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Comenzamos esta monografía afirmando que el estudio de la filosofía política medieval no debe entrar solamente en el terreno de la teoría; debe ser una herramienta que contribuya para la práctica política. En términos políticos casi todo el siglo XX estuvo signado por el binomio: capitalismo-comunismo. Con la caída del muro de Berlin concluye una era. La antítesis entre estos dos modelos occidentales pasó a un segundo plano para Europa y para los Estados Unidos. A partir de los años cincuenta, con el surgimiento, los desprendimientos y las independencias de muchos países árabes o islámicos, y mucho más luego de la revolución iraní de 1979 otro sector político entró en escena: el mundo musulmán. Desde los atentados terroristas de los 90 y mucho más desde el atentado a las torres gemelas del 2001 el nuevo binomio que signa parte de la agenda política actual es el binomio entre oriente y occidente. El modelo occidental y cristiano, con sus bastiones más importantes en los Estados Unidos y en la Europa occidental, ha encontrado un nuevo rival. Una forma distinta de hacer política y de entender la sociedad se ha elevado al primer plano de la política mundial en los últimos decenios. Las teorías políticas del mundo islámico, no obstante, no son modernas. Sino que precisamente son mucho más antiguas que las teorías políticas occidentales-cristianas. El mundo cristiano recién en el siglo XIII comienza a preguntarse por el problema político y del Estado cuando se recuperan los textos de Aristóteles pero los musulmanes y los judíos orientales muchos siglos antes ya habían desarrollado una teoría del Estado. Desde la constitución de Medina, primer centro político de relevancia del Islam, los filósofos e imanes musulmanes han discutido sobre cómo alcanzar aquella “ciudad virtuosa” que anuncia Mahoma en el Corán. Por este motivo para el mundo occidental es imperioso comprender los funcionamientos y los fundamentos de los vectores que rigen la política de muchos países musulmanes. Intentar comprenderlos y juzgarlos desde la óptica occidental, atravesada por más de 200 años de “iluminismo”, es un grave error sociológico y académico. Este último punto llevó a muchos intelectuales y académicos de los últimos años a retomar la lectura y el estudio de la teoría política medieval. Quizás fue Leo Strauss el gran divulgador de muchos de estos autores en su famoso compendio sobre la Historia de la Filosofía Política. No es casualidad que allí se menciona inmediatamente uno después del otro a Alfarabi y a Maimonides; para luego analizar la obra política de Santo Tomas de Aquino. Fueron estos dos autores, Alfarabi y Maimonides, los escogidos en entra breve monografía para mostrar los principales lineamientos de la teoría política musulmana y judía respectivamente. Como hemos podido mostrar ambas teorías compartes una gran base conceptual y teórica y si bien tienen algunas diferencias internas el contraste es mucho mayor cuando se las enfrenta con el occidente cristiano. De forma somera hemos podido mostrar que a grandes rasgos ambas teologías políticas comparten una gran gama de opiniones sobre los fundamentos y los fines de la política. Comenzando porque ambas abrevan principios, ideales y vocabulario del mundo de la filosofía griega antigua, aunque Maimonides se incline más por Aristoteles y Alfarabi por Platon. Por otro lado encontramos similitud en el fundamento de la Ley y del Estado: una revelación divina que comanda a los hombres a construir el mejor régimen posible. Y por sobre todo comparten los fines. Maimonides lo llama “el desarrollo pleno del alma” y Alfarabi lo denomina “felicidad” pero ambos están hablando de que teniendo una sociedad que funcione a la perfección uno pueda dedicar su tiempo y su esfuerzo al trabajo intelectual y racional, para así poder llegar y apegarse a Dios. La única gran diferencia que pudimos encontrar entre ambos autores gira en torno al lugar del gobernante y la ley. Para Maimonides, como la Ley divina es inmutable, ningún gobernante puede ponerse por encima de la ley o abrogarla; el rey está supeditado a la misma. Sin embargo, Alfarabi cuya teología admite la variabilidad de la ley sostiene que el gobernante, que es algo así como un iluminado mitad filosofo mitad profeta, puede cambiar o suprimir la ley según guste. Frente al occidente cristiano que supo separar la religión del Estado hace más de doscientos años se enfrentan las tradiciones políticas que nuestros autores evocan y cuyos muchos de sus correligionarios siguen leyendo y sosteniendo hasta hoy en día. Tanto el Islam como el Judaísmo sostienen la inseparabilidad de lo que occidente considera “religión” y lo que considera “política/sociedad”. Ambas culturas sostienen que la Ley divina es una y la misma es indivisible. Los judíos la denominan Halajá y los musulmanes Shaaría. Esta ley divina es omnicomprensiva y abarca cada aspecto de la vida de los hombres, y también, como consecuencia lógica , de las sociedades que estos hombres conformen. “Al exigir a la sociedad musulmana una separación entre lo que los occidentales llaman Iglesia y Estado, está dando muestras de un desconocimiento radical del islam, en el que esas dos realidades no existen como tales”,[39] escribía Guerrero al respecto. Cuando erróneamente desde occidente se le exige al mundo musulmán una separación, como la que ellos mismos vivieron hace doscientos años, entre religión y Estado, están demostrando una falta de comprensión cabal de los fundamentos políticos del mundo musulmán. Para ellos religión y política es la misma cosa, no existe una distinción posible entre ambas entidades. El Estado islámico es entendido como una organización espiritual y temporal, religiosa y política a la vez, que garantizaba una actitud común ante el mundo, los hombres y Dios.[40] Aquí es importante señalar la diferencia que se establece entre el judaísmo y el Islam. El único proyecto nacionalista exitoso del pueblo judío fue el sionismo; y el sionismo, a diferencia del judaísmo tradicional de oriente, es un movimiento político impregnado por el iluminismo y los movimientos autodeterministas de fines del siglo XIX de Europa. Por este motivo hoy día no existe un conflicto, similar al que existe entre el occidente cristiano y el oriente musulmán, entre Israel y Europa o los Estados Unidos; ya que Israel fue fundado bajo los parámetros y fundamentos, salvo alguna que otra cuestión en particular, del mundo occidental. Israel es un país occidental. No obstante existen hoy en día grupos religiosos y de la derecha religiosa israelí que abogan por que el Estado de Israel se transformé, con la llegada del Mesías, en el Estado teocrático que comanda el Deuteronomio y que codifica Maimonides. Como conclusión podemos afirmar los extremos puntos de contacto y similitudes entre dos corrientes teóricas políticas que afloraron durante la edad media: las lecturas judías y musulmanas con base filosófica griega. Y por otro lado podemos afirmar que hasta que occidente no comprenda estas filosofías, y particularmente las musulmanas, no podrá entablar un diálogo fructífero con el mundo musulmán. Occidente y Oriente, de forma recíproca, requieren entender los fundamentos políticos de cada uno para disponerse al dialogo. La lectura de los filósofos medievales es un acercamiento posible para un futuro entendimiento. Comprender el pasado para analizar el presente y construir futuro.
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 17:20:42 +0000

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