Desesperación (CUENTO) Una lluvia pertinaz violaba la ciudad, estacionó su auto, dio un respiro; la calle estaba desierta, sintió agua lamiendo sus mitones anhelantes, dio un sorbo a su capuchino; un grito lejano le hizo despertar sus pupilas brillantes, de abismo. Se deslizó, observó, a prudente latitud: un vago destrozaba a golpes a un rapaz de unos diecisiete años, estudiante al parecer, mientras con palabras soeces le insultaba por no traer ni un quinto que robarle, el pobre muchacho tiritaba de frío, dolor o miedo…ya no se distinguía entre tanta sangre molida. Asqueado regresó a su auto, abrió la guantera, sacó un martillo corto y regresando a la escena le gritó al delincuente: -¡Cobarde!- Acto seguido se abalanzó sobre el escolapio propinándole un golpe seco, contundente en el cráneo; se quebró como cerámica, dejando salir tímidamente los sesos de un amarillo ruidosamente mucilaginoso, definitivamente pálido. El mangante, al ver el espectáculo grotesco, con un gesto de terror se echó a correr, el jovenzuelo aún se estremecía, matizando la noche con estertores traviesos, cual cola de lagartija recién cercenada. Extasiado todavía por la sangre del mozo ,y palpitando por más, subió a su auto dando giros por la zona buscando al timador, finalmente lo descubrió, sentía ansias de probar también con él la herramienta pero desistió porque de lejos se percató que convivía con una pandilla, así que retornó a su departamento. Desde el suceso aquel todos los días pasaba por el mismo sitio, de noche siempre, en pesquisa, buscando, dando vueltas. Nunca lograba localizar lo que las tinieblas le prometían. Hostil, desesperado jugaba con una navajilla de afeitar, pasándosela por entre las uñas y la carne: regresaba el alivio. Cuando los perros se le cruzaban los pateaba y ellos se deshacían en lamentos largos, ¡muy largos!, como si los perros tuvieran corazón.
Posted on: Fri, 09 Aug 2013 22:59:20 +0000
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