Capítulo 6 – Diario parte 1 El nombre ponía “Claire D.” - TopicsExpress



          

Capítulo 6 – Diario parte 1 El nombre ponía “Claire D.” al lado estaba escrita su dirección de correo, su nombre figuraba en el molesto cuadro que ponía “Personas que te bloquearon de su lista de contactos”… No supo qué decir… lo único que resonaba en su cabeza era eso, ese nombre… “Claire-Claire-Claire-Claire” una y otra vez, a la vez que leía y releía la línea en la que estaba enunciado el nombre. Esto no podía ser... es decir, ¿acaso era eso posible? No, esto sólo solía ocurrir en las novelas y cuentos fantásticos. Esa Claire, no podía ser la misma que ella conocía: la de ojos verdes y cabello castaño… no podía ser… Sin embargo, aún no tenía un recuerdo claro acerca de esto. En su cabeza, cualquier cosa relacionada con esa muchacha, era difusa y enredada. Un momento… en ese lugar se leía “Claire D.” la “D” podía hacer la diferencia. Pensó con todo su potencial cerebral, intentando recordar el apellido de la chica… pero comenzaba con “H”: “Hunt”. Entonces no, no era posible… esa que estaba nombrada ahí no podía ser, no podía; pero y… ¿esa sensación de familiaridad? A pesar de que, como ya se señaló antes, Leila no tenía un recuerdo claro de estos hechos. Pensó un momento y un nuevo foco se encendió en su cabeza, el segundo nombre de Claire, era Diane. -Claire Diane Hunt… - pensó la de ojos gris en voz alta, ese nombre en sí le parecía haberlo escuchado antes. Prefirió dejar de llenarse la cabeza de ideas erróneas y de una vez buscó una prueba objetiva de quién realmente era esa muchacha. Alzó el diario color celeste que anteriormente había estado agarrando y vio desde la primera página. Eran escritos casi ilegibles que parecían ser de la primaria. En ellos hablaba acerca de la cantidad de deberes que les ponían los profesores día a día, de lo mucho que estudiaba… de lo mucho que le dolía que sus padres no le presten atención. Por un momento, Leila se detuvo a leer: 18 de mayo de 2005 Hola, como siempre, aquí escribo de nuevo. No diré mucho, los profesores nos pusieron demasiada tarea y creo que si tardo mucho en escribir no podré acabar mis tareas. Mi cumpleaños es en dos semanas y mis papás ni siquiera lo comentaron. Ojalá no se les olvide como ese en el que cumplía 13… creo que ahora se los recordaré… usaré el pretexto de que quiero una computadora como regalo para que no lo olviden… sí, nunca olvidan darme cosas. Pero no me ponen atención y eso me enferma… mi papá nunca puede ayudarme con mis materias y menos mi mamá… contratan a ese profesor que me da miedo… no me gusta cómo me mira quisiera que nunca más venga a esta casa porque es un viejo horrible… bueno por ahora me despido, tengo mucho que hacer y estudiar Mañana te contaré lo que pase en el colegio… La muchacha sonrió tristemente. Pasó las hojas poco a poco, pensando en que pronto llegaría a la fecha de su cumpleaños. Habían días que eran muy largos pues abarcaban hojas y más hojas del diario por fin vio el encabezado de la fecha de su cumpleaños, casi a la mitad 2 de junio de 2005 ¡Hola! ¡¡¡No sabes lo feliz que estoy!!! Por fin tengo 14 años!! Mis papás me regalaron una computadora con acceso a internet!! La verdad nunca antes lo había usado seriamente… siempre he usado la computadora para jugar videojuegos pues es lo mejor. Pero con mi amiga Andrea creamos un correo electrónico para chatear por internet … no me emociona mucho la idea pero no quiero que mi amiga se sienta mal, por eso aceptaré que lo haga. Hoy también… Pero no terminó de leer, puesto que lo demás eran palabras sin relevancia a lo que a ella en verdad le interesaba, tal vez otro día, cuando necesite hacerse un examen de conciencia, lo leería completamente. Siguió hojeando, el diario comenzaba a acabarse y ella aún no encontraba ni una respuesta. Veía, fecha tras fecha, nada importante; finalmente pudo llegar a esa en la que hablaba acerca del correo electrónico que había creado Andrea para ella. Sólo buscó ese aspecto en los días hasta encontrarlo. Luego siguió con la búsqueda imparable. Casi al final del pequeño cuaderno color celeste. 