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Concilios13... PERSECUCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE ESCRITURAS Y DE LIBROS... En el siglo V se empezó a combatir el Diatessaron de Taciano (una armonía de los cuatro Evangelios). Se llegaron a destruir en el año 458 doscientos ejemplares de su obra, por mandato de Teodoreto Cirense, que obligó a leer los Evangelios separados. Ya en tiempos del obispo Agustín de Hipona, éste dice que había muchos traductores latinos. Agustín así nos dice: "Si los que tradujeron las escrituras del hebreo al griego se pueden contar, no así los traductores latinos. Porque cualquiera que tuviera a su disposición un códice griego y supiera un poco de las dos lenguas, se atrevía a interpretar". En cuanto a la variedad de lecciones variantes (partes de las escrituras expresadas de otra forma) que se introdujeron en las versiones latinas, nos dice Agustín de Hipona: "Se encuentra tal diversidad en los diferentes códices, que a penas se puede tolerar, y entra tal duda de que quizá no se encuentre en el griego, que en adelante es difícil saber si significa o prueba algo". La mayor parte del texto de las versiones antiguas latinas (Vetus Latina) se ha perdido, pues fue suplantado por la Vulgata de Jerónimo. Éste corrigió entre los años 382 al 385 aprox., los cuatro evangelios y el salterio de la antigua versión latina . Después corrigió el viejo testamento (hasta el año 390). Por último, compuso la Vulgata Latina, que quedaría terminada por el 406. Se basó en la forma B (la forma ALEJANDRINA), menos antigua que la Vetus Latina. Se dice que las discrepancias y variantes que había entre los diferentes códices latinos, que eran muchos, dio lugar a la elaboración de la Vulgata de Jerónimo. Sin embargo, no todos los escritores e investigadores de la Biblia, piensan igual..., porque en los primeros siglos, la versión Vetus Latina, fue muy defendida por muchos Cristianos, sobre todo en España. Desde esa época, se quemaron y se eliminaron muchos libros (versiones de los Evangelios y cartas de los Apóstoles). CONCILIO DE HIPONA En la Epístola Pascual de Atanasio de Alejandría (367 después de Jesucristo), podemos encontrar el canon de las escrituras de la Iglesia oriental. Y en el sínodo de Hipona (393 después de Jesucristo), se encuentra consignado el canon de la Iglesia occidental. Después, en la carta del pontífice Inocencio I (año 405) también se encuentra el canon de los libros de la biblia escogidos por los poderosos de Roma en el siglo IV. Al conjunto del Nuevo Testamento y del viejo testamento (72 libros en total), se le ha llamado Biblia desde entonces. EL CANON El "canon" (en griego nwnak, que significa caña, regla, unidad de medida) consiste en la lista de los libros aprobados como "inspirados" y que componen la lista de libros de las diferentes biblias. Estos libros, según disposición de los escrituristas del imperio, eran clasificados, según el criterio de ellos, en dos grupos principales: Canónicos: aquellos de los que, según ellos dicen, "nunca ha habido duda de autenticidad de inspiración". Esto es una forma de expresar las cosas que no corresponde con lo que nos dice la historia de los pueblos sobre las religiones y sus libros, pues sobre la autenticidad de los libros impuestos por el imperio siempre ha habido dudas en las religiones cristianas y en las no cristianas. Deuterocanónicos: los libros que, según ellos, "no fueron aceptados unánimemente desde siempre", pero que finalmente fueron incluidos en el canon definitivo. En griego, deuterocanónicos significa que fueron admitidos como canónicos solo en un segundo tiempo. ¿"No fueron aceptados unánimemente desde siempre"?... Esta forma de hablar tampoco parece correcta, pues la historia de las religiones nos dice que ciertas religiones y ciertos grupos cristianos tenían unos libros como sagrados mientras otros los rechazaban. La decisión de incluir en la lista oficial (o canon) de los libros de la Biblia, los libros que la integran actualmente fue tomada en el Concilio de Hipona el año 393 d. de C., siguiendo la proposición de los obispos del imperio en el concilio de Roma (en el año 382 d. de C. ), siendo en aquel tiempo el obispo Dámaso la máxima autoridad eclesiástica de Roma, y aceptando la aún más temprana decisión del concilio de Laodicea del año 363, sobre este mismo tema. Fue en Roma, en el concilio que se celebró siendo Dámaso obispo jefe de la religión de Roma, entre los años 366 al 384, cuando por