Corpus Christi en el Valtierrilla de 1990 La fiesta de corpus es - TopicsExpress



          

Corpus Christi en el Valtierrilla de 1990 La fiesta de corpus es la fiesta más importante de Valtierrilla. Se tratará de consignar aquí como se celebraba ésta festividad en Valtierrilla. El corpus de Valtierrilla –como dice la gente- se celebra 24 días después del jueves de Corpus, después de los de Salamanca, Santa Cruz de Juventino Rosas, Cortazar y Villagran. Y como la festividad del Jueves de Corpus está sujeta a la celebración de Semana Santa –que es una festividad móvil- el Corpus de Valtierrilla fluctúa entre los últimos días de junio y las primeras dos semanas de julio. El jueves anterior a la fiesta de Corpus, los jueces del pueblo se encargaban de trazar con cal las callecitas que se habrían de formar en la plaza, asignando lugares a los vendedores que acudían a colocar sus puestos de juguetes, loza, fruta, pan y los “varilleros” con arreglos de fantasía. Allí se vendían las máscaras y muñecas de cartón de Celaya, las rojas sandias de Puerto de Valle, las sabrosas manzanas de Salvatierra. Se colocaban las “vistas”, los retratistas –como decía la gente-. El volantín era alegría de chicos y grandes. El viernes por la tarde era de rigor acompañar a los tres mayordomos o encargados de la fiesta hasta el Camino Real, a esperar la banda de música que alegraría la fiesta. La banda entraba al pueblo tocando alegres melodías de la época. Fueron famosas las bandas de El Sabino y de San Nicolás de los Agustinos. Llegaban a la iglesia acompañados por el estallido de los cohetes y el sonoro tronido de las máscaras, y eran recibidos con repique de campanas. El sábado al amanecer la banda daba la “alborada”, recorriendo las calles y tocando alegremente entre estallidos de cohetes. Durante el día los mayordomos seguidos de la banda pasaban a recoger la cera escamada para la iglesia, se buscaban los nuevos mayordomos a los que se les premiaba con alegres dianas, y se entregaba la cera entre repique de campanas. A las 8 de la noche en la iglesia se entonaban solemnes maitines a los que asistía el pueblo con mucha devoción y compostura. Después se desbordaba la alegría en la plaza y las 11 ó 12 de la noche, según el criterio y el gusto de los mayordomos, se quemaba el castillo, precedido por la quema de peligrosos “toritos”. Las dianas alegraban el ambiente, los cohetes atronaban el espacio y una lluvia de luces de colores inundaban el cielo. Una vez quemado el castillo la gente se retiraba a dormir. El domingo venía lo mejor. Toda la gente salía luciendo ropas nuevas, pues era casi obligación estrenar. Para eso se habían sacrificado durante muchos meses. Desde temprana hora comenzaban a llegar numerosos visitantes de todos ranchos y poblados cercanos. Llegaban montados en testarudos borriquillos, otros llegaban en famélicos caballos o en briosos corceles, que después armaban tremendos alborotos en la plazoleta –donde ahora se halla de Escuela Mariano Matamoros- según las posibilidades y categorías de quienes los portaban. Otros llegaban a pie entre charcos y lodazales. No faltaba tampoco quien hiciera gala de una cómoda chispa o calesa, que eran los coches de ese tiempo. Lo primero era visitar la iglesia, después comprar una sandía para ir a disfrutar a la orilla del río, apartar las manzanas de Salvatierra antes de que acabaran, pelear las clásicas tunas de Valtierrilla y colgarse al hombro la sarta de rosquetes. Había que pasar a ver las “vistas” de la vida de Jesucristo o de la Cd. de Roma. Y claro, no podía faltar la vuelta en el volantín. A las doce del día se celebraba la misa de función, misa solemne de tres padres, cantada por el orfeón de Salamanca. Los cohetes y las cámaras acompañaban la ceremonia, al concluir la misa se exponía al Santísimo hasta las 5 de la tarde, hora en que había rosario cantado, y al final se llevaba a cabo la solemne procesión de Corpus. Se colocaban seis posas o altares bien adornados en el interior de la iglesia y se llevaba al Santísimo bajo Palio que portaban personas de la Vela Perpetua. Le seguían muchas personas portando cirios encendidos, en tanto que el sacerdote iba rezando los himnos eucarísticos. El coro entonaba esos mismos himnos. Todo terminaba con la bendición del Santísimo y el pueblo se retiraba entonando el canto de despedida: “Adiós, Reina del cielo…” El corpus de Valtierrilla ha perdido lo romántico y poético de tiempos que ya se han ido, pero ha ganado en importancia, convirtiéndose en una autentica feria que arrastra a miles y miles de visitantes de todas las ciudades y pueblos vecinos y hasta del extranjero, que llegan en camiones, coches o autobuses. Ahora los mayordomos se cuentan por docenas, se traen más bandas de música que han aumentado el tiempo de servicio, se queman varios castillos en diferentes días de la fiesta, hay confirmaciones impartidas por el Sr. Obispo de Morelia, los comerciantes han aumentado de manera que invaden el jardín y las calles cercanas, los juegos mecánicos con numerosos y variados, y constituyen la alegría de chicos y grandes. Los estrenos y la lluvia siguen siendo esenciales, pues un Corpus sin estreno y sin lluvia no sirve. Pagina de esta información valtierrilla-caminoalaciudad.blogspot.mx/2011/12/corpus-christi-en-el-valtierrilla-de.html
Posted on: Mon, 24 Jun 2013 03:59:28 +0000

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