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Claves para la supervivencia SI USTED escuchara la noticia de que un asesino acecha su vecindario, ¿tomaría medidas para protegerse a sí mismo y proteger a su familia? Probablemente trancaría las puertas con llave y cerrojo para impedirle la entrada. También se fijaría en cualquier extraño de aspecto sospechoso y avisaría enseguida a la policía. ¿Deberían hacer menos las mujeres con respecto a esta enfermedad letal, el cáncer de mama? ¿Qué medidas pueden adoptar para protegerse e incrementar sus posibilidades de sobrevivir? Prevención y dieta Se calcula que, en Estados Unidos, los factores dietéticos son la causa de uno de cada tres cánceres. Su principal protección puede consistir en una buena dieta que le ayude a mantener el sistema inmunológico del organismo. Aunque ningún alimento conocido es capaz de curar el cáncer, comer ciertos alimentos y reducir el consumo de otros puede servir de medida preventiva. “Seguir la dieta apropiada podría reducir hasta en un 50% el riesgo de desarrollar cáncer de mama”, dijo el Dr. Leonard Cohen, de la American Health Foundation de Valhalla (Nueva York, E.U.A.). Los alimentos ricos en fibra, como el pan y los cereales integrales, pueden contribuir a la disminución de la cantidad de prolactina y estrógeno, posiblemente uniéndose a estas hormonas y arrastrándolas fuera del organismo. De acuerdo con la revista Nutrition and Cancer, “estos efectos podrían contener la fase inicial de la carcinogénesis”. Disminuir el consumo de grasas saturadas pudiera reducir el riesgo. La revista Prevention sugirió que tomar leche desnatada en lugar de leche entera, limitar el consumo de mantequilla, comer carnes con poca grasa y quitar la piel del pollo es una forma de llevar el consumo de grasas saturadas a niveles más seguros. También pueden ayudar las hortalizas ricas en vitamina A, como la zanahoria, la calabaza, el boniato (batata) y las verduras de hojas verdes, como la espinaca, la berza y la col lombarda. Se cree que la vitamina A inhibe la formación de mutaciones cancerígenas. Y hortalizas como el brécol, las coles de Bruselas, la coliflor, el repollo y la cebolleta contienen sustancias químicas que inducen enzimas protectoras. En el libro Breast Cancer—What Every Woman Should Know (El cáncer de mama: lo que toda mujer debe saber), el Dr. Paul Rodriguez dice que el sistema inmunológico, que reconoce y destruye las células anormales, se puede fortalecer mediante la dieta. Aconseja el consumo de alimentos ricos en hierro, como las carnes magras, las hortalizas de hojas verdes, los mariscos y las frutas y hortalizas con un alto contenido en vitamina C. La publicación Journal of the National Cancer Institute dice que las frutas y hortalizas ricas en vitamina C reducen el riesgo de padecer cáncer de mama. Por otra parte, las semillas de soja y los productos de soja no fermentada contienen genistein, un compuesto que ha limitado el crecimiento de tumores en el laboratorio, pero cuya eficacia en seres humanos todavía no ha podido probarse. Detección precoz “La detección precoz del cáncer de mama sigue siendo el paso más importante para alterar su curso”, dice Radiologic Clinics of North America. Para ello existen tres medidas básicas: la autoexploración mamaria regular, el examen médico anual y la mamografía. La mujer debería explorarse el pecho regularmente todos los meses, buscando cualquier cosa de aspecto o tacto sospechoso, como un endurecimiento o un bulto. Por pequeño que este le pueda parecer, ha de consultar a su médico inmediatamente. Cuanto antes se diagnostique un bulto, más posibilidades tiene de controlar su futuro. Un informe de Suecia indicó que si un cáncer de mama no metastásico de unos 15 milímetros o menos se extirpa quirúrgicamente, hay un 94% de posibilidades de seguir con vida otros doce años. La Dra. Patricia Kelly comenta: “Si usted no ha vuelto a tener síntomas de cáncer de mama en doce años y medio, es muy improbable que se le reproduzca. [...] Y a las mujeres se les puede enseñar a localizar cánceres de mama de menos de un centímetro con solo los dedos”. Se recomienda un examen médico rutinario anual, particularmente después de los 40 años. En caso de descubrirse un bulto, sería prudente pedir una segunda opinión de un especialista o un cirujano. El Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos dice que una buena arma contra el cáncer de mama es hacerse mamografías con regularidad. Este tipo de radiografía puede detectar un tumor quizás hasta dos años antes de que se pueda palpar. Es recomendable en mujeres de más de 40 años. Sin embargo, el