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Dado tal estilo de reproducción, es difícil decir si las bacterias realmente cualifican como “individuos.” Por una parte, un simple microbio puede aislarse e interpretarse como una criatura por separado (al menos hasta que se transforme en dos). Por la otra, no existe una forma práctica para distinguir a esta célula de cualesquiera otras en la colonia. Todos son clones. Y, cuando eventualmente se divide, ¿a dónde demonios va nuestro supuesto individuo? Tales organismos, habitualmente divisibles como son las bacterias, son sempiternos en el sentido de que no muestran signos de deterioración con el paso del tiempo. Pero el no envejecimiento no es la misma cosa que la inmortalidad, ya que para ser inmortal, una criatura tiene que preservar su individualidad – su continuidad “personal” – de alguna forma reconocible. ¿Existen verdaderamente tales formas de vida eterna en la Tierra? Probablemente no, pero los mejores candidatos son los organismos tales como las levaduras de cerveza y las de panadería. Estas son hongos que se multiplican en embrión, de forma que las células hijas son claramente distinguibles y cronológicamente más jóvenes que las de la madre. Debido a que no se pueden formar nuevos brotes a los lados de las cicatrices viejas, la madre se vuelve, eventualmente, estéril: hasta después de 20 nuevos brotes se encuentra totalmente marcada de cicatrices y ya no puede continuar teniendo descendencia. Este tipo de reproducción también lo hay en bacterias. La bacteria fotosintética Rhodopseudomonas palustris parece generar hijas con impunidad, como lo hacen ciertas bacterias que crecen en racimos. Todas estas formas de vida microscópicas muestran definitivamente la relación madre – hija en su reproducción. Lo que no está claro es si la madre, después de que deja de multiplicarse, eventualmente muere. La suposición general es que así sucede. Pero, de hecho, no existe una evidencia firme para ello y permanece como una posibilidad tentadora de que los microbios embrionarios representen los únicos organismos genuinos inmortales en el planeta. Regresemos, sin embargo, a las simples células divisibles. Estas, al menos, podemos estar seguros de que son eternas. ¿Pero porqué? Los seres humanos envejecen. Virtualmente cada forma de vida que podemos ver con nuestros ojos (la amiba gigante es una excepción) envejece con el pasar del tiempo. Nosotros crecemos, nuestros cuerpos se desgastan lentamente y finalmente morimos. Entonces ¿porqué, si la eterna juventud es un derecho de nacimiento de las formas más sencillas de vida, se ve tan manifiestamente negada a las criaturas más avanzadas como nosotros? ¿Porqué las células humanas y los seres complejos en que están formados, están aparentemente predestinados a morir? A pesar de todos los grandes esfuerzos realizados por la ciencia médica, la mayoría de nosotros seremos afortunados si logramos sobrevivir más allá de los bíblicos 70 años. Las mejoras en higiene y el tratamiento de las enfermedades han hecho maravillas para la calidad de nuestras vidas. Han reducido dramáticamente nuestras posibilidades de una muerte temprana por enfermedad. Pero aún en las naciones más desarrolladas (con Suecia y Japón a la cabeza en longevidad), el promedio de alcance de vida tanto del hombre como de la mujer aún tiene que llegar arriba de los ochenta. Como tampoco, exceptuando alguna revolución en gerontología, podemos esperar aumento alguno en el promedio de vida en un futuro cercano. Aún eliminando las causas patológicas de muerte de hoy en día, incluyendo los tres mayores asesinos, el cáncer, el ataque de corazón y las apoplejías, nos dejarían con el límite superior de vida en un rango de entre noventa y cien años. Es como si cada uno de nosotros, albergase una bomba de tiempo, activada al nacimiento, que lentamente fuese marcando los segundos hasta nuestra muerte. ~ ~ ~ Todos estamos formados por células – aproximadamente unos 100 mil billones de ellas. Pero con ciertas excepciones, más notoriamente las neuronas del cerebro, las células que conforman nuestro cuerpo en estos momentos no son las mismas que estaban dentro de nosotros hace sólo algunos años antes. Esto es igualmente cierto de otros organismos multicelulares. Es un “hecho” real, repetido a menudo, de que los pinos y secuoyas se encuentran entre los organismos vivos más viejos de la Tierra. Y de alguna manera, esto es cierto: el más viejo de estas venerables plantas, comenzó a vivir mucho antes de que el Imperio Romano alcanzase su gloria. Por otra parte, ninguna célula viva dentro de cualquiera de estos árboles ancestrales tiene hoy en día más de 30 años de vida – menos de una tercera parte de la vida de la célula nerviosa que vive dentro del organismo de los seres humanos. Así que, si sólo tomamos a las células vivas como una medida de la edad del organismo, entonces, somos nosotros, no las secuoyas, los que tenemos el más alto rango geriátrico en el mundo.
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 06:06:14 +0000

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