Cuenta la leyenda, que en plena edad media existía un territorio - TopicsExpress



          

Cuenta la leyenda, que en plena edad media existía un territorio nórdico donde sus habitantes vivían en completa felicidad y bondad. Se los conocía como Hiperbóreos, y aunque sus tierras se encontraban muy al norte, cerca de la zona boreal, la vegetación crecía con increíble abundancia, de ahí derivó dicho nombre. Pero este magnífico lugar, estaba siendo desolado a causa de una bestia enorme que aterrorizaba a sus habitantes. Se decía por los reinos que un dragón andaba suelto por aquellas tierras; y hasta ahora nadie se había atrevido a desafiarlo, dado que los hiperbóreos eran gente muy pacífica. Estas noticias, llegaron a oídos del príncipe Caesar de Gohlmesh, dueño por derecho natural de las vastas tierras de Ribberitsh, heredero al trono de los celtas de Britania, y caballero ágil con la lanza, que no se dejaría amedrentar por esta bestia salvaje. Armado de valor, y a sabiendas de que la captura de un dragón le valdría seguramente el beneplácito de su reino, emprendió el viaje inmediatamente a fines de dar caza al Dragón de Hiperbórea, antes de que otro caballero se le adelante. La travesía fue larga y difícil, pero su obstinación fue mayor, por lo que acompañado de algunos caballeros de escolta, llegó finalmente al lejano país; donde sus indefensos habitantes se refugiaban en la taberna. Aparentemente, los Hiperbóreos eran gente muy jaranera, y la taberna era el sitio de reunión por excelencia. Todo se realizaba allí, ¡incluso las bodas y los funerales!. Enterado por los aldeanos de las costumbres del dragón, el príncipe Caesar se dispuso a buscarlo en la montaña, donde se decía estaba la cueva del temido animal. Sin embargo, los lugareños le advirtieron que sus intentos serían vanos: - “Debe saber, mi señor, que usted no es el primer Caballero que intenta capturarlo; los demás no han tenido éxito, porque este dragón es demasiado astuto. Se dice que Draktor, puede predecir el futuro, y por eso siempre se anticipa a quienes intentan darle caza”. Así que este dragón tiene nombre: “Draktor”… meditó Caesar para sus adentros. Luego llegó a la conclusión de que iría de todos modos a buscarlo en la montaña. Si es cierto que esta bestia puede predecir el futuro y sabe que voy a por él, entonces de seguro me estará esperando en su cueva. No le temo, así que no imagino mejor oportunidad para poder capturarlo. Ordenó montar a sus hombres, y se dirigieron directamente hacia la montaña. No fue difícil encontrar la cueva. Era el único hueco en la montaña capaz de contener a semejante ser, y la entrada a la caverna estaba a la vista, en un claro de la vegetación. Caesar y sus hombres ingresaron con cautela, observando atentamente el fondo de la cueva, buscando indicios de la presencia del ocupante. Por eso, no se sorprendieron al escuchar aquella voz como un trueno, que hizo vibrar toda la montaña al decir: - ¡Caesar!. Te estaba esperando. - Sí. Me lo imaginaba, ya que me lo dijeron los aldeanos. Entonces seguramente ya sabes para qué vine aquí. - Sí. Has venido a matarme. Pero antes de que lo hagas, tengo que decirte algo importante para ti. - ¡Habla ya, dragón!. - Si me matas, perderás al mismo tiempo a alguien muy importante para ti. En estos momentos, tu madre se encuentra en grave peligro. Y no podrás llegar a tiempo a salvarla, a menos que yo te ayude… En ese momento, un lancero llegaba a toda carrera, montando un caballo que parecía exhausto. - ¡Mi señor! - gritaba desaforado -¡Mi señor!. - ¿Qué es lo que pasa? - interrogó Caesar al lancero. - Es su señora madre, mi señor. Poco tiempo después de que usted se fuera, ella cayó en las garras de un hechicero que jura matarla a menos que el rey le entregue el trono. Yo salí tras de usted, y recién ahora pude alcanzarlo. Caesar, miraba alternadamente al lancero y al dragón, quien “sonreía” extrañamente y con complacencia. - De acuerdo, dragón. –dijo entonces Caesar. – Te perdonaré la vida si me ayudas. Aparentemente tu sabes cómo, sino no lo hubieras ofrecido. - ¡Muy bien!- exclamó el dragón mientras exhalaba una pequeña nube de humo gris. –Súbete a mi lomo. Iremos volando a tu reino a salvar a tu madre. Y así fue que Caesar y el dragón, volaron juntos hacia Britania, y al llegar, gracias al dragón, Caesar pudo salvar a su madre del malvado hechicero. Un solo soplo del dragón convirtió al hechicero en cenizas. Caesar quedó enormemente agradecido con Draktor, y luego de volver a Hiperbórea, convenció a los aldeanos de la bondad del dragón, y de que no debían temerle. Los lugareños dudaron unos instantes, pero enseguida uno de ellos gritó: - ¡Vamos a la taberna a festejar!.Y allí se encontraron Caesar (un poco contra su voluntad), Draktor y un montón de hiperbóreos que no paraban de reír y saludarse mutuamente, agitando sus vasos de vino y abrazando a Draktor, a quien le convidaban también con sus exquisitos licores. La fiesta duró diez días enteros. Incluso los hiperbóreos en conmemoración de aquel día, etiquetaron una cosecha de sus mejores vinos con el nombre del dragón. Todavía hoy en alguna bodega perdida, puede encontrarse un vino con la etiqueta de “Draktor”. Luego de tanta fiesta, y tanto beber con los hiperbóreos, sucedió algo inédito con Draktor: su boca y nariz dejaron de echar humo y fuego, y sorprendentemente comenzaron a soltar… ¡Burbujas!. Burbujas de todos los tamaños y colores. Burbujas rojas para indicar un futuro peligro. Burbujas verdes para avisar a los aldeanos que viene una época frugal y buena para las cosechas. Burbujas azules para avisar que vienen lluvias, etc. La leyenda de las burbujas del dragón se extendió a tal punto, que la gente comenzó a atribuirle otras virtudes, como la de predecir también la suerte, o el azar numérico. Así nació la famosa frase: “Draktor y da. A ydych yn ymddangos!”, en galés original; y que se utilizaba para lograr que la suerte se haga presente; y que luego fue traducida al inglés (de las tierras de Caesar) como: “Draktor the Good. Do appear!”. Traducida al español la frase reza: “Draktor el Bueno. ¡Hazlo aparecer!”. Y se utiliza para pedirle al dragón que traiga la buena fortuna, haciendo aparecer el número deseado por el apostador. Se dice que los dragones pueden vivir durante miles de años. Incluso ahora mismo, mientras usted lee esta leyenda, puede ser que el dragón Draktor se encuentre en algún lugar perdido del planeta, dejando salir algunas burbujas de esas que predicen el futuro inmediato. Yo por las dudas ya me aprendí la frase que atrae la suerte, y la pronuncio bajito cada vez que juego a la quiniela. Porque dicen que no existen pero… ¡Que las hay, las hay!.
Posted on: Mon, 16 Sep 2013 01:36:44 +0000

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