20 de junio de 2005 ¡Hola otra vez como siempre! ¡¡Tengo mucho que contarte!! Pues bueno hay algo que no mencioné porque no pensé que era importante pero ahora lo es, ¡conseguí una amiga del exterior! Vive en Alemania; pero sabe hablar en español pues nació allá; pero dice que luego vino a vivir aquí y que de nuevo se fue cuando tenía 9 años. Es divertido hablar con ella, tiene 13 años. Ya llevamos dos semanas de conversación, es mi primera amiga por internet, resultó ser divertida la charla por ese programa Messenger, jajaja. Ah! No te dije su nombre, se llama Claire Diane Hunt, bonito, ¿no crees?.... Leila levantó la vista con horror… era ella… era Claire… era--- pero… algo no estaba claro en su mente… ¿por qué le había bloqueado de su lista de contactos? Continuó hojeando, al pasar los días, mencionaba cada vez más a “la amiga de internet”. Hasta que en el último día del diario, sólo hablaba de ella: 16 de julio de 2005. Sin embargo, no eran más que palabras sueltas, sin sentido de culpabilidad o algo así; pero siempre contando sobre todo lo que hablaban, sobre como había dejado de jugar videojuegos para poder hablar con ella todas las tardes, toda la tarde y cómo… sus notas habían empezado a bajar. Acabó ahí, acabó en eso el bendito diario, Leila se desesperó. Con esto, no se explicaba nada, lo único que confirmó fue quela Claireque conocía era la misma que esa Claire D. de aquel molesto cuadro de personas que le habían bloqueado. Se levantó desesperada y sacó las otras dos cajas grandes. Revolvió todo como pudo, no encontraba ningún otro bendito diario, no encontraba ninguna otra prueba, nada… no encontraba nada. Hasta que, halló un cuaderno también algo viejo color amarillo. Este ya no era un diario, sino era más bien una carpeta simple. Rogó a Dios para que allí estén las respuestas (pues tenía muchas hojas escritas). Abrió y miró la fecha con alivio. 12 de septiembre de 2005 -¿Qué pasó con julio y agosto? – se dijo Leila; pero comenzó a leer- No sé qué hacer, me siento extraña… desesperada… no sé, diario, ¿qué haré? No me gusta sentir esto porque… no puedo dejar de pensar en Claire… tiene algo, no sé qué es… no sé… siento algo en el pecho cuando le hablo, siento felicidad y todo eso; pero después me pongo a pensar y me siento mal… me da la impresión de sentirme culpable… no sé qué es esto… quisiera contarle a Andrea pero, ¿si es lo que estoy pensando? Si es eso entonces yo sería… no no no, no quiero ni imaginarlo… necesito ayuda porque me da la impresión que esto que siento está mal… ella es una chica y yo también… a no ser que lo esté confundiendo todo… No terminó de leer, sólo frunció el ceño analizando todo… ese momento, estaba comenzando a entender una pequeñísima parte de todo ello; pero aún no estaba claro… siguió buscando, esa carpeta era muy alta y habían muchas semanas en las que ya no escribía nada, como si hubiera comenzado a olvidar hacerlo. Llegó al 2006. 5 de febrero de 2006 Diario… no sé qué decir… No sé si esto que siento es correcto… tal vez es sólo un juego pero… Claire me dijo que… Me dijo que me quiere y que no puede pasar un minuto sin pensar en mí, bueno eso yo también siento pero ¿es amor? Diario será que soy… ¿será eso posible? Nunca he sentido atracción por nadie, por ningún chico y menos por una chica; pero con Claire es tan distinto… debo aceptar que me siento feliz, siento como si ella me correspondiera, correspondiera lo que siento… puede que diga que estoy preocupada pero me siento feliz… debería aceptarlo… creo que sí lo aceptaré… Había muchas líneas más; pero Leila las dejó. Es decir… que la primera chica a la cual quiso o pensó que quería fue Claire, todo comenzaba a tener