Cualquier persona que ora azota el infierno. Y Satanás hará todo - TopicsExpress



          

Cualquier persona que ora azota el infierno. Y Satanás hará todo lo que este en su poder para callar las oraciones de esa persona. Daniel había probado la efectividad de sus oraciones bajo Nabucodonosor y Belsasar. Ahora, bajo el reino de Darío, Satanás inició una gran conspiración para silenciar las oraciones de Daniel. Las oraciones del profeta habían estremecido tanto al infierno que un diablo enfurecido organizó el gobierno completo de Babilonia en contra de Daniel. Recuerde, Daniel había sido puesto sobre todo líder de la tierra. Estos políticos vieron en Daniel sabiduría, respeto y favor y esto los hizo bien celosos de Daniel. Y ellos conspiraron contra Daniel: ”Entonces los gobernadores y los sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel y ningún vicio ni falta fue hallado en él.” (Daniel 6:4). Daniel era inocente, así que los líderes de Babilonia no podían sorprenderle ni en una sola falta. Ellos finalmente concluyeron que la única manera era conseguir que el profeta fallara era a través de su devoción a Dios. Ellos decían: “No encontraremos ocasión alguna para acusarle, excepto no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.” (6:5) ¿Se podrá decir esto de nosotros hoy? Estos líderes sabían que Daniel oraba hacia Jerusalén tres veces al día. Y ellos atribuyeron su favor a sus oraciones. Así que fraguaron un plan para detener las oraciones de Daniel. ¿Cómo? Creo que trataron de mantener ocupado a Daniel para que así no tuviera tiempo de orar. Sus ayudantes buscaron involucrarlo en cosas importantes relacionadas al reino para que así no pudiera orar. Amados, esto es una de las formas que Satanás usa contra los creyentes. Y es una conspiración que prevalece entre los ministros. Si preguntas a un pastor por qué no ora, probablemente te dirá que no tiene tiempo. Las demandas de su rol de pastor le consumen mucho tiempo y él tiene que usar el tiempo que le sobra para preparar sus sermones. Muchos cristianos caen en la misma tentación. Dicen: “Tengo muy poco tiempo para orar. Mi trabajo consume todo mi tiempo”. Hasta las amas de casas dicen: “No tengo un momento en el día para orar. Cuando consigo vestir a mis niños, limpiar la casa y hacer las comidas, no me queda tiempo.” El filósofo Soren Kierkegaard se refirió a la ocupación de los cristianos como un narcótico. Observó que los lleva a tener doble pensamiento. Dijo que, según las personas caen en tareas más profundas, su amor por la verdad se le escapa más y más hacia el olvido. Entonces, con el estímulo masivo de sus actividades y sus demandas de su tiempo que van en crecimiento, se les hace imposible que ellos entiendan el peligro en el cual se encuentran. Ellos tienen el espejo de la palabra de Dios pero no pueden estarse quietos lo suficiente como para ver lo que refleja. Creo que una persona ocupada que ora raras veces tiene una condición peor que una persona que tiene una enfermedad terminal. ¿Cómo? Poco a poco se va acostumbrando a su condición. Y según pasa el tiempo ora menos y se hace menos consciente de Dios. Poco a poco sus convicciones se deterioran hasta que las pierde completamente. Daniel sabía que no podía sobrevivir sin la oración. Así que, siguió orando, aunque sus colegas le daban mas y más trabajo. Ya saben la historia. Ellos finalmente decretaron una moratoria para que no se orara por treinta (30) días. Era una ley intencionada sólo para Daniel. Con todo y eso, Daniel no cesó de orar sus oraciones que hacían temblar al infierno – y terminó en el foso de los leones. Usted se preguntará, ¿qué era lo que motivaba a Daniel a orar tan intensamente? ¿Qué le hacía seguir orando, aún con una sentencia de muerte sobre su cabeza? ¿Por qué este hombre de ochenta años continuaba abriendo su corazón a su Señor tan fervientemente, cuando el resto de la iglesia ya no buscaba de Dios? Considere el esfuerzo inmenso que le tomaba a Daniel a consagrarse a la oración. Después de todo, vivía en la ciudad de Nueva York de su tiempo – grande, majestuosa, rica Babilonia. Y él vivía en un tiempo de apatía espiritual – borracheras, en busca de deleites y avaricia entre la gente de Dios. Más que eso, era un líder con distracciones por todos lados. Le digo a usted, la oración no viene naturalmente a nadie, incluyendo a Daniel. La oración disciplinada es fácil de comenzar pero fuerte para continuarla. Nuestra carne y el diablo atentan en contra de ella. ¿Cómo nos hacemos gente de oración?
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 02:25:49 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015