Decimocuarto y último capítulo del Cuaderno de Misión: - TopicsExpress



          

Decimocuarto y último capítulo del Cuaderno de Misión: "Estimados misioneros de avanzadilla!! El viernes por la mañana parecía que íbamos a tener un rato de descanso, pero al final tuvimos que hacer malabares para cuadrar el horario. Tin y Merino habían quedado con los macarras de Todos los Santos para despedirse; D. Javier y Josema intentaban buscar a uno de los diáconos permanentes de la parroquia para visitar a su mujer, con alzehimer desde hace ocho años; Dani y yo teníamos que imprimir unas fotos y comprar sus respectivos marcos para regalar como recuerdo; y junto con todo esto teníamos que sacar tiempo para la oración, ir al comedor de ancianos de Pucara, comprar comida para dar a algunas familias necesitadas del barrio, y yo por mi parte, escribir el capítulo anterior del Cuaderno... Finalmente conseguimos hacer todo, y aunque nos retrasamos un poco, llegamos al almuerzo y fue cuando D. Javier recibió una llamada donde le caía, por sorpresa, la celebración de un funeral a las 15:00.A esa misma hora teníamos una Hora Santa con el grupo completo de voluntarias del Hogar de la Misericordia; D. Toribio, el diácono permanente, expuso al Santísimo, cantos, adoración, entrañable testimonio de Dani Rojo, más cantos, más adoración y al final, cuando llegó D. Javier, le obsequiaron con una estola de la Divina Misericordia que se puso para dar la bendición con el Santísimo. Al terminar la oración pasamos al Hogar, donde tomamos once (Acordaos del vocabulario: once=merienda), y ahí sí que hubo de todo: rosquillas, tartas, tortas, alfajores caseros, dulce de leche... hasta alitas de pollo; una pareja de niños nos bailaron el baile tradicional chileno, la cueca; por nuestra parte, repetimos nuestro repertorio español de pasodobles, hay testimonio gráfico el cual espero que se pierda en el olvido... Al final intercambiamos unos detalles de recuerdo, llenos de cariño, y nos despedimos de este grupo tan amable de señoras, que intentan llevar a la práctica el amor del Señor, que fluye de la oración, en obras concretas de misericordia con los más necesitados.Nada más terminar de despedirnos salimos a toda prisa hacia Todos los Santos, antes de la Misa todavía nos quedaban por bendecir dos casas y repartir las bolsas de comida.Iba a ser la última Misa que celebráramos con la comunidad de este sector de Villarrica, y a nuestra despedida se unía el bautizo de dos niños de 10 años. La capilla estaba a rebosar, como faltaban bancos no se nos ocurrió otra cosa que pedirlos a nuestros hermanos evangélicos metodistas que tenían la capilla frente a la nuestra; muy amablemente nos prestaron varios bancos, el siguiente problema fue que no teníamos espacio para tanto banco... D. Javier movió un poco el altar hacia atrás, y dejó la sede para que se sentara alguien más, y como seguía llegando gente que apenas entraban siquiera de pie, colocamos el altar totalmente pegado a la pared y D. Javier celebró, no de espaldas al pueblo, como acostumbra a decirse erróneamente, sino de cara a oriente, presidiendo la asamblea como cabeza y pastor. Fue una celebración muy emotiva, quien le iba a decir a estos misioneros primerizos que iban a terminar la misión como los grandes misioneros de la historia, bautizando en una capillita de madera... Al finalizar la Misa intercambiamos sentidas palabras de agradecimiento y saltaron las primeras lágrimas de despedida; nos regalaron algunos recuerdos de Villarrica y resulta que nosotros nos habíamos dejado en el Obispado nuestra foto-regalo... no tenemos vergüenza. Tras algunas despedidas más y la correspondiente foto de grupo, nos despedimos de forma definitiva de este pequeño y humilde barrio de Todos los Santos, tantas puertas abiertas, a veces, no tan abiertas como los corazones de las familias que nos acogían; tantos testimonios de fe viva y sencilla, tantas heridas esperando ser sanadas, tanta sed de Dios esperando ser saciada... tantas historias y tantas personas. El Señor nos ha hablado alto y claro entre estas calles.Amanecía el sábado con un sol radiante, así empezaba a despedirnos Villarrica. Por última vez nos dividíamos en grupos para cumplir las tareas de la mañana. D. Javier, Dani y yo fuimos a bendecir la última casa, mientras tanto Tin, Merino y Josema fueron al grupo de acólitos de la parroquia, para jugar un breve partido de futbol después de la catequesis. Todos nos juntamos para despedirnos del comedor de ancianos de la Parroquia San Francisco, Pucara. Realmente ha sido como despedirse de una parte de la familia, muy emotiva a la vez que sencilla. Les regalamos una de las fotos que nos hicimos todos juntos, misioneros, voluntarios y ancianos, unas semanas atrás, y por nuestra parte, de allí nos llevamos un cariño y una familiaridad muy especial, en este comedor ha sido muy patente que lo que uno da no tiene comparación alguna con lo que se recibe a cambio. El