DOCTRINAS BÁSICAS Hace ya algunos años, aunque a muchos les - TopicsExpress



          

DOCTRINAS BÁSICAS Hace ya algunos años, aunque a muchos les parece que no ha pasado tanto tiempo, el tema de la unción del Espíritu Santo en nuestras vidas, estuvo a la orden del día en toas las congregaciones. Donde se la amaba, anhelaba y cultivaba, procurando evitar excesos emocionales o de exagerado misticismo y donde se la cuestionaba, soslayaba y hasta combatía, buscando en la enseñanza de la palabra la sabiduría de Dios para encontrar el punto justo. La historia no la voy a contar porque usted ha sido protagonista de ella, en cualquiera de los dos ámbitos que termino de mencionar, pero la polémica no siempre santa que esto desató entre ortodoxos y progresistas, entre tradicionales y renovados fue tan áspera que, más que algo proveniente del Reino de Dios, por momentos se llegó a actuar de uno u otro lado, como si fuera algo que emanaba del Reino de las tinieblas. Sin embargo, aquí lo que interesa es la manifestación de los hijos de Dios, que es lo que la Creación toa anhela y gime, y que para que esa manifestación sea posible, más allá de cualquier teología o doctrina denominacional que usted cultive, la unción del Espíritu Santo es in-dis-pen-sa-ble. No conveniente, no interesante: indispensable. Sin unción jamás habrá poder de Dios en una congregación, en la iglesia. Sin unción cualquiera de ambas cosas será, apenas, un club social de reunión de buena gente con aptitudes morarles y espirituales loables y respetables, cosa que naturalmente, no es mala, pero que está lejos, muy lejos de la autenticidad de los hijos del Dios viviente. Quiero hablar hoy de un par de doctrinas que tienen que ver con la unción y que tienen tanta profundidad que pueden, por sí mismas, estremecer a todo el planeta y, me animo a decirlo, el universo entero. Dos espejos donde los hijos de Dios tendrán que mirarse, a la larga o a la corta y que, como no podía ser de otro modo, van unidos, hermanados, de la mano. (Hechos 2: 38)= Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Comencemos por entender que este pasaje, da cuenta de lo que Pedro les dijo a hombres que no estaban allí en calidad de incrédulos desinteresados de las cosas de Dios, sino a personas que habían ido a buscar “lo que hubiera”, precisamente de ese Dios que procuraban conocer más. Esto nos deja un primer principio, una primera enseñanza: No importa en que nivel espiritual se encuentre usted, no importa si es un analfabeto que aprendió la Biblia “de oídos” o un Master en Divinidades egresado de la mejor universidad teológica del planeta: El primer paso hacia el recibimiento de la unción, es el arrepentimiento. No sé cuantos ni sé adonde, pero seguramente en este mismo momento, se habrán levantado decenas de voces angustiadas que me reprocharán con una misma expresión: ¡¡Pero es que yo ya me arrepentí!! ¡¡Yo ya nací de nuevo!! ¿Usted ya ha nacido de nuevo? No puedo hacer otra cosa que gritar ¡¡Aleluya!! ¡¡Gloria a Dios!! Por eso. Pero a ese pensamiento de que el arrepentimiento es una cosa del pasado, tendré que decirle que no, que de ninguna manera es así. Fíjese el sermón que Pedro tiene aquí, justo en el día de Pentecostés. El poder del Espíritu Santo había caído sobre ciento veinte seguidores de Jesús, y este milagro había tenido manifestación práctica y visible de varias maneras, especialmente en el revestimiento de poder en esa predicación de Pedro. Ahora bien; ¿Por qué les dice eso Pedro a sus oyentes? Se los dice en respuesta a una pregunta que ellos, casi a coro, le hicieron antes: Dice que estaban “compungidos” por la presencia del Espíritu Santo y preguntaron: ¿Qué haremos? Allí fue donde Pedro les dijo: ¡Primero arrepiéntanse y después hablamos de lo demás! ¿Y que sería lo demás? Lo que dice este verso clave en materia de unción: (Hechos 1: 