Dos Correos de Segis: 1) Penúltima sugerencia a Juan Orlando. 2) Tratado de los Sofismas: BARLOVENTO: Penúltima sugerencia a Juan Orlando Por: SEGISFREDO INFANTE Comprendo que el abogado don Juan Orlando Hernández, es un hombre ocupado, que ni siquiera tiene tiempo para leer las columnas de opinión. Por otro lado, algunos de sus asesores ingeniosos le obstaculizan las sugerencias que provienen del sector de los escritores mortales, con el agravante que el autor de estos renglones es un hombre que hoy se encuentra alejado de las altas estructuras del poder y del partido político que gobierna en los pasillos gubernamentales; sean centrales o legislativos. Pero nada perdería, el candidato, con el conocimiento indirecto de una sugerencia desinteresada que tiene tanta validez como las anteriores, porque aunque él se haya negado a leerlas, pareciera que algunos de sus “monitores” sí las tomaron en cuenta, por lo menos en el terreno de las acciones. Resulta que desde el punto de vista electoral Juan Orlando ha corregido su camino al acercarse con aceptable sinceridad a don Ricardo Álvarez, y a algunos mandos dirigentes e intermedios del “ricardismo”, con lo cual ha logrado atraer a un ochenta por ciento (80%) de las bases “ricardistas”, es decir, el voto duro del Partido Nacional. Cuando menos en Francisco Morazán y áreas circunvecinas, los “ricardistas” han aceptado votar por aquello de la pura disciplina partidaria. Pero en otras partes de la costa norte y del interior del país, algunos “ricardistas” y “miguelistas” se encuentran renuentes a participar en el proceso, por la sencilla razón que son excluidos de las reuniones y de la toma de decisiones. De repente el presidenciable Hernández ni siquiera se da cuenta que los mencionados grupos son rechazados y desdeñados en las reuniones partidarias internas. Cuando se les invita (por ejemplo en Puerto Cortés), sólo es para que lleguen, como si fueran empleados domésticos, a aplaudir las habladurías y pedanterías estériles de los supuestos “juanorlandistas”. Se les trata (o maltrata) como si provinieran de un partido contrario. De ello nadie le informa al candidato del Partido Nacional. Excepto las encuestas mejor elaboradas. Con los datos anteriores es fácil deducir que Juan Orlando necesita distanciarse, diplomáticamente, pero a toda prisa, de algunos petulantes e ignorantes que lastimosamente le acompañan y le entorpecen el proceso, que siempre están listos para ofender y desdeñar a sus correligionarios, en tanto que todavía le hace falta atraerse a un veinte por ciento (20%) del “ricardismo” y a un cinco por ciento (5%) del “miguelismo”. Le quedan pocos días para un auténtico viraje nacional. Y también para re-elaborar su discurso de tal manera que resulte atractivo para una masa flotante de electores –pobres y de clase media-media-- que desconocen lo que realmente ocurre detrás de ciertas cortinas internacionales. Eso se logra con sinceridad, con fraternidad, con genuina trasparencia, con apego al corazón del pueblo y de la sociedad en general, y sin gestos agrios en los bordes de la boca. (O del “rictus despectivo”, como bien lo diría don Medardo Mejía). Un excelente amigo me expresaba, hace unas tres semanas, que yo soy “el ideólogo” de Ricardo Álvarez. Le contesté, de inmediato --aunque soy muy lento para contestar--, que a don Ricardo “no lo veo desde el año pasado”. De hecho, aunque me hubiese gustado, nunca he sido el asesor ni mucho menos el ideólogo del “ricardismo”. Mis circunstancias de humildad real impiden el acceso a tan importantes personalidades del quehacer político lugareño. De repente (podría ser) la información del buen amigo provino de los labios de “Pepito” Lobo Sosa, quien nunca piensa dos veces para exteriorizar despropósitos sobre las personas que por razones intelectuales, familiares o políticas le incomodan. Recuerdo que en una reunión del Consejo Editorial de Canal “Diez” (hará de ello unos dos años aproximados), el actual presidente de la República expresó, en forma de mala broma, que yo tenía un tío que era “un haragán” y que también era “el garañón de las pampas olanchanas”. Unos segundos más tarde corrigió que nuestro tío “no era haragán”, porque “sí le gustaba trabajar”. También añadió, en el mismo tono irresponsable, que yo era “asesor de Manuel Zelaya Rosales”. La idea del pariente carnal era desprestigiarme, sin ningún sentido racional. Empecé por aclarar que el tío que él mencionaba era tío, también, de Pepe Lobo Sosa (más tío de él, que mío); pero en eso comenzó la reunión formal y ya me fue imposible contestar aquello de la remota asesoría para el señor “Melitín” Zelaya Rosales, oligarca olanchano de pura cepa, oriundo de la vieja hacienda “Los Horcones” del valle de Lepaguare, y ex-pariente político mío, dicho sea de paso. Señor Juan Orlando Hernández: como la situación actual de nuestro amado país “no está para tafetanes”, es imperativo un genuino sentido de fraternidad suya para con los nacionalistas y para con el pueblo en general. Es menester que demuestre, de antemano, que una vez que llegue a ganar las elecciones presidenciales, el sentimiento de fraternidad se convertirá en un eje de su conducta diaria y de algunos petulantes que le acompañan, que podrían entorpecer la administración pública. ¡¡Hay que corregir eso, ahora mismo!! Tegucigalpa, MDC, 29 de septiembre del año 2013. