Cuando se acercaba el final de la década de los 90 en la que - TopicsExpress



          

Cuando se acercaba el final de la década de los 90 en la que habían pasado muchas cosas que, mejor o peor, habían cambiado la cara a la música española, con el dinero que había ganado de invertir en bolsa mis becas de la universidad decidí dar el paso que llevaba esperando años: montar un sello de discos. Un sello pequeño, modesto y que satisficiese mis incapacidades musicales. Cuando otras personas con las que iniciaba la aventura me preguntaban qué sello me gustaría ser, yo lo tenía claro: Spicnic. Spicnic es una rareza que, en esta época en la que la rareza es un valor al alza no acaba de encontrar su lugar. No entiendo cómo no salen 300 grupos recordando su importancia, la herencia que dejaron y su relevancia en la música en España. Apenas un merecido homenaje en el año 1998 en la Revista Zona de Obras parece escaso bagaje para todo lo qué significan. Quizá este Chitty Chitty Big Fan! sea ese acicate para revisar y poner en valor un milagro que sucedió contra viento y marea (no hay más que revisar el entorno musical en el que se movían sus compañeros de generación). Pongámonos en situación y hagamos memoria. Tras la disolución de un grupo maldito como Terry IV que jamás pasaron de sus (maravillosas) maquetas, un single en DRO y un Split para el fanzine Stamp junto a Fat Tulips, tres de sus cuatro componentes forman Meteoro. Tras dejar el grupo madre Juli Lee, el resto de componentes, o sea, los hermanos Melero, Dionisio (Dioni Dee) y Alfonso (Trans) junto a Benito (Crom) deciden continuar con sus aventuras musicales. Además habían fundado el sello Spicnic que se inaugura con el debut de la siguiente aventura de los hermanos Canut tras Los Vegetales, Los Intronautas. Y así, en 1994, sale a la venta el único disco de Meteoro, segunda referencia de su propio sello, el Chitty Chitty Big Bang!. Todo en el disco es especial, empezando por el precioso diseño gráfico obra de Javier Aramburu que, apenas unos meses antes, había publicado el único disco de Family, uno de los pocos eslabones musicales con los que se podía relacionar la familia Spicnic en esos tiempos. Porque eran tiempos de música en inglés, de distorsión, de excesiva seriedad, de olvido de los 80... pero aún así, como los galos, había pequeñas islas ajenas a todo ello. En el año 1994 se publica la obra maestra de Berlanga, “Indicios”. También los segundos trabajos de Le Mans y La Buena Vida. Y poco más en el mismo universo (para hablar de Meteoro y Spicnic siempre mejor el mundo de las estrellas), quizá el “Viva Bonito” de otros inclasificables como Patrullero Mancuso. Muy solos se tenían que sentir en ese mundo Meteoro. En menos de media hora dejaron un legado breve pero inolvidable. Como otros artistas que en una obra dicen todo lo que necesita el mundo escuchar de ellos (pienso en Charles Laughton y su “La Noche del Cazador” o Julian Ayesta y “Helena o el Mar de Verano”) no hacía falta más. Siete canciones originales, dos versiones (una de Sigue Sigue Sputnik, influencia directa de la banda, otra de Antonio Areta) y recuperando una canción escrita por los hermanos Canut para Terry IV, conforman un disco que es toda una revelación y que, a veinte años vista, suena incluso más contemporáneo que los contemporáneos. Envuelta en una estética y sonido rockabilly pero con instrumentación tecno-pop muestra el camino (muchas veces en el desierto) para las extravagantes criaturas (varias de ellas con los mismos habitantes) que poblarán el universo Spicnic durante los siguientes años (Astrogirls o Alpino como ejemplos más claros). Precisamente en Spinic, como no podía ser de otra manera, aparece en 1997 un grupo que redefine qué estaba pasando en la música española de los años 90: Los Fresones Rebeldes. El single de “Al Amanecer” abre la puerta de par en par a otra forma de ver y entender el pop en español en España. Pero eso no hubiese sido posible si antes no hubiese estado ahí Spicnic. Los grupos que se han unido para homenajear a Meteoro son un all-star de la música patria. Ver en el listado uno tras otro esos nombres juntos me emociona y me produce una excitación incomparable como fan de la música. Autores de algunos de los discos y canciones más importantes de mi vida entregando revisiones perfectas de canciones que son simplemente perfectas es un festín musical para, como con las patatas fritas, no cansarse jamás de ello. La elección