DORTMUND. LA ESPADA DE TYRAEL Y LOS GUARDIANES DEL SOL. CAPITULO - TopicsExpress



          

DORTMUND. LA ESPADA DE TYRAEL Y LOS GUARDIANES DEL SOL. CAPITULO 3 Hacía ya rato desde que sonaron las doce campanas y Maltranis no aparecía por las cuadras, comenzaba a preocuparme por si alguien me pudiese haberme visto entrar o salir de su cámara y hubiese hablado con Diablo. Me vi obligada a levantarme, mis piernas se quedaban dormidas, y comencé a andar por las cuadras. Allí era dónde, entre otros, los cuatro Jinetes del Apocalipsis guardaban sus caballos. Diablo nombró a los jinetes como los justicieros del infierno, cuando Diablo tenía algún problema los enviaba a ellos, que infalibles, resolvían el problema fuese cual fuese. Toda la cuadra estaba sucia, no había paja ni hierva en el suelo como en La Tierra, el infierno es un mundo totalmente diferente. Esta poblado de personas que en vida vivían en la superficie, ahora todos ellos están vivos en muerte. También había animales, pero no los que conocemos, sino bestias que no verías ni en tus peores sueños. Diablo tiene prohibidas todas las salidas de la fortaleza de la ciudad, a no ser que sean de carácter real o militar, debido a que ningún habitante de la ciudad sobreviviría mas de quince minutos fuera de las murallas, nunca se sabe que bestias podrías encontrar allí. Todo a mi alrededor era oscuridad y silencio, un silencio aterrador e inquietante. Tras unos largos paseos por las cuadras oí como algo pesado golpeaba el suelo del patio, era el sonido de la armadura de Maltranis. - Rápido, sube a un caballo. - ¿Hacía dónde me llevas como para necesitar una montura? - Te lo explicaré todo por el camino, date prisa, no tenemos tiempo que perder Ambos galopamos por las calles de la ciudad, buscando el camino mas seguro para llegar a la gran puerta de la muralla que nos protegía de aquellas criaturas. Maltranis me contó que para que pudiésemos salir sin levantar sospechas tuvo que mezclar polvos somníferos en el agua de los guardias. El mismo hizo funcionar el mecanismo que abría la puerta, por suerte se cerraba automáticamente al pasar un minuto desde que se abre por completo, por lo que no teníamos que preocuparnos por cerrarla desde dentro. Me indicó que golpease a mi caballo para que galopase lo mas fuerte posible hasta alejarnos lo suficiente de la ciudad. Una vez a una distancia prudente de la fortaleza, dejamos descansar los caballos un poco y les ordenamos que fuesen a ritmo normal. - ¿Me vas a decir ya a dónde me llevas Maltranis? - Al Bosque de Elwin – dijo mirando al frente - ¿Qué hay allí para correr semejante riesgo? Las criaturas que moran el bosque son... - En lo mas profundo del bosque vive una curandera, vieja pero sabia. Si ella no tiene una solución, nadie la tendrá – contestó sin dejarme terminar - ¿Una curandera? No necesito una curandera, lo que quiero es escapar de aquí... - Escapareis cuando sea seguro y no pongáis a nadie en peligro... estoy estudiando la forma. Tened paciencia mi señora Seguimos caminando sobre los caballos, incluso ya estábamos dentro del Bosque de Elwin. Creía que en el infierno no habría vegetales, pero si... vegetales marchitos y de hojas negras, como los árboles y matorrales que nos rodeaban. Cada vez que se movía algo entre las hojas mi corazón se estremecía del miedo. De pronto los caballos comenzaron a relinchar y a echarse hacia atrás. - ¿Qué ocurre Maltranis? – pregunte asustada - Algo los ha asustado, pase lo que pase no os bajeis del caballo, y si os digo que corrais, lo hareis sin dudarlo, ¿Queda claro? Asentí con la cabeza aunque posiblemente haría todo lo contrario. Uno de los arbustos comenzó a moverse bruscamente y podía oírse un fuerte gruñido tras el. Maltranis bajó del caballo y desenvainó su brillante espada. Del arbusto y de improviso una gran bestia saltó hacia él, se la conocía como Lobo Warmen, se trataba de un lobo del tamaño de un león, de gran pelaje negro como el carbón y unos ojos blancos como una nube. Maltranis pudo esquivar a la bestia rodando por el suelo, mientras yo intentaba controlar a los caballos para que no corriesen huyesen temerosos de aquella enorme fiera Maltranis se incorporó y la bestia se lanzó sobre él cayendo los dos al suelo, quedando Maltranis bajo el Warmen. En esos momentos estaba totalmente aterrada, si la bestia estaba sobre él, había pocas posibilidades de su supervivencia. Sin embargo, pude observar que la bestia no se movía, hasta que poco a poco se iba volcando hacia un lado. Maltranis le clavó su espada antes de que la bestia le alcanzase. Se levantó, recogió y limpio la espada, tras esto la envainó y volvió a montar en su caballo indicándome que debíamos seguir nuestro camino. Pronto llegamos a un llano sin árboles, en el que había una pequeña cabaña de piedra y madera. Nos acercamos con los caballos y los atamos a un tronco. Llamamos a la puerta y esperamos a que alguien nos abriera. - ¿Quiénes sois... y que queréis? – Preguntó la curandera. Aquella mujer no podía medir más de un metro y medio, su cabello era gris y su piel bastante arrugada, incluso le costaba hablar con claridad. - Necesitamos su ayuda, es urgente – dijo Maltranis - ¿Qué les hace pensar que voy a ayudarles? - La recompensa no es problema, tendrá lo que quiera... solo si nos ayuda - Está bien, pasen... – dijo tras pensarlo y después de observarme de arriba a abajo Entramos en aquella cabaña, llena de polvo y muy desordenada. Había tarros y extrañas hierbas por todas las estanterías, y un gran caldero sobre el fuego. - ¿Cuál es el problema que requiere mi ayuda tan urgentemente? – preguntó la curandera - No quiero quedarme en cinta... ¿puede ayudarme? – pregunté desesperada - Oh... la solución a tu problema la tengo aquí mismo... – me dijo mientras se dirigía a un estante y cogía un pequeño frasco de cristal – toma, bebe esto y tu problema estará solucionado Cogí el frasco y decididamente lo destapé para beberlo. - ¡Espera muchacha¡ no seas insensata... este remedio en la mayoría de las veces es permanente, si lo bebes es más que probable que no puedas tener hijos nunca... - ¿Es eso lo que quiere señora? – me preguntó Maltranis con intención de que recapacitase Tenía la solución en mis manos, y dos caminos para elegir: Dejar aquel frasco y darle su ansiado heredero a Diablo o tomar el brebaje, con amplias posibilidades de no poder tener más hijos. Sin embargo, aun con la solución, me faltaba algo, tiempo.
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 10:22:57 +0000

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