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EDITORIAL CON FIRMA f Atentado Si bien el contenido de la sección HOY IMPORTA que va debajo está dando vueltas por toda la red Internet, la dirección de enfoques ha juzgado oportuno, conveniente y del caso asumir su contenido y adjudicarle la mayor trascendencia a este renovado impacto y atentado contra la educación en todos sus niveles, concretado en la confiscación de decenas de máquinas fotocopiadoras que han estado al servicio directo del estudiantado nacional desde casi un siglo a la fecha. No miremos por el ojo de la cerradura a los propietarios evasores, porque empequeñecemos el reclamo. Ese es un asunto que compete a la DGI que, bueno es decirlo, se cruzó de brazos al respecto desde tiempo inmemorial, al punto que hoy debió actuar acicateada por la Justicia, poder que también, y al mismo respecto, debió haber asumido competencias y propiciado soluciones hace décadas. Se durmieron ambas, DGI y Justicia en el sueño de la negligencia y del dejarse estar, y hoy acusan presencia tardía e irresponsable en el daño infligido, que no les reivindica nada, y que las deja mal paradas a los ojos del ciudadano. Por décadas, y a la vuelta de cumplir un siglo, insistimos, los estudiantes uruguayos de todos los tiempos utilizaron como fuente sustancial de sus estudios la hoja fotocopiada que contenía el desarrollo de los temas de los cursos y exámenes por encima de los nombres de sus autores, firmantes de los libros prohibidos. Inalcanzables en el precio, vedado para los liceales, maestros, profesores y estudiantes universitarios, esta felonía cobijada en la norma legal anquilosada, esclerótica y vigente se abate sobre todo el país, pues el golpe funesto y letal alcanza a las villas, pueblos y ciudades, bastando que cuenten con un centro de enseñanza básico, intermedio o universitario. Mi madre cursó su carrera universitaria inundada en fotocopias. Mi padre, profesor de Idioma Español, desparramaba decenas, si no cientos de fotocopias por toda la casa, y así seguimos en el devenir generacional mis hermanos y yo. Ofrezco disculpas por estos dos renglones en primera persona, comentario que no pude eludir. Desde que se inventó la fotocopia, que sucedió al mimeógrafo, todos los estudiantes universitarios y profesionales uruguayos basaron sus estudios en las fotocopias de los textos docentes, cuyo valor multiplica por tres, cuatro y cinco, no importa, el valor de los libros. ¡Qué daño gratuito señores! Para los estudiantes, la sorpresa fue total y el tema se convirtió en el eje de las charlas en los pasillos de la Facultad. Con el cierre de los locales, un atentado legal que altera el orden establecido durante casi una centuria, se derrumbó el sistema de estudio que tienen quienes se preparan para ser abogados, y escribanos, entre otros. Se cargó contra un mecanismo totalmente instalado y visto como natural, a pesar de ser notorio que había una irregularidad en relación a los derechos de autor. Que el cierre y la confiscación resulten legales, no disimula ni esconde que la medida judicial apareja una traba de magnitud en el derecho ciudadano para acceder al Conocimiento. La Justicia, tan celosa en la aplicación de la norma, y tan omisa y desesperadamente lenta en el fallo de expedientes de cualquier tipo y cosa, -que se acumulan por años en los juzgados-, no vaciló en asestar el golpe de gracia a muchos, muchísimos, decenas de miles de estudiantes. Subidas con grúas a un inmenso camión policial de doble o triple cuerpo, las fotocopiadoras confiscadas dejaron vacíos los quioscos y salones comerciales adyacentes a lo que alguna vez fue el glorioso Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, vecino imponderable de la Universidad de la República. La pluma de Jorge Azar encabezará pues, a renglón seguido, el HOY IMPORTA de la edición 1839 del diario enfoques. ¡Esto es un asalto! ¡Arriba las manos, estudiantes! Ricardo Garzón HOY IMPORTA f ¡Arriba las manos estudiantes! ¡Atención juventud, atención estudiantes! Ustedes no lo conocían. Hoy terminaron de entrar en el «mundo del Pepe» y su baracutanga... Les sacaron el mate con el kilo de yerba imposible de pagar, y no pueden estudiar tomando mate. Como no pueden estudiar tomando mate hoy les sacaron las fotocopias de los libros para que no estudien. Como se quedaron sin el pan y sin la torta, hoy tienen que pagar el pan a $180 el kilo!! Ahora les matan la ilusión de concluir una carrera universitaria... Tuvieron suerte, no los mataron a Uds. como lo hicieron con la maldita inseguridad que sacrificó a decenas de jóvenes por el simple pecado de laburar para poder estudiar. Pero tranquilos muchachos; en pocos meses tienen la maruja a $20 para que se olviden de todo. Los locales frente a la Universidad se necesitan para poner bocas de venta”. No se pueden desperdiciar en vender fotocopias que les permiten instruirse. ¡Bienvenidos al universo frenteamplista!!! ¿Se van a quedar sentados en el cordón de la vereda? Toda acción tiene su reacción, y en este caso la consecuencia de esto es que le FRUSTRAN LA CARRERA A MILES DE ESTUDIANTES, pues NO hay bibliotecas ni la cantidad de libros necesarios para que los universitarios retiren de los centros de enseñanza y de sus bibliotecas para poder estudiar. Entonces me pregunto: ¿puede pagar un estudiante más de 3000 pesos un libro? ¿El estado, antes de tomar esta medida, previó comprar los volúmenes necesarios de libros para que estén a disposición de los estudiantes? ¿Analizó el gobierno la posibilidad e subvencionar el costo de los libros, así como lo hace con la cerveza? ¿Cuántos magistrados estudiaron en fotocopias, pues eran hijos de modestos trabajadores que debían optar por comprar un libro y no comer o comprar una fotocopia y poder comer? Amigos: el Estado es el gran culpable de todo esto, que no previó en tiempo y forma la creación de bibliotecas barriales para todos los niveles de la educación. En lugar de gastar plata en cargos de confianza y en obras macarrónicas como la peatonal Garzón” o PLUNA, no compró, ni subsidió, ni tampoco financió la cantidad de libros necesarios para que los estudiantes no tengan que recurrir a una compra ilegal de fotocopias. Simplemente sume y diga conmigo: no hace falta incendiar libros y hacer desaparecer las fotocopiadoras. Cada cosa tiene su tiempo, y acá pasó el tiempo de los códigos, de las leyes, de las pruebas, de los testigos y de los jueces. Solo falta que el Ángel de la Justicia haga sonar su demorada trompeta, y con voz de trueno convoque: ¡¡¡ACÁ Y AHORA...!!! Recuerden jóvenes: ¡¡ ACÁ Y AHORA!!. ¿Me explico? Muéranse todos y dejen a la juventud estudiar y vivir en paz. Que los jóvenes, siempre postergados, puedan de una vez por todas tener esperanzas y futuro. Jorge Azar Gómez
Posted on: Fri, 25 Oct 2013 08:19:43 +0000

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