sentido. En las siguientes hojas, veía frases como “la quiero tanto”, “estamos muy bien”, “algún día iré a Alemania donde está ella”, “ella también me lo prometió”, “ella es la mejor”, “me divierto tanto cuando le hablo”, “no dejo de pensarla y sentirme feliz”, “ya no me puedo concentrar en las cosas que hago”, “siempre la imagino a mi lado”, “siempre imagino cómo será el día que nos encontremos… ¿qué le diré? ¿Qué me dirá?” Todo esto llevó a Leila a recordar poco a poco todo aquello que sentía, la nostalgia combinada con felicidad, tristeza, desesperación, ansiedad de tocarla, ansiedad de tenerla en frente para besarla… y pensar que ya había hecho todo eso… Vio en las últimas hojas “Le jugamos una broma junto con Andrea, pues ella no sabe que Claire está conmigo; pero fue muy gracioso al inicio… hasta que pasó a mayores insultos sin sentido… no sé por qué lo hice, soy una imbécil… ella se dio cuenta…ella se dio cuenta que yo estaba ahí… me dijo que no puedo jugar con ella ni con sus sentimientos… no puedo… y me dijo que no quería hablarme nunca más y que… ME BORRARÍA DE SU LISTA DE CONTACTOS Y CREARÍA OTRA” Capitulo 6- Diario parte 2 Ahí, ahí estaba todo, tan bien explicado. Con eso último, Leila no necesitó leer más o tener más pruebas de nada, botó el cuaderno lejos y pateó las cajas, se tumbó en su cama con pesadez, puso las manos a la cara. Recordó todo, recordó cómo había sufrido por la decisión de Claire de ya nunca más hablarle, cómo no pudo hacer nada para poder hablarle de nuevo, cómo había estado tan arrepentida de haberle jugado esa broma que nada de graciosa tenía y era demasiado ofensiva, cómo deseaba mil veces no haber tenido ese maldito arranque hormonal y de falta de madurez; ¿pero qué podía hacer? Era una niña de 15 años, a pesar de que nunca nada justificó el hecho de que ella misma mató el amor que sintió la castaña alguna vez por ella, si es que en verdad lo sintió. Siempre se quedaba con esa duda. Ella misma, creó una nueva dirección de correo electrónico para no tener ningún recuerdo de Claire, para poder olvidarla, así como ella pareció haberlo hecho. Poco a poco, los sentimientos tan fuertes se fueron yendo, fueron desapareciendo hasta que su nombre dejó de resonar en su cabeza, hasta que sus palabras dejaron de resonar en su mente, hasta que sus ilusiones dejaron de pasar por su subconsciente, hasta que su imaginación dejó de crear encuentros, hasta que finalmente… su corazón guardó su recuerdo y su amor en el rincón más oscuro y tapado del alma, para nunca más sacarlo… hasta ahora… de verdad lo había olvidado. Cuando vio a Claire por primera vez en el aula, sintió una fuerte atracción hacia ella, algo que nunca sintió hacia nadie, ni siquiera por Vanessa de quien se fue enamorando gradual y lentamente. En cambio con la castaña sucedió completamente lo contrario, ese momento en que la vio sintió como si un imán jalara sus ojos para mantenerlos fijos en su imagen, esos sentimientos no se los explicó hasta ahora en que leía y recordaba todo eso. En verdad el mundo era demasiado pequeño… de la nada fue a encontrarse con Claire después de tanto tiempo, y ni siquiera en la red de internet, sino en vivo y en directo, en carne y hueso. Revivió cada toque, cada roce que tuvo con ella después de haberle conocido, cómo la miraba todo el tiempo; podía ver el brillo en sus ojos pero siempre prefería no hacerle caso para no crearse ilusiones falsas. Habían hablado de todo, no podían pasar alejadas, la constante sensación de ya conocerla que no la dejaba en paz… revivió de nuevo ese momento en el cual Claire le declaró su amor, ahí en la sala de su departamento, cómo le abrazaba, cómo sentía su calor en la espalda, cómo sentía su olor tan cerca, cómo sentía su respiración en la nuca y los constantes y agitados latidos de su corazón. Cómo ella finalmente se dio la vuelta y pudo besarla, pudo acariciar su espalda, pudo