Declive de la hegemonía de Estados Unidos Augusto Sención - TopicsExpress



          

Declive de la hegemonía de Estados Unidos Augusto Sención Villalona En los años 1989-91 cayeron los gobiernos encabezados por los partidos comunistas en Europa del este y se derrumbó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ante esos hechos, mucha gente de izquierda se desmoralizó, abandonó la lucha revolucionaria o se pasó a la derecha. El filósofo estadounidense, Francis Fucuyama, aseguró que había llegado el fin de la historia, o sea, que el mundo hegemonizado por Estados Unidos ya no evolucionaría. Años después, otro escritor norteamericano, John Holloway, afirmó que las revoluciones del siglo XX fracasaron porque tomaron el poder e intentaron hacer los cambios desde arriba. O sea, que fracasaron justamente por haber sido revoluciones, pues sin cambio de poder no hay revolución social. En 1999, cuando el inicio del “derrumbe del campo socialista” cumplía diez años, se iniciaba la revolución venezolana, cuya influencia mundial es cada vez mayor, sobre todo en América. El mundo de hoy no es unipolar, el imperialismo norteamericano declina, el capitalismo mundial está una crisis y las fuerzas revolucionarias y progresistas avanzan, sobre todo en América Latina. La historia no se detuvo y la lucha por el poder sigue siendo el problema central de la revolución. Los juicios de los “pensadores” de derecha y de los renegados de izquierda resultaron equivocados. 1. Los principales problemas de la economía de Estados Unidos 1.1 La crisis actual En los años 2000-2001 la economía de Estados Unidos atravesó por una crisis de sobreproducción. Las empresas disminuyeron sus ventas, aumentaron sus inventarios acumulados y tuvieron una pérdida promedio de -3.8 en el 2000 y -6.2% en el 2001. Las industrias recortaron su producción y operaron con el 70% de su capacidad. Aumentó el desempleo y cayó la demanda. Para superar la crisis, la Reserva Federal redujo la tasa de interés de los préstamos hasta 1%1 y el gobierno invadió a Afganistán e Iraq. La guerra tenía un doble propósito: dinamizar la economía interna y arrebatar el gas y el petróleo que abundan en las naciones invadidas. Los menores intereses estimularon el crédito y le generaron más demanda a las empresas con problemas de venta. Mucha gente se endeudó para adquirir viviendas y todo tipo de mercancías, pues en Estados Unidos buena parte del consumo se financia con crédito. A su vez, las guerras en Asia elevaron el gasto público: compra de alimentos, medicinas, uniformes y armas para las tropas. El Estado creó la demanda que las grandes empresas necesitaban para vender sus mercancías. Buena parte del aparato productivo creció jalado por el conflicto. En octubre de 2001 se inició la invasión a Afganistán y al año siguiente la tasa de ganancia de las empresas se restableció (15.5%). En el 2003 se inició la invasión a Iraq y al año siguiente la tasa de ganancia se elevó a 24%. Para colocar los capitales sobrantes, los bancos les prestaron a quienes podían pagar y a quienes no podían pagar. Pero muchos bancos no quisieron tener riesgos y les vendieron bonos de la deuda a otros bancos más poderosos y a fondos de inversión, que a su vez los colocaron a altos intereses en los mercados de capitales y se ganaron una millonada. El ciclo expansivo no duró mucho. Para los años 2005 y 2006 la tasa de ganancia disminuyó. Además, como el aumento del crédito amplió la cantidad de dinero en circulación y elevó la inflación, la Reserva Federal dio marcha atrás, es decir, elevó la tasa de interés para frenar el crédito y el dinero circulante. Tal medida afectó a millones de personas que habían recibido créditos, quienes de pronto se vieron con una deuda altísima que no podían pagar. Para septiembre de 2007 la tasa de interés era de 5.25%2 y cada hogar debía, en promedio, el 120% de su ingreso anual, la mayor parte (75%) en vivienda y el resto en otros bienes.3 Como la gente dejó de pagar los créditos, los bancos ejecutaron la hipoteca. Un millón de familias ya perdió su casa debido a que los bancos las embargaron y cinco millones de familias no pueden pagar los créditos. La venta de vivienda ha caído un 65% desde el año 20054 y las empresas constructoras tienen 5 millones de casas que no pueden vender.5 La incapacidad de pago de millones de familias provoca quiebras en empresas constructoras, de empresas de seguro y de bancos importantes del país. También hace tambalear a bancos del exterior que adquirieron títulos de deuda y que le prestaron a bancos de Estados Unidos. Para evitar un colapso del sistema financiero internacional, los bancos centrales de Estados Unidos, Europa y Japón le han inyectado más de 3,000 millones de millones de dólares a los bancos quebrados o en riesgo. Sin embargo, el remedio llegó tarde, pues siguió la quiebra de bancos y otros negocios y el desempleo creció. Además, como los bancos que siguen en pie tienen menos dinero para prestarle al agro, a las industrias y a otros sectores de la economía, la actividad económica en general tiende a enfriarse. Para Estados Unidos, la sobreproducción se torna cada vez más peligrosa, no solo porque sus ciclos son más cortos, sino porque no se puede resolver a través de los mercados externos, dado el continuo retroceso de ese país en la competencia mundial y el cierre de los mercados de las grandes economías de Suramérica. Ambos problemas se interrelacionan y se agravan. 