Como veo al Radicalismo... Por Pablo Zubiaurre. - TopicsExpress



          

Como veo al Radicalismo... Por Pablo Zubiaurre. Ayacucho Tiempos difíciles estos por los que pasa el Radicalismo... ¿Tiempos difíciles? Rumores, tendencias, dirigentes que cambian de bando, encuestas y hasta resultados parecen decir que sí. Permítanme, sin embargo, que parta desde otra visión. Será una visión diferente, que sin dudas carecerá de relevancia para medios periodísticos y diagnosticadores de una realidad que suelen entregarnos ya masticada con su propia dentadura. Para quien lee los diarios nacionales o provinciales, nuestro Partido parece languidecer día a día, con la repetición de frases remanidas o visitas circunstanciales de tres o cuatro dirigentes a quienes dichos medios dedican una décima parte de página y asocian, sin más, a la totalidad del radicalismo. Y la verdad es que para quien acepte esta lectura masiva, es lógico pensar que poca vida puede quedarle a la centenaria U.C.R. Pero mi condición de radical, mi esencia radical, me hace tozudo por definición. Y esa tozudez me lleva a no aceptar tan mansamente que otros analicen la realidad por mí; percibo la realidad en la que vivo, y puedo intentar analizarla por mí mismo. ¿Cuándo un partido político entra en una crisis terminal? Bien, depende de qué Partido hablemos. Hay Partidos que nacen con un líder y mueren con él, o casi. Desde el Mitrismo en el siglo XIX, hasta la U.C.D. de Alsogaray en el siglo XX y quizás, haciendo futurismo, también los espacios que se vinculan con el nombre de su líder en la actualidad, sin referenciarse en troncos ideológicos más sólidos, suelen tener una vida similar al tiempo que dura la buena estrella de ese líder que de alguna manera los gestó. La persona que guía es el Partido, y si no está, la fuerza desaparece, o languidece. Un Partido Político puede también agonizar cuando los ideales que lo pusieron en camino y le dieron sentido, dejan de tener vigencia por la dinámica de la sociedad que los contiene. Dejó de tener sentido el Autonomismo de Alsina ante la unificación del País, y el laborismo de Reyes ante la obtención masiva de derechos sociales durante el primer peronismo. La bandera ya no tienta a nadie, no enamora, y por ende, la propuesta política se vacía de contenido. Necesariamente, el Partido político muere. Diría que estas dos, la dependencia de un líder mesiánico o al menos único, y la pérdida de significación de las banderas que representa, son las dos causas fundamentales para presagiar la crisis final de una fuerza política. Y nosotros, la U.C.R., ¿estamos ante estas circunstancias? Habrá sin dudas mil respuestas; yo tengo la mía. Nacido bajo el influjo decisivo de dos grandes líderes como Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen, el Radicalismo, luego de más de ciento veinte años de vida ha logrado reincorporarse superando largos baches, y al vacío que dejo el Peludo, comenzaron a llenarlo Lebensohn y Larralde, y llegó Balbín, e Illia, y más tarde Alfonsín y hoy, sin liderazgo definido, confío en que esa o esas figuras que necesitamos, están por llegar. Porque ninguna ausencia significó la muerte. Y porque aún ignorados por los grandes medios que determinan la irrupción de un candidato casi desde la nada, esa presencia llegará inevitablemente. Ya ha pasado, y volverá a ocurrir. No lo duden. Y volverá a ser una figura dentro de un contexto político coherente con su historia, y sino, no será. Pero así va a ser. Es decir, creo que la falta temporal de un líder no será lo que nos haga desaparecer. Porque en cada lugar, en cada pueblo, en cada Comité, hay un pequeño líder que no mide pero que si inspira confianza a su gente. Es un tiempo en que casi siempre nos representa mejor un concejal, un intendente o un simple correligionario, que un anquilosado señorón transformado en figura miserablemente mediática, en general más preocupado por su futuro que por su conjunto. El Radicalismo estará bien vivo mientras haya cientos de pueblos y ciudades gobernados por radicales en todo el país. De allí saldrán muchas buenas nuevas; ya lo verán. Algún distraído podrá pensar, por otra parte, que quizás las banderas del Radicalismo hayan quedado atrás en el tiempo. Hablaba recién de los próceres del Partido pero no hablé de los valores y propósitos que esas figuras representan, y de cuál es la actualidad de esos valores. Integridad, firmeza, capacidad, desinterés personal, honestidad, estudio y necesidad de conocimiento, respeto por la diversidad, ética en la función pública, republicanismo a ultranza, respeto por el federalismo, promoción de la educación y la salud pública, independencia de la justicia, defensa de la soberanía nacional, geográfica, cultural y energética, respeto por la libre determinación de los pueblos, defensa de los derechos humanos… Hasta el más mezquino de los análisis políticos le reconoce al radicalismo su función primordial como factor de equilibrio republicano en esta historia en la que al sistema democrático le costó tantos años consolidarse. ¿Tiene razón de ser todo esto en nuestra sociedad? ; ¿alguien considera a éste conjunto de objetivos como algo ya logrado y que por lo tanto ha perdido sentido en nuestro tiempo? A mi juicio, por estos caminos, buscando lograr cada una de estas cosas, hay todavía mucho para recorrer. Algunas de estas luchas están afortunadamente avanzadas, otras