escuchar sus agitados pero dulces gemidos en el oído al besarla… Cuando tenía 14 años, soñaba con que ese momento llegara, el momento de poder decirle “te quiero” directamente, se imaginaba situaciones en las que podrían conocerse, una de ellas, la escena de la plaza; pero… nunca imaginó que le haría caer para crear una situación forzada en la que saldría perdiendo al inicio. Nunca imaginó que todo acabaría y que la olvidaría, para encontrarse con ella cuatro años después sin saber quién era… Tampoco imaginó que… la mujer que había estado besando y acariciando en ese momento, era la chica que había vivido tanto tiempo en sus sueños y en sus pensamientos. Una nueva pregunta surgió… ¿Claire en verdad se había olvidado de ella también? Todo indicaba que sí, pues la trataba al inicio como si en verdad no la conociera. Sus padres se separaron, Leila no creía en la opción de que ella nunca la haya olvidado y le haya pedido a su madre viajar a ese país. Tenía tanto que preguntarle a Claire, se moría de ganas por decirle que ella la recordaba; pero no sabía cómo lo tomaría y si lo recordaría. Y el otro problema mucho más grande era el hecho que ahora la castaña nuevamente no quería verla ni en pintura. ¿Y si lo hubiera sabido? Si hubiera sabido que de todas formas la encontraría, ¿se habría dejado a sí misma enamorarse de otra? No pudo evitar sentir una fuerte punzada en el corazón, fue demasiado ilógico, todo fue demasiado ilógico, demasiado repentino, su sueño se hizo realidad… pero cuando ya había pasado a formar parte de la colección “Sueños frustrados de Leila Emerson”. Necesitaba hablar con alguien, demasiado silencio, demasiada indecisión. Llamó a Mark. -Leila! ¿Cómo estás? ¿Qué pasó? -Necesito hablar con alguien, por favor sé qué es tarde pero… por favor… - su voz era grave por la falta de uso en las últimas horas – por favor ven a mi departamento… -¿Estás bien? Voy para allá, espérame no te preocupes… Colgó el celular y lo soltó con debilidad, éste cayó en los suaves cobertores de la cama. Se levantó como pudo y retiró las cajas y guardó los diarios; apagó la laptop y se sentó en la cama a esperar hasta la llegada de Mark… Claire era la persona que más había amado en un momento… ¿tan rápido la había olvidado? Cuando el muchacho llegó, Leila le contó lo sucedido, esa historia que nunca se la había contado a nadie, y que era muy larga. Él se sorprendía por todo lo que oía; pero aún no sabía quién era la chica de la que su amiga hablaba, pues ni siquiera se lo imaginaba. -Pero al final – comentó Mark cuando la de ojos gris ya hubo terminado - ¿por qué te preocupas por ello ahora? Ya lo olvidaste, ¿no? ¿Para qué sacar antiguas penas que sólo te complicarán más la existencia? -No lo entiendes, no sólo fueron penas, fueron heridas que me volvieron a doler cuando las recordé – explicó Leila – ahora mismo siento como si recién estuviera pasando todo esto. -¿Y qué piensas hacer? – preguntó interesado el muchacho - ¿vas a hablarle de nuevo? Si ni siquiera sabes dónde está. -Claro que lo sé, por eso me llamó tanto la atención aquél día – la muchacha lo miró a los ojos, éste, al ver su mirada, comenzó a entender y una expresión de sorpresa y susto combinados se hicieron presentes. -Noooo – exclamó como sarcasmo y broma a la vez – no me digas que… -Sí – asintió la chica esbozando una sonrisa al ver la graciosa reacción de su amigo – esa chica es Claire. -Por Dios – el chico se llevó las manos a la cabeza y se levantó de la cama y dio unas cuantas vueltas alrededor del cuarto, pensando, luego se paró delante de Leila - ¿qué piensas hacer? -No sé, no sé… estoy desesperada, triste, no sé qué debería hacer, no sé qué debería pensar, no sé si debería serle indiferente y tomar el pasado como pasado y ya – se le hizo un nudo en la garganta – y ahora me odia… ni siquiera quiere hablarme, le enferma verme… todo por… - por poco y lloraba al recordar a