1.2 Menor peso en la producción y las exportaciones mundiales Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Estados Unidos generaba el 50% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Para 1948 tenía casi el 22% de las exportaciones mundiales de bienes. Como el sistema monetario internacional depende del sistema económico, el país con mayor peso en la producción y las exportaciones impone su moneda como patrón de cambio, pues como sus mercancías son las más demandadas su moneda es la más solicitada. Por eso se impuso el dólar como moneda internacional. Los datos de los últimos años muestran una realidad muy diferente. En el 2005 Estados Unidos aportaba el 28.2% del PIB mundial y en el 2008 aportó el 20.3%. La Unión Europea bajó de 30.4% a 29.5% en los mismos años, pero supera a Estados Unidos. Aunque varios países de la Unión Europea no tienen el euro como moneda, hay más producción detrás del euro que del dólar. Mientras Estados Unidos pierde peso en la economía mundial, aumenta la participación de China, de la Federación Rusa y de los países agrupados en “el Resto del Mundo”, sobre todo por el crecimiento de algunas economías de Asia, como Indonesia, Arabia Saudita, Irán, Sudáfrica, Tailandia y Malasia, y al crecimiento de varios países de Suramérica, en especial Argentina y Venezuela, que casi triplicaron su PIB nominal en los últimos seis años. El retroceso de Estados Unidos no solo tiene su contraparte en el avance de la Unión Europea, sino de China y otros países. Desde hace dos décadas el PIB de China crece a un promedio de 9% anual. En el 2008 el PIB de China superó el de Alemania y en el 2010 sobrepasará el de Japón, que es la segunda economía del planeta. Actualmente China es la primera productora mundial de carbón, acero y cemento y consume la mitad de esos productos a escala mundial. Es la primera importadora de cobre, estaño, zinc, aluminio y níquel. Produce la mitad de las cámaras de mundo y casi la tercera parte de los televisores. Para el año 2015 podría producir la mayoría de los vehículos.6 Otro hecho importante es el surgimiento de una nueva moneda internacional, en el año 2006, la Unidad Monetaria Asiática, (ACU, por sus siglas en inglés), respaldada por 13 economías del este de Asia, encabezadas por Japón, China y Corea del Sur. Las otras son Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam. Las 13 economías representan cerca del 20% del PIB mundial.7 Con el ACU, que será una divisa virtual con un valor determinado por la producción, el volumen comercial y otras variables de cada país, las economías del sudeste asiático buscan principalmente promover su propio comercio. Estados Unidos continúa siendo el país con mayor PIB, pero comparado con la zona euro y con el bloque asiático está superado. Para el año 2009 se estima una caída de 3% en el PIB de Estados Unidos, mayor que la caída de 2.9% del PIB mundial. O sea, retrocederá un poco más. La economías de Asia Oriental y el Pacífico crecerán 5% en el 2009, impulsadas sobre todo por China, que aumentará su producción en 6.5%. En Asia meridional la India crecerá 5.1%. En los años 2010 y 2011, aunque se estima que el PIB de Estados Unidos crecerá 1.8% y 2.5%, respectivamente, la producción mundial crecerá más: 2% y 3.2%8 Eso significa que la economía de Estados Unidos retrocederá más. En el caso de las exportaciones, para el año 2006 Estados Unidos solo tenía el 8.8% del total mundial, menos que Alemania (9.4%) y muy por debajo de Europa, que exportó el 42%. A su vez, China, que en 1948 solo exportaba el 0.9%, para el 2006 casi igualó a Estados Unidos con el 8.6%. Los 13 países de Asia que se aglutinan alrededor del ACU exportaron alrededor del 20%. Notas: a Las cifras se refieren a la República Federal de Alemania de 1948 a 1983. b Las estadísticas han resultado afectadas de forma significativa por i) los cambios que ha habido en la composición por países de la región y el importante ajuste de los factores de conversión comercial entre 1983 y 1993; y ii) la inclusión del comercio entre los Estados Bálticos y la CEI durante el período 1993 y 2002. c A partir de 1998, las cifras se refieren a Sudáfrica y no a la Zona Aduanera Común de África Meridional. d Las cifras se refieren a EEC(6) in 1963, EC(9) in 1973, EC(10) in 1983, EU(12) in 1993, and EU(25) in 2003 and 2006. e Miembros en el año indicado. Nota: Entre 1973 y 1983 y entre 1993 y 2003, la evolución de los precios del petróleo influyó significativamente en las partes porcentuales correspondientes a las exportaciones. Fuente: wto.org/english/res_e/statis_e/its2007_e/section1_e/i06.xls En el año 2008 China, con el 11.8% del total mundial, superó a Estados Unidos (10.7%) en el porcentaje de las exportaciones de bienes y la Unión Europea siguió en primer lugar, incluso sin tomar en cuenta las exportaciones al interior de la propia Unión.9 La Organización Mundial de Comercio (OMC) señala lo siguiente con respecto a las exportaciones internacionales: “Alemania continuó siendo el principal exportador de mercancías en 2008, con envíos por valor de 1,47 billones de dólares, pese a que su participación en las exportaciones mundiales bajó del 9,5 por ciento en 2007 al 9,1 por ciento (…) China fue el segundo exportador, con un total de 1,43 billones de dólares y una participación del 8,9 por ciento en las exportaciones mundiales. Los siguientes exportadores por orden de importancia fueron los Estados Unidos (1,3 billones de dólares; 8,1 por ciento mundial), el Japón (782.000 millones de dólares; 4,9 por ciento) y los Países Bajos (634.000 millones de dólares; 3,9 por ciento).”10 Estados Unidos, que declina como país exportador, sigue siendo el primer importador del mundo. Su déficit comercial ha crecido mucho en los últimos años, sobre todo con China, Japón y Alemania. Aumentó 65% entre 2001-2007, al pasar de 430,000 millones a 711,600 millones11, de los cuales 201,600 millones de dólares (28% del total) fueron con China12. En el 2008, su déficit comercial subió a 865,000 millones, pues exportó por 1,301 miles de millones e importó por 2,116 miles de millones. Una parte de los dólares con que Estados Unidos compra en el exterior los obtiene de préstamos. China, por ejemplo, le compra bonos al gobierno de para ayudarle a cubrir su déficit fiscal de 700,000 millones, y parte de esos recursos sirven, a su vez, para que los empresarios norteamericanos puedan importar. Estados Unidos también atrae dólares de inversión extranjera, principalmente de China, Japón y Alemania. Y otra parte de los dólares los genera mediante la emisión de billetes sin respaldo. Como el dólar es de uso mundial, Estados Unidos se da el “lujo” de imprimirlo y comprar una enorme cantidad de mercancías en otros países, sobre todo el petróleo que necesita y muchos bienes baratos de China y otros países, a los que ya se acostumbró la población. De acuerdo a la tendencia de la producción mundial y el comercio mundial, el dólar dejará de ser la moneda más importante a escala internacional. Sobre este tema volveremos más adelante. Algunos autores señalan que una de las causas del