DOCTRINA DE LA BIBLIA - TopicsExpress



          

DOCTRINA DE LA BIBLIA LOS PASTORES DE LA IGLESIA “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño” (Hechos 20.28). CAP....3 El ministerio plural Según el Nuevo Testamento, varias congregaciones en la iglesia primitiva tuvieron más que un pastor. La escritura que ofrecemos a continuación indica que había más que un solo obispo o un solo diácono en una iglesia: Filipenses 1.1 dice que Pablo dirigió esta carta a “todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos” (Filipenses 1.1). Y Hechos 11.23 dice que Pablo y Bernabé “constituyeron ancianos en cada iglesia”. “[Pablo], desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia” (Hechos 20.17). Pablo mandó a Tito a suplir la falta de pastores en Creta al establecer “ancianos en cada ciudad” (Tito 2.5). El ministerio plural tiene muchas ventajas. El oficio tendría menos carga si varios lo llevan. Cuando hay más que un pastor, aun los pastores tienen un pastor que vela por sus almas. Y la contribución de varios hermanos con sus diversos talentos, perspectivas y personalidades ofrece un equilibrio al liderazgo de la congregación. Así no es tan probable que la obra de la iglesia llegue a ser el proyecto de cierto individuo. ¿Cuántos pastores debe tener una congregación? Por lo menos lo suficiente para que puedan predicar la palabra y velar bien por las almas a su cargo. Y siempre que sea posible se debe ordenar a más para que en caso de una necesidad inmediata en cuanto al crecimiento de la iglesia facilite esta obra evangelizadora. ¿Cuáles oficios deben ocupar los pastores? Primera de Timoteo 3 presenta una lista de requisitos para los obispos y también otra lista de requisitos para los diáconos. También aparece una lista de requisitos para los obispos en Tito 1. Efesios 4.11 menciona apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Los apóstoles fueron hombres escogidos y enviados por Cristo a predicar y establecer iglesias en su nombre. Ellos habían conocido personalmente a Cristo y le habían visto después de su resurrección (Hechos 1.20–22; 1 Corintios 15.7–9). Jesús les concedió a ellos la autoridad de establecer la doctrina de la iglesia, y así forman el fundamento de la misma (Efesios 2.20). Edificamos sobre este fundamento cuando aceptamos sus epístolas en el Nuevo Testamento como la palabra de Dios. En la actualidad no existe el oficio de apóstol en la iglesia. Según la Biblia el oficio de más responsabilidad en la congregación es el de los obispos. La palabra obispo quiere decir “supervisor y superintendente”. Es muy probable que las palabras anciano y presbiterio (1 Timoteo 4.14) se refieran al oficio del obispo. La palabra anciano viene de la costumbre de poner como jefes de la gente a los mayores entre ellos. Tal vez en algunos casos se refiera a cualquier pastor y no tan sólo a los obispos. (Lea Hechos 20.17; Santiago 5.14; 1 Pedro 5.1.) El oficio de diácono fue instituido en los primeros días de la iglesia cristiana. Puede ser que los siete hermanos escogidos y ordenados por los apóstoles para encargarse de las necesidades materiales de la iglesia en Jerusalén fueron diáconos (Hechos 6.1–7). La Biblia enseña claramente los requisitos para los diáconos (1 Timoteo 3.8–13) y muestra que es un oficio importante en la iglesia de Cristo. No conocemos mucho acerca del resto de los oficios. Por ejemplo, no sabemos si se ordenaron hermanos para el oficio de evangelista o si los ancianos o los obispos que tuvieron el don de evangelizar servían en este ministerio. El llamamiento al ministerio ¿Cómo uno llega a ser pastor? ¿Acaso se requiere un llamamiento especial, o puede cualquiera hacerse pastor, tal y como se escoge cualquier otra profesión según la preferencia o la aptitud de la persona? ¿Es esencial el llamamiento divino para ser pastor en la actualidad? Veamos de manera breve lo que enseña la Biblia: 1. El llamamiento es del Señor Ser pastor en la iglesia de Cristo es un llamamiento. No es una mera profesión o vocación; un comercio o negocio; algo que se puede elegir o dejar cuando se quiera. Dios siempre ha sido el que llama a los encargados de su pueblo. Dios llamó a Moisés en una manera inequívoca. También a los profetas les fue dada “palabra de Dios”, y él los llamó de su trabajo ordinario al oficio sagrado de profeta. Estos hombres fueron llamados por Dios, y hablaron conforme el Espíritu Santo les dio las palabras. El primer sumo sacerdote, Aarón, fue nombrado y llamado directamente por el Señor. El Nuevo Testamento declara, en cuanto al sumo sacerdocio, que “nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (Hebreos 5.4). Pablo encargó a Timoteo y Tito que dirigieran la obra de llamar a los pastores (2 Timoteo 2.2; Tito 1.5). 