Dr. Daniel Kopans dice que este procedimiento “dista mucho de la perfección”. No puede descubrir todos los cánceres de mama. La Dra. Wende Logan-Young, de una clínica especializada en problemas mamarios del estado de Nueva York, explica a ¡Despertad! que si una mujer o su médico encuentra alguna anormalidad, pero en la mamografía no aparece, puede haber la tendencia a pasar por alto lo que se ha detectado con la exploración física y dar por buena la radiografía. Ella dice que este es “el mayor error que se comete hoy día”. Su consejo es que las mujeres tengan ciertas reservas sobre la capacidad de la mamografía para detectar el cáncer y confíen también en la exploración mamaria. Aunque la mamografía puede detectar los tumores, no es capaz de diagnosticar si son benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos). Eso solo puede averiguarse con una biopsia. Considere el caso de Irene, que fue a hacerse una mamografía. Basándose en ella, su médico diagnosticó que el bulto era benigno y dijo: “Estoy absolutamente seguro de que no tiene cáncer”. La enfermera que le hizo la mamografía estaba preocupada, pero Irene dijo: “Pensé que si el médico estaba seguro, quizás yo me había alarmado demasiado”. Al poco tiempo el bulto creció, así que Irene consultó a otro médico. Le hicieron una biopsia, y esta indicó que tenía un carcinoma inflamatorio, un cáncer de crecimiento rápido. Para determinar si un tumor es benigno (como lo son ocho de cada diez) o maligno, debe practicarse una biopsia. Siempre que el bulto parezca clínicamente sospechoso o esté creciendo, debe efectuarse una biopsia. Tratamiento Actualmente, los tratamientos convencionales para el cáncer de mama son la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. La información sobre el tipo de tumor, tamaño, capacidad de invasión, si se ha propagado a los ganglios linfáticos o no y el estado menopáusico de la mujer son factores que pueden ayudar tanto a esta como a su médico a determinar cuál es el mejor tratamiento. Cirugía. La mastectomía radical, en la que se extirpa la mama junto con los músculos subyacentes y los ganglios linfáticos axilares, ha estado muy generalizada. No obstante, en años recientes se ha utilizado un tratamiento de conservación de la mama, que consiste en extirpar solo el tumor y los ganglios linfáticos y administrar radioterapia, con índices de supervivencia que igualan a los de la mastectomía. Esto ha contribuido a una mayor tranquilidad de ánimo de algunas mujeres cuando toman la decisión de que se les extirpe un tumor pequeño, pues desfigura menos. No obstante, la publicación British Journal of Surgery dice que en el caso de las mujeres más jóvenes, de las que tienen cáncer en varios lugares de la misma mama o de que haya tumores de más de tres centímetros, hay más riesgo de que se reproduzca el cáncer si se emplea el tratamiento de conservación de la mama. Un factor importante en la supervivencia sin recurrencia se indica en la publicación Cleveland Clinic Journal of Medicine: “Las transfusiones de sangre tienen un efecto perjudicial en el índice de supervivencia y recurrencia [...] tras una mastectomía radical modificada”. El informe indicó que cinco años después de la operación, el 53% del grupo que recibió una transfusión de sangre seguía con vida, en comparación con el 93% del que no la recibió. Otra ayuda para sobrevivir aparece en la revista The Lancet, donde el Dr. R. A. Badwe explica: “Elegir el momento más propicio para operar teniendo en cuenta el ciclo menstrual tiene un importante efecto en el resultado a largo plazo en el caso de pacientes premenopáusicas con cáncer de mama”. El informe dijo que a las mujeres a las que se extirpó el tumor durante una fase de estimulación estrogénica les iba peor que a las que se operaron durante otras fases del ciclo menstrual: un 54% del primer grupo sobrevivió diez años en comparación con un 84% del segundo grupo. Se dijo que el momento óptimo de la operación de mujeres premenopáusicas con cáncer de mama era por lo menos doce días después del último período menstrual. Radioterapia. La radioterapia mata las células cancerosas. En el caso del tratamiento conservador, pueden escaparse del bisturí del cirujano minúsculos focos tumorales por tratar de conservar la mama. La radioterapia puede destruir esas células residuales. Pero con la irradiación existe un ligero riesgo de inducir cáncer en la otra mama. El Dr. Benedick Fraass recomienda limitar la exposición de la otra mama a la irradiación. Dice: “Con unas maniobras sencillas es posible reducir de manera significativa la dosis de radiación recibida por la otra mama durante