Vanessa y el compromiso que tenía con ella; pero se aguantó. -Mira, no sé bien de este tipo de cosas, pues nunca lo he pasado – comenzó Mark sonriendo comprensivamente, luego levantó la vista de Leila poniendo suavemente la mano en su mentón - ¿quieres saber lo que haría yo? – la muchacha asintió con una mirada como de niña pequeña – Yo me sentiría el hombre más feliz de esta tierra, pues mi sueño finalmente se cumplió aunque ni siquiera me haya dado cuenta. Es evidente que ella te quiere y se siente dolida por lo que pasó y con razón, también es evidente que ella te amó siempre, pues sentías esa atmósfera agradable desde la primera vez que hablaron, ¿verdad? – la chica asintió – tal vez ella subconscientemente también se dio cuenta y no te lo dijo desde el principio para no incomodarte, deberías estar feliz, nadie tiene este tipo de oportunidades y ahora… lo que yo haría, es ir a buscarla ahora mismo para disculparme con ella. -¿Debería decirle lo que recordé…? -No, no aún… no hasta que sea tiempo y haya recuperado la confianza en ti… -Pero y… ¿Vanessa? -Espera, sólo irás a pedir perdón – aclaró el castaño – no a declararte o algo así, eso se dará si tiene que darse – Leila asintió débilmente – caray parezco chica por los consejos que doy… - la de pelo negro rió; pero Mark la miró y la sacudió - ¡Hey! ¡¿Qué esperas?! ¡¡Levántate!! ¡¡Arréglate ese pelo, cámbiate esa ropa, lávate esa cara!! ¡¡El tiempo pasa y se hará más tarde!! – Leila no reaccionó pues se quedó pasmada y desconcertada, el muchacho la jaló del brazo y le hizo parar a la fuerza - ¡¡Anímate!! -¡¿Quieres que vaya ahora mismo a pedirle perdón?! – exclamó sorprendida – pero si son las… ¡once de la noche! ¡Además que su mamá me prohibió…! -¿No que trabajaba en ese bar toda la noche? – replicó el castaño. -Eso es cierto… -¡Apúrate! – La empujó al baño para que se lavara la cara y se arreglara el pelo – prepararé ropa para que te alistes – sonrió y fue hacia su cuarto. Cuando la chica volvió, tenía el cabello bien agarrado en una cola y se veía mucho más lúcida y menos deprimentemente triste. Mark la miró. -¿Qué es eso de agarrarse el cabello? – se enojó yendo hacia ella – ¡Si ella misma te dijo que te veías mejor con el pelo suelto! -¡No estoy yendo a declararme o sí! – estalló Leila. -Pero de todas maneras… - le quitó la orquilla y le pasó un cepillo para que se lo peinara mejor. Después de muchas molestias, finalmente la muchacha estaba vestida con un jean crema holgado, una playera blanca y encima su saco con capucha color marrón. Tenía el cabello suelto. Ella y Mark bajaron al garaje, este último le daba ánimos a la muchacha para que se alegre y tenga confianza, pues pedir perdón no era tan difícil… Al final su amigo la acompañó y gracias a él se llenó de confianza y emprendieron la marcha al departamento donde vivía Claire con su mamá. Subió en el ascensor hasta el piso número siete. Con un inevitable temblar de piernas, caminó a paso lento hasta el departamento número 712, el del final del pasillo. Sentía como si fuera a ser la primera vez que vería a la cataña. Se limpió la mano en la ropa, pues había sudado un poco de lo nerviosa que estaba. Yacía inmóvil frente al botoncito rojo del timbre; dudando, apretando los puños, poniendo las manos tras la nuca, metiéndolas al bolsillo, rascándose la cabeza, apretando la quijada. Finalmente, la temblorosa mano se decidió a sacar el indeciso dedo índice, el condenado encargado de sellar su tumba y a la vez abrirla. Pues sentía como si fuera la primera vez que la vería, vería a la mujer que tanto quería y que tanto había soñado con encontrar; en realidad, era la primera oportunidad en que vería sus ojos, sabiendo eso. Resopló y apretó el botón… Escuchó el sonido del timbre a lo lejos, sintió cómo le dolía el tragar saliva y cómo temblaban las manos. Esperó lo que parecieron ser horas, estaba a punto de darse vuelta sin haber