primera vez se impuso la decisión de los libros que debían ser aceptados, estableciéndose una lista de ellos, como la lista de libros de la "Iglesia Universal". En el concilio de Hipona, convocado por Dámaso durante el Sínodo de Roma en 393 d. de C., es oficialmente confirmado el canon. Después, aparece la lista de los libros del N. T. en los decretos de los pontífices y en todas las actas de los sínodos tanto orientales como occidentales de la religión del imperio romano. CONCILIOS DE CARTAGO El canon de las escrituras, que contiene todos los libros de la biblia de la religión del imperio romano, definido en el 382 en el concilio de Roma, siendo obispo Dámaso I, fue reafirmado en los concilios de: Hipona (393); Cartago (397); en el año 405, en la carta que mandó el pontífice de Roma Inocencio I al obispo Exuperio de Tolosa; en un nuevo concilio en el año 419 en Cartago donde se le pidió al obispo de Roma Bonifacio, que lo confirmara porque, según decían ellos, "estas son las cosas que hemos recibido de nuestros padres para ser leídas en la Iglesia". EL DECRETO GELASIANO El Decreto Gelasiano nos habla de los libros recibidos en el Concilio de Roma del año 393, que fue presidido por Dámaso I, pontífice de la religión de Roma. En este Decreto, aparte del dogma de fe de la religión católica de aquellos siglos, también se habla de la lista de libros que fue aceptada en el concilio de Roma del año 393. Al Pontífice de Roma Gelasio I se le atribuye el Decreto Gelasiano. Gelasio nació en el siglo V en África. Llegó a ser pontífice y jefe de la religión de Roma. Se cree que fue él quien escribió el llamado Decreto Gelasiano. Se le conoció también con el sobrenombre de "padre de los pobres", y Dionisio el Exiguo escribió de él que murió pobre después de ayudar a muchos necesitados. Gelasio mantuvo buenas relaciones con el emperador de Oriente Anastasio y también con el rey de Italia Teodorico. Según algunos investigadores recientes, hay comentarios que nos dicen que el Decreto Gelasiano no fue obra de Gelasio, sino de un clérigo de las Galias del siglo VI que escribió sobre las costumbres romanas de ese tiempo. OTROS TEMAS QUE ABARCA EL DECRETO En este Decreto se habla también del concilio de Nicea, del concilio de Constantinopla, el de Éfeso ("en el que Nestorio fue condenado"), el de Calcedonia, y también nos dice que hubo otros concilios de menor importancia. En cuanto a los libros que se deben leer y que son aceptados aparte del canon, nos da una lista de libros y autores muy extensa, al igual que nos da una lista de libros que no se aceptaban (apócrifos). En este Decreto, aparte de dar detalle de los libros que no son aceptados, también se recuerda lo siguiente: "y no sólo son repudiados por toda la Iglesia Católica Apostólica Romana, sino que deben ser eliminados los autores y sus seguidores, y condenados con el indisoluble vínculo del anatema eterno". En este Decreto se nos descubre la autoridad que se tomó el imperio de Roma sobre la vida y la fe de las personas y la persecución que tuvieron que sufrir tantísimos cristianos por causa de las decisiones tomadas en estosconcilios("deben ser eliminados los autores y sus seguidores"). Se ve claramente que aquellos dictadores religiosos, apoyados por el imperio de Roma, ignoraban o hacían ignorar el Evangelio de Jesucristo, pues el Evangelio de Jesucristo manda tener misericordia siempre con las personas y perdonarlas setenta veces siete. Ésta y otras religiones parecidas, movidas por los imperios de terror, durante siglos ignoraron la Ley misericordiosa del Evangelio predicada por Jesucristo y, desde entonces, las guerras, los genocidios, las inquisiciones, las torturas y las penas de muerte han sido el panorama presentado al mundo por los imperios de terror. "deben ser eliminados los autores y susseguidores"; esto decían los jefes que presidían aquellos concilios de los imperios de terror. Ninguno de estos concilios siguió fielmente las enseñanzas y mandamientos del Concilio de los apóstoles celebrado en Jerusalén en el primer siglo, pues los apóstoles, fieles a los piadosos mandamientos de Jesucristo, nunca mandaron castigos de muerte ni persecución alguna contra las personas. Pidamos a Dios que los hombres y mujeres que aman a Jesucristo vuelvan algún día de nuevo a la piadosa vida y enseñanza de Jesucristo y los apóstoles. Sigue en concilios 14...
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 19:20:13 +0000

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