retroceso norteamericano es el deterioro de la cultura productiva. “La precarización laboral incentivada a partir de la presidencia de Reagan buscaba disminuir la presión salarial mejorando así la rentabilidad capitalista y la competitividad internacional de la industria, pero a largo plazo degradó la cohesión laboral, el interés de los asalariados hacia las estructuras de producción. Ello derivó en una creciente ineficacia de los procesos innovativos que pasaron a ser cada vez más difíciles y caros comparados con los de los principales competidores globales (europeos, japoneses, etc.). Uno de sus resultados fue el déficit crónico y ascendente del comercio exterior…”.13 Mientras China, Alemania y otros países apuntalaban sus economías, el gobierno de Estados Unidos elevó su presupuesto de guerra, sobre todo a partir de la invasión a Afganistán e Iraq. Su gasto militar representa el 45% de los gastos militares del mundo14 y es el principal causante del profundo déficit fiscal. Durante el gobierno de Bill Clinton hubo superávit fiscal hasta del 2.5% del Producto Interno Bruto. Desde las guerras en Asia se acumuló un déficit enorme, que en parte se cubre con endeudamiento externo, el cual creció 50% durante la presidencia de George Bush hasta representar el 65% del PIB15, porcentaje que supera los parámetros establecidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el año 2008 el gasto militar anduvo por los 1.1 miles de millones de dólares, cifra tres veces mayor a la del año 2000. Con ese dinero se mantiene a 30.7 millones de personas (el 10.2% de la población del país) que reciben ingresos del gasto público militar: 25 millones de veteranos de guerra, 2.1 millones que laboran en el Ministerio de Defensa y 3.6 millones que trabajan para contratistas privados del Ministerio de Defensa.16 Sin bien los gastos militares constituyeron un motor importante de la economía norteamericana, hoy son una carga financiera que no se podrá sostener si el dólar es desplazado por otras monedas. El creciente gasto militar se tradujo en un enorme déficit público, una pesada deuda externa y un debilitamiento del dólar que dificultan mantener una economía de guerra. Por otra parte, al tiempo que crecían los gastos de guerra, la inversión social fue descuidada, a tal punto que hasta la infraestructura básica está seriamente dañada. Es tal el deterioro social, que actualmente Estados Unidos tiene el 25% de la población encarcelada del planeta y 45 millones de personas sin seguros de salud.17 Esos y otros indicadores son causa y efecto del estado actual de su economía, en franco retroceso mundial. 1.3 Posición financiera negativa Estados Unidos tiene una posición financiera internacional adversa, pues hay más activos externos en ese país que activos de Estados Unidos en el exterior. De una posición financiera neta positiva en el año 1985, pasó a una posición negativa en 1990. Desde entonces, la situación ha empeorado. La burguesía extranjera se adueña de buena parte de la economía de Estados Unidos y extrae muchos capitales de ese país en concepto de repatriación de utilidades. En el año 2006, los activos propiedad de estadounidenses en el exterior aumentaron mil 46 billones de dólares, mientras que los activos propiedad de extranjeros en Estados Unidos aumentaron mil 765 billones. El saldo financiero negativo aumentó en 719 mil millones de dólares.18 1.4 Elevado endeudamiento externo La deuda pública de Estados Unidos pasó de 5.6 billones de dólares en el año 2000 a 9.5 billones en abril de 2008.19 El crecimiento fue de 70%. Para abril de 2009 sumó 10 billones.20 Esa cifra equivale al 20% de la deuda pública externa mundial. Estamos ante la aparente paradoja de un Estado imperial que para funcionar depende en gran medida del financiamiento externo. La deuda pública y privada del país, tanto interna como externa, supera cuatro veces su PIB y se acerca al valor del PIB mundial.21 Como ya señalamos, los países que más se benefician de las importaciones de Estados Unidos (China, Japón y Alemania) utilizan una parte de sus reservas para comprar bonos del gobierno norteamericano. De esa manera garantizan el funcionamiento del gobierno norteamericano, sobre todo de su aparato militar. China posee un billón (un millón de millones) de dólares en bonos del tesoro y otros títulos de deuda de Estados Unidos. En bonos del tesoro el monto asciende a 585,000 millones, lo que convierte a China en el principal acreedor de Estados Unidos, superando por primera vez a Japón.22 Esa deuda compromete seriamente a Estados Unidos con sus competidores, sobre todo si se da un cambio de moneda a escala mundial y los acreedores exigen el pago en otra moneda. Pero también es cierto que tan elevada deuda ata a sus competidores a ciertas decisiones de la principal nación imperialista, que si no paga lo que debe trastorna el sistema monetario mundial. Se trata de un problema que amenaza la estabilidad capitalista a escala planetaria. 1.5 Una economía que vive por encima de sus medios Es indudable que Estados Unidos vive por encima de sus medios, o sea, de su capacidad productiva. Se sostiene de la inversión y los préstamos externos, pero sobre todo de la emisión de dinero sin respaldo en la producción. Imprime papeletas para comprar en el mundo de la misma manera en que una persona desempleada y con una imprenta en su casa imprimiera monedas para comprar en el mercado lo que necesita si dicha moneda se la aceptaran. Así funciona, en buena medida, la economía de Estados Unidos. Compra en el mundo por una cantidad mucho mayor de la que vende y paga buena parte de las compras con papeletas que emite y que le aceptan los países que le venden. Ese jueguito tiene años. Viene desde el año 1971, cuando el entonces presidente Richard Nixon decidió emitir dólares sin el respaldo en oro que le exigían los acuerdos internacionales firmados en la ciudad de Bretton Woods, en el año 1947, donde se fijo el dólar como moneda internacional de referencia pero respaldado con un patrón de 38 dólares por onza de oro. Desde 1947, el dólar se convirtió en la principal reserva de los bancos centrales del mundo. En 1971, el gobierno dirigido por Nixon abandonó el patrón oro y comenzó a emitir dólares sin respaldo, para, entre otras cosas, financiar