esperado lo suficiente, planeando decirle a Mark que esperó por mucho rato y Claire no salió. Oyó el sonido de la puerta al abrirse y se quedó estática, parada en el sitio y con la expresión pálida y horrorizada. Cuando vio a Claire, le cayó el maldito balde de agua fría, se le frunció el corazón y comenzó a palpitar a mil por segundo, su rostro se puso más pálido de lo que estaba y se le ahogó la voz. Quería saludar de manera casual con un “hola”; pero las cuerdas vocales no le funcionaban y aquel nudo en la garganta no le dejaba articular palabra. - Ah, eres tú – resopló fríamente la chica de pelo castaño - ¿qué quieres? Por un momento, planeó decirle que buscaba a su mamá y así ya no hablaría con ella; pero recordó el turno nocturno de ésta y además que ella misma le había prohibido acercarse siquiera dos pasos a su hija. Leila tomó aire e intentó hablar con el tono más normal que resultó. - Vine a buscarte – murmuró, elevando un poco la voz para parecer más segura. - Ah – se encogió de hombros Claire, mirando a todos lados, con tanta indiferencia que poco a poco, la seguridad forzada de la muchacha se iba doblegando - ¿Para qué? - Quiero pedirte perdón por lo de la otra vez… - Qué rápido – comentó sarcásticamente la joven. - ¿En serio? – no comprendió la de ojos grises. - Olvídalo y mejor, vete ¿quieres? – comenzó a despachar la chica sin mostrar indicios de interés o cualquier tipo de emoción. La muchacha comenzó a cerrar la puerta y Leila comenzó a desesperarse y volvió a la realidad. Lo único que alcanzó a decir fue un gritado “¡Por favor, Claire! ¡Escucha!”, luego recibió el portazo en la cara. No se aguantó y comenzó a golpear desesperadamente, deseando que ella abriera y por lo menos oyera lo que tenía que decir. “¡Ábreme! ¡Por favor! ¡Lo siento! ¡En verdad lo lamento!”. Gritaba golpeando con cada vez más fuerza y ella no abría. Se llenó de furia y la soltó, pateando la puerta con fuerza dando un grito de rabia. - ¡¡ESTÁ BIEN!! ¡NO ABRAS! ¡¡YA NO ME IMPORTA!! Se dio vuelta y se alejó por el pasillo a zancadas; pero se detuvo a medio camino, respirando con dificultad, con el ceño fruncido y los dientes apretados. Dio media vuelta y observó la puerta del departamento de Claire. Sus impulsos hormonales le dominaron por completo y corrió contra la entrada, a dos pasos de ella levantó el pie en un tremendo planchazo que la abrió, arrojándola a un lado con violencia, haciéndole chocar abruptamente contra la pared. Leila entró con una expresión llena de hostilidad y se encontró con la mirada asustada; pero llena aborrecimiento de Claire, quien le gritó que se largara. La chica se acercó a ella con esa misma expresión, la otra le empujó con fuerza; pero Leila le sostuvo de las manos, ella le gritó estridentemente que se alejara de ella y que no la tocara y etc., etc. Lo único que la joven gritaba era “¡¡TIENES QUE OÍRME!!”; pero la castaña sacudía la cabeza en señal de negación. La de ojos grises no lo aguantó más tiempo y le calló y detuvo con un beso forzado, violento y repentino, de lo que se arrepintió milésimas de segundo después, cuando la muchacha le empujó con fuerza y le propinó una reverenda bofetada de esas que te pueden partir la cara… y la mano a quien la da. Claire se sujetó la mano, intentando calmar el dolor que le causó dar un golpe como ese. La otra tenía los ojos apretados, la cabeza agachada, la boca entreabierta, sosteniendo con la mano la zona inflamada. Pasaron unos cuantos segundos y miró a la muchacha con una cierta expresión de reproche y a la vez de disculpa, ella miró a otro lado y habló de manera calmada; pero segura y amenazante, ya sin gritar. - Mejor vete, no quiero verte, ¿crees que siento algo por ti? Estás equivocada, porque a diferencia de ti, yo sí sé olvidar. 5 likes y sigo
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 14:34:04 +0000

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