agradecimiento que surge de una experiencia como esta, impulsará el recuerdo y la oración por mucho tiempo.Y continuaban las despedidas, esta vez tocaba decir "adiós" a la familia del Obispado. Desde muy temprano se juntaron algunos de los trabajadores del Obispado para preparar unas ascuas y carne para comer todos juntos, los españoles, esta vez, en lugar de tortillas de patatas contribuimos con una sangría espectacular. Un día de invierno soleado y de buena temperatura, carne a la brasa, sangría, y sobre todo la compañía de los que nos han acogido en su casa, los que han estado un mes entero a nuestra entera disposición, los que han convertido el enorme edificio del Obispado en un verdadero hogar para este grupo de misioneros.Por la tarde quedaba la despedida más oficial, como marcharíamos de la ciudad el domingo temprano, habíamos avisado a todos que la última ocasión de vernos sería en la Misa de la tarde, en la Parroquia de Pucara, y allí nos presentamos. Presidió la Misa, el P. Robinson, acolitamos los cinco seminaristas junto a cinco de los monaguillos, parecía un pontifical con tanta gente en el presbiterio. Resultó curioso que nuestra última Misa en Villarrica fuera ésta, la tarde del sábado, pues la primera que celebramos con esta comunidad parroquial también fue la víspera del domingo, pero en esta ocasión podíamos distinguir en la asamblea multitud de caras conocidas, cuya presencia fue para nosotros la mayor muestra de agradecimiento y la mejor despedida posible. Lo único que tuvieron que lamentar los que vinieron fue el aguantar cuatro homilías hasta el "Podéis ir en paz"... es lo que suele pasar en estas situaciones:1) Homilía de D. Javier tras el Evangelio.2) Homilía-presentación de la despedida por parte del párroco.3) Homilía-despedida de D. Javier.4) Homilía-despedida de la despedida, de nuevo por parte del párroco.Al terminar, frente a la puerta de la parroquia, los últimos abrazos, buenos deseos y peticiones de oración. Pocas ocasiones hay en la vida en que una despedida tan sentida, tenga tantas posibilidades de ser "para siempre", y en esta situación hemos podido experimentar la esperanza y la certeza de que algún día nos encontraremos de nuevo, y a pesar del desgarro de la separación, sabemos que la vida es un suspiro y que la alegría del reencuentro va a ser una eternidad. Éstas podrían ser palabras vacías o ideas sin fuerza, pero os aseguro que, a mi por lo menos me han sostenido. Después de esto, cenamos con el coro de la parroquia y esta sí que fue la última de las despedidas, con más comida, más cantos y más bailes.Una vez llegamos al Obispado, rezamos las últimas oraciones del día, preparamos las maletas y en manos del sueño quedaron todas las emociones de los últimos días.El domingo nos recogió por la mañana Pablo F.M. en la furgoneta del Seminario, subimos 300 km al norte, camino de Santiago de Chile, haciendo parada en el monasterio del Clarisas de Santa María de los Ángeles, donde está muchas hermanas que han pasado por Valdemoro y Soria, les di recuerdos de Mercedes, que como sabéis, el día anterior 17 de agosto, tomó habito en Soria como Sor Luz María de Espíritu Santo; y ellas, a cambio de nuestro testimonio de este mes de misión, nos ofrecieron un buen almuerzo y seis paquetes de cartas para llevar a las hermanas de Valdemoro, por si todavía no íbamos suficientemente agobiados con el tema del peso de las maletas para subirlas al avión... pero cómo les vas a decir que no a unas mujeres que te lo piden con tanta delicadeza, amor de Dios y tan sonrientes... ya las conocéis. Nada más salir del locutorio salimos "al tiro" que dicen los chilenos, nos despedimos de Pablo en la estación de autobuses donde cogimos el autobús que nos llevaría 500 km más al norte hasta Santiago.Llegamos a Santiago de Chile la noche del domingo, nos alojamos en casa de los misioneros de Verbum Dei y a la mañana siguiente, después de un breve paseo por la zona fuimos hasta el aeropuerto, desde donde salimos a las 18:00 del lunes para aterrizar en Barajas, 12 horas más tarde a la 13:15 del martes 20 de agosto. Y por fin, termino de escribir este email, sano y salvo, duchado y dormido, desde el salón de mi casa.Como decía al comenzar este último capítulo del Cuaderno, así termina la primera parte de la misión. ¿Cuál es la segunda? El que no se lo imagine puede leerlo en los próximos días en el Epílogo del Cuaderno.Un abrazo a todos!Andrés.P.D. Las vistas más impresionantes de estos últimos días han sido desde el avión, sobrevolando los Andes al atardecer. En cuanto me lleguen os las envío por el Facebook parroquial.P.P.D: Poco ha faltado para que mi madre me haga vaciar la maleta en la terraza para despedir a las posibles "pulgas misioneras", yo sé que España está muy necesitada de misión pero en mi casa no se pueden quedar, si alguien está dispuesto a acogerlas..."
Posted on: Wed, 21 Aug 2013 21:43:44 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015