. – No obstante, no tengo planeado combatir en estos momentos en un arduo y largo combate contra un caballero de oro y mucho menos contra ti, Pólux de Géminis, aquel que se dice es el más poderoso de entre los doce caballeros de oro. - Si es así, será mejor que te vallas lo antes posible. Lizzer concentró ligeramente algo de su energía y usando unos excelentes poderes psíquicos, logró elevar la caja que contenía la armadura de bronce de Pegaso y llevarla hasta su lado. - Creo que al menos regresaré con algo entre las manos y demostrar que mí misión ha servido para obtener la armadura de bronce de Pegaso. – Señaló Lizzer con una amplia sonrisa. – Adiós, caballeros, nos veremos…pronto. Bajo la sorpresa de Pólux y Kei, el espectro y la armadura de bronce desaparecieron al instante, demostrando así el espectro su poder de la teletransportación. - Ha logrado llevarse la armadura de bronce de Pegaso. – Dijo Kei muy contrariado. - Es cierto y también nos ha dado información. – Señaló Pólux. – Se trata de un espectro, lo cual es una pésima y desconcertante noticia por que solo hay unos espectros y son los de Hades, los cuales están encerrados, por lo tanto, el que sea un espectro es todo un misterio. Y además, ha mostrado especial interés por la armadura de Pegaso. No hay duda de que hay algo mas tras los caballeros negros y sus acciones, esta es la prueba. Bien, no tenemos tiempo que perder, recojamos el resto de las armaduras y los cuerpos de los caballeros caídos, regresaremos al Santuario. - Al menos hemos recuperado el resto de las armaduras robadas, es un paso importante, no hay duda. – Pensó Kei. Al cabo de unos minutos y mientras Kei reunía los cuerpos de los caballeros caídos, un grupo de caballeros liderados por Saradan de Copa llegaron de la zona de batalla en lo alto de la isla. Eran los caballeros de Tucan, Canis Minor y Cancer Minor, quienes tras entablar combate con los caballeros negros, habían sido heridos de gravedad y obligados a retirarse de la batalla. - Pólux, ¿Qué es lo que ha ocurrido aquí? – Preguntó Saradan. ¡¡¡ Ioras!!! - El caballero de Leo lucho bien ante sus dos enemigos y acabó con ellos con un gran ataque. – Expuso Pólux. – Pero desgraciadamente el combate fue muy duro y al final, dio su vida por lograr mantener a salvo las armaduras de bronce. - Nunca pensé que los caballeros negros pudieran ser tan poderosos e incluso llegaran a derrotar a un caballero de oro. – Señaló Saradan de Copa. - No ha sido un caballero negro, han sido dos espectros que aparecieron por sorpresa para hacerse con las armaduras. – Comentó Kei. – Mataron a los caballeros de Jirafa y Eridano e intentaron hacerse con las armaduras, pero Ioras logró impedirlo dando su vida a cambio. - ¿Espectros?, pero eso significa que Hades….- Murmuró Saradan. - No parecían guerreros de Hades, pero aun así, esta claro que eran espectros. – Señaló Pólux. - Es una tragedia la muerte de los tres caballeros, pero por suerte, su sacrificio ha servido para recuperar las armaduras de bronce, ahora podremos ponerlas a salvo. – Dijo Kain de Canis Minor. Mientras los caballeros se encargaron de reunir las armaduras de bronce y los cuerpos de sus compañeros caídos, Pólux, todo un maestro en la teletransportación y las dimensiones paralelas, abrió un portal aumentando ligeramente su energía. - Esta puerta dimensional os llevara directamente al templo de Géminis en el Santuario. – Señaló Pólux. – Poner las armaduras a salvo e informar al Patriarca de lo ocurrido y la aparición de estos extraños espectros. - ¿Tú no vienes? – Preguntó Saradan de Copa. - No, aun tengo asuntos en esta isla y debo acudir en ayuda del resto de caballeros. - Muy bien, Pólux, buena suerte. Uno a uno, los caballeros heridos fueron cruzando la puerta dimensional creada por Pólux, llevando consigo las armaduras de bronce recuperadas y los cuerpos sin vida de sus compañeros. Tras cerrar la puerta unos minutos después, Pólux se alejó de la zona rumbo al castillo con el fin de reunirse con sus compañeros lo antes posible. CONTINUARA…
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 23:51:02 +0000

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