Capitulo 3.- ____ contuvo el aliento. —¿En Texas? —Tal y - TopicsExpress



          

Capitulo 3.- ____ contuvo el aliento. —¿En Texas? —Tal y como lo dice parece que le esté ofreciendo la luna —le dijo él riéndose. —No puede imaginarse cómo detesto la ciudad —contestó ella, apartando un mechón de pelo de su rostro—. Como todavía no estoy repuesta del todo no hago más que toser con el humo de los coches, y el apartamento en el que vivo es una lata de sardinas. Robert Bieber ladeó la cabeza, frotándose la nuca, como si de repente estuviera teniendo dudas. —Bueno, la verdad es que no sería fácil... tener que trabajar para mi hermano, quiero decir —murmuró—. Tiene un carácter bastante fuerte, ¿sabe? Y tendría que comentárselo primero, y el salario no sería mucho... Y conociendo a mi hermano acabaría usted haciendo de chica para todo. Es que no tenemos una empleada del hogar... —añadió a modo de explicación. —Oh, no me importaría tener que cocinar o limpiar. Me gustan las tareas de la casa. En realidad soy una persona muy hogareña. —Bueno, en ese caso... —murmuró él—. ¿Tiene usted teléfono? Ella frunció los labios y meneó la cabeza. —Parece que estamos en el mismo barco, ¿eh? —le dijo él con una sonrisa compasiva. —Pero podría dejarme un mensaje en la empresa de trabajo temporal —se le ocurrió a ____ de repente. —De acuerdo. Voy a estar en la ciudad unos días más, así que cuando hable con Justin llamaré a su empresa antes de volver a Texas, ¿le parece? —Gracias. Sería estupendo —respondió ella—. Pero, ¿no le causaré problemas con su hermano? —Tranquila, estoy acostumbrado a lidiar con él. Son muchos años juntos —le dijo guiñándole un ojo—. Y gracias por el magnífico trabajo que ha hecho con las cartas. Le enviaré un cheque a su empresa, ¿de acuerdo? —De acuerdo. Cuando salió del hotel, se sentía como si fuera flotando, pero al llegar a la empresa de trabajo temporal, la señora James fue tan desagradable como siempre. —Llegas tarde. He tenido que rechazar a un cliente. —Lo siento, es que eran varias cartas y el autobús tardó mucho en llegar. Además, había mucho tráfico... —Está bien, déjate de excusas —la cortó con brusquedad la mujer—. Tengo otro encargo para ti. Un político. Necesita que le mecanografíen el discurso que va a dar, y luego tendrás que hacer varias copias para la prensa. Aquí está la dirección. _____ tomó el papel que le tendía y suspiró. No estaba precisamente a dos manzanas de allí. —No tienes que llevar máquina, así que déjala ahí. Y puedes irte a casa cuando acabes. Y mañana te quiero ver aquí a primera hora. _____ dejó el maletín en el suelo y volvió a salir a la calle. Aquella vieja bruja no estaba haciéndole ningún favor al permitirle irse a casa al acabar el encargo. Probablemente entre la ida, y el tiempo que estuviera allí, terminaría bastante tarde. ¡Ojalá le saliera lo de ese trabajo en Texas! El político resultó ser un concejal, y no sólo parecía haberlo pillado de buen humor, sino que además se mostró generoso y le dio una buena propina, así que ____ se dio un pequeño homenaje tomando una buena cena en un restaurante de la zona antes de volver al apartamento donde vivía de alquiler. La casera no era la simpatía personificada, pero al menos el precio era barato y el lugar estaba en buenas condiciones. Se quedó dormida en cuanto se acostó, pero se despertó de madrugada, y no pudo evitar empezar a darle vueltas a las cosas, y a pensar en la pesadilla de la que apenas había salido, en el estrés de la vida que había llevado en Nueva York. Al principio había parecido un sueño que la hubiera contratado una de las agencias de decoración más importantes de la ciudad, pero pronto la fantasía se tornó en una feroz competición por los encargos más jugosos, interminables fiestas a las que tenía que acudir para conseguir clientes, fechas tope que cumplir... Aquello fue demasiado para sus nervios, y su cuerpo acabó pasándole factura. Lo peor era que ni siquiera había sido elección suya el ir a Nueva York. En Atlanta había sido feliz, pero sus padres habían insistido en que las mejores escuelas de diseño de interiores estaban en Nueva York, y se había dejado convencer. Dos años después de su graduación, morían en un accidente de coche, cuando se dirigían a ver a unos amigos en Navidad. Para entonces, ella tenía ya un puesto en una exclusiva firma de decoración, y, quizá para ahogar el dolor de la soledad y la pérdida, se volcó en el trabajo hasta extremos insospechados. Y así había sido como había acabado con neumonía en un hospital en el que había permanecido varios días del mes de marzo. Se había quedado literalmente sin fuerzas, y en ese mundillo en el que no se le concedía un respiro a nadie, había sido reemplazada enseguida por un joven prometedor recién llegado de Philadelphia, y se había encontrado sin empleo. No tuvo más remedio que dejar el lujoso apartamento cuyo alquiler de todos modos ya no podía pagar, vender sus pieles y ropa de diseño, las joyas... Y irse al sur. Sin embargo, no había forma de encontrar trabajo en su campo, y finalmente había acabado recalando en la empresa de trabajo temporal de la señora James, aprovechando sus conocimientos de mecanografía.
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 20:57:47 +0000

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