la costosa guerra de Vietnam. Desde entonces el precio del oro ha venido subiendo hasta llegar a 1,012 dólares la onza en septiembre de 2009.23 En octubre de 2006, el investigador F. William Engdahl señaló lo siguiente: “Mientras el mundo acepte los dólares estadounidenses como un valor monetario, Estados Unidos disfruta de una ventaja única como impresor exclusivo de estos dólares. El truco es conseguir que el mundo lo acepte. La historia de los últimos treinta años es la de cómo se hizo eso, usando a la Organización Mundial de Comercio, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y a George Soros, por nombrar unos pocos (…) ¿Qué pasaría si el resto del mundo decidiera que ya no quiere dar sus ahorros al Tesoro estadounidense para financiar sus déficit o sus guerras? ¿Qué pasaría si China decide que debería diversificar sus riesgos comprando deuda europea? ¿O Japón o Rusia? Este día puede llegar antes de lo que pensamos.” 24 Esa “conjetura” es muy importante, pues la aparente ventaja de que goza Estados Unidos de emitir moneda sin respaldo se ha convertido en una amenaza para la sobrevivencia de su propia economía, pues resulta que buena parte de los dólares ficticios cayó en manos de sus competidores, que disponen de enormes reservas y de las cuales tendrán que deshacerse en un determinado momento. La cantidad de dólares que se mueve en el mercado internacional supera con creces la capacidad productiva mundial. Estados Unidos llenó el mundo de monedas sin respaldo productivo. Pero la mayor parte de esos dólares pronto será cambiada por otras monedas, pues el país que los emite ya no tiene el dominio de la producción y las exportaciones mundiales, o sea, no podrá seguir pagando con su moneda devaluada buena parte de las mercancías que compra en el exterior. ¿Y a manos de quiénes han ido a parar esos dólares? Una parte la tienen los gobiernos de las principales economías del mundo (reservas internacionales) y otra parte está en manos de tenedores de bonos, o sea, de multimillonarios que hacen negocios moviendo dinero todos los días en el mundo, especulando con los precios del petróleo y de otros bienes estratégicos y con los intereses que pagan los bancos. Las reservas internacionales de divisas son los depósitos en moneda extranjera en poder de los bancos centrales y autoridades monetarias. En el cuadro 5 se aprecian las reservas mundiales y de los principales países. Sin embargo, en este caso no solo incluyen las divisas (fundamentalmente el dólar), sino el oro, los Derechos Especiales de Giro y las reservas en el FMI. El país con más reservas es China, que para junio de 2009 tenía 2,131,600 millones, equivalentes al 25% del total mundial. Las reservas chinas no solo son abundantes, sino que crecen de manera vertiginosa, pues para el año 2003 sumaban 403,300 millones de dólares y para el 2007 se habían casi triplicado, hasta alcanzar 1,455,000 millones.25 El monto actual supera el del 2007 en un 46% y el del 2003 en un 428%. La tendencia al desplazamiento del dólar es muy clara. Si solo China moviera la mitad de sus reservas a Euro, éste alcanzaría una cotización enorme (hoy está a 1.40 dólares). Y lo peor es que si China y otros países rechazan cobrar en dólares sus exportaciones a Estados Unidos, ahí terminaría el precario reinado de esa moneda. Si esos países pidieran euro o cualquier otra moneda dura en su comercio con Estados Unidos, ese país no podría seguir emitiendo dólares para comprar excesivamente en el mundo, como hace hoy, y tendría que ajustar sus compras a su disponibilidad de otras monedas, las cuales prácticamente no posee, pues su saldo comercial con Europa, Asia y hasta con América Latina es negativo. El resultado sería una caída drástica de sus importaciones, la quiebra de miles de empresas comerciales, la ruina de la banca y el hundimiento del aparato productivo. El desempleo crecería en proporciones enormes y la economía disminuiría sustancialmente su tamaño. La economía mundial se tambalearía, pues Estados Unidos es la cuarta parte de ella y es el principal mercado de importación del mundo, donde la Unión Europea, China y Japón colocan la cuarta parte de sus exportaciones. Sin embargo, pese a los riesgos que para el capitalismo mundial tiene el desplazamiento del dólar, se está fraguando la sustitución de esa moneda, pues el país que la emite ya no controla la producción ni el comercio internacional. Sus competidores no pueden tolerar que la economía de Estados Unidos se mantenga artificialmente como la primera del mundo, a base de la emisión de deuda y de papeletas sin respaldo. La lucha por el control del mercado mundial los empuja a desplazar definitivamente a su principal competidor. Tarde o temprano, si Estados Unidos no recupera la hegemonía perdida, el dólar sufrirá un golpe demoledor. 1.6 Carencia de energía De toda la energía que se consume en el mundo, el 90% proviene del petróleo, el gas natural y el carbón. En el año 2020, estas tres fuentes proporcionarán el 87% de la energía. El petróleo seguirá siendo la principal fuente de energía, la que mueve a la economía mundial. El uso de energía nuclear y de recursos renovables es mínimo. Incluso, para el año 2020 la energía nuclear tendrá un peso menor en el mercado energético mundial. Estados Unidos consume el 24.29% del petróleo mundial y solo tiene el 2.38% de las reservas. Los países de oriente medio tienen el 61% de las reservas y América Latina el 10%, de las cuales Venezuela posee las dos terceras partes.26 Esos datos no incluyen las reservas del río Orinoco de Venezuela, que ya son una realidad pero que todavía no aparecen en las principales fuentes de estadísticas mundiales. En marzo de 2006, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunció que su país tenía las mayores reservas mundiales de petróleo, al certificarse los 236 mil millones de barriles en la Faja Petrolífera del río Orinoco. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reconoció los crudos de la faja y los sumó a las reservas ya certificadas. Venezuela poseer alrededor del 25% de las reservas mundiales, por encima de Arabia Saudita. Mientras las reservas de Estados Unidos no durarían más de 10 años (si las usan completamente), las de Venezuela alcanzan para cientos de años. Estados Unidos, que en los años sesenta producía el 84% del petróleo que consumía e importaba el 16% restante, hoy produce el 35% e importa el 65%.27 La situación de Europa no es menos grave. Su déficit es de 57%. Como “alternativa” a su dependencia energética, los gobiernos de Estados Unidos y Europa promueven los biocombustibles, sobre todo el biodiesel y el etanol. En Estados Unidos ya operan 120 destilerías para combustibles vegetales.28 La estrategia consiste en que sus empresas multinacionales produzcan biocombustibles para consumo de su población, pero con alimentos de otros países. De esa manera, mientras en Europa y Estados Unidos se garantizarían los alimentos de la población, los demás países tendrían escasez y tendrían que comprarles los alimentos a los millonarios granjeros norteamericanos y europeos y a las multinacionales que producen transgénicos (Monsanto, Nidera y Cargill), las que a su vez están invirtiendo en destilerías para biocombustibles. El negocio sería doble: las multinacionales les comprarían alimentos a otros países para hacer combustibles y les venderían sus alimentos transgénicos. O sea, reforzarían, al mismo tiempo, el control de los sistemas alimentarios y de los biocombustibles. A eso se debe la alianza entre las multinacionales petroleras, biotecnológicas, de autos y de granos. En ese esquema, el rol de América Latina, Asia y África, donde abunda la pobreza, sería producir alimentos para los carros y las industrias de Estados Unidos y Europa y depender de los alimentos elaborados en esos países. La cantidad de cereales requerida para llenar un tanque de 25 galones con etanol equivale a la alimentación de una persona durante un año.29 Eso significa que los 800 millones de automóviles del mundo competirían por los granos y el azúcar con 3,315 millones de personas pobres.30 Ahora bien, los biocombustibles podrían alargar la agonía de los países industrializados pero no les solucionarán sus crisis energéticas, por las siguientes razones: Para sustituir el petróleo y el gas por etanol, habría que sembrar una cantidad de hectáreas equivalente a varios planetas tierra. Solo Estados Unidos tendría que cultivar seis veces su superficie. Para elaborar biocombustibles se necesita petróleo. En el caso del etanol de maíz, se necesitan 1.3 kilocalorías de petróleo para producir una kilocaloría de bioetanol.31 La materia prima de los biocombustibles se obtiene mediante agricultura intensiva, que utiliza muchos fertilizantes, pesticidas y maquinarias, pues con métodos agrícolas poco intensivos la producción sería baja y los requerimientos de tierra y costos serían mayores. Ese proceso requiere del uso de carbón y petróleo, tanto en las fases de producción como en el transporte a as plantas de procesamiento. La solución a la dependencia del petróleo no está en los alimentos, pues sin comida para la gente no habría vida en el planeta. Por lo tanto, la dependencia energética de Estados Unidos, Europa y Japón es mortal para sus economías, las cuales son cada vez menos sostenibles. En el caso del gas natural, Estados Unidos consume el 22.35% del mundo y solo tiene el 3.37% de las reservas. Los países de oriente medio poseen el 41% de las reservas y la Federación Rusa el 25%. América Latina tiene el 4.56% de las reservas de gas, la mayor parte (63.6%) en Venezuela y en Bolivia (9.1%). Esos datos muestran la necesidad de Estados Unidos de controlar el gas, tanto para cubrir su déficit como para alargar la vida de sus escasas reservas. En cuanto al carbón, la situación de Estados Unidos no es problemática, pues tiene más reservas mundiales (28%) que consumo (18%).32 1.7 Carencia de agua El 95% del agua que se puede hacer potable se utiliza en el agro, la industria y los demás negocios; el 5% es para uso humano. Los países con más poderío económico, Estados Unidos y Europa, que consumen más agua, son los que menos tienen. El 47% está en Asia y África y el 25% en América del Sur. En Suramérica se encuentra el río Amazonas, que recorre a Colombia, Brasil, Perú y Venezuela y es el segundo más largo del mundo, con 6,275 kilómetros. También está el Sistema del Acuífero de Guaraní, que ocupa un área de 1,195,700 kilómetros cuadrados, 70% bajo suelo brasileño, 19% en Argentina, 6% en Paraguay y 5% en Uruguay. Esta es la reserva de agua pura más importante del mundo, capaz de abastecer a 360 millones de personas.33 Estados Unidos tiene una grave crisis de agua. “En el futuro próximo, tan solo el sector industrial de ese país estará consumiendo 1,500 millardos de litros de agua dulce y generando 300 millardos de litros de desecho por año”.34 Las zonas de recarga de California se están secando y el río Colorado está siendo explotado al máximo. Según el Departamento de Recursos Hídricos del Estado de California, “…para el año 2020, si no se encuentran más fuentes de agua, se sufrirá una escasez tan grande como la cantidad de agua que actualmente consumen en todas sus grandes, medianas y pequeñas ciudades”.35 En otros lugares de Estados Unidos se da la misma situación. En Seattle, por ejemplo “…se ha disparado el consumo de agua, calculando que en 20 años comenzaría a escasear, en gran medida a causa de los altos consumos de la industria…”. “En El Paso, Texas, todas las fuentes de agua se acabarían para el 2030 y en el norte de Kansas la escasez es tan severa que ya se discute…la construcción de un acueducto al ya explotado Río Missouri”.36 También se está vaciando la zona de recarga de la frontera de Illinois-Wisconsin, que alimenta las ciudades de Chicago y Milwaukee, lo que pondrá a esos centros urbanos en una situación crítica. Problemas similares se dan en el sureste de la Florida y en Massachussets, donde el río Ipswich adelgaza rápidamente.37 El problema de agua en la principal economía del mundo, donde la agricultura y la industria alcanzan los niveles más altos de desarrollo, empuja al gobierno y a las grandes empresas a tratar de apropiarse del vital líquido en otros países. Si se toma en cuenta que menos del 3% del agua del mundo es dulce y que ésta tiende a disminuir, es claro que este recurso es visto no solo como vital para la sobrevivencia humana, sino como objetivo comercial. 