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el jueves 03 de octubre del 2013, Pág. Cinco). ============================================ Clave de SOL: Tratado de los Sofismas Por: SEGISFREDO INFANTE Hay, entre mis viejos libros --antiquísimos podría decirse--, un texto de Jeremy Bentham, publicado en Madrid en 1834. Es decir, hace ciento setenta y ocho años, que por la calidad del papel se conserva en perfecto estado. Hasta podría hipotetizarse, forzando un poco las cronologías, que José Cecilio Díaz del Valle tuvo uno similar entre sus manos. En primer lugar porque el jurista, economista y pensador británico era amigo personal, aunque fuese por correspondencia, de nuestro pensador hondureño-guatemalano. En segundo lugar porque contamos con información histórica fidedigna (de Louis E. Bumgartner) que Jeremy Bentham le enviaba colecciones completas de libros y manuscritos (incluyendo los suyos) a don José del Valle. Y, por último, que el gran estadista centroamericano falleció, precisamente, en 1834, año de la edición del importante manuscrito referido, que lleva por nombre “Tratado de los Sofismas”. Así que las coincidencias no son nada gratuitas. Jeremy Bentham (1748-1832), aunque abandonó, por decisión propia, sus estudios de abogacía, fue un pensador londinense dedicado a las reflexiones legislativas, políticas y económicas. En algunos momentos podría decirse que razonaba como un ilustrado utópico en la búsqueda de las leyes y el Estado perfectos, hasta el momento en que los mismos legisladores y gobernantes, supuestamente ilustrados, le dieron la espalada al bloquearle en el Parlamento sus propuestas teóricas y prácticas. El ideal supremo de Bentham era una especie de “utilitarismo” feliz, que en una balanza equilibrada de placer y dolor, beneficiara a las mayorías populares, inclinado la balanza hacia el bien público y el placer democrático del pueblo; incluyendo el de los presidiarios. En este sentido podría afirmarse que Jeremy Bentham es el verdadero precursor del utilitarismo del siglo diecinueve que representará el pensamiento filosófico, económico y político de John Stuart Mill (1806-1873). Tengo comprendido que Karl Marx (1818-1883) despreciaba la obra de Jeremy Bentham y de Stuart Mil; pero debemos corroborar este dato. Sin embargo, Marx apreciaba e imitaba los trabajos económicos del genial William Petty y de David Ricardo. No obstante lo insinuado Jeremy Bentham influyó decididamente en el pensamiento ilustrado, liberal y utilitario de don José del Valle, al grado que nuestros futuros diputados hondureños y centroamericanos debieran leer y estudiar, hoy en día, el pensamiento político-legislativo de ambos. Y aunque en los comienzos algunos legisladores obstruyeron las teorías y las propuestas prácticas de Bentham, como aquella de los coches de línea entre Londres y Edimburgo, y la construcción del canal en Panamá, en tiempos posteriores los británicos, los europeos y los estadounidenses, se hicieron cargo de poner en práctica muchas de las propuestas del olvidado y despreciado Bentham. En cuanto al “Tratado de los Sofismas” que aquí deseamos reseñar, su contenido es un alegato cuasi-aristotélico, de Jeremy Bentham, en contra de algunos parlamentarios británicos que según el autor se dedicaban, tal vez en forma inconsciente, a elaborar sofismas políticos, o falsedades argumentativas, para oponerse a la teoría de la “felicidad máxima” postulada por el solitario Bentham. El tema originario contra los sofistas, elaborado sistemáticamente, ya se encontraba en “El Organón” de Aristóteles, desde hace unos dos mil trescientos años. A partir de aquel momento muchos escritores, por devoción platónica o aristotélica, han arremetido en contra de las llamadas “sofisterías”, olvidando que el mismo Aristóteles fue más o menos benevolente con algunos de los sofistas que evidenciaban signos de genialidad. En Honduras, el escritor Roberto Castillo publicó un artículo-ensayo sobre algunas virtudes de los llamados polemistas y filósofos sofistas de la antigüedad griega, observando, quizás, las tendencias dogmáticas de todos los tiempos, de atacar inmisericordemente aquello que “se sale de la línea”, sin haber realizado, en ningún momento, los estudios pertinentes del caso, habida cuenta que el silogismo de Aristóteles, en sí mismo, chocó, hasta cierto punto, contra los muros de las ciencias renacentistas y de la modernidad. En este orden de ideas podrían comenzarse los estudios de la lógica con el “Tratado de los Sofismas” de Jeremy Bentham, bajo la consideración que fuera de los silogismos, muchas sutilezas aristotélicas del lenguaje siguen vigentes. Tegucigalpa, MDC, 29 de septiembre del año 2013. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 06 de octubre del 2013, Pág. Seis).
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 02:33:49 +0000
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