Cuando tú, frente al espejo y sumergida en esa burbuja de penumbras vas recogiendo tu largo y hermoso pelo, y con la espalda desnuda, inevitablemente se filtran a mis pensamientos vapores de ideas e imágenes que, cocinándose a fuego lento en un imaginario caos, van hilando un delito, van gestando presiones de incontenibles ganas que el corazón en sus latidos se desfasa y ya no sigue el ritmo hasta desbocarse; y yo, engullido por ese embeleso, abstraído en el jardín de mi imaginación por tantos viles e intangibles elementos cautivantes que me impelen a actuar, me quedo ahí, detrás de ti, suspendido en una eterna indecisión de materializar o no tantos deseos con una voraz sed de piel que necesitan ser exorcizados en esta noche con aroma criminal; pero aún sigo inmóvil, disfrutando en contener mi acción, y contemplando con cuanta divinidad mueves tus manos dibujando no sé qué en tu pelo. Pero luego, un reojo disimulado, astuto y picaresco de tu parte, me advierte que sabes que estoy ahí, que el mirarte en silencio ya no es un secreto, y que con ello se irrumpe el embeleso que me engullía, volviendo yo a la racionalidad, y preguntándome si todo esto fue una confabulación, un teatro, una táctica femenina por tener control sobre lo que tú anhelas que yo imagine; pero una leve, sensual y escondida sonrisa, me engancha en su malévola intención, devolviéndome el hechizo instantáneamente, y azuzando el círculo de fuego alrededor de mi cabeza, donde algunos demonios vuelven a danzar, inspirándome nuevamente raras y geniales ideas como al principio. Aún sigues frente al espejo, fingiendo que no estoy, recogiendo tu hermoso pelo con arte y seducción; y yo ahí, contemplándote embelesado como sutilmente me vulneras y me ganas la guerra. (Rourke Boada)
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 01:31:34 +0000
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