Daniel, joven y trabajador abogado, sabía que heredaría una fortuna cuando su padre enfermo muriese. De modo que decidió buscar una mujer acorde para hacer de ella una compañera de su nuevo estatus. Así que una noche fue al mejor bar de la ciudad, donde se juntaba lo más granado del foro local. Se fijó en una abogada, la más bonita que jamás había visto. Su belleza natural era la admiración de todos los parroquianos. El se acercó y le dijo: “Puedo parecer un abogado común, pero en pocos meses mi padre va a morir y heredaré 20 millones de dólares. ¿Quieres acompañarme y venir conmigo a mi casa? Podría convertirte en mi esposa. Impresionada, la hermosa y brillante abogada acompañó a Daniel aquella noche a su casa. Y tres días después se transformó en su… madrastra. Moraleja: Los abogados pueden ser unos leones rasurados, pero las abogadas se los comen vivos.
Posted on: Tue, 10 Sep 2013 18:51:19 +0000
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