Cuando ejercía como abogado, una señora me pidió que llevara su divorcio. Su marido y ella eran discapacitados cognitivos; y aunque desconozco en qué medida, aseguro que lo suficiente como para que comunicarse con ellos respecto a cualquier cosa, requiriera la intervención de sus padres. Solo ella tenía ingresos; aproximadamente unos seiscientos euros al mes. Con el aval de sus padres, un banco les había concedido una hipoteca que llevaban arrastrando como podían, ya que su pago se llevaba más de la mitad de los ingresos de la unidad familiar. Cuando dejaron de pagarla, al acumularse deudas de otro tipo, como facturas de luz y teléfono móvil, el banco se dirigió al avalista, que tampoco tenía ingresos suficientes para atenderla, porque sus ingresos nunca fueron muy superiores a los de su hija. Lo que vino después, os lo podéis imaginar. En medio del drama, ella decidió divorciarse porque había conocido a alguien en Internet y quería ir a Madrid para conocerlo. Y es que se han concedido hipotecas tan variopintas como esta, en las que el sentido común lleva a pensar que no parecen las mejores condiciones para que pueda ser afrontada. Pero se concedían. Y en el proceso de concesión de la hipoteca, no solo interviene un banco. También hay un notario que debe garantizar la seguridad jurídica, que es un derecho fundamental. Y bueno, no voy a entrar en cómo aplican las autoridades eclesiásticas el canon 1095 (incapacidad para contraer matrimonio)…y como no hay más control…con la Iglesia hemos topado. Y espero que en esto último, se me entienda bien...
Posted on: Sun, 28 Jul 2013 07:51:30 +0000
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