Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre (Jesús) sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna… No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Juan 3:14-15, 17 Es ahí donde hay que mirar Esta mañana fui a dar un paseo por la montaña con mi hija Rosa de cuatro años. Era un maravilloso día de verano, los prados estaban cubiertos de flores, las alondras trinaban sin cesar a nuestro alrededor. La senda que conduce a la cumbre es empinada. Afortunadamente muy cerca hay un banco que invita a descansar. Yo anhelaba sentarme y contemplar el paisaje, pero Rosa no quería detenerse. Su pequeña mano tiraba firmemente la mía para llevarme hasta la cruz. (En algunos países, se suele señalar la cima de un monte con una simple cruz de madera.) Luego ella me dirigió una mirada seria y me dijo: ¡Eso es lo que hay que mirar! Tenía toda la razón. En el plano espiritual, lo que debo mirar es la cruz de Cristo. Antiguamente, cuando un israelita era mordido por una serpiente, podía ser salvo simplemente mirando la serpiente de bronce que Moisés había colocado en un asta. Del mismo modo, por la fe miro a Jesús, muerto en la cruz para liberarme de mis pecados, y resucitado para ser un Salvador vivo que intercede por mí. Su amor, que lo condujo a morir en mi lugar, me da la paz y el gozo. La cruz significa que el hombre no puede obtener la salvación por sí solo. La intervención de Dios mismo y los sufrimientos infinitos de Cristo fueron necesarios. Este es el punto central del cristianismo. No una ética, ni una filosofía, sino un hecho: en su infinita bondad, Dios me tiende la mano.
Posted on: Thu, 19 Sep 2013 08:35:47 +0000
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