Con pasos trémulos y sin rumbo fijo, la diminuta figura de un niño más que caminar se deja llevar por la ruta de la noche. La solitaria senda que se abría ante él, aun siendo desconocida no le intimidaba, nada interfería su intento de avanzar. Su destino era incierto y si hubiese tenido la consciencia suficiente para elegir la muerte lo hubiera hecho en ese momento. Lucía desamparado y con dolor profundo en su pequeño corazoncito. Un velo de misterio lo protegía. Había elegido el primer camino que encontró a sus pasos y ahora un rumbo interminable era su consuelo. Con la soledad de compañía, el silencio de la noche se hacía más agudo. La escaseé del flujo vehicular no impedían las intenciones del caminante, que durante tres horas de iniciar su tonto andar, daba muestra de no detenerse.
Posted on: Sun, 01 Sep 2013 03:39:42 +0000
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