Contemplo con profundo pesar la manera en que algunas personas se han lanzado de la forma más perniciosa y carente de profesionalidad a explicar mi salida de Es. Radio. Salvo intentar causar daño a Federico y ajustar viejas y rancias cuentas, no encuentro otra explicación a los dislates que llevan soltando desde hace días. Las razones de mi salida quedaron expuestas en una dilatada carta de diez folios que hice llegar a Federico - al que nunca se me ocurriría llamar Losantos - antes de anunciar que el editorial del viernes 13 era el último. Los motivos aducidos eran de carácter profesional y en ningún momento se hacía referencia ni a Bárcenas ni a historias amorosas ni a cosa parecida. Pero quizá lo más lamentable de todo esto no sea sólo esa falta de rigor profesional que han dejado de manifiesto hasta la saciedad estos sujetos, por ejemplo, al no consultarme personalmente para verificar lo que propalan - sólo lo han hecho dos medios y a uno le dije lo mismo que aquí señalo y en el otro, televisivo, decliné que me hicieran una entrevista - sino el hecho de que quienes se han lanzado a difundir los rumores más infundados tienen la pretensión de ser un referente moral para la nación. Más bien habría que decir que son un referente inmoral, es decir, la referencia clara y palpable de lo que no se puede ser, decir ni escribir si se desea mantener un mínimo de decencia. Pensar que esta gente sueña con implantar su poder en España a golpe de hisopo y jaculatoria es suficiente para provocar las peores pesadillas en alguien que ame la verdad y la libertad. Incompetentes e ignorantes, intrigantes y retorcidos, intentan justificar la posición que tienen o que ambicionan tener como el analfabeto que aspiraba a ser alcalde de Daganzo: afirmando con obtusa soberbia su fanatismo religioso. La quema del hereje les ha complacido desde hace siglos y en estos momentos disfrutan repitiendo un proceso inquisitorial en el que, como siempre, el acusado ni sabe quien lo acusa ni tiene la menor posibilidad de defenderse porque sólo cabe su sometimiento quebrantado o su muerte en pública vergüenza. Sin duda, una de las desgracias que ha sufrido Es.Radio en estos años es que también sujetos así se encontraban en el interior de la empresa sembrando la intriga y la discordia. Yo sufrí sus vilezas una y otra y otra vez. A decir verdad, pretenden que, después de mi marcha, las siga sufriendo de manera directa o interpuesta. Sin embargo, no cabe engañarse: las consecuencias finales de sus acciones las padecerá más que nadie Federico. Pero esa es otra historia y, por añadidura, aquella ya no es mi casa.
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 07:41:28 +0000
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