la irradiación de la mama afectada”. Sugiere que se coloque sobre la otra mama un escudo de plomo de 2,5 centímetros de grosor. Quimioterapia. A pesar de los esfuerzos por extirpar el cáncer de mama mediante la cirugía, entre el 25 y el 30% de las mujeres a las que se acaba de diagnosticar cáncer de mama tendrán metástasis ocultas demasiado pequeñas como para presentar síntomas al principio. La quimioterapia es un tratamiento que utiliza agentes químicos para tratar de matar las células que invaden otras partes del cuerpo. Los efectos de la quimioterapia son limitados porque los tumores cancerosos están compuestos de diferentes tipos de células, cada uno de los cuales tiene su propia sensibilidad a los productos químicos. Las células que sobreviven al tratamiento pueden producir una nueva generación de tumores resistentes a la medicación. No obstante, el número de enero de 1992 de The Lancet presentó pruebas de que la quimioterapia incrementa entre un 5 y un 10% las posibilidades de que la mujer sobreviva otros diez años, dependiendo de su edad. Algunos efectos secundarios de la quimioterapia son náuseas, vómitos, caída del cabello, hemorragias, daño al corazón, inmunosupresión, esterilidad y leucemia. John Cairns comentó en un artículo publicado en la revista Scientific American: “Estos pueden parecer peligros relativamente sin importancia para una paciente que padece un cáncer avanzado y de crecimiento rápido, pero serían importantes en el caso de una mujer que tuviese un cáncer de mama pequeño [un centímetro] y aparentemente localizado. Las posibilidades de que esta última muera en el plazo de cinco años como consecuencia de su cáncer solo son de un 10% aunque no reciba ningún otro tratamiento después de la operación quirúrgica”. Hormonoterapia. El tratamiento antiestrógeno bloquea la acción de los estrógenos, las hormonas que estimulan el crecimiento de los tejidos de la mama. Esto se consigue reduciendo los niveles de estrógenos en las mujeres premenopáusicas, bien extirpando quirúrgicamente los ovarios o bien mediante fármacos. The Lancet informó sobre un índice de supervivencia de diez años por cada ocho a doce mujeres de cada cien sometidas a cualquiera de estos dos tratamientos. Cualquier mujer con cáncer de mama necesita atención médica complementaria durante toda su vida. Debe mantenerse una vigilancia minuciosa, porque si cierto tratamiento falla y se produce una recaída, se puede recurrir a otras terapias. Otro tipo de tratamiento contra el cáncer, que aborda la situación desde un ángulo distinto, gira en torno al síndrome llamado caquexia. La revista Cancer Research explica que dos terceras partes de todas las muertes de cáncer son provocadas por la caquexia, término utilizado para designar la consunción de músculos y otros tejidos. El Dr. Joseph Gold, del Instituto de Investigación del Cáncer de Syracuse (Estados Unidos), dijo a ¡Despertad!: “Creemos que un crecimiento tumoral no puede extenderse por el cuerpo a menos que estén abiertos los caminos bioquímicos para la caquexia”. Cierto estudio clínico en el que se utilizó sulfato de hidracina, un compuesto no tóxico, indicó que algunos de estos caminos pueden bloquearse. Se consiguió la estabilización en un 50% de las pacientes de cáncer de mama en fase avanzada. Algunas mujeres han recurrido a la medicina alternativa en busca de un tratamiento no invasivo o no tóxico para el cáncer de mama. Las terapias varían, y algunas, como la terapia de Hoxsey, consiste en seguir una dieta y tomar ciertas hierbas. Pero son pocos los estudios publicados que permiten evaluar la eficacia de estos tratamientos. Aunque el propósito de este artículo es el de ofrecer claves para la supervivencia, ¡Despertad! no respalda ningún tratamiento en particular. Animamos a todos a investigar detenidamente estas diferentes vías para el tratamiento del cáncer de mama. (Proverbios 14:15.) El estrés y el cáncer de mama En la revista Acta neurologica, el Dr. H. Baltrusch explica que el estrés prolongado o extremo puede reducir las defensas antitumorales del sistema inmunológico del cuerpo. El sistema inmunológico de las mujeres cansadas, con depresión o que carecen de apoyo emocional puede perder hasta el 50% de su efectividad. Por ello, el Dr. Basil Stoll enfatiza lo siguiente en la obra Mind and Cancer Prognosis: “Debería procurarse al máximo minimizar el inevitable trauma físico y psíquico que sufren las pacientes de cáncer durante y después del tratamiento de su enfermedad”. Pues bien, ¿qué clase de apoyo se necesita?
Posted on: Sat, 03 Aug 2013 03:47:20 +0000

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