que Rubén, alma mater del proyecto, hizo al elegir los grupos no puede ser más acertada. Todos y cada uno de ellos no sólo encajan en el universos Spicnic (algunos han formado parte de el) sino que se pueden reconocer las huellas del sello en su música o en su actitud. Que Los Ginkas es una de las mejores cosas que le ha pasado a la música española en los últimos años es algo que nadie debería dudar. Su versión de “El Increíble Mundo Menguante” encaja tanto en sus coordenadas que podría ser propia. No en balde el propio sello de los Ginkas Chin-Chin ha editado a medias con Spicnic discos recientemente. TCR son Los Urugallos y Los Urugallos son TCR (másomenos). A TCR le ha pasado un poco como a Spicnic: en su momento casi nadie los entendía y a día de hoy aún no se les acaba de valorar en toda su magnitud. Su versión de “Locomitivo” desprende la misma alegría y locura que el original cambiando los sonidos sintéticos por unas iridiscentes guitarras. El “Choogaboo” que les ha tocado en suerte a Hidrogenesse me lo imagino como la nave espacial uniplaza de la portada del disco de Meteoro. El dúo saca su vena excéntrica a la hora de abordar la versión y aleja los ecos ramonianos de la original para, vocoder mediante, transformarla en otra cosa. O sea, el secreto de una gran adaptación. Si había una elección obvia esa era la de La Monja Enana. Ya en su primera maqueta incluían una re-versión de “Elvis me telefoneó” rebautizada como “Gracita me telefoneó”. En vez de ir a lo fácil y recuperar ese homenaje en si mismo recurren a “Cortadora de Césped”. Quizá el grupo más Spicnic fuera del propio universo Spicnic. Sólo decir una cosa: pasan los años y Ana cada día canta mejor y con más matices. No podía faltar un artista de casa como es el gran Antonio Galvañ, o sea, Parade. La historia de “Mr Silvester” podría ser propia del mismo Galvañ llena de personajes venidos de otros mundos, solitarios, viviendo en distopías futuristas envueltas en sonidos del pasado. Un Doo-Wop marciano preparado para sonar en todas las pistas de baile oldies but goldies. Una sorpresa inesperada. La speedica “Fórmula 86” (que ya versionó la propia Juli Lee en su grupo Astrogirls como “Fórmula 2086”) cae en manos de los misteriosos M.A.L. que no es más que otra encarnación de Miguel López ex Fresones Rebeldes, también bajo el alias Thy Surfin’ Eyes. Como si los Pixies hubiesen versionado a Los Nikis, con eso digo todo. Maravillosa. Otro que juega en casa es Charlie Mysterio, que recupera su alias como Los Caramelos para versionar “Meteosat”. Si uno no conoce la original podría pasar por una que no llegó a entrar en aquel disco magistral y generoso de Los Caramelos. ¿Suena sacrílego si digo que la prefiero a la original?. Lo de Espanto es un escándalo. Les cae en suerte la, quizá, canción más golosa, “Elvis me telefoneó” (dan fe las versiones La Monja Enana, Los Intronautas y la original de Terry IV). Los riojanos la llevan al terreno explorado en su último y excelente trabajo “Rock’n’Roll” y, como en cada una de las versiones ante la pregunta de qué se escucha en el más allá, meten de su propia cosecha a T Rex que se une a otros number-one del otro mundo: Sigue Sigue Sputnik, Family, Fangoria, Le Mans, los Sillicon Teens y, por supuesto, los propios Meteoro. Lidia Damunt (que compartió banda con el Meteoro Alfonso Melero, los nunca demasiado llorados si no llegan a regresar Hello Cuca) elige “¿Es verdad?” y la lleva a un terreno de melancolía doliente exprimiendo un romanticismo exacerbado quizá algo oculto en la original. Una preciosidad para domingos de lluvia. “En el Futuro” ya era una canción versionada por Parade y, en esta ocasión, ve una nueva cara a manos de Apenino, mitad de los añorados Dar Ful Ful. Acercándola a un sonido minimalista, extrañamente adquiere tintes de himno (tras acabarla no se te quitan las ganas de cantar una y otra vez eso de “En el Futuro” a voz en grito). Este regalo para fans del grupo, del sello y de los grupos implicados no podría haberse dado sin la larga, paciente y amorosa labor de Rubén que hizo durante años en su blog Area 51 del Corazón y sigue haciendo entre los que le conocemos con sus conocimientos, recomendaciones y amor a la música y a ese objeto que parece haberse quedado obsoleto pero que, a algunos, nos proporciona razones para vivir, llamado disco.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 18:47:29 +0000

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