2. La voz de la iglesia El libro de Hechos nos informa acerca de dos ordenaciones donde hermanos de la congregación fueron elegidos y ordenados para un cargo específico (Hechos 1.15–26; 6.1–7). En las dos ordenaciones, los hermanos trajeron a los apóstoles los nombres de los que a su parecer cumplían los requisitos. Pero en Antioquía fue el Espíritu Santo quien dijo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hechos 13.2). No existe contradicción entre las ocasiones cuando los miembros de la iglesia hablaron y cuando lo hizo el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo habla a través de una hermandad espiritual y bíblica. Si los hermanos crucifican sus propias opiniones y dependen del Espíritu Santo para discernir cuál hermano cumple los requisitos para el oficio, debemos aceptar la voz de la iglesia como la del Espíritu Santo. Cuando se solicita la voz de la congregación en una ordenación es prudente requerir que un hermano sea nombrado por dos hermanos (por lo menos) antes de considerarlo para el oficio. A veces los hermanos unánimemente eligen a cierto hermano para que sea pastor. Cuando esto sucede demuestra que Dios está hablando, lo cual indica que estamos en una posición que Dios nos puede revelar su voluntad. Por supuesto, esto presupone que el nombrado no esté haciendo nada que Dios desaprobara, como solicitar ser pastor. Solicitar la obra del pastor es un sacrilegio. El apóstol Pablo no entró en la obra del apostolado hasta que Ananías le impuso las manos, dándole su comisión (Hechos 9.17; 22.12–15). Es claro que Dios llama a los pastores y que siempre confirma su llamado por medio de la iglesia. 3. El uso de la suerte El primer hermano escogido por la iglesia después que Jesús partió físicamente de la tierra fue escogido por medio de la suerte. Los hermanos habían elegido a dos y los dos cumplían los requisitos, pero sólo había necesidad de uno. ¿Cómo podían saber a cuál de ellos debían ordenar? ¿Cómo podían dejar que Dios escogiera? Ellos hicieron uso de la suerte (Hechos 1.26). La suerte se usaba con frecuencia en el tiempo del Antiguo Testamento para determinar la voluntad de Dios. Algunos cristianos se oponen al uso de la suerte para ordenar pastores en este tiempo. Tal vez se oponen porque han visto el mal uso de este orden sagrado. No se debe emplear la suerte a la ligera ni mucho menos para evitar la responsabilidad de comprobar que los hermanos nombrados cumplen con los requisitos. La suerte se usa solamente cuando hay más que uno nombrado y cumplen con todos los requisitos bíblicos para el oficio. Con la suerte podemos encomendar la decisión final a Dios, quien ve y conoce lo que el hombre no puede ver ni saber. Cuando Dios escoge a un hermano por medio de la suerte no quiere decir que los demás que habían sido nombrados no son calificados. Esto puede indicar que él no los ha llamado a esta obra, sino a otra. La preparación del sermón La Biblia dice que Dios es el que llama a los pastores. (Vea Efesios 3.7 y 1 Timoteo 1.12.) Dios prepara a los que él llama. El pastor que quiere ser útil a Dios tiene que conocer a Dios y entender su modo de obrar. Nadie puede usar una herramienta si desconoce su uso. Nadie puede enseñar gramática sin saber de ello. Nadie puede usar la Biblia con eficacia sin conocer la Biblia. El Espíritu Santo nos ayuda a recordar los pasajes de la escritura que necesitamos y nos guía en el uso de los mismos, pero tenemos que prepararnos primero por medio de los tres ejercicios que mostramos a continuación. 1. La lectura de la palabra Pablo dio este consejo al joven pastor Timoteo: “Ocúpate en la lectura” (1 Timoteo 4.13). Este consejo es bueno y válido para los pastores de hoy día. El pastor que quiere hacer una obra eficaz tiene que conocer la Biblia y debe leer una porción de ella cada día con solicitud y devoción. Dios le hablará por medio de su palabra y el Espíritu Santo. 2. El estudio de la palabra La Biblia dice: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5.39). La Biblia es un caudal inagotable de conocimiento. Para encontrar los tesoros escondidos en sus profundidades el pastor tiene que hacer más que leerla; tiene que estudiarla. El estudio de la palabra incluye: Buscar el significado de las palabras no conocidas, hacer comparaciones entre pasajes relacionados y considerar un tema a la luz de los pasajes que lo tratan. Otra forma es buscar los pasajes que tienen que ver con un acontecimiento, problema o decisión actual. Es evidente que el pastor debe pasar mucho tiempo en el estudio de la palabra y la meditación. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2.15). 3. La oración La oración prepara al pastor para la obra. Por medio de la misma el pastor habla con Dios y Dios habla con él. Así el pastor se comunica directamente con Dios. Antes que Jesús tuviera su plática maravillosa del pan de vida él pasó la noche a solas con el Padre en oración (Marcos 6.46; Juan 6.22). Si a Jesús le era necesario orar, ¡cuánto más al pastor! Predicar sin estudiar y orar es un error. El sermón que se prepara sin oración no tiene vida ni buen efecto espiritual. Es un insulto al Autor de la predicación del evangelio que un pastor suba al púlpito y diga a la congregación: “No he abierto mi Biblia por una semana, no he pensado en ningún texto, ni he procurado meditar en un tema. Pero ahora abriré mi boca y dejaré que Dios me dé palabras”. Es la responsabilidad del pastor conocer la Biblia, elegir un texto, tema o pensamiento para presentarlo a la congregación. Él debe ordenar (de memoria o por escrito) los puntos que quiere presentar y debe preparar algunas ilustraciones apropiadas por medio de la dirección del Espíritu Santo. Dios ayuda al pastor que se esfuerza por preparar el sermón. Puede ser que sea necesario usar otro texto o dejar el tema que había preparado para tener un mensaje completamente diferente del que pensaba predicar. El pastor fiel se prepara con diligencia y permite que el Espíritu Santo lo guíe tanto en la preparación como en la predicación.
Posted on: Mon, 19 Aug 2013 05:26:36 +0000

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