8)= Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Está bastante claro. Tenemos la promesa de poder después de la venida del Espíritu Santo. Espíritu es unción y poder. Y todos vienen después del arrepentimiento. ¿Y para que dice que es? Para serle de testigo. Esto es importante, porque no recibe usted esa unción para lucirse en público ni para pavonearse entre las hermanitas jóvenes. Recibe ese poder para hablarle a las personas acerca de Jesucristo. Pero cuidado: ni se le ocurra ir a decirle al mundo como es usted, cuan grande se ha vuelto y cuan miserable pecador era. No es para eso la unción del Santo. Es para que les hable acerca de su Gran Sumo Sacerdote, acerca de su Gran Rey, acerca de su maravilloso Salvador cuyo nombre es Jesús. Les dirá lo que Él puede hacer con una vida que está vacía. ¡Pero hermano! ¡Si en todas las iglesias que conozco pasan a la plataforma personas que cuentan precisamente eso, como son ahora, cuando grandes se sienten y lo miserable que eran antes! ¿No se nos da el poder para hablar acerca de nuestra experiencia de nuestro testimonio? Eso es exactamente lo que se nos ha enseñado por años, pero hay un pequeño inconveniente. El Espíritu Santo no glorifica lo que usted ha experimentado. Él, lo que hace, es traer a Jesucristo al centro de la escena. Él le mostrará al mundo lo que Jesús ha experimentado para que usted se pueda ir al cielo, no lo que usted haya hecho para llegar allí. Porque dice: “Me seréis testigos”, lo que implica dar testimonio de lo que Él es, no de lo que nosotros éramos o somos. Es decir: Quien es Jesús, que ha hecho Jesús, que ha prometido Jesús, que está habando HOY Jesús. Todos hemos cometido este tipo de errores. ¿O usted se cree que nacemos sabiéndolo todo? Yo mismo he conocido iglesias donde el ruido y el bullicio eran de tal calibre que todos pensábamos, (No solamente ellos); que eso era poder de Dios. Además, recuerdo, casi todos tenían una pandereta porque, aseguraban muy serios, el sonido de las panderetas…¡Atraía al Espíritu Santo! Casi ocultismo, créame. En otro lugar, una noche, orando por personas que habían pasado al frente, me tocó lidiar con una pequeña manifestación de demonios. Cuando estaba reprendiendo, vi a una persona que saltaba a mi alrededor gritando y golpeando las manos. Después pregunté quien era y me dijeron que era “la persona que estaba al frente del “ministerio” de liberación allí. Cuando le pregunté por qué hacía todas esas piruetas que le había visto, me dijo que le habían enseñado que así, gritando y aplaudiendo, los demonios se asustaban y se iban más rápido. Inocencia total. Ignorancia total. Peligro total. Le pregunto: ¿Cuántas veces ha pasado al frente y ha llorado, clamado y suplicado al Señor que le de todo ese poder que ha visto prometido en la Biblia? ¿Cuántas veces ha anhelado que viniera alguien nuevo, desconocido, que no fuera ninguno de los hermanos que veía todos los días en la iglesia, para que le impusiera las manos y pudiera, al fin, recibir esa unción, ese poder que tanto anhelaba? ¿Cuántas fórmulas de “auto-unción” ha probado? ¿Cuántos libros sobre la unción ha leído? ¿Cuántos programas radiales, videos o CD sobre el tema se ha escuchado o visto? Porque usted conocía esas promesas de poder y sabía que, independientemente de las formas o los métodos, esas promesas tenían que ser suyas, ¿Verdad? Muy bien; ahora sabe que sí, que efectivamente son suyas. Y no sólo suyas, sino también de sus hijos. Pero la primera clave, mi querido hermano o hermana, la primera de las dos claves, es el arrepentimiento. Porque es el arrepentimiento el que le pondrá en el camino del gran fuego y le hará llegar al destino que Dios quiere. ¿Y que viene a ser el arrepentimiento? ¿Qué significa el arrepentimiento? Comencemos mejor por mencionar lo que NO significa. No es pasar al altar, hacer muecas de compungido, derramar alguna lágrima, decir “Lo lamento mucho, Señor, perdóname” y después salir y volver a hacer lo mismo por lo cual ha terminado de arrepentirse y pedir perdón. Primero: el arrepentimiento es una experiencia diaria. Y es una experiencia sobrenatural, no algo que usted puede lograr humanamente por usted mismo. Es un don del Espíritu Santo. El impacto del arrepentimiento se produce cuando no sólo se confiesa el pecado, sino que también se produce un apartamiento de él. (Proverbios 28: 13)= El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Este es el verdadero significado, confesar los pecados, es cierto, pero también apartarse de ellos, no tener más nada que ver con ellos ya. Es decir que usted se arrodilla y le dice al Señor: “Nunca más”, y no se mueve de allí hasta que el asunto no esté resuelto. ¿Por qué? Porque mientras no lo resuelva, no va a poder recibir la plenitud del Espíritu santo, la unción del Santo, el maravilloso poder de Jesucristo de Nazaret y comenzará a secarse en la vid. No es tontería ni ocurrencia trasnochada, es realidad evidente. Hay demasiados cristianos sentados en sus santuarios, secándose en la vid por falta de vida y de poder. Dicen: ¡¡Pero es que yo tengo fe!!” ¿Fe? Cuando el regalo de Dios que es el glorioso Espíritu Santo venga, Él y no otro le va a dar vida real a esa fe. Además, de este asunto de la fe se ha hablado, se ha malentendido, y se ha abusado por mucho tiempo. La gente ha clamado por la fe, fe, fe, hasta que han volado en pedazos. Tanto han usado e interpretado mal la doctrina, que se han trastornado a sí mismos y a miles de otras personas también. La fe, está escrito en toda la Biblia, es un don de Dios. ¿Y como lo otorga Él? Lo otorga a quien quiere, por su divina soberanía, su inmensa misericordia y con enorme gozo por hacerlo. ¿Y luego, como la mantiene viva, despierta, activa y dinámica a esa fe? Por medio del Espíritu Santo. Yo no puedo entender, y no voy a hacer la apología del Espíritu Santo porque Él no la necesita, pero no puedo entender como, gente que minimiza la persona del Espíritu Santo, puede pretender posteriormente, vivir con fe, tener unción y poder de Dios manifestado. En cuanto al arrepentimiento, lo que se constituye en el primer paso camino a la unción del Espíritu, tiene que estar presente y activo sobre cada acción pecaminosa de su vida, hasta en las cosas que en su opinión pueden parecerle como más simples. Usted tendría que arrepentirse, por ejemplo, de no orar, de no leer la Palabra, de abandonar de alguna manera al Señor, de haber tratado con ligereza y superficialidad el maravilloso regalo de SU presencia en su vida e, incluso, arrepentirse si por alguna causa ha sacado a Jesús de sus conversaciones cotidianas. ¡Pro hermano! ¿Esto no suena un poco legalista? No se crea. Cualquiera de estos, aparentemente “pequeños” pecados, le muestran una realidad bastante concreta: que usted está vacío y muerto. O por lo menos, si no quiere que seamos tan tremendistas, está usted camino a eso. ¿Por qué? Porque está contristando, entristeciendo, frenando, apagando y en última instancia ofendiendo, al Único que cuenta. Y después habrá, quizás, pecados mucho peores, de esos que usted conoce tanto como yo. Son más directos, mas bien yo diría que groseros, a veces viles. Y, naturalmente, habrá que batallar con ellos, y rápidamente, ¿Entiende? No es cuestión de quedarse “abriendo la boca” o “mirando la Luna”, porque en boca abierta entra cualquier cosa que anda volando, y los demonios vuelan también, y los que miran demasiado la Luna, están más cerca de Von Déniken que de Jesucristo. ¿La forma? No hay un método, de hecho, pero hay principios que tiene que ver con la palabra que, llegado el caso, va a ver que funciona. Usted va a Dios y le dice: “Señor, dame un corazón arrepentido”. O si no, como David, va y le dice: “Crea en mí un corazón limpio, oh Dios”. O de lo contrario, puede