EL ASTRO REY Por no se sabe que capricho de la mitología celestial, el astro rey había decidido que el dieciocho de julio sería su día de los deseos. Estaba cayendo el sol, escondiéndose tras la sierra de Layos; la mayor parte del campo trabajado estaba fulgurante, un color oro incandescente brotaba de aquellos campos ya segados a esa altura del año. Los niñ@s del parque corrían, gritaban y jugaban con la arena del recinto de columpios, ignorantes de que hoy era la gran noche protestaron cuando sus padres les llamaron para volver a casa; fue entonces cuando un personaje conocido pero enigmático les hizo saber la fábula del Astro Rey. En mitad de la protesta de aquellos niños, el hombre con voz gutural les explicó que no debían protestar, que esa noche era algo especial para ellos, que al igual que la noche de Santa Klaus, la de Papá Noel o la de los Reyes Magos, el Astro Rey mucho tiempo antes concedía a cada niño un deseo con la única condición de que madrugasen lo suficiente para saludarle. El deseo no podía ser un regalo, sino un verdadero deseo para ellos, quizá esa fantasía de lo que serían de mayores, quizá que el perro sólo, pulgoso y hambriento que duerme en la esquina fuese adoptado por alguien o quizá que el próximo curso pudieran sentarse junto a sus mejores amigos. Un deseo, eso era lo que el Sol, nuestro Astro Rey, el más importante de nuestra galaxia concedería ese día a los niños que hicieran aquello. Cuatro de las niñas del parque escucharon con atención la historia y esa noche, esa noche, durmieron plácidamente con la esperanza de que el Sol cumpliese con su promesa. A la mañana siguiente sobre todo recordaron que los sueños de esa noche fueron bonitos y dulces y decidieron que cada noche, al irse a dormir, lo harían pensando en algo muy bonito que podría ocurrirles al día siguiente.
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 22:34:20 +0000
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