abiertas para fortalecer y otras para volver a recorrer pues en estos años se han desandado los logros de tiempos pasados. En torno a estas ideas, y a muchas otras que sin duda forman parte de lo que significa ser radical, hay esencia política por la que pelear, en el buen sentido de la palabra. Hasta tal punto es esencial el republicanismo en nuestra ideología que quizás ningún discurso la haya contenido tanto como Alfonsín recitando el Preámbulo, aún a medio cumplir luego de ciento cincuenta años. Sin dudas, las ideas a defender están vivas. Y qué más? Que afortunadamente, muchos van entendiendo que los integrantes de fuerzas que tienen una misma matriz de pensamiento, y por matriz de pensamiento entiendo la coincidencia general con estos principios de los que venimos hablando, tienen en su unión mucho más para ganar que para perder. Porque el republicanismo es vivir sabiendo y tolerando disentir; y aprender a consensuar desde la buena fe, hasta lograr la convicción de que vivir en sociedad es entender que no se puede ganar siempre, y que los intereses generales deben estar por encima de los particulares. Es un gran aporte a la claridad democrática que fuerzas como el Gen, la Coalición Cívica, el Socialismo y el Radicalismo, además de otras menores, constituyan una sola fuerza con ideas, objetivos, valores y procedimientos diferentes de las otras fuerzas predominantes. Ejemplos como el de Santa Fe, o el de muchas ciudades y pueblos nos dan la prueba que la unión no es sólo posible sino también coherente. Está claro que no constituimos una buena variante para los medios hegemónicos; aunque el Frente Cívico sacó en el país el mismo porcentaje de votos que el Masismo, y apenas unos puntos menos que el Frente para la Victoria, ha ocupado en cualquier medio gráfico la cuarta parte del espacio, en el mejor de los casos. No nos quieren mucho, pero no es tampoco muy bueno que cierta gente te quiera. Sobre todo aquella que sólo quiere a quien le resulta un buen negocio. No es sencillo ser radical, ya lo sabemos, y nuestros socios deberán aprender a compartir el estigma. En fin, buenas ideas enriquecidas por una amplitud en crecimiento. Esto entusiasma, invita a seguir. Aunque no tengamos un líder mediático, no importa. No sin razón alguien me dirá que la gran figura aún no está, y que yo solo hago una profesión de fe al decir que ya estará. Tiene razón quien así lo piense. Pero aunque aún no haya flores, abajo, las raíces están firmes, y nadie podrá negarnos lo que vivimos en nuestra región, como prueba de que este razonamiento tiene sustento real. Ganó Massa, es cierto. Su poder mediático es por el momento decisivo. Pero para su lugar, para que cuide su querido terruño, la gente miró al Acuerdo al menos aquí, en el barrio. Miguel Gargaglione, con un gobierno impecable, sacó el 54 % de los votos en San Cayetano; por plata que le pusieran a Bossio, nadie convenció a los tandileros para que dejarán de confiar en la honestidad y la capacidad de Miguel Lunghi; en Mar del Plata se premió el trabajo de Vilma Baragiola con un triunfo enorme, y en Balcarce la gente optó por el Negro Reino, y en Rauch por Mauricio Esponda, y en Guido nuevamente por Quique Loubet, y en Maipú por Aníbal, y en Dolores, en Madariaga, en Villa Gesell, y en Ayacucho también la gente confió en los candidatos del Acuerdo Cívico y Social. Y en otros lugares nos acercamos, y estamos presentes. Quizás esos valores simples que representamos se estén resignificando de a poco. Es cierto que no tenemos un mediático ganador que la gente vea como opción en gran escala, al menos en la Provincia. Pero estamos más vivos que nunca en la base, y como toda cosa bien nacida, debe crecer desde el pie para que crezca sana. Yo estoy contento que así sea porque crecerá desde el esfuerzo militante y no desde el calorcito de algún poderoso. Con tiempo, habrá flor; no lo dude. Eso si, quienes integremos el espacio debemos estar dispuestos a hacer lo que nos toque hacer. Mostrar nuestra condición de progresistas es estar dispuestos a trabajar para que la gente viva cada día un poco mejor, y saber que nadie es imprescindible y también que todos tenemos algo para dar. Porque aunque haya que perder hasta que la sociedad valore nuestra propuesta, vale la pena ser consecuente, y serlo sin claudicaciones, y sin apuros. Habrá que resistir bien atados el canto de las sirenas. Alem nunca ganó, y Balbín tampoco. Y quizás nosotros no volvamos a ganar, o quizás si. Pero si hemos de ganar que sea como tiene que ser, con gente de la que estemos seguros y a la que consideremos representativa de la fuerza que integramos; y con las ideas que nos acompañaron siempre, más las que nos vayan surgiendo dentro de la misma escala de valores. Yo no quiero colgarme de nadie para decir que gané, cuando sabré muy bien que el que ganó fue otro. Yo no quiero que me digan cuatro tipos quienes me tienen que representar. Quiero que los elijamos desde abajo, pero desde bien abajo, y con la cabeza muy abierta. Si podemos hacerlo, el radicalismo -junto a sus aliados- podrá retomar otra nueva etapa que alcance la estatura de su historia. Ojalá así sea. ¿Qué como veo al Radicalismo? En la lucha, peleando por vivir, ofreciéndose como una opción válida, renaciendo cada día. Es decir, en su misma esencia.
Posted on: Fri, 15 Nov 2013 23:00:07 +0000

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