Cuando San Roque o Algeciras estuvieron a punto de convertirse en - TopicsExpress



          

Cuando San Roque o Algeciras estuvieron a punto de convertirse en la capital de España Uno de los momentos más trascendente de la historia de San Roque no pasó de quedarse en proyecto, o en simple intención; pero cabe ser destacado porque evidencia la importancia que en aquellas fechas tenía esta ciudad en la historia de España. Cuando, de acuerdo con lo decidido por las potencias reunidas en el Congreso de Verona, las fuerzas francesas llamadas los Cien Mil Hijos de San Luis, mandadas por el duque de Angulema, entraron en España y fácilmente se fueron apoderando de las principales plazas, el gobierno liberal decidió trasladarse de Madrid a Cádiz y obligó a Fernando VII y a su familia a seguirle. El propio monarca dictó a su secretario Salcedo un diario sobre lo que ocurrió en aquella ocasión, desde el 14 de febrero al primero de octubre de 1823. Este diario se editó con el título Itinerario de la retirada que el gobierno constitucional obligó a hacer a Sus Majestades y a toda su real familia a la ciudad de Cádiz. En el referido diario, y cuando se transcribe lo tratado durante el mes de junio hay referencias a San Roque, dictadas a su secretario por el propio Fernando VII, de las que nos hacemos eco por considerarlas del máximo interés: Domingo, 8 de junio de 1923 (desde primeros de mayo el Rey estaba ya en Sevilla): Por la noche, a las nueve, vinieron los ministros Sánchez Salvador y Calatrava a leerme un parte en que decía que los franceses iban adelantando por todas direcciones. Me dijeron que lo habían pasado a la junta de generales. Me leyeron la respuesta de ésta, reducida a manifestar que el Gobierno debía trasladarse a Cádiz o a la Isla, y me propusieron si lo habían de pasar al Consejo de Estado. Díjeles que podían pasarlo, pero que el ir todos a encerrarse en Cádiz y en aquella estación me parecía un disparate, pues el ir a perecer en medio de los horrores de una peste era cosa terrible. A esto me dijo Calatrava que en la Isla había casas aisladas en que se podía estar sin peligro, que él había estado dos años cuando había peste en Cádiz y se hallaba todo lleno de enfermos y también los hospitales de la Isla, y que, sin embargo, en aquellas casas nada habían sufrido. Entonces yo insistí que en cuanto a la traslación a Cádiz no podía acceder. Lunes, 9 de junio de 1823: Por la tarde se reunió el Consejo de Estado para consultar sobre lo que los ministros habían propuesto el día anterior. Duró la sesión hasta las once, en cuya hora se suspendió porque se hallaban muy divididas las opiniones. Aquella misma noche recibí una representación sin firmar de los diputados Vega de Infanzón, Taboada, González Ron, Rodríguez Paterna y Blake. Martes, 10 de junio de 1823: Por la mañana continuó la discusión pendiente del día anterior en el Consejo. Por la noche, a las nueve, después del despacho me leyó Osorio la consulta del Consejo en que proponía que en lugar de Cádiz o la Isla fuésemos a San Roque o Algeciras. Después me dijo que los demás ministros querían hablarme; le respondí que cuando quisieran. Vinieron en seguida. Me dijeron que suponían me había enterado ya de la consulta del Consejo de Estado; que en cuanto a ir a San Roque o Algeciras ofrecía muchas dificultades, pues además de los malos caminos, nos hallaríamos en un punto muy cerca de una potencia extranjera, y que así su opinión era que se eligiese Cádiz o la Isla. Díjeles que a ninguna de las dos accedía por las razones que ya había expuesto y que llevarme por fuerza el peligro era un asesinato, y que para esto valía más que me pegasen un tiro. A esto respondieron que la situación era terrible para todos; pero que la época de la epidemia no había llegado aún. A esto repliqué: "Sí, pero no se considera que vamos a inundar aquellos puntos de gente, vamos a estar sitiados por mar y por tierra y se van a originar muchas enfermedades; lo cual acelerará la peste. Además, yo no soy solo y se va a exponer a que perezca toda la familia real. Hay más: y si yo falleciese ¿qué de males no resultarían para la pobre España?. Comenzaría en el acto una guerra civil horrorosa, que sería interminable, según se ha dividido y encarnizado los ánimos, y no veo yo nada que pudiera aplacarla. Yo soy padre de mis pueblos y sería responsable, si no evitase ahora su completa ruina". Me dijeron que tenía mucha razón pero que ellos no hallaban otro recurso ni otro sitio a propósito; y bien deseaban encontrar medios de salir de los apuros y compromisos en que todos estaban, pero que era imposible. Díjeles: "Pues bien; supongamos en Cádiz; y si los franceses avanzan ¿no habrá que entrar en composiciones?. Hablemos francamente". Respondieron que no había ningún otro medio. Entonces repliqué: "Pues lo que ha de hacerse en Cádiz hágase en Sevilla y se evitarán infinitos males y gastos inútiles". A esto contestaron que no podía el gobierno hacer proposiciones, pues como los franceses habían invadido el territorio español, a ellos les tocaba hablar primero; y en este caso no podían los ministros dar absolutamente ningún paso. A esto repliqué: "Pues tampoco yo puedo moverme de aquí a no llevarme por la fuerza; de otro modo no saldré". Díjeles por último: "Si ustedes quieren garantías, por mi parte, en el caso de una desgracia cuenten conmigo; seré generoso, pues yo no tengo rencor con nadie". Respondieron que estaban muy persuadidos de ello pero que había muchos que no lo creían así. Díjeles : "Pues yo se lo ofrezco a todos en general". A esto repusieron que lo pensase todo bien hasta el día siguiente; que ellos se veían muy comprometidos y que no encontraban otro recurso que el de la retirada a Cádiz o a la Isla. Respondí que lo pensaría, pero no alcanzaba ningún motivo que pudiera hacerme variar mis dictámenes". Mientras esto ocurría, en el Ayuntamiento de San Roque, ajenos a la propuesta del Consejo de Estado, e ignorantes por tanto de que se había considerado la posibilidad de hacer residir en la ciudad la capitalidad del Reino, mantenían la lucha por reconquistar la de la comarca, por lo que había dirigido petición a S.M. Fernando VII de que fuese devuelta la residencia de la Comandancia General del Campo, como lo hubiese sido hasta el año 1802. Se referían los munícipes sanroqueños a la decisión que en dicha fecha tomase el general Castaños de trasladar su domicilio y la comandancia general a la vecina ciudad de Algeciras. Antes de concluir el año se recibía respuesta, contundente por cierto, que fue conocida por la Corporación el 31 de diciembre, en la que se comunicaba que el asunto quedaba definitivamente archivado "para que lo tengan presente los demás Ayuntamientos sucesivos, por si intentasen hacer igual solicitud".
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 08:48:12 +0000

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