decir con convicción: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado”, y un corazón contrito. O puede decir: “Perdóname, Señor, por dejar mi primer amor”. O dice: “Perdóname, Señor, por ser tan tibio”. O, finalmente, la clave: “No quites de mí tu Santo Espíritu”. ¿Se había olvidado de esta última expresión? ¿Sabe por qué es la clave, o al menos una de ellas? Porque es indispensable que reciba poder del Espíritu Santo diario para tener éxito en su batalla con la carne en arrepentimiento. Porque es una batalla diaria, no formal, nominal, conceptual o filosófica. Es real, auténtica y comienza cada mañana con su día y se suspende, (No se termina, se suspende), cada noche cuando usted se va a la cama, si no es que sigue en sueños o en insomnios. ¿Una técnica? No la hay, pero sirve bastante el decirle no, no y no al enemigo y sí, sí y sí a Dios. ¡Que gracia, hermano, a eso lo sabe cualquiera! Sí, lo sabe cualquiera, pero no se crea que lo viven tantos como parecen, ¿Entiende? Yo, lo que tendría que hacer, sin prisa pero sin pausa, es decirles cada día a cada amigo, a cada hermano en la fe que toma contacto con esto: ¡Vuélvete! ¡Vuélvete al arrepentimiento con un corazón sincero, por favor! Tenemos que empezar a vivir una vida crucificada con Cristo a diario. Si lo hacemos, si nos atrevemos a romper todas las estructuras ajenas y propias y lo hacemos, el Espíritu Santo no podrá mantenerse lejos de nosotros. Es más: ni siquiera tendremos que pedirle que nos llene. Pero hay un punto más que importante y no quiero que quede sin mencionarse: Dios no quiere, en absoluto, ver a su pueblo todo el tiempo llorando. Él quiere, sí, que seamos sensibles a nuestros pecados, que nos peleemos con ellos inmediatamente, y que continuemos con nuestras vidas de gozo en el poder de Dios. Cinco palabras consecutivas y tremendas. Cinco, número de la gracia. Cinco, como los ministerios que Dio puso para edificación de la iglesia: arrepentimiento, presencia, unción, servicio y gozo. Ahora bien; al empezar a caminar el sendereo hacia la unción del Espíritu Santo, hay un factor que está detrás de cada cosa de las que hemos estado hablando, especialmente el primer paso del arrepentimiento. En la Biblia y apuntando hacia la primera venida del Mesías, hay un texto en el libro del profeta Zacarías. (Zacarías 9: 11)= Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua. Presta atención que Dios, hablando acerca de su pueblo, dice que la sangre de Cristo, la sangre del nuevo pacto, los libertará. Y el triste hecho es que muchos no tienen ni idea de cómo aplicar esa sangre a sus vidas y recibir la libertad del arrepentimiento y todas las verdades de la fe. Hay muchas ataduras dentro del pueblo de Dios. Olvide al mundo pecador e incrédulo, estoy hablando de hermanos con los que usted está sentado compartiendo el culto del domingo, quizás. No tendría por qué ser así. La Biblia nos enseña que la sangre derramada de Jesucristo hace que ocurran seis cosas en nuestras vidas en oposición al torbellino que ataca tanto a la iglesia. (Efesios 1. 7)= En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gloria. Dice que somos redimidos por su sangre, pero; ¿Redimidos de que? Del reino de las tinieblas, el reino de Satanás, a quien por ahora se le permite gobernar el mundo. Cristo, a sabiendas, derramó su sangre, no fue algo “accidental” y nos rescató. Usted puede mirar a Satanás a los ojos y decirle que no tiene control sobre usted, porque ha sido comprado de nuevo legalmente. Entienda: tanto Dios como Satanás, saben que ha sido usted redimido legalmente, pero: ¿Lo sabe usted? Cuando sea atacado por el enemigo, no necesita clamar: “¡Oh, Dios, ayúdame!” Puede, legalmente, decir: “¡Diablo; quita tus sucias manos de sobre mí!”