2. Las estrategias fracasadas Para enfrentar los graves problemas antes señalados, la estrategia de los gobiernos de Estados Unidos tuvo cuatro elementos centrales en los últimos años: el impulso del ALCA y el Plan Puebla Panamá (PPP), la militarización de América Latina (que incluye el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina) y la invasión a Afganistán e Iraq. El ALCA era el proyecto diseñado sacar los excedentes agrícolas subsidiados y para controlar los mercados de América Latina (con la excepción de Cuba), para apropiarse del agua, sobre todo la de Suramérica, donde están los mayores ríos y el Acuífero de Guaraní (el mayor del mundo), y para controlar el petróleo y el gas, que abundan en Venezuela y en otros países del Sur. En el capítulo de servicios del ALCA se establecía la privatización del agua. Y en el capítulo de política de competencia se privatizaban los hidrocarburos, pues se obligaba a los gobiernos a suprimir los monopolios públicos, que en algunos países también incluye el agua. Con el ALCA, Estados Unidos también lograba detener el avance de Japón, China y Europa en Latinoamérica. Con el PPP, las grandes empresas de Estados Unidos se apropiarían de los recursos energéticos del sur de México, tras desalojar a millones de indígenas y campesinos mediante la construcción de 30 presas hidroeléctricas. Con la militarización de Latinoamérica se intenta someter gobiernos y colocar bases militares las zonas de reservas hídricas, energéticas y de biodiversidad. Con la invasión a Afganistán el imperialismo norteamericano tenía por objetivo construir un gasoducto con salida al Océano Índico, para captar el gas de las antiguas repúblicas soviéticas. Y con la invasión a Iraq pretendía controlar las enormes reservas de petróleo de ese país. Sin embargo, la agresión militar iría más allá. Después de afianzar el poder en ambas naciones, extendería la ocupación a Irán, Siria y otros países árabes. Se trataba de una guerra de gran dimensión, cuya finalidad esencial era colonizar esa región del mundo, donde abundan las materias primas energéticas y el agua. Si tenía éxito, Estados Unidos detenía su declive y se afianzaba como primera potencia mundial. Hay que tener presente que controlando las mayores reservas de petróleo y gas, Estados Unidos prácticamente eliminaba las importaciones de ambas materias primas y dominaba el mercado de hidrocarburos, superaba su déficit comercial y lograba un elevado superávit a costa de China, Japón y Europa. Con el control de esa región del mundo, Europa y el resto de Asia quedaban sometidos a sus designios. ¿Cómo le ha ido a Estados Unidos ocho años después? Muy mal. La guerra en Iraq y Afganistán está perdida, el ALCA se trancó, el PPP está trabado en México y la militarización no impidió el avance de las fuerzas de izquierda y democráticas en Latinoamérica, donde se fortaleció la revolución venezolana y surgieron gobiernos progresistas en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Nicaragua. Algunos de esos gobiernos están más a la izquierda que otros, pero todos se opusieron al ALCA y buscan formas propias de integración. Venezuela no abrirá los mercados ni entregará los hidrocarburos ni el río agua. Bolivia cerró su pequeño mercado, nacionalizó el gas y no dará su agua. Brasil y Argentina cerraron los mercados y protegen sus recursos. Uruguay no opta por el TLC y Ecuador se convertirá en un nuevo dolor de cabeza, pues hasta suprimirá la base de Manta. Paraguay no firmará TLC con Estados Unidos. El imperialismo terminó firmando TLC con economías pequeñas (Centroamérica, República Dominicana y Chile), sin recursos energéticos ni agua. Sin Brasil, Argentina y Venezuela, no hay ALCA, pues esas tres economías tienen el 55% del PIB de América Latina. Y si sacamos a México, en buena medida integrada a Estados Unidos, las tres grandes economías del sur tienen el 70% del PIB latinoamericano. Si agregamos a Ecuador, Uruguay, Bolivia y Paraguay, representan el 74% del PIB. Además, en las grandes economías suramericanas y en Bolivia está la mayor parte del agua y de los hidrocarburos del continente. Para colmo, las principales economías del sur se deshacen de los instrumentos financieros del imperialismo (FMI y BM). Frente al ALCA, el gobierno de Venezuela impulsa el ALBA, junto a Cuba, Bolivia, Nicaragua y Dominica. También desarrolla proyectos con otros países, como Petrocaribe y Telesur, y avanza en materia de integración con Suramérica, mediante la segura entrada al MERCOSUR y la creación del Banco del Sur, con un capital inicial de 7,000 millones de dólares. Previo a la creación del banco, los gobiernos de Argentina, Brasil y Venezuela cancelaron sus deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ahora arrastra problemas financieros porque no encuentra muchos gobiernos para hacer negocios. El Banco del Sur es un golpe al FMI y al Banco Mundial, que son organismos financieros del imperialismo, los cuales también se debilitarán cuando se conforme el Fondo Monetario de Asia, que ya se anunció con una capital inicial de 80,000 millones de dólares. Como van las cosas, el FMI y el BM terminarán quebrados. En mayo de 2008, en una reunión de presidentes de Suramérica se creó la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), integrada por todos los países de Suramérica, cuyo propósito es desarrollar un espacio integrado en lo político, social, cultural, económico, financiero y ambiental y en la infraestructura. En la reunión también se acordó crear un grupo de trabajo que en 90 días presente una propuesta para crear un Consejo de Defensa de la región, que sería un mecanismo de integración para discutir las realidades y necesidades de defensa de los países suramericanos, reducir los conflictos y desconfianzas y sentar las bases para la futura formulación de una política común en esa área. Solo el Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, se rehusó a apoyar la idea del Consejo de Defensa. Más recientemente, en la Cumbre de los países del ALBA realizada en Venezuela y en la cual participó el gobierno de Ecuador, se acordó establecer un sistema de compensación entre países y adoptar una moneda contable llamada Sucre, paso inicial para la futura creación de una moneda física regional para las transacciones comerciales. Todas esas acciones, aunque incipientes, se encaminan en un