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DEVOCIONAL 19 DE AGOSTO DE 2013 “APOYÁNDONOS SIEMPRE EN DIOS “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (1 Reyes 18:37).” “No había otro como él, su corazón no se resignaba a ver cómo toda su nación se hundía en la apostasía. Su amor a Dios, su celo por las cosas del Altísimo y su anhelo por ver la redención de su nación, hicieron de él un hombre diferente a cualquier otro. No temió enfrentar al rey más corrupto que había tenido la nación de Israel. Soportó el tiempo prolongado de sequía, y ahora sabía que tenía que enfrentar una nación contaminada por la idolatría y controlada por los falsos profetas seguidores del dios Baal. Este hombre hacía más que todo un ejército bien entrenado, porque aprendió a apoyarse en Dios. Cualquiera podría haber pensado que era una especie de superhombre, sin embargo, el Apóstol Santiago corre el velo y nos dice: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18).” “El profeta estaba en la cima del monte Carmelo ante los rostros de aquellos cuatrocientos profetas de Baal que lo observaban de una manera desafiante, pues estaban esperando que cometiera el más leve error para ejecutarlo. Al lado estaba el perverso rey Acab que lo miraba con ojos inquisidores. El pueblo estaba enfurecido contra él, pues lo culpaban de los tres años y medio de sequía que había sufrido toda la nación. El único que estaba con Elías era el Dios que lo había llamado y le había entregado aquella difícil misión.” “Había una gran paz en el profeta, sabía que la victoria era suya, porque Dios estaba de su lado. Observaba a los profetas de Baal ofreciendo sus sacrificios, ya que el desafío consistía en demostrar quién era el verdadero Dios, el cual consumiría en llamas el holocausto. Los minutos iban pasando y nada acontecía, los falsos profetas veían que el tiempo se agotaba y no ocurría nada. En medio de su angustia comenzaron a cortarse la piel con cuchillos que tenían en sus manos. Gritaban frenéticamente, imploraban a su dios que no los dejara en vergüenza. “Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle” (1 Reyes 18:17). Llegó el turno del profeta e hizo una oración con la cual movió la mano de Dios. En esta oración Elías dijo, a propósito, delante de todo el pueblo, que por mandato divino había hecho todas esas cosas; y en ese instante, Dios le respondió. “Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun “lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló” (1 Reyes 18:38-40).” “ALGO EN QUÉ PENSAR “Amigo, Dios te ama y te quiere sanar”, le dije a un leproso sentado en el piso cerca de un cementerio, lugar por donde pasaba mucha gente. Yo estaba en mis primeros meses de vida cristiana. Cuando el hombre tomó el folleto que le di, me miró con un aire de frustración y dijo: “A la lepra ni Jesucristo la sana”. Me sentí indignado por lo que él estaba diciendo, y le dije: “Usted está equivocado, el Cristo mío tiene poder para sanarle”. Después de una dura discusión, el leproso cambió de actitud y dijo: “Si es verdad que su Dios es tan poderoso que sana la lepra y que usted, como Su siervo tiene poder para sanar, aquí estoy, ¡sáneme!” Una cosa es decir que Dios sana y otra es que uno lo demuestre, mi fe fue puesta a prueba. Pero no sentí temor, no me dejé intimidar por el desafío. Miré la gente a nuestro alrededor, pues el número había crecido de cinco a más de doscientas personas, y les dije: “Hoy ustedes van a darse cuenta de algo, y es que a mi Cristo no lo dejé pegado en la pared de “de mi casa, sino que mi Cristo está aquí con poder y va a sanar a este hombre de la lepra”. Oré por él y la lepra desapareció. Después de la oración, el hombre rompió a llorar pidiendo perdón por haber sido tan duro, luego testificó que la enfermedad había salido de su cuerpo y que sintió su sanidad. Meses más tarde lo encontré y me dio el testimonio del milagro.” “ORACIÓN Amado Dios, gracias porque siempre estás conmigo, quiero ser esa persona obediente a todo lo que Tú me confíes, pues deseo hacer siempre Tu voluntad. Ayúdame a ser prudente y esperar el tiempo que tienes para mí, te ruego que me des siempre de Tu gracia para cumplir con todo aquello que Tú sabes que puedo hacer. Ayúdame a esforzarme con valentía para avanzar y conquistar. Te amo, Señor Jesús. Amén. “DECLARACIÓN “El Valiente de Israel está conmigo y sé que cumpliré Su voluntad”.” Pasaje de: Castellanos, Cesar. “Declaraciones de poder para 365 días del año.” G12 Editores Ltda, 2012-02-06T05:00:00+00:00. iBooks. Es posible que este material esté protegido por copyright. Echa un vistazo a este libro en la tienda iBookstore: https://itunes.apple/co/book/declaraciones-poder-para-365/id538893492?mt=11 RHEMA. Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios. Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo. (Gálatas 1:10 NTV)
Posted on: Mon, 19 Aug 2013 02:25:47 +0000

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