“Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jahvé de los que le temen, porque él conoce nuestra condición; se acuerda que somos polvo.” Salmo 103, 13-14. Mi esposo se suicido con solamente 52 años acabados de cumplir. Fue un golpe terrible para mí y mis hijos. En un instante perdí todo, mi techo, mi mesa, mi cama. Me quede vacía, sentía que me habían arrancado mi piel por completo y en mi alma quedo un gran rencor hacia mi esposo por lo que había hecho. Me costó mucho perdonarlo y aceptar que había sido en un rapto de depresión y de locura. Al principio lloraba pensando que se había condenado, pero unos pocos mese después de su muerte, un sacerdote muy querido me explicó como la misericordia de Dios perdona aun a los suicidas. Durante mi proceso de sanación Dios me tomo de su mano y me levanto del dolor sanando mis heridas. Hoy lo recuerdo con el mismo amor que nos tuvimos siempre. Nos casamos apenas unos adolescentes y fuimos muy felices. Amado Señor, ayúdanos tratar de extender tu gracia a los que nos han herido. Amén. Oremos hoy por los familiares de víctimas de suicidio.
Posted on: Wed, 26 Jun 2013 12:25:07 +0000
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