sentido contrario al interés de Estados Unidos, que necesita controlar los mercados de Suramérica para salir de su crisis y detener su decadencia. Esa región se le va de las manos al imperialismo: bloquea el ALCA, no le abre sus mercados a las mercancías subsidiadas de Estados Unidos, controla sus recursos energéticos y busca mecanismos propios de unidad. Por supuesto, nada es definitivo. Hay más tendencias que resultados consolidados. Pero hasta hoy el imperialismo no puede mostrar éxitos en la aplicación de sus planes. Y no solo eso, sino que las tendencias de Estados Unidos en el mediano plazo son negativas: menor peso en el PIB mundial, desplazamiento del dólar, mayor déficit comercial y fiscal, caída del ahorro nacional, mayor deuda interna y externa, mayor dependencia de petróleo caro y menor disponibilidad de agua. El mundo es cada vez más multipolar: China tiene mucho poder, la Unión Europea tiene más poder económico que Estados Unidos, Rusia emerge como otro poder y Suramérica también. Cuando observamos ese cuadro imperial, de retroceso económico, dependencia de la energía y el agua y pérdida de hegemonía política, lo único que queda es más tensión. El país imperialista dominante no caerá de forma insensible. 3. Contradicciones imperialistas El sistema económico mundial se tambalea. La crisis que arrancó en Estados Unidos por la mora en el pago de las viviendas, se trasladó a las finanzas y al resto de la economía de ese país, donde caen las ventas, baja la inversión y aumenta el desempleo. Europa sigue la misma suerte, dados sus vínculos financieros con los bancos norteamericanos. Igual ocurre en Japón y en otros países. La crisis coincide con el encarecimiento mundial de los alimentos y con el avance del deterioro ambiental. Y mientras cierran empresas y crecen los despidos, la pobreza se expande en el mundo, sobre todo en las naciones dependientes. Junto a la crisis capitalista mundial, también se evidencia la falta de conducción revolucionaria, sobre todo en Estados Unidos, Europa y Asia, precisamente donde la crisis es más evidente. El capitalismo se resquebraja, pero la izquierda no aflora en la superficie. Solo en América Latina, especialmente en Suramérica, se configuran cambios importantes, algunos revolucionarios y otros reformistas pero que chocan con la lógica expansionista del capital imperialista. La crisis saca a flote las contradicciones imperialistas. Francia, vocera de la Unión Europea, sugiere reformar el sistema monetario internacional, vale decir, controlar al capital financiero para que no continúe especulando y se vincule a la economía real. También plantea limitar el papel del dólar en el mundo, en tanto el país emisor de esa moneda ya no controla la producción ni el comercio mundial, y parte del dinero inorgánico que emite para financiar las importaciones nutre las fuentes de la especulación mundial. Previo a la Cumbre del G-20, en noviembre de 2008, el presidente francés dijo que el dólar ya no podía jactarse de ser la única moneda del mundo. “Estoy saliendo mañana para Washington para explicar que el dólar, que tras la Segunda Guerra Mundial era la única moneda en el mundo, ya no puede reivindicar ser la única moneda mundial”, dijo Sarkozy.38 Pero el presidente francés, que llegó a la Cumbre con la intención de limitar la circulación mundial del dólar y darle más poder al euro y a otras monedas duras, no pudo imponer sus propuestas, pese a que contaba con el apoyo de Europa, de China y de Rusia. El presidente de Estados Unidos logró trasladar la discusión hasta el mes de marzo, pera que Barak Obama se encargue de lidiar con los rivales. Sin embargo, aunque no hubo acuerdos, el tema de las monedas ya está en el tapete. Concientes de que el desplazamiento de Estados Unidos es traumático, sus competidores de Europa y Asia lo han llevado a cabo paulatinamente, con calma. Ellos saben lo que significa la quiebra de la primera economía mundial, la que articula la mayor parte del capital productivo, comercial y financiero del mundo. Gran parte del despegue chino y de la Federación Rusa, por ejemplo, se debe al acceso de sus mercancías al gran mercado norteamericano. Sin embargo, las leyes de la sociedad capitalista superan la paciencia de quienes elaboran políticas para controlar la economía mundial. En un mundo basado en el lucro, el dominio del mercado internacional es la esencia de la política imperialista. Por eso, ante la nueva crisis, Europa ya está apurada y quiere ampliar los espacios del euro. China también tiene prisa. Y a la Federación Rusa le urge detener la amenaza que fragua Estados Unidos desde Polonia. Los rivales de Estadas Unidos quieren hacer un ajuste de cuentas: limitar el uso mundial dólar, para que ese país no siga importando materias primas energéticas y bienes de consumo barato con dinero ficticio. Limitar la capacidad de Estados Unidos de emitir dólares sin respaldo, sería arrancarle una palanca fundamental de poder, pues se le obligaría a comprar en el mundo de acuerdo a su capacidad de vender, que es menor a la de sus grandes competidores. De la Cumbre del G20 de abril pasado no salió un manotazo al dólar y sigue flotando en el mundo una cantidad de dinero sin respaldo, botín del capital financiero y especulativo a escala planetaria. Si a ello se le suma la cantidad de dinero que los gobiernos están emitiendo para salvar a la gran burguesía, mayor sería la brecha entre el circulante y la producción mundial, lo que haría imposible detener el llamado capital golondrina, que se mueve sin control y devora economías. Por lo tanto, cuando se supere la actual crisis la próxima sería más rápida y peor. Pero finalizada la cumbre siguió la conjura contra el dólar. Brasil y Argentina ya decidieron desechar el dólar en su comercio con China. Y la idea del Sucre como moneda de los países del ALBA sigue avanzando. En los próximos años los capitales norteamericanos y europeos tratarán de arrebatar por la fuerza los recursos vitales para sus empresas, que en la lógica capitalista están mal ubicados. Por eso, las confrontaciones imperialistas son inevitables, tal como lo demuestra el conflicto en Iraq, que no solo enfrenta al imperialismo con el pueblo iraquí, sino con algunos gobiernos europeos opuestos a la invasión por