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Constituye en mi parecer, espada fundamental de la patria. En las situaciones más difíciles se comportó como un dominicano de verdad, con porte de inequívoco guerrero. Mostró una actitud intransigente frente a los planteamientos tendentes a una negociación con los españoles. Hoy cumplen 174 años del nacimiento del precursor, prócer y héroe, Gregorio Luperón. Con el permiso de los averianos comparto parte de un trabajo del profesor e historiador Roberto Cassá. El guerrero de la libertad. Portaestandarte de la soberanía. Gregorio Luperon Por Roberto Cassá. Durante la segunda mitad del siglo xix los procesos históricos protagonizados por los dominicanos tuvieron por principal aspecto progresivo la búsqueda de la autodeterminación nacional. Esto significa que los dominicanos debieron afirmar, a través de accidentados procesos, la decisión de vivir en un estado independiente como medio para hacer valer derechos. A lo largo de esas décadas en los territorios insulares del Caribe solamente existían dos estados independientes, Haití y República Dominicana, constantemente objetos de asechanzas por parte de las potencias internacionales que gravitaban en la región. Adicionalmente, hasta 1856 los dominicanos debieron defender su independencia frente a las agresiones del Estado haitiano. Esto último contribuyó a definir una postura anexionista entre sectores importantes de los políticos y los intelectuales, los cuales carecían de fe en las posibilidades de que, como entidad independiente, el país pudiese enrumbarse por los senderos del progreso. De tal manera, las luchas por la autodeterminación nacional estuvieron atravesadas por el debate entre liberales y conservadores, los cuales defendían respectivamente posturas nacionalistas y anexionistas. En este panorama sobresalió Gregorio Luperón, tanto por los hechos en los cuales tomó parte como por la calidad de su persona, síntesis de procesos sociales profundos por estar dotada de condiciones excepcionales que le permitieron contribuir decisivamente al curso de muchos acontecimientos. Luperón fue un hombre salido del pueblo pobre, que ganó un estrellato en la historia dominicana y antillana. Dadas las condiciones en que se debatía el país, tuvo que formar su intelecto como autodidacta, lo que logró gracias a un enorme tesón. Sobresalió ante todo como guerrero, derivándose su capacidad de incidencia en los procesos históricos de sus atributos de jefe militar. Pero no fue cualquier hombre de guerra, al estilo de los caudillos típicos de su época, puesto que estaba definidamente orientado por la búsqueda de principios sólidamente elaborados: la consolidación de la independencia y del establecimiento de un régimen democrático. Lo anterior significa que el guerrero también fue un pensador, siendo esta combinación lo que le confiere dimensión a su protagonismo de prócer. Aunque no se hizo un intelectual especializado, fue capaz de exponer de manera consistente los anhelos nacionales de los sectores cultos, incluso con más propiedad que la mayoría de los intelectuales de su época. Hacer un recorrido por la vida de Luperón revela un estado casi constante de combate. Se puede decir que sus únicos descansos casi se limitaron a los viajes que realizó a Europa después que entendió que no había riesgos para la independencia. Este compromiso tan radical contrasta con su vocación de burgués, ya que no aspiraba al poder, sino exclusivamente a la condición de un ciudadano que contribuyera al progreso del país. En todo caso, se situó a sí mismo como un combatiente por la libertad que solo prestaba su espada en los momentos en que la Patria la requería. En verdad, estuvo atrapado en el dilema entre la mediocridad del burgués y la excelsitud del héroe. De todas maneras, sobre todas las cosas aspiró a la gloria y, aun sin reconocérselo a sí mismo, supo enmendar errores cuando tuvo ante sí las demandas de los principios, aun fuese a costa de los mayores sacrificios. Muchos fueron los próceres que llevaron la voz cantante, con la pluma o el machete, para dirigir a los guerreros por la libertad. Dentro de esa galería Luperón tuvo la peculiaridad de que su vida pública se prolongó por alrededor de cuarenta años, y solo el cáncer lo detuvo, cuando combatía la dictadura de su discípulo más aventajado, Ulises Heureaux. Participó, así, de manera conspicua, en procesos tan cruciales como la guerra de la Restauración, o la oposición a la tiranía de Buenaventura Báez de 1868 en adelante. Este guerrero fue, paralelamente, dirigente político, presidente de la República, integrante de los altos círculos comerciales, pensador político y cronista de su época. Basta referir, para significar la calidad de su figura, que fue el único de los próceres que escribió una relación pormenorizada de los hechos en que intervino, señal de una intensa conciencia en una época en que pocos tenían tal tipo de preocupación y menos aún la plasmaban en libros. Desde muy pronto sus merecimientos fueron objeto de tal reconocimiento que otro prócer, Manuel Rodríguez Objío, escribió su biografía, identificando la persona con el hecho de la Restauración. Por consiguiente, Luperón resume tres décadas de la evolución histórica del pueblo dominicano, puesto que fue la figura que, en conjunto, logró mayor incidencia en los procesos de consolidación de la conciencia nacional. ¡VIVA EL PROCER! Luperón- ¡VIVA ETERNA REPUBLICA DOMINICANA!
Posted on: Sun, 08 Sep 2013 18:39:34 +0000

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