. Esto no es un invento pentecostal ni una muletilla de predicadores carismáticos, es verdad. Después dice que en quien tenemos por su sangre, perdón de pecados. Es decir que fuimos perdonados por la sangre de Cristo. Ahora bien; el perdón no tiene nada que ver con comprar de nuevo algo, pero sí con lo que usted hizo como pecador. Dios le redime y luego olvida todo lo que usted haya hecho, lo cual significa que le mira y le dice que nunca ha hecho nada malo. Se olvida de sus pecados, que eran las cosas en que pensaba; sus iniquidades, que son las acciones de los pensamientos. Hay suficiente escritura para respaldar esto y hacerlo espiritualmente creíble, aunque para el mundo jamás llegue a serlo si no tiene un encuentro personal con Cristo. (Isaías 38: 17)= He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. (¿Se imagina el voluminoso peso de todo ese pecado suyo, que usted conoce muy bien y que ahora, simplemente por misericordia y no por mérito alguno de su parte, está sobre las espaldas de Dios?) (1 Juan 1: 7)= Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (Por favor; le pido que preste mucha atención al tiempo de verbo que usa en LIMPIA: Presente. Es una experiencia de la realidad, no una historia antigua para niños y ancianitas. El perdón trata con lo que usted hizo, la limpieza trata con lo que está haciendo AHORA.) (Romanos 5: 9)= Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (El caso es que la justificación, que ha sido lograda por su sangre, trata con su futuro, que es la ira que habrá de venir. Esta es una afirmación sorprendente, pero si usted ha sido justificado, cualquier cosa que haga de ahora en adelante, está ya resuelta.) Sí, ya sé; esto necesita una explicación un poco más clara. Seguramente que en este momento, uno por lo menos puede estar pensando: “Y bueno…si soy justificado, puedo salir mañana y pecar y Dios se ocupará de ello. Entonces, ¿Por qué no vivir como se me da la gana, si totalmente…?” Calma; el hecho es que, si a sabiendas, y voluntariamente usted decide, (Y esa es la expresión crucial), si a sabiendas y voluntariamente usted decide pecar, a su justificación se la va a llevar el viento, ¿Me está entendiendo? Porque el pecado voluntario, consciente e intencional, no es de Dios. ¿Pero entonces, la salvación se pierde, hermano? ¡¡Ah, no!! ¡Ni sueñe usted que voy a meterme en esa polémica que, prioritariamente, ha logrado crear dos denominaciones evangélicas tan numerosas como antagónicas! Yo le estoy diciendo exactamente lo que dice la Biblia, sin interpretaciones personales. La Biblia se interpreta sobradamente a sí misma. Usted haga lo que le parezca con esta palabra y vea si encaja con lo que le han enseñado. Un solo consejo: si debe cambiar algo, que sea lo que le enseñaron, no la palabra escrita… Lo que dice es que, cuando hay pecado a sabiendas y de manera intencionada, ya no hay lugar para el arrepentimiento. Dicho más simplemente: su continua y permanente justificación, depende de su obediencia, y la obediencia, si recuerda bien lo dicho antes, es el camino más llano a la unción. Ahora bien: si hablamos del pecado cometido en debilidad, por ignorancia o por accidente, ya es otra cosa y no es igual que el intencional. (Colosenses 1: 20)= Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Esto es preciso: Dios lo ha reconciliado a usted consigo mismo, y hay paz entre usted y Él. Él le ha traído de retorno y ha restaurado su comunión con el Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el sentido más completo, la reconciliación, aquí, significa: “Uno con Dios”. Está bien; puede que usted me diga: ¡¡Pero es que yo no puedo verlo!! Tengo para decirle algo: sea paciente. La Biblia dice que estamos siendo transformados de gloria en gloria; ya va a llegar allí. Por ahora está ahí por fe, pero llegará por experiencia. Y la fe es sustancia. (1 Pedro 1: 2)= Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. Ahora bien; la santificación, está en estrecha relación con la unción. ¿Por