intereses económicos y políticos. Hace 92 años Lenin nos dio algunas claves para entender la naturaleza agresiva del imperialismo, cuando afirmó lo siguiente: “Cuanto más adelantado se halla el desarrollo del capitalismo, cuanto con mayor agudeza se siente la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la caza de las fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha por la adquisición de colonias.”39 La sustitución de Inglaterra por Estados Unidos como primera potencia mundial requirió dos guerras mundiales. Ambos países no se enfrentaron en las guerras, pero el primero tuvo un costo muy elevado y el segundo no sufrió el conflicto en su territorio. La crisis de hegemonía de esos años desató un conflicto entre naciones imperialistas que buscaban controlar mercados y fuentes de materias primas. Si embargo, cuando Inglaterra fue desplazada económicamente, y con ella la libra esterlina, ya Estados Unidos y otros países la sobrepasaban en el terreno político y militar. Hoy, los posibles sustitutos de Estados Unidos, como Japón y Alemania, son imperios tecnológicos sin capacidad militar y política para asumir el control de la economía mundial. China tampoco lo tiene. Por eso, la crisis de hegemonía que ya se configura, tendrá que generar fuertes tensiones, guerras comerciales y conflictos políticos y militares. La primera potencia mundial no cederá su puesto por la vía diplomática. El gobierno republicano de ocho años salió derrotado. Sin embargo, como la naturaleza imperial de Estados Unidos sigue intacta, el nuevo gobierno no suavizará su política ante el mundo. En un escenario mundial, caracterizado por la crisis económica, el declive de Estados Unidos y las luchas interimperialistas, el gobierno norteamericano que arrancará en enero de 2009 tratará recomponer la hegemonía maltrecha de su nación, la cual también está sumida en una guerra en Asia que no puede ganar. El nuevo gobierno de Estados Unidos no será de paz ni de entendimientos. Su política será más dura y también más inteligente y conspirativa. Los grupos de poder de ese país no se ablandarán, pues si lo hacen se hunden más rápido. Necesitan fuentes de energía y mercados. Y América Latina (sobre todo el sur) tiene mucho de eso. La política ya está escrita y le fue dictada a quien asumirá el relevo. Y será muy agresiva, aunque aparente ser muy diplomática y de búsquedas de entendimiento. El gobierno que preside Obama le pedirá una tregua a sus rivales y aparentará ser menos agresivo en algunas regiones del mundo, para ganar tiempo mientras intenta levantar a Estados Unidos e impedir su desplazamiento como primera potencia mundial. Combinará la mano dura en el mundo árabe con la diplomacia fuerte y la conspiración política en América Latina y en otros lugares del planeta. El rostro simpático de la nueva Secretaria de Estado será más letal que la cara amargada de la secretaria saliente. El intento de golpe al Presidente de Guatemala, Álvaro Colón, el derrocamiento de Mel Zelaya en Honduras, las nuevas bases militares en Colombia y las agresiones contra los gobiernos de Ecuador y Venezuela, muestran la agresividad de la política norteamericana bajo el gobierno demócrata. Uno de los objetivos del nuevo gobierno norteamericano será dividir a Suramérica para aislar a Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde están más definidos los procesos de cambio. No necesariamente lo logrará, pero lo intentará con presión política y económica. Para los procesos revolucionarios del sur, la lucha política ideológica con el imperialismo será más dura. De la crisis actual no saldrán revoluciones en los países imperialistas, pero sí podría haber una recomposición que afecte a Estados Unidos. Y si no hay cambios y se acepta la hegemonía del dólar, al poco tiempo brotarán nuevas contradicciones, pues la base de sustentación de esa moneda se erosionó. La lucha interimperialista está solapada, pero arde en medio de la crisis 4. No hay un solo camino La historia humana no ha tenido ni tendrá fin mientras haya sociedad, pero tampoco se puede asegurar que el imperialismo norteamericano esté a punto de desaparecer. En el mundo no hay un solo camino. Estados Unidos puede ser desplazado como principal potencia mundial, pero también puede salirse con la suya. Si socava a los gobiernos de América del Sur y les impone un esquema de integración que le permita controlar sus mercados, su energía y su agua, detiene su caída y vuelve a repuntar. Y si fracasa en ese plan, si permanecen las dificultades del Plan Puebla en el sur-sureste de México y si las guerras de Iraq y Afganistán terminan en derrota, Estados Unidos seguirá declinando en los próximos años, por más agresivo que sea el gobierno de ese país. La acumulación de excedentes y la carencia de recursos estratégicos, cuyo agotamiento se acelera con la demanda de China y de otros países, afectarían la acumulación de capital en Estados Unidos. Una fuerte crisis comercial y productiva sería inevitable. Si a ello se le suma la consolidación de las revoluciones cubana y venezolana y la conformación de un bloque suramericano con moneda propia, relativa autonomía financiera y alianza militar, el panorama para Estados Unidos sería más amenazador. El desenlace de la lucha política en las próximas décadas determinará el futuro de la humanidad para muchos años. No necesariamente habrá más revoluciones en América Latina, pero sí habrá mejores condiciones para un cambio revolucionario. Por eso es vital la unidad de Suramérica y el colapso de Estados Unidos en sus guerras en Asia. El momento que vive América Latina es alentador. Hay que cerrarle los mercados latinoamericanos a Estados Unidos, que son los que pueden salvarle de su sobreproducción agroindustrial y de su competencia con las naciones industrializadas de Europa, las cuales tienen un mercado asegurado en el este de su continente. También hay que impedirle que se apropie de la energía, el agua y la biodiversidad de Latinoamérica. Ahí está la clave para hundir la economía de ese país y trastocar el capitalismo mundial, que inevitablemente se conmovería ante una crisis en la primera economía del planeta. 20 de septiembre de 2009
Posted on: Wed, 19 Jun 2013 23:12:43 +0000

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