Dos clases de muerte La Sagrada Escritura y la liturgia de la - TopicsExpress



          

Dos clases de muerte La Sagrada Escritura y la liturgia de la Iglesia Católica han dividido siempre las muertes en dos clases: muerte preciosa y muerte pésima. De la primera dice el salmo 11: Mucho vale a los ojos del Señor la muerte de los que lo aman De la otra dice el Apocalipsis: los que se dedican a hacer el mal, tendrán la muerte segunda, para caer en el lago que arde con fuego y azufre (Apoc. 21,8) Muerte preciosa: Fue la de Jesús la cual aunque sucedió en medio de los más atroces dolores y de impresionantes angustias, estaba acompañada de la satisfacción de haber pagado los pecados del mundo y haber cumplido lo que el Padre Celestial le había encargado que hiciera, dijera y sufriera. Muerte pésima: La de Judas que dejándose vencer por la desesperación por haber vendido a su mejor amigo, terminó suicidándose, al colgarse de un árbol. Muerte preciosa: La de San José, que después de una vida llena de amor a Dios y al prójimo, murió rodeado con la dulcísima compañía de Jesús y María. Muerte pésima: La de Herodes Agripa que murió devorado por gusanos después de una vida dedicada a la vanidad y al orgullo (Hc. 12) Muerte preciosa: La de Santa Teresita del Niño Jesús que exclama al morir: No me arrepiento de haberme dedicado a amar a Dios, y expira con una amable sonrisa, y llena de esperanza de ir al Paraíso Eterno. Muerte pésima: La de los suicidas, la de los que mueren en las casas de prostitución, y los que mueren matando o robando, o en pecado mortal y sin arrepentirse. ¡Qué destino tan tenebroso el que les espera en la eternidad! La Sagrada Escritura dice: Dichosos los que mueren en paz con el Señor. Sus obras buenas le seguirán (Apoc. 14,13) No importa lo que digan las notas mortuorias, ni los artículos de los periódicos, ni el boato del entierro (¡Cuanta mentira y vanidad puede haber en todo esto!) Lo importante es si la muerte fue preciosa o pésima, si fue una entrada a la salvación eterna o un inicio de su eterna condenación. Preciosa si murió en amistad con Dios, aunque junto a su lecho no haya sino miseria y soledad. Pésima si murió en pecado mortal, aunque lo hayan atendido los más famosos médicos, y todas las radiodifusoras y todos los periódicos le dediquen grandes alabanzas. Lo importante es lo de por dentro, lo que hay en el alma.
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 14:51:41 +0000

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