Charlas de Candi - 22 de setiembre de 2013 -Soliloquio confesional de una mujer quebrada: Estoy cansada, muy cansada. Tan cansada que a veces tengo deseos de dormirme y no despertar jamás. Quisiera desaparecer y no sentir nada más. Claro que sí, porque para sentir esto que siento es mejor no sentir. Qué extraordinariamente idiotas son esas que me miran con esos ojos en los que relampaguea el demonio de esa envidia que las devora. Estúpidas, ¡si supieran! Creen que lo tengo todo. Suponen que un Porsche, un Patek Philippe, o el último modelo de los Serengeti (sin contar, claro, los exclusivos de ropa que el Chano me trae de Francia) hacen la felicidad. No saben nada, son unas idiotas envidiosas ¿Pero qué les puedo decir? ¿Acaso entenderían estas huecas lo que es caminar en el desierto y pretender llenarse con oro mientras uno muere de sed y no encuentra una gota de agua? ¡Qué van a entender! Son peores que yo, porque al menos a mí me quedan las lágrimas que derramo en el silencio de mi soledad, pero estas tilingas deben tener por corazón un marcapasos. Sí, estoy harta, cansada de este repulsivo páramo, cansada de estos buitres obsecuentes que se acercan para tantear que tajada pueden sacar de la esposa del magnate que se la pasa en viajes de negocios, tan metido en su mundo de mierda como yo en esta maldita nadería. Ahora comprendo a esos pobres de toda pobreza. A esos que no sólo se les niega el amor, sino el alimento, la ropa, la vivienda, la educación, los remedios, la dignidad que da el trabajo. Al menos a mí me duele el alma, pero a muchos de ellos les duele todo, hasta el estómago. Estoy cansada, tan cansada que un día de estos dejo de ir al club de los bobos y me dedico a servir guiso en el comedor de la villa. Al menos allí estaré entre esos que son exactamente como yo ¿O no soy, al fin y al cabo, una pobre mujer?
Posted on: Sun, 22 Sep 2013 13:47:49 +0000
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