DORTMUND. LA ESPADA DE TYRAEL Y LOS GUARDIANES DEL SOL. CAPITULO - TopicsExpress



          

DORTMUND. LA ESPADA DE TYRAEL Y LOS GUARDIANES DEL SOL. CAPITULO 13 Continuamos caminando por aquel pasillo mientras escuchábamos las blasfemias que Ángelus contaba a sus guerreros, anécdotas de batallas pasadas que no dudaba en magnificar y quedar como un ángel supremo bajo la sombra de un rey perecedero. Bajamos de nuevo a la bodega para contar a Lord Lich lo sucedido, el seguía siendo el señor de Loredán. - Habéis regresado... – dijo Lord Lich asombrado - Preparad a todos los capacitados para luchar, esta noche atacaremos por sorpresa - Reina Lilith, pocos son ya los guerreros intactos. Incluso hemos perdido varios hombres que no han podido resistir a sus heridas. No estamos preparados para un batalla... – dijo prácticamente vencido en si mismo - ¡¿Vais a quedaros ahí sentados mientras unos emplumados destruyen vuestras vidas?! – dije para todos los presentes – Ellos creen que estamos acabados, que son superiores a nosotros... pues se equivocan. No permitiré que aquellos que han perecido ya, hayan muerto en vano. Esta noche alzaremos nuestras armas y atravesaremos sus corazones como castigo a su avaricia. Esta es nuestra guerra... ¡Y LA VAMOS A GANAR! Toda la bodega se inundó por los gritos entusiasmados de los presentes. Pedí a Arthur y a Hernes que cambiaran sus armaduras, ya no tenía sentido llevar algo que no resultó ser lo que pensábamos. Pedí a Lord Lich una armadura para mí, aunque estuviese embarazada no sentía pesadez alguna y estaba totalmente capacitada para dirigir el ataque. Después de prepararnos todos, reuní al pequeño ejército del que contábamos para explicarles el plan de ataque. Su conformidad me llenó de confianza y su valentía, de orgullo. Quedaban pocos minutos para la media noche y ordené a los guerreros de mi ejército que se colocasen en las posiciones que les había indicado y se ocultasen hasta mi señal. Por mi parte, me dirigí sola hacia el portón de entrada, esperé unos segundo frente a él, por suerte el poder de diablo que resurgió en mi varias horas antes, aún no había desaparecido. De nuevo tiré el portón abajo, esta vez no quedando nadie bajo él. Volvió a levantarse una nube de polvo, pero mas leve que la primera y me dirigí de nuevo hacia Ángelus. - ¿A tomado ya su majestad una decisión? – dijo sarcástico - Tengo ciudades que derribar y un trono esperándome - Dime Ángelus, ¿por que ese interés en reinar en el infierno? - No solo reinaré en el infierno, sino que también lo haré en el Reino de los Cielos y en la superficie. Por eso quiero la espada de Tyrael... ayúdame a encontrarla y serás libre, junto a Eric - ¿Qué hará tu rey cuando se entere de tu traición? Parece que no habéis pensado en ello... - Para cuando mi rey se entere de esto, ya será demasiado tarde. Yo mismo seré quien corte su real cabeza y le arrebate su celestial corona - A no ser que alguien lo haga contigo antes... - ¿Y quién será el valiente? – dijo tras una carcajada - ¿Lo haréis vos? No veo espada alguna en vuestra armadura – dijo tras otra carcajada - No necesito una espada para aplastar a un insecto como tú... – dije muy serena Agarré su cuello y lo alcé del suelo, apretando mas fuerte por cada segundo que pasaba. Lo lancé contra un muro de piedra, tan fuerte que algunas de las rocas que lo formaban se descompusieron por el golpe. Acto seguido di la señal a mi ejercito. Guerrero armados con arcos y flechas salieron tras los ventanales y disparaban a las alas de todos aquellos arcángeles que pretendían iniciar el vuelo para obtener la ventaja que les dio la victoria en el primer enfrentamiento. Por el portón que había derribado por segunda vez, salían mercenarios armados con espadas y mazas y protegidos por grandes escudos guiados por Arthur, Hernes y Lord Lich, ahora ellos podían atacar a todos los arcángeles heridos por las flechas. Una gran batalla surgió en aquella plaza, el número de arcángeles se reducía poco a poco, pero yo solo me centraba en Ángelus y su afilada espada. Desplegó sus alas y voló cerca del suelo hacia mí a gran velocidad apuntando mi pecho con su espada. En aquel momento sentía como la bestia que llevaba dentro de mi salía al exterior, dejándose llevar por el instinto de supervivencia. Salté hacía Ángelus y golpeé su pecho con una patada, cuya fuerza le hizo caer al suelo varios metros alejado de mi. Su espada cayó a poca distancia de él, y sin pensarlo dos veces se levantó para recogerla antes de que lo hiciese yo. Mientras combatía con él, observaba como mi ejército poco a poco salía victorioso aunque más hombres perecían durante la batalla. No podía dejar que recuperase su espada, pues le daba cierta ventaja sobre mi, ya que si me atravesaba con ella, sería el fin. Corrí hacia él a la velocidad de Diablo, le agarré de su armadura y lo lancé de nuevo contra un muro. Volvía a observar a mi alrededor como todos los arcángeles había sido derrotados por mi ejército, a excepción de Ángelus. Me dirigí hacia el para decirle las últimas palabras que escucharía de mi. - Has perdido esta guerra – dije mientras le agarraba el pelo – vuelve a dónde debes estar, no voy a matarte por que no soy como tú, pero créeme, lo que más deseo en este momento es cortar tu pálido cuello. Volví hacía mi ejercito para felicitarles por su hazaña, no hubiésemos ganado si ellos no hubiesen estado allí. Mientras caminaba oí como Arthur me gritaba alzando su brazo con la mano abierta hacia mí. - ¡CUIDADO! – dijo muy alterado y asustado Me giré rápidamente y vi como Ángelus lanzaba una daga hacia mí, inconscientemente lancé la espada que le quité a Ángelus contra su pecho mientras la daga pasaba justo a un centímetro de mi oreja. Por suerte no me alcanzó, pero la espada si atravesó a Ángelus, acabando finalmente con su vida. Volví a girarme hacía mi ejército y comprobé que no todos tuvieron la misma suerte que yo, incluido Lord Lich, al que vi tumbado en el suelo con su pecho bañado en sangre. Su corazón había sido atravesado por una daga... las misma daga que iba dirigida hacia mi.
Posted on: Sat, 29 Jun 2013 06:56:49 +0000

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