qué? Porque la unción jamás vendrá sin santificación. ¿Mas por que? Porque santificación significa, precisamente, “Ser apartado”. Hay una referencia en Levítico 14, con el leproso que se queda fuera del campamento. Dice que el sacerdote sale fuera del campamento, toma la sangre, moja un hisopo en ella y la rocía sobre el leproso siete veces, y el leproso inmediatamente es limpiado de su lepra. Después de esto, el leproso entra en el campamento, y el sacerdote toma sangre, la misma que roció sobre él anteriormente, y la aplica a la oreja, el dedo pulgar y el dedo del pie del leproso limpiado. Esto es importante: la oreja, por su pensamiento; el dedo pulgar, por su trabajo; el dedo del pie por su andar diario. El sacerdote entonces pone aceite en su oreja, su pulgar y su dedo del pie y echa un poco sobre la cabeza del leproso ya limpio. Esta es la culminación de la unción: su pensamiento, su trabajo y su andar. El significado de esto es que tantos de nosotros, aún después de haber sido limpiados y estar dentro del campamento, no reconocemos la protección extraordinaria que es por toda la vida, que no es solamente “vida eclesiástica”. El diablo puede, - Y va a hacerlo -, golpear nuestros pensamientos, nuestro trabajo y nuestro andar. Es importante tener en cuenta a nuestras familias en esto. Allí es donde se debe aplicar la sangre. En estos aspectos de la vida, la sangre si se la aplica, protege. El aceite, mientras tanto, lo santifica. La sangre viene antes que el aceite. El Señor nunca le ungirá a usted con el Espíritu Santo mientras no aplique la sangre a su vida. A toda su vida, ¿Me entiende? ¿Y como se aplica? Romanos 3:25 tiene claves: …A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados. Tres claves: Conocimiento, Fe en lo que conocemos y Declarar por fe lo que conocemos. En cuanto al Conocimiento, debemos saber lo que la sangre ha hecho. Nadie la puede aplicar si ignora su significado. Debemos estudiarla, aprenderla, conocerla. ¿Qué hizo la sangre y que hará ahora? Fe en lo que conocemos: dejemos que la fe crezca en nuestros corazones sin estorbarla con nuestra lógica humana. ¿Podríamos aplicar la sangre a menos que verdaderamente creamos lo que decimos? Y finalmente, Declarar por fe lo que conocemos. Declarar significa hablar en voz alta. Sí, yo lo sé y lo creo, entonces lo digo. No como magia o cábala, sino por fe en Dios, que nunca miente y que muestra principios que jamás fallan. Resulta muy sencillo: “Está escrito que por medio de la sangre de Cristo, tengo perdón de pecados. Soy perdonado. Está escrito que he sido redimido por la sangre de Cristo. He sido comprado. Está escrito que puedo aplicar la sangre de Cristo a mi pensamiento, a mi trabajo y a mi diario andar. Yo aplico la sangre y toda mi vida es protegida. En un solo libro de la Biblia, la carta a los Hebreos, encontramos que la sangre de Cristo ha realizado siete milagros en su y en mi vida. (Hebreos 2: 14)= Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto mes, al diablo. (Destruyó a Satanás). (15) Y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. (Destruyó el temor a la muerte). (Hebreos 9: 14)= ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Purgó su conciencia). (23) Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. (Limpió los cielos). (Hebreos 10: 19)= Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo. (Le dio valentía). Hebreos 13: 20)= Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de la ovejas, por la sangre del pacto eterno. (Prometió perfección). (Hebreos 9: 28)= Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. (Garantizó su segunda venida). El arrepentimiento y la sangre. ¿La unción? Parte del acceso a ella. Doctrinas básicas no denominacionales, bíblicas, para tener en cuenta en su vida de fe
Posted on: Wed, 26 Jun 2013 17:17:00 +0000

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