DORTMUND. LAS ESPADA DE TYRAEL Y LOS GUARDIANES DEL SOL. CAPITULO - TopicsExpress



          

DORTMUND. LAS ESPADA DE TYRAEL Y LOS GUARDIANES DEL SOL. CAPITULO 16 Apenas me quedaban fuerzas para mantenerme sobre el caballo, lo hacía con una cuerda a la que me habían atado para evitar caerme. Sabíamos que el ejército de Diablo iría pisándonos los talones, por eso cabalgamos a toda prisa para llegar cuanto antes a la ciudad de Orvidior. Solo esperaba que nada nos hiciese retroceder o cambiar el ritmo de la marcha, esperaba no encontrar ninguna bestia más a la que enfrentarnos para poder continuar con nuestro camino. - ¿Estáis bien majestad? – preguntó Arthur preocupado por mi salud - Si, podéis estar tranquilo. Ahora quien debe preocuparos mas es ella – dije mientras miraba a el bebe que Hernes llevaba entre sus brazos, mi hija. - Me preocupáis las dos. Puede que acabe de nacer, pero ya quiero a esa criatura… igual que os quiero a vos Susanne Aquellas palabras que Arthur dijo sobre su caballo me llegaron al alma, hacía tiempo que no me decía nada parecido y realmente necesitaba oír algo así. Seguimos cabalgando y yo me agarre más fuerte, pero cariñosamente a la cintura de Arthur, que me miró con una sonrisa, como si estuviese esperando que lo hiciese. Muy a lo lejos, ya veíamos la silueta de una gran ciudad, incluso podíamos ver como las llamas de pequeñas antorchas iluminaban sus callejones. Aminoramos el paso, los caballos ya no trotaban por lo que disminuyó el ruido del galope y podíamos escuchar mejor a nuestro alrededor. Con esa tranquilidad, decidí echar un vistazo al lugar en el que estábamos. Nos rodeaban pequeñas acumulaciones de rocas, tierras agrietas y un silencio casi aterrador. Miré hacia arriba, intentando contemplar algo parecido a un cielo, pero no vi nada de lo que quería ver, sin embargo si pude contemplar una silueta que volaba en círculos sobre nosotros con unas grandes alas. - ¿Qué es eso? – pregunté - Hernes, echa un vistazo a eso… - dijo Arthur extrañado Hernes miró hacia arriba y contemplo la silueta durante unos segundos, hasta que finalmente reacciono a nuestra incertidumbre - Corred… ¡galopad lo más deprisa que podáis! – dijo de golpe Le hicimos caso y comenzamos a galopar con si el fin del mundo estuviese tras nosotros… en cierto modo, lo estaba - ¡¿Por qué tanta prisa Hernes?! – preguntó Arthur - ¡Es un Nádir, los vigilantes alados de Diablo! - ¿Pero por que tanta prisa? Los Nádir son como las Sombras, solo vigilan – dije a Hernes - ¡Los Nádir siempre van con Diablo! ¡Si ves un Nádir significa que Diablo y su ejército están muy cerca! ¡Galopad! Galopamos y galopamos, pero el Nádir seguía sobre nosotros por lo que Diablo y su ejército aún continuaban cerca, nosotros nos movíamos, pero ellos también. Llegamos a una explanada rocosa, buscando un sitio dónde escondernos. Uno de los guerreros que nos acompañaban visualizó una cueva en un lateral de una montaña, así que nos dirigimos hacia allí para camuflarnos y evitar una masacre. Baje de mi caballo y fui directa hacia mi hija, ansiaba tenerla entre mis brazos. Arthur, Hernes y los guardias se prepararon para una posible batalla, en las que las posibilidades de sobrevivir eran nulas. Yo me senté en una esquina con la niña, acurrucándola en mi seno para darle de comer. Arthur vio aquella escena y conmovido, se acercó a nosotras - ¿Cómo se llamara? - Aún no lo sé – dije confusa - ¿Qué le ocurrirá si Diablo la encuentra? - La matará como castigo a tu deserción, si no es varón, ese retoño no le interesa. Pero no lo permitiré, daría mi vida por esa niña, la quiero como si fuese mía – dijo antes de besarme con mucho cariño Arthur giró rápidamente su cabeza hacia la entrada de la cueva, se escucharon pasos y unos fuertes susurros. Hernes nos hizo una seña para que la niña y yo nos ocultásemos tras unas rocas y otra hacia sus guerreros para que se ocultases en la oscuridad de la cueva y así tender una emboscada a quien fuese el que entró en la cueva. Los pasos se oían cada vez mas cerca, olvidamos que diablo podía sentir a su retoño y que nos encontraría en cualquier lugar. Entraron en la cavidad un grupo de cuatros seres pálidos, con una mazas elaboradas con huesos y vestiduras que tapaban parcialmente sus horribles cuerpos, eran conocidos como Orcos. - En esta cueva no hay nadie – dijo uno de ellos con una voz irritante – Diablo ha debido equivocarse - No… Diablo nunca se equivoca – dijo el que parecía el líder con una voz aterradora – aún siguen aquí, puedo olerlos – dijo mientras sacaba un pequeño cuchillo de su brazalete Dio varias vueltas al cuchillo entre usando sus dedos hasta que paró y lanzó el cuchillo hacia una de las paredes de la cueva. Uno de los guerreros cayó al suelo, lo que provocó que Arthur, Hernes y los demás guerreros se abalanzasen contra los Orcos, provocando una fiera batalla entre ellos que por suerte no provocó ninguna otra baja mas entre nuestro grupo. Salí de mi escondite con la niña y pe posicioné junto a Arthur, Hernes y los Orcos, ya muertos en combate. - Saldremos de esta – dijo Arthur mientras miraba los cadáveres Orcos – solo hay que tener… - Esperanza… - dije yo sin dejarle acabar la frase – mi hija